jueves, 17 de octubre de 2024

 

LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO: APOCALIPSIS DE JUAN

Amadeo Albuquerque Lara

Las primeras palabras del libro de Apocalipsis son: “La revelación de Jesucristo….” Su autor indiscutido es el apóstol Juan, el discípulo amado, el discípulo al que Jesús en la cruz le encomendó los cuidados de su madre, y a quien dio por hijo a su madre. El apóstol Juan siempre estuvo al lado de su Maestro y a quien Jesús dirigió estas palabras: “Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú” (Juan 21:22). Estas palabras se las dirigió al apóstol Pedro, cuando éste le preguntó: “¿y qué de éste?”, refiriéndose a Juan. Desde entonces, se extendió la noticia de que Juan no moriría. En realidad, el apóstol Juan fue el más longevo de sus doce discípulos, y el único que falleció de muerte natural. Se cree que Juan murió alrededor de los años 100-101, después que escribió el libro de Apocalipsis, en los años 96-98.

El libro de Apocalipsis ha sido interpretado con sesgos sensacionalistas tanto por evangélicos como por católicos. Tanto predicadores, como maestros de Biblia se han enfocado en dar una interpretación caprichosa a las figuras y símbolos alegóricos que aparecen en el libro, en vez de explicar el verdadero propósito por el cual se escribió el libro. Naturalmente, a los oyentes o lectores les encantan las historias de lo oculto, de lo desconocido, o de lo que infunde miedo, porque nos gustan las historias de terror, las favoritas de los viernes 13.

“El libro tiene dos partes bien diferenciadas: La primera en la que se describe la situación actual de la Iglesia y de los cristianos, y la segunda en la que se narra un futuro lleno de esperanza para los seguidores de Jesús y para toda la humanidad” (gobiernodecanarias.org/Biblia). La primera parte está comprendida en los capítulos 1-3, en los cuales relata la situación actual de las iglesias del Asia Menor, especialmente. La segunda parte, está comprendida desde el capítulo cuatro hasta el final.

Después de la muerte de los apóstoles Pedro, Pablo y Juan, comienza la era postapostólica; es la era de las más terribles persecuciones; Santiago muere decapitado por Herodes Agripa I, según Hechos 12:2; Esteban, el diácono, muere apedreado ante una turba desenfrenada, mientras predicaba el Evangelio (Hechos 7:1-8:1-3). Cerca del año 68, Pedro y Pablo fueron asesinados por Nerón, emperador romano, durante una feroz persecución emprendida por los emperadores romanos, antes y después de Nerón. Por lo tanto, estas persecuciones causaron el temor y temblor de los creyentes en Jesús y ansiaban el pronto regreso de Jesucristo. El apóstol Juan, el único superviviente durante estos años, había sido desterrado a la isla de Patmos por el emperador Domiciano. “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo” (Apoc 1: 9) Estando en el destierro «a causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo» Juan recibe la visión para que escribiera las cosas que habían de acontecer. Y al mismo tiempo para solidarizarse con los creyentes perseguidos y asesinados; porque él mismo participaba de la tribulación.

Después de la introducción del libro de Apocalipsis, Juan se dirige a las siete iglesias del Asia Menor: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea (Apoc 2-3). Después de lamentar el estado de algunas de las siete iglesias, Juan expresa el propósito al escribir el libro: para darles aliento y esperanza a los perseguidos cristianos y mostrarles la nueva tierra y los nuevos cielos, en donde no habrá más sufrimientos, ni llanto.

A partir del capítulo cuatro hasta el final, comienza Juan a relatar las visiones, figuras y personajes extraordinarios, y símbolos alegóricos, que son los temas que tanto atraen a ciertos predicadores y creyentes. Las imágenes principales que Juan describe son la del Cordero, los ángeles, el rollo, los sellos, las bestias y dragones; más la imagen de la serpiente antigua llamada diablo. Esos personajes son los causantes de las persecuciones y de las tribulaciones de los creyentes, los cuales serán echados al lago de fuego; pero Juan no se queda ahí.

En el capítulo 7 Juan relata la visión de la multitud vestida de ropas blancas, las que han sido lavadas por la sangre del Cordero. En los siguientes capítulos Juan describe a ángeles que lamentan la situación de los moradores de la Tierra, las trompetas, y la imagen del Templo de Dios.

El Apocalipsis presenta imágenes simbólicas y alegóricas de tres mujeres: 1) la mujer vestida del sol coronada con doce estrellas, y el dragón. Esta visión del capítulo 12 ha sido motivo de controversias según las diferentes interpretaciones. 2) la mujer que representa a Babilonia, la madre de las rameras, en el capítulo 17; y 3) en el capítulo 19, presenta a la esposa del Cordero, que sin vacilaciones es la Iglesia de Jesucristo, no una iglesia idólatra.

El capítulo doce ha sido interpretado con sesgos doctrinales de parte de la Iglesia católica. Se trata de la mujer y el dragón. En realidad, el dragón es el causante de los males y persecuciones. El dragón es la serpiente antigua o el diablo que ha querido destruir a la Iglesia de Jesucristo. Pero Juan advierte a los cristianos que el dragón se puede vencer con la sangre del Cordero, Jesucristo.

Hay que hacer notar que las imágenes en las visiones de Apocalipsis no son siempre personas individuales, sino que generalmente representan colectivos. Algunos estudiosos del Apocalipsis suponen que el dragón puede representar a Herodes, porque él quiso matar al bebé Jesús. Pero esto supondría que la mujer es María, interpretación católica. Pero también otros suponen que representa a Israel, por la corona de doce estrellas sobre la cabeza de la mujer. Las doce estrellas serían las doce tribus de los hijos de Israel.

Si de interpretaciones de figuras y personajes alegóricos se trata, el libro de Apocalipsis es muy difícil de llegar a conclusiones y significados convincentes. Pero esas figuras y personajes de terror no son el centro y propósito del libro. Ya que Juan usa las figuras y personajes que representan el mal causante de la tribulación y sufrimientos. Su principal propósito es amonestar a las iglesias del Asia Menor que se habían desviado, para que vuelvan al primer amor; y segundo, dar ánimo y esperanza a los sufridos creyentes víctimas de la terrible persecución, y mártires por causa de su fe en Jesús. La tribulación era tanta, que los sufrientes cristianos ansiaban el pronto regreso de Cristo. Por tanto, Juan se solidariza con ellos y les asegura que el sufrimiento en esta Tierra, no se compara con la gloria de la Nueva Jerusalén celestial. Juan les asegura la corona de la vida si permanecen fieles hasta la muerte, aún más si mueren como mártires. “No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo va a echar a algunos de vosotros a la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apoc 2:10). Aquí el diablo no es una persona, sino la institución o instituciones que perseguían a los cristianos: el Imperio romano y las instituciones judías antimesiánicas. Los diez días son simbólicos y no necesitan ninguna interpretación. Sin duda presentan un período de corta duración comparado con la eternidad de gloria y recompensas.

El capítulo 14 es la visión del cántico de los 144,000 que son los redimidos como primicias para Dios y el Cordero. También esta visión ha sido motivo de interpretaciones doctrinales sesgadas. El número 144 es el resultado de multiplicar 12 x 12; cifra que se refiere a las 12 tribus de Israel, cifra que se representa en las puertas de la Ciudad Santa, la Jerusalén celestial, y que es una cifra constante en el libro. No olvidemos que estas visiones son alegóricas y simbólicas. En la visión de los tres ángeles, uno de ellos tiene el evangelio eterno para predicarlo a todas las naciones. Esta visión es una retrospección a la gran comisión que Jesucristo le encomendó a sus discípulos de ser testigos en Jerusalén, en Samaria, y hasta lo último de la Tierra (Marcos 16:15-18). Esta comisión se está cumpliendo desde Jerusalén hasta nuestros días. Los otros dos ángeles advierten de la caída de Babilonia, la pagana y fornicaria; indicación de Juan a los cristianos que el mal tendrá su castigo. Y el tercer ángel, advierte de no adorar a la bestia, o Satanás.

El capítulo 17 también ha sido motivo de controversias entre los intérpretes del Apocalipsis: se trata de Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la Tierra. Esta visión es muy explícita. La madre de las rameras es Babilonia, la enemiga del pueblo de Dios. Esta visión dejó aterrorizado al apóstol Juan: “Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro” (Apoc 17:6). Esta visión representa al Imperio romano, y a la institución judía anticristiana, perseguidores de los cristianos.

Evidentemente, la visión de la Jerusalén celestial, la ciudad santa, de la nueva tierra y del nuevo cielo, será el cumplimiento de la profecía de Isaías: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. 18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. 19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor” (Isaías 65:17-19). Por tanto, ese es el propósito de Juan al escribir el libro de Apocalipsis, presentar a los creyentes en Jesucristo la recompensa de los que sean fieles hasta la muerte: la Nueva Jerusalén donde no habrá persecuciones, tribulación, sufrimiento, ni lloro, ni lamentaciones.

“Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos” (Apoc 22:3-5).

CONCLUSIÓN

Este análisis se ha hecho con el fin de eliminar las tendencias de ciertos profesores de Biblia de interpretar antojadizamente las visiones, figuras y personajes alegóricas, sin tener ningún fundamento más que su ubérrima imaginación.  También se ha expresado que el libro se divide en dos partes: 1) la lamentable situación de las iglesias del Asia Menor, y 2) solidarizarse con los sufridos y perseguidos cristianos, para darle la esperanza de un nuevo cielo y una nueva tierra, en los cuales no habrá más lamentaciones ni sufrimiento. El mensaje de Juan en Apocalipsis es muy claro. Confirmar que él es el autor del libro; que hay que ser fieles a Dios y al Cordero a pesar del sufrimiento y de las persecuciones; y que el único digno de adoración es Dios.

“Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios” (Apoc 22:8-9).

 REFERENCIAS                  

Apocalipsis RVR 1960

Gobierno de Canarias (gobiernodecanarias.org/Biblia)

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