LA REVELACIÓN DE
JESUCRISTO: APOCALIPSIS DE JUAN
Amadeo Albuquerque Lara
Las primeras palabras del
libro de Apocalipsis son: “La revelación de Jesucristo….” Su autor indiscutido
es el apóstol Juan, el discípulo amado, el discípulo al que Jesús en la cruz le
encomendó los cuidados de su madre, y a quien dio por hijo a su madre. El
apóstol Juan siempre estuvo al lado de su Maestro y a quien Jesús dirigió estas
palabras: “Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
Sígueme tú” (Juan 21:22). Estas palabras se las dirigió al apóstol Pedro,
cuando éste le preguntó: “¿y qué de éste?”, refiriéndose a Juan. Desde
entonces, se extendió la noticia de que Juan no moriría. En realidad, el
apóstol Juan fue el más longevo de sus doce discípulos, y el único que falleció
de muerte natural. Se cree que Juan murió alrededor de los años 100-101,
después que escribió el libro de Apocalipsis, en los años 96-98.
El libro de Apocalipsis
ha sido interpretado con sesgos sensacionalistas tanto por evangélicos como por
católicos. Tanto predicadores, como maestros de Biblia se han enfocado en dar
una interpretación caprichosa a las figuras y símbolos alegóricos que aparecen
en el libro, en vez de explicar el verdadero propósito por el cual se escribió
el libro. Naturalmente, a los oyentes o lectores les encantan las historias de
lo oculto, de lo desconocido, o de lo que infunde miedo, porque nos gustan las
historias de terror, las favoritas de los viernes 13.
“El libro tiene dos
partes bien diferenciadas: La primera en la que se describe la situación actual
de la Iglesia y de los cristianos, y la segunda en la que se narra un futuro
lleno de esperanza para los seguidores de Jesús y para toda la humanidad” (gobiernodecanarias.org/Biblia).
La primera parte está comprendida en los capítulos 1-3, en los cuales relata la
situación actual de las iglesias del Asia Menor, especialmente. La segunda
parte, está comprendida desde el capítulo cuatro hasta el final.
Después de la muerte de
los apóstoles Pedro, Pablo y Juan, comienza la era postapostólica; es la era de
las más terribles persecuciones; Santiago muere decapitado por Herodes Agripa
I, según Hechos 12:2; Esteban, el diácono, muere apedreado ante una turba
desenfrenada, mientras predicaba el Evangelio (Hechos 7:1-8:1-3). Cerca del año
68, Pedro y Pablo fueron asesinados por Nerón, emperador romano, durante una
feroz persecución emprendida por los emperadores romanos, antes y después de
Nerón. Por lo tanto, estas persecuciones causaron el temor y temblor de los
creyentes en Jesús y ansiaban el pronto regreso de Jesucristo. El apóstol Juan,
el único superviviente durante estos años, había sido desterrado a la isla de
Patmos por el emperador Domiciano. “Yo Juan, vuestro hermano, y
copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de
Jesucristo” (Apoc 1: 9) Estando en el destierro «a causa de la palabra
de Dios y el testimonio de Jesucristo» Juan recibe la visión para que
escribiera las cosas que habían de acontecer. Y al mismo tiempo para
solidarizarse con los creyentes perseguidos y asesinados; porque él mismo
participaba de la tribulación.
Después de la introducción
del libro de Apocalipsis, Juan se dirige a las siete iglesias del Asia
Menor: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea (Apoc 2-3).
Después de lamentar el estado de algunas de las siete iglesias, Juan expresa el
propósito al escribir el libro: para darles aliento y esperanza a los
perseguidos cristianos y mostrarles la nueva tierra y los nuevos cielos, en
donde no habrá más sufrimientos, ni llanto.
A partir del capítulo
cuatro hasta el final, comienza Juan a relatar las visiones, figuras y
personajes extraordinarios, y símbolos alegóricos, que son los temas que tanto
atraen a ciertos predicadores y creyentes. Las imágenes principales que Juan
describe son la del Cordero, los ángeles, el rollo, los sellos, las bestias y
dragones; más la imagen de la serpiente antigua llamada diablo. Esos personajes
son los causantes de las persecuciones y de las tribulaciones de los creyentes,
los cuales serán echados al lago de fuego; pero Juan no se queda ahí.
En el capítulo 7 Juan
relata la visión de la multitud vestida de ropas blancas, las que han sido
lavadas por la sangre del Cordero. En los siguientes capítulos Juan describe a
ángeles que lamentan la situación de los moradores de la Tierra, las trompetas,
y la imagen del Templo de Dios.
El Apocalipsis presenta
imágenes simbólicas y alegóricas de tres mujeres: 1) la mujer vestida del sol
coronada con doce estrellas, y el dragón. Esta visión del capítulo 12 ha sido
motivo de controversias según las diferentes interpretaciones. 2) la mujer que
representa a Babilonia, la madre de las rameras, en el capítulo 17; y 3) en el
capítulo 19, presenta a la esposa del Cordero, que sin vacilaciones es la
Iglesia de Jesucristo, no una iglesia idólatra.
El capítulo doce ha sido
interpretado con sesgos doctrinales de parte de la Iglesia católica. Se trata
de la mujer y el dragón. En realidad, el dragón es el causante de los males y persecuciones.
El dragón es la serpiente antigua o el diablo que ha querido destruir a la
Iglesia de Jesucristo. Pero Juan advierte a los cristianos que el dragón se
puede vencer con la sangre del Cordero, Jesucristo.
Hay que hacer notar que
las imágenes en las visiones de Apocalipsis no son siempre personas
individuales, sino que generalmente representan colectivos. Algunos estudiosos
del Apocalipsis suponen que el dragón puede representar a Herodes, porque él
quiso matar al bebé Jesús. Pero esto supondría que la mujer es María,
interpretación católica. Pero también otros suponen que representa a Israel,
por la corona de doce estrellas sobre la cabeza de la mujer. Las doce estrellas
serían las doce tribus de los hijos de Israel.
Si de interpretaciones de
figuras y personajes alegóricos se trata, el libro de Apocalipsis es muy
difícil de llegar a conclusiones y significados convincentes. Pero esas figuras
y personajes de terror no son el centro y propósito del libro. Ya que Juan usa las
figuras y personajes que representan el mal causante de la tribulación y
sufrimientos. Su principal propósito es amonestar a las iglesias del Asia Menor
que se habían desviado, para que vuelvan al primer amor; y segundo, dar ánimo y
esperanza a los sufridos creyentes víctimas de la terrible persecución, y
mártires por causa de su fe en Jesús. La tribulación era tanta, que los
sufrientes cristianos ansiaban el pronto regreso de Cristo. Por tanto, Juan se
solidariza con ellos y les asegura que el sufrimiento en esta Tierra, no se
compara con la gloria de la Nueva Jerusalén celestial. Juan les asegura la
corona de la vida si permanecen fieles hasta la muerte, aún más si mueren como
mártires. “No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He
aquí, el diablo va a echar a algunos de vosotros a la cárcel, para que seáis
probados, y tendréis tribulación durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y
yo te daré la corona de la vida” (Apoc 2:10). Aquí el diablo no es una
persona, sino la institución o instituciones que perseguían a los cristianos:
el Imperio romano y las instituciones judías antimesiánicas. Los diez días son
simbólicos y no necesitan ninguna interpretación. Sin duda presentan un período
de corta duración comparado con la eternidad de gloria y recompensas.
El capítulo 14 es la
visión del cántico de los 144,000 que son los redimidos como primicias para
Dios y el Cordero. También esta visión ha sido motivo de interpretaciones
doctrinales sesgadas. El número 144 es el resultado de multiplicar 12 x 12;
cifra que se refiere a las 12 tribus de Israel, cifra que se representa en las
puertas de la Ciudad Santa, la Jerusalén celestial, y que es una cifra constante
en el libro. No olvidemos que estas visiones son alegóricas y simbólicas. En la
visión de los tres ángeles, uno de ellos tiene el evangelio eterno para
predicarlo a todas las naciones. Esta visión es una retrospección a la gran
comisión que Jesucristo le encomendó a sus discípulos de ser testigos en
Jerusalén, en Samaria, y hasta lo último de la Tierra (Marcos 16:15-18). Esta
comisión se está cumpliendo desde Jerusalén hasta nuestros días. Los otros dos
ángeles advierten de la caída de Babilonia, la pagana y fornicaria; indicación
de Juan a los cristianos que el mal tendrá su castigo. Y el tercer ángel,
advierte de no adorar a la bestia, o Satanás.
El capítulo 17 también ha
sido motivo de controversias entre los intérpretes del Apocalipsis: se trata de
Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la Tierra. Esta
visión es muy explícita. La madre de las rameras es Babilonia, la enemiga del
pueblo de Dios. Esta visión dejó aterrorizado al apóstol Juan: “Vi a la
mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de
Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro” (Apoc 17:6). Esta
visión representa al Imperio romano, y a la institución judía anticristiana,
perseguidores de los cristianos.
Evidentemente, la visión
de la Jerusalén celestial, la ciudad santa, de la nueva tierra y del nuevo
cielo, será el cumplimiento de la profecía de Isaías: “Porque he aquí que
yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni
más vendrá al pensamiento. 18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en
las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y
a su pueblo gozo. 19 Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y
nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor” (Isaías
65:17-19). Por tanto, ese es el propósito de Juan al escribir el libro de
Apocalipsis, presentar a los creyentes en Jesucristo la recompensa de los que
sean fieles hasta la muerte: la Nueva Jerusalén donde no habrá persecuciones,
tribulación, sufrimiento, ni lloro, ni lamentaciones.
“Y no habrá más
maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le
servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá
allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol,
porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”
(Apoc 22:3-5).
CONCLUSIÓN
Este análisis se ha hecho
con el fin de eliminar las tendencias de ciertos profesores de Biblia de
interpretar antojadizamente las visiones, figuras y personajes alegóricas, sin
tener ningún fundamento más que su ubérrima imaginación. También se ha expresado que el libro se divide
en dos partes: 1) la lamentable situación de las iglesias del Asia Menor, y 2) solidarizarse
con los sufridos y perseguidos cristianos, para darle la esperanza de un nuevo
cielo y una nueva tierra, en los cuales no habrá más lamentaciones ni
sufrimiento. El mensaje de Juan en Apocalipsis es muy claro. Confirmar que él
es el autor del libro; que hay que ser fieles a Dios y al Cordero a pesar del sufrimiento
y de las persecuciones; y que el único digno de adoración es Dios.
“Yo Juan soy el
que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para
adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9 Pero él me dijo:
Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas,
y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios” (Apoc
22:8-9).
REFERENCIAS
Apocalipsis RVR 1960
Gobierno de Canarias (gobiernodecanarias.org/Biblia)
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