domingo, 26 de diciembre de 2010

La Navidad

La Navidad

by Amadeo Albuquerque on Sunday, December 26, 2010 at 1:33pm
No sabemos con exactitud la fecha en que nació nuestro Redentor, pero el mundo cristiano la celebra el 25 de diciembre. Sin embargo, no es la fecha lo importante. Es el hecho de que Cristo haya venido a la tierra para salvar a la humanidad. "Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha enviado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él crea no se pierda, mas tenga vida eterna". Porque Dios no envió a su hijo para condenar al mundo, sino para que por medio de él sea salvo.
Es mi deseo que todos creamos en Cristo Jesús, para que la Navidad no sea una celebración comercial, sino una época de recordar ese acto tan lleno de amor de Dios para la humanidad. Que el año 2011 sea mejor y de más amor los unos con los otros. Que las injusticias de los hombres no sigan dañando los derechos de los demás, que en vez de odio haya amor, que en vez de guerras haya paz. FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO.
Amadeo Albuquerque Lara

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Reformas a la ortografía


Reformas ortográficas de la RAE
Amadeo Albuquerque Lara
El domingo 28 de noviembre del presente año, las 22 academias de la lengua española se reunieron en Guadalajara, México, en ocasión de la Feria del Libro para aprobar las reformas a la ortografía española que saldrá publicada antes de la Navidad. No se habían reunido los académicos de la lengua (RAE), en Guadalajara, cuando escritores, y lectores de las redes sociales ya emitían sus protestas por semejante desbarajuste de las reglas ortográficas.

Entre otros cambios, la RAE, en complicidad con las 22 academias, eliminó la ch y la ll del alfabeto por lo que ahora éste consta de 27 letras. Antes las había eliminado del diccionario solamente, por razones de globalización. Según esta reforma, prevalecen las letras sin importar su correspondencia con los fonemas, en una época en que el estudio de la lengua se ha transformado en una ciencia: la ciencia lingüística.

Si la Y es una consonante, como lo afirma la nueva Ortografía, sin especificar si cuando va al inicio (yema) o al final de palabra (hay), o como enlace de coordinación de dos elementos de la misma categoría, entonces tendremos que usar la i para coordinar: “La rosa i el clavel”. Es más, ya no es necesaria la ll, pues quedó eliminada del alfabeto junto con la ch. que si la i griega será ye, y que la b será be (y no be alta o be larga), es una discusión bizantina; pero que la ch y la ll dejen de ser letras del alfabeto es un contrasentido, pues ambas letras (llamadas dígrafos por la RAE) representan fonemas palatales; por lo tanto, la ll no puede ser sustituida por la letra l, porque ésta no es palatal.

De ahora en adelante, siguiendo este nuevo criterio, ya la “digrafía” ll no se conocerá como elle, sino como doble ele, pues ya la digrafía no representará al fonema palatal lateral y para ser consecuentes, no se deberá escribir al inicio de palabra sino en medio y las eles deberán escribirse y pronunciarse en sílabas diferentes: al-lanar y no allanar, para evitar la palatalización. ¿Qué explicación dará a esto la RAE?

Asimismo la ch no podrá ser sustituida por la letra c por cuanto la ch representa a un fonema palatal africado y la letra c representa ya a tres fonemas: /k/, /z/ (en España) y /s/ en América Latina. Entonces, basados en el criterio académico, la ch se conocerá como ce ache y no como che, por las razones ya expuestas. ¿O es que ya no habrá palabras que se escriban con ch ni con ll?
Don Ramón Menéndez Pidal (1968:126) afirma que la ll proviene  de los grupos latinos PL, CL, FL, al palatalizarse la ele de esos grupos. Ej.: del latín plorar, tenemos llorar; de pleno, lleno; de plicare, llegar, de pluvia, lluvia. De clamar, llamar; de clave, llave; de flamma, llama, etc. La palatalización, por tanto, es un fenómeno fonético, no gráfico. Por lo tanto, si la ll es palatal y la l (ele) es alveolar, según Samuel Gili Gaya (1966:34), ¿cómo justifica la RAE la eliminación de la ll, si estos son dos sonidos distintos? Si me responden que la ortografía trata de letras y no de sonidos o fonemas, contestaremos que cada letra representa o debe representar a un fonema y un fonema es el resultado de la realización de un sonido, o de sus alófonos. “La lista de los fonemas de una lengua es una lista cerrada. El castellano, p. ej. distingue 24 fonemas, ni más ni menos”, afirma André Martinet (1968b: 23, 27), citado por Werner Abraham. Pero con la supresión de la ch y la ll, ¿cuántos fonemas le quedan ahora al español? Además, al pasar la y a una consonante pura, ¿qué fonema las representa? Escribiremos ahora “kasteyano”?

Ahora veamos lo que dice Menéndez Pidal acerca de la ch: “La ch es una africada compuesta de una oclusión postalveolar mojada, seguida de una explosión africada sorda.” Otra vez, este filólogo aplica el criterio fonético y no gráfico para distinguir la unión de c más h. Por otro lado, la Ortografía de 1999, afirma: “El fonema africado palatal sordo de, por ejemplo, chaleco, se representa con el dígrafo ch” (1.2.1). Y ahora al quedar eliminado el dígrafo, ¿cómo se representa el fonema referido? La c, por otro lado cambia de sonido, dependiendo de la vocal que le siga. Ej.: En las palabras cama, como, cuna, adquiere el sonido de k; en tanto que en ceso, cisa, se comporta como una z ante las vocales e, i, para los países ceceantes, como España, o como un sonido de s para las regiones no ceceantes, ante las mismas vocales.

La h, en cambio, no tiene fonema que la represente en español y ya no lo tenía en latín. La Ortografía de 1999 afirma textualmente: “Esta letra que en otro tiempo representó una aspiración, carece hoy de valor fonológico y no representa sonido alguno” (1.2.5). Entonces, ¿por qué la RAE no la elimina?

De la y dice la Ortografía, 1999: “La y puede tener un valor consonántico al representar al fonema palatal sonoro, como en yema, y un valor vocálico equivalente al representado por la letra i, en palabras como y, rey, hoy” (1.2.2,f). Este criterio es mucho mejor que el que se anuncia en la nueva Ortografía, por cuanto es un punto de vista fonológico y no literal o gráfico. (Véase a Alarcos Llorach 1981: 166 – 169)  

En cuanto a la eliminación de los acentos diacríticos en los pronombres demostrativos, hay que aclarar lo siguiente. La misma RAE acepta dos categorías léxicas en estas formas: los determinantes demostrativos: este, ese, aquel; y los pronombres demostrativos: éste, ése y aquél. Luego, si las formas que no llevan tilde son determinantes y las que la llevan son pronombres, tenemos que aceptar que el acento gráfico en español tiene una función suprasegmental, por cuanto cambia la categoría de tales palabras. “Suprasegmental: rasgos como acento, tono, longitud, etc.” – Nos ilustra Lyons (ed.) 1970: 326), también citado por Abraham.

No es el mismo caso en las palabras guión, truhan y hui. Guion no llevará tilde si se pronuncia como monosílabo, pero deberá llevarla si se pronuncia como bisílaba: tru–hán; en cambio la nueva Ortografía sencillamente elimina la tilde, sin explicar. En cuanto a la forma hui, si se trata del pretérito perfecto simple del verbo huir: huí, aquí hay unión de dos vocales cerradas y si una de ella no se tilda, hui deberá pronunciarse como diptongo y no como hiato: hu–í. Por esta misma razón fonética, el diptongo hui es mejor representarlo con y antes que con i: huy y no hui, pues la i es vocal y no una semi vocal ni una semi consonante. Entonces, según esta Ortografía el pretérito perfecto simple del verbo huir ¿se pronunciará como diptongo (hui) y no como una palabra bisílaba de acentuación aguda, por representar un hiato (hu–í)?

            Estas breves observaciones están basadas en reglas fonológicas y fonéticas de acuerdo con criterios modernos de la lingüística, dejando atrás los criterios filológicos que se basaban en la lengua escrita únicamente (como en 1741). Por la razón de que los fonemas son representados por letras, en la ortografía, no debemos confundir los unos con las otras. La correspondencia de fonemas y letras debiera preocupar a los académicos.

En cuanto a la función de los acentos gráficos o tildes, debemos ser cuidadosos en separar aquellos que obedecen a las reglas de las agudas, graves y esdrújulas y los que cambian los modos y tiempos verbales (llegue y llegué; amara y amará), así como los que cambian las categorías léxicas (el, artículo y él, pronombre; sé del verbo saber y se pronombre; sólo, adverbio y solo, adjetivo, etc.). Por tanto, si el acento gráfico cambia la categoría gramatical o la léxica de una palabra, no debemos eliminarlo cuando cumple esta función suprasegmental.

Bibliografía:
Abraham, Werner. Diccionario de terminología lingüística actual. Gredos, Madrid, 1974.
Alarcos Llorach, Emilio. Fonología Española. Gredos, Madrid, 1981.
Gili Gaya, Samuel. Nociones de Gramática histórica española. Biblograf, Barcelona,
 1966.
Menéndez Pidal, Ramón. Manual de Gramática Histórica Española. Espasa – Calpe,
Madrid, 1968.
Amadeo Albuquerque Lara
Excatedrático de la UNAN y la UCA y
Especialista en lingüística española

jueves, 18 de noviembre de 2010

Alonso Palomino, La Celestina y El Lazarillo


Ningún escritor de valía puede dar un salto a la vida literaria si no es sobre los hombros de quienes lo precedieron en la historia. Vida y Amores de Alonso Palomino  refleja la influencia del Arte de Amar, o del Ars Amandi de Ovidio; La Trotaconventos y La Celestina, así como de El Lazarillo de Tormes en versión modificada. Se trata de una novela picaresca, al estilo de La Celestina y El Lazarillo de Tormes, con las cuales se ha de comparar en este estudio. Carlos Alemán Ocampo es un estudioso de la lengua, y como tal, se ha interesado no solamente en los temas más representativos de la literatura española y de la nicaragüense, sino que ha profundizado en el lenguaje que utilizan los personajes populares. Vida y amores representa la oralidad del “Platicador de recuerdos”, en el ocaso de su vida.

Por la misma razón, resulta difícil hablar de Celestina como personaje aislado del resto de la literatura española. Juan Luis Alborg afirma que “… son abundantísimas sus deudas con la literatura de la Antigüedad y de sus imitaciones medievales y renacentistas”. (p.559).   Las otras obras clásicas que hay que tomar en cuenta para entender este arte de amar tan deseado y codiciado, sin duda que es Trotaconventos de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita como la mejor alcahueta, cien años antes que Celestina: “Busqué trotaconventos qual me mandó el Amor,/ de todas las maestras escogí la mejor;”/ (Estrofa 697) y Pánfilo en busca de la vieja Anus como mediadora para seducir a Galatea son antecedentes literarios de Calisto y Melibea. “Fallé una tal vieja qual avía mester,/ artera e maestra e de mucho saber;/ Doña Venus por Pánfilo non pudo más fazer/ de quanto fizo aquésta por me fazer plazer.” (Estrofa 698) ¿Qué mejor inspiración para los amores y placeres de Alonso Palomino? Trotaconventos para el Arcipreste; Doña Venus para Pánfilo; Celestina para Calisto; y la Clorinda y la Gertrudis para Palomino.

Esta novela de Alemán Ocampo es digna de comparar no solamente con las ya señaladas en el título de este estudio, sino con las obras que las precedieron. Sin embargo, semejante empresa la consideraría ajena a mis propósitos. Baste por ahora dedicar unas cuantas comparaciones literarias de estas tres obras.  Primero, las tres son de carácter picaresco, aunque con Lazarillo se defina el verdadero género; Segundo, la intención de Palomino, Celestina y Lázaro es mezclarse con los distintos estratos de la sociedad; Tercero, Vida y amores y Lazarillo contienen un carácter anecdótico y burlesco; Cuarto, las tres obras pertenecen al género novelesco, pues La Celestina ha sido considerada por sus críticos como novela dramática, según  Leandro Fernández de Moratín;  en tanto que Buenaventura Carlos Aribau, la llamó «novela dialogada», clasificación que causó la crítica de María Rosa Lida de Malkiel, pero novela al fin.

I.   Entre la Edad Media y el Renacimiento Español
La Celestina es una obra que se ubica entre la Edad Media y el Renacimiento español. Manuel Criado de Val la califica como “la última y decisiva culminación de la literatura medieval; con ella se abre asimismo el largo período de la literatura clásica española” (Introducción:19). La primera edición de Burgos data de 1499, bajo el título de Comedia de Calisto y Melibea, pero sin el nombre del autor y sin la página titular. Esta edición consta de dieciséis actos, pero posteriormente se publica en Sevilla, en 1501, otra edición con el nombre de Tragicomedia de Calisto y Melibea, con veintiún actos, más una carta titulada “El auctor a un su amigo”. La obra ha sido objeto de la crítica en cuanto al autor se refiere, por cuanto el mismo Fernando de Rojas afirma que encontró un manuscrito que él resumió como el primer acto, al cual añadió los otros quince a la edición de Burgos y que por último añadió cinco para completar los veintiuno, tal como se lee actualmente.

            A. El oficio de la seducción
         ¿Por qué Calisto busca a la prostituta Celestina para que seduzca a Melibea? Porque además de haber antecedentes literarios en este arte de la seducción como la ya mencionada Trotaconventos, queda comprobado por esas experiencias que la seducción no sólo pertenece a los hombres sino a las mujeres, especialmente las que saben fingir y engañar. Éstas son excelentes seductoras entre mujeres porque nadie mejor que ellas conocen los sentimientos femeninos. Por lo tanto, en Palomino son las mujeres las que se encargan de buscarles los placeres a las demás. “La Clorinda me consiguió varias chavalas del pueblo, todas muchachas de la escuela, hasta iglesieras. Me advertía: -Te gusta tal y tal, pues no andés detrás de ella que la vas a conseguir,” (p. 50). El mismo oficio de la vieja a quien Amor recomendó al Arcipreste, o el de la “puta vieja” Celestina. Solamente que la Clorinda se conservó sólo para Palomino y no se sabe que haya sido alcahueta para otros. En los personajes de La Celestina el sexo es si no la única, la principal vía hacia la realización de la existencia del ser, por eso Vida y Amores de Alonso Palomino se convierte en un tratado del comportamiento sexual entre él y sus mujeres, porque Palomino es un maestro de la sexualidad y por eso es perdonado por sus ‘infidelidades’.
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            B. El placer carnal y sus consecuencias
Mientras La Celestina es un libro pesimista, por cuanto no hay felicidad para los hombres ni para las mujeres, pues su única liberación es la muerte trágica, Palomino vive el placer y se vanagloria de saberlo producir a sus amantes. En cuanto a tragedias amorosas entre Palomino y sus amantes, la única registrada por decepción amorosa es la de la Lolita Zeledón, después que Palomino volvió al mercado con la Gertrudis por mandato de la Clorinda; luego, la de la Juanita Picado cuando un amante la acuchilló en el mercado Boer, después de haberse separado de Palomino; por último, la Gertrudis muere aplastada por pedazos de concreto cuando el terremoto de 1972. Pero si hemos de encontrar tragedia en Vida y Amores, tres de sus mujeres encuentran la muerte de forma trágica, pero la Clorinda es la excepción, pues ésta muere por causas naturales.

C. Los ardides para introducirse en la sociedad
En tanto que Celestina se hace pasar por vendedora de peines, alfileres, ovillos de hilo, afeites, hierbas e incluso oraciones para el dolor de muelas, Palomino, por iniciativa de la Clorinda, ofrece remedios y oraciones a los pobres, pero para hacerles el favor, por compasión. Sin embargo, en su consultorio ofrece consejos y demostraciones de cómo mejorar las técnicas del sexo a la gente de distintos estratos sociales cuando él se aprovecha para dar una lección real del cómo y del hacer. Aquí encontramos una gran diferencia entre Celestina y Palomino, puesto que la vieja Celestina ya se encuentra retirada de sus actividades sexuales y sólo visita los hogares en beneficio de sus clientes; en tanto que Palomino se encuentra en plenos goces de los placeres aunque simula hacerlo por el bienestar de su clientela.

Si La Celestina termina con un final trágico, Palomino mira hacia el pasado con satisfacción, en el ocaso de su vida, ya de regreso a su pueblo natal. El placer de Calisto es efímero cuando le dice a su amada Melibea: "Jamás querría, señora, que amaneciese" (Acto XIX), sin pensar que no vería ni el próximo amanecer. La Celestina busca el placer de los amantes, como intermediaria y experimentada en el placer, aunque ella ya no lo goce. Palomino es “prestado” por sus mujeres para que goce el placer sexual con otra mujer. Celestina había sido prostituta en su juventud, pero ya en su vejez sólo busca el placer de los jóvenes incautos; Palomino continúa disfrutando del sexo hasta poco antes de su muerte, cuando Isabel, ‘la sobrina carnal de la Clorinda’ le manifiesta: “– No se vaya a sentir incómodo, esto no es cosa suya, es de destino. Aproveche que es el último.” (p. 261).

II.  El inicio de la novela picaresca
El Lazarillo de Tormes se ha considerado como una obra anónima, aunque la crítica ha sugerido un posible autor o autores, sigue siendo anónima para la posteridad. La primera edición conocida es de 1554, es decir, 56 años después de la edición príncipe de La Comedia de Calisto y Melibea. El Lazarillo es una novela autobiográfica, contada en primera persona que destaca su carácter picaresco. Marcel Bataillon afirma que en la novela “Se aprecia que por una singular transmutación, un corpus tradicional de burlas y anécdotas dispersas cambia de estructura y de razón de ser” (Prólogo:39). El narrador se identifica como “Lázaro de Tormes, hijo de Tomé Gonçales y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca” (El Lazarillo: 63). Pero Lázaro aunque es un gran pícaro, dada su corta edad, no se especializa en el arte de amar. Nos interesa, sin embargo, su mala fortuna de ser lazarillo de ciego, criado de clérigo, criado de escudero o de fraile, o de buldero, o de capellán, o de alguacil. Mientras Lázaro va de amo en amo, Alonso Palomino va de mujer en mujer; de pueblo a mercados y de mercado a farmacia. Es en estos recorridos por las antiguas calles de Managua y por las pláticas en los mercados que Palomino encuentra a sus mujeres y se vuelve un experto en los placeres y la lujuria de la carne. También es en los recorridos por la calles de Toledo que Lázaro conoce a profundidad la pobreza extrema de sí mismo y de la sociedad española de la época y la apariencia de riquezas de la cual se burla en sus siete tratados.

A.  La vida del Pícaro
            Según Juan Luis Alborg, el pícaro es una persona que se opone “al pastor idealizado y al héroe caballeresco” (Tomo I, p. 751) y otros temas  tan exaltados en la literatura anterior: El Cantar de Mio Çid, los Cantares de Gesta, el Mester de Clerecía con sus sílabas cunctadas, las obras de Alfonso X El Sabio y el Auto de los Reyes Magos. Ya con el Arcipreste comienza a darse un giro en la literatura española, con el tema de la Trotaconventos. Entonces hacía falta un cambio diametralmente opuesto: una ‘filosofía vulgar’, un personaje popular sin ninguna cultura como presume en el Prólogo “que en este grossero estilo escribo”, y jactándose de las enseñanzas del ciego afirma: “y en muy pocos días me mostró jerigonza” (Tratado Primero); el pícaro tiene que ser astuto, roba para subsistir, es un anti–héroe, pues destaca por sus fechorías, es marginado por la sociedad y es un criado de personajes de diferentes estamentos de la sociedad a quienes critica duramente.  Américo Castro afirma que “Desde fines del siglo XV venían usándose los personajes de las clases más bajas como una especie de proyectil para ser lanzado contra la gente aristocrática y los valores encarnados por ellos secularmente” (Alborg, p. 757).  Por eso, Alemán Ocampo utiliza a Alonso Palomino como un pícaro que comete fechorías amorosas dentro de la sociedad, sin mucha astucia para conquistar, puesto que tiene a la Clorinda; pero desde el punto de vista social y religioso es un anti–héroe.

B.      Al servicio de cualquier señor
Alborg expresa que “la decadencia de la economía, pronto iniciada, y la pobreza de los campos empujaban hacia las
 ciudades a masas de gentes, dispuestas a buscar acomodo al servicio de cualquier señor o a vivir como se pudiera” (p. 752) Otra causa socio-económica en España es la aparición del parasitismo y la holgazanería como producto del regreso de expedicionarios venidos de América. Este entorno social empuja a Lazarillo a subsistir como sirviente de personajes que representan en su tiempo la mendicidad, la tacañería del religioso y la pretensión de pertenecer a la nobleza aunque se viva en la miseria. Esto para destacar a los tres personajes que Lázaro describe en tres diferentes tratados: El ciego, el clérigo de Maqueda y el escudero. Naturalmente, que el otro personaje que representa el embuste religioso es el buldero, de quien Lázaro se burla sin misericordia. Alonso Palomino busca los mercados para conocer de cerca la situación social y económica de su época, aunque no como sirviente de ningún señor sino como el amante fiel y amigo de confianza de las vendedoras del mercado.

Lázaro se presenta como un criado de ciego, huérfano de padre, abandonado por su madre a la merced de aquel mendigo que deambula por las calles de Salamanca y más tarde, por las de Toledo, ciudad que lo ve pasar miserias y desengaños, pero que también lo ve crecer y aún prosperar en sus años de juventud. Refiriéndose a esta ‘jerigonça’ de los vagabundos que Lázaro presume poseer, Marcel Bataillon expresa que  tales jerigonzas no se encuentran por ningún lado (Citado por Alborg). Sin embargo, Lázaro es un personaje de la baja sociedad, hijo de padres poco recomendables, mientras que Palomino es “descendiente de conquistador español” y nieto de una anciana religiosa (p. 12). En su niñez fue sacristán, visitador de billares, aunque asegura nunca haber pasado más allá de la puerta, ni mucho menos haber jugado. Por eso el narrador sabe muchas anécdotas y cuentos y conoce muy bien el lenguaje de sus personajes.

           

C. Lázaro y Palomino por las calles
Lazarillo va de amo en amo hasta completar los siete. Palomino va de mujer en mujer, quienes se hacen cargo de su existencia, tanto de la manutención diaria como de la complacencia sexual. Palomino comienza con las muchachas de Diriá, muchas de ellas iglesieras, muy discretas y al final muy agradecidas de que Palomino les haya evitado una vejez amargada por no haber experimentado el sexo. “Ellas me ven y me dicen adiós como agradecidas de que se les haya llegado la ancianidad y que por mí se van con su gozo,” (p.50). Sin embargo, Palomino se jacta de las muchas que tuvo: “Este viejo que ya nadie ve, que no parece, a muchas se las llevó adelante”, pero que esta vez reflexiona que “Me percato que no conté nunca nada de mis mujeres, las cercanas a lo largo de la vida” (Págs. 9-10). Por supuesto, en este estudio me  concentraré en esas mujeres “cercanas” que formaron parte de la vida sexual de Palomino. Esas mujeres que vivían urgidas: detrás del excusado en Diriá, detrás del mostrador de la farmacia, como la Lolita Zeledón, o después de un tiempo, al regresar ‘prestado’ a su mujer de turno. Palomino vive extenuado sexualmente no solo por la urgencia de sus mujeres, sino por aquellas que llegan a buscar consejo de cómo mejorar su relación con sus maridos. Sufre tanto desgaste que se le doblan las piernas, pero aún así siente la responsabilidad de cumplir.

El ambiente social en que se desarrollan las acciones de Lazarillo es un pueblecito pobre de la España del siglo XVI, cuya adolescencia y juventud la pasó trabajando como sirviente de amos de poca o ninguna cultura; pero como adulto termina como un modesto pregonero en las calles de Toledo. El Lazarillo de Tormes se desarrolla en una época de hambre y pobreza económica aspecto que se ve reflejado en todos sus amos, aunque más acentuado en el tratado del Escudero. Especial atención merece el pasaje en donde Lázaro escucha el lamento de una mujer cuyo marido lo llevan a enterrar: “– Marido y señor mío, ¿adónde os me llevan? ¡A la casa triste y desdichada, a la casa lóbrega y oscura, a la casa donde nunca comen ni beben!” (Tratado tercero). Este lamento Lázaro lo interpreta como que el muerto lo llevan a casa del Escudero, pues luego exclama: “– Oh desdichado de mí, para mi casa llevan este muerto!

III. Vida y Amores de Alonso Palomino
Vida y amores de Alonso Palomino es una novela picaresca, una muestra muy singular dentro de la narrativa nicaragüense. Su autor es el investigador, lingüista y académico, Carlos Alemán Ocampo. El personaje principal y narrador en primera persona, Alonso Palomino, ostenta un apellido sugerente y derivado de paloma y palomitas por el arte de ser mujeriego, pero niega actuar bajo los efectos de las Palomitas o hechiceras de su pueblo. Aunque él mismo acepta estar protegido por la Clorinda para que ninguna hechicera le haga daño. Palomino tiene muchas mujeres y no porque él las busque, sino porque a él se le ofrecen o lo piden prestado a su mujer de turno, la que muy resignada lo cede, lo comparte, sin guardarles rencor ni a él, ni a su beneficiada de turno. Entre estas beneficiadas está la Gertrudis, quien lo recibe prestado de la Clorinda; la Rosita, la Juanita Picado y la Lolita Zeledón lo reciben prestado de la Gertrudis; aunque siempre la Clorinda está de por medio para recuperárselo a la Gertrudis, hasta que finalmente la Gertrudis muere por el terremoto de Managua y Palomino regresa a su pueblo a pasar los últimos días que le quedan a la Clorinda a quien él mismo entierra para finalmente darse cuenta que con Isabel “por fin me llegaba el sosiego de mujeres” (p. 261). Palomino confiesa que ante la juventud de Isabel sus fuerzas se acaban.

Palomino, al igual que Lázaro describe el ambiente social y económico que se vive en los mercados. Además de sus amores, es un gran observador de cómo viven las personas que lo rodean. Es digno de mención la vida de uno de sus vecinos: “Había un señor, del cual nunca supe su nombre, que era el único que se nos adelantaba para salir. Caminaba silencioso y despacio por la calle, calculando su hora de llegada al punto de su trabajo. Salía sin comer ni siquiera una tomita de café. Seguro era solo porque nunca encendía fuego.” (p. 42). Lázaro pasa una vida de miseria (lacería) que le hace honor a su nombre. Para sobrevivir, tiene que robar o hacerle trampas a su amo de turno: al ciego le roba el vino y la longaniza, entre otras cosas; al clérigo, le roba el pan; pero al Escudero no tiene que robarle porque nunca hay comida en casa.

A. Palomino pasa “prestado” a otra mujer
Mientras Lázaro busca otro amo para ver si mejora su situación, Palomino corre otra suerte.  Palomino vive de lo que le ofrece su mujer del momento; y si cambia de mujer es porque pasa “prestado” a otra ‘para probarlo’, pero nunca por haber pasado hambre ni porque su mujer no lo haya deleitado. Su campo de acción es el mercado Boer, y su historia la guarda en unos papeles “para dejar constancia de todo esto” (p.26). Sin embargo, su punto fuerte no son los documentos para el lector, sino su plática con los oyentes: “Aunque me adelante un poco, lo voy a decir ya”. Este recurso de recordar lo pasado mientras nos adelanta otros hechos aparentemente relevantes para el acontecimiento narrado, representa el fluir de la conversación, así como el mantener la atención del oyente: la función apelativa del lenguaje. Su presencia en los mercados permanece en el dominio de los testigos que lo vieron actuar. “Todavía en los mercados se menciona de cuando anduve por esos lados y allí, Dios más que nadie lo sabe, fui tempranero siempre, cada mujer que fui teniendo, a las tres de la mañana me tenía en pie ayudando con las cosas.” (p.26). La expresión: ‘Cada mujer que fui teniendo’ comunica el peregrinar de un lado a otro, al igual que lo hizo Lázaro de amo en amo; o como Celestina que con el pretexto de vender peines, alfileres, ovillos de hilo, afeites, hierbas e incluso oraciones para el dolor de muelas, tiene acceso a diferentes hogares y de esa manera se roza con diferentes estratos de la sociedad.

B.   La vieja Managua de antes del terremoto de 1972
En Vida y Amores tenemos una radiografía de la vieja Managua de antes del terremoto de 1972. Los lectores que conocieron la ciudad se deleitan recordando el barrio Boer, El Fóker, San Sebastián, San Antonio, el mercado Boer, el mercado San Miguel, la calle Candelaria, la calle del Triunfo, la iglesia San Sebastián, la Catedral, el Parque Central, la Avenida Bolívar, la Calle Quince de Septiembre, el Palacio de Comunicaciones, los almacene Tina Lugo, la tienda Kika, Celia Pasos de Argüello, Casa Sengelmann, distribuidora de los radios Telefunken; los Trajes Pérez Santos, el Centro Destilatorio, el cine Tropical, el cine Trébol, el cine Boer; la Mecatera, la cárcel El Hormiguero, las radios Panamericana, Radio Mundial y Unión Radio; la empresa de buses Santa Fe, sólo para mencionar unos tantos. Sin embargo, los lugares por donde caminaba Palomino con más frecuencia era El Fóker, San Sebastián, San Antonio, la Calle del Triunfo, y la Calle Quince de Septiembre, según lo relata él mismo cuando en compañía de su mujer visita las tiendas ya mencionadas.

En los mercados conoce a otros estratos de la sociedad. En ocasiones tuvo que responder ante la Guardia Nacional, cuando cayó preso, a los periodistas que lo entrevistaron y con la gente rica que llegaba a pedirle ayuda para mejorar sus relaciones amorosas con su pareja.

Aunque no pretendo haber completado el análisis de la obra, he destacado algunos aspectos comparativos en la novela de Alemán Ocampo. Sin embargo, no puedo descuidar el lenguaje, y la crítica social.

            C. Los referentes del lenguaje de los mercados
Como queda dicho al principio, Carlos Alemán es un escritor y estudioso de la lengua, especialmente, de la variedad que se habla en Nicaragua. Por supuesto, el autor pone en boca de sus personajes este hablar del pueblo, así como los temas, pertenecientes a distintos campos semánticos: Utensilios o artículos de cocina y su medio de transporte. “Le sentí el cariño en el llamado para que le ayudara al acomodo de los platos, cazuelas y porras en el carretón.”(`p.30)  Como se trata de una mujer del mercado, estos son los objetos referidos. No solamente sus mujeres trabajan en el mercado, sino que viven humildemente en una cuartería. “… mientras caminábamos hacia el lado de “El Fóker”, cerca de la iglesia de Cristo del Rosario, a la cuartería donde ella vivía.” (p. 31). Tres grandes ejes del medio en donde se desenvuelve la novela son Diriá, los mercados y la cuartería. Por lo tanto, sus personajes hablan de este ambiente y su lenguaje es un reflejo de las experiencias vividas en esos lugares.

También hay otros referentes que pertenecen a otro campo semántico, propio de las mujeres del mercado: la carne, la verdura, los huesos, el azúcar “libreada, porque ella era comidera y no fresquera”. (p. 31). El eje central de este campo semántico son las ‘comideras’ del mercado: carne, verdura y huesos; el eje de las ‘fresqueras’ en este caso es el azúcar libreada; es decir, el azúcar comprada por libras y no por quintal. No se trata de comerciantes mayoritarias, sino de mujeres luchadoras, sin duda mujeres solteras; pues a excepción de la Gertrudis, no se mencionan los hombres de las demás.

Gertrudis fue la mujer que se hizo cargo de él en el mercado. A ella se refieren las alusiones en el párrafo anterior. A ella también le gustaba cantar y oír las canciones de Radio Panamericana, canciones de grandes amores. “… después de oír un poco la vi lagrimear, se limpió la cara con el delantal y me pidió que le cantara una canción.” Las costumbres de la gente del pueblo se reflejan en su lenguaje: “ … el chirrido de los resortes del catre y ella que salía del aposento y yo pensé que salía al patio para ir a orinar y no.” (p. 33). El delantal es el distintivo de las vivanderas y no podía faltar, aunque esta vez le sirve además como pañuelo que enjuga sus lágrimas. El narrador prefiere emplear el verbo ‘lagrimear’ en vez de llorar. Es el léxico del pueblo. Con los resortes del catre se comunica la humildad del aposento y el orinar en el patio revela el ambiente de la cuartería, en donde no hay un servicio privado en el cuartucho.

D. Muestra representativa del léxico popular
Hay también una enumeración de palabras de uso popular, las cuales el autor pone en boca de sus personajes, pero que sólo mencionaré unas cuantas: iyendo por yendo, zafado, boca floja por indiscreto, tempraneaba por levantarse temprano,  al suave por poco a poco, barata por  vehículo con altoparlantes, desapartó por apartó, largo por lejos, notición por noticia importante, alcanzaba por cabía, agarró por se dirigió, bullaranga, por bullanga, platicadera por pláticas, bailadera por baile, me dio mi preocupadita por preocupación, algunos me daban mis centavos, algo de dinero, tenamastes por piedras, hornado por horneado, mujerero por mujeriego, supiritada por excitada, compadecencia por compasión, un Palomino en esas vainas por en esas cosas, comideras por vendedoras de comida, fresquera por vendedora de refrescos,  despercudida por de tez clara, siguiéndoles la platicada por conversación, hamaqueando por meciéndose en hamaca, querendona por cariñosa, chancecitos pasajeros por aventuras amorosas, fachenta por fachenda, cuentera por chismosa, hielosa por helada, tuquitos por pedazos, me había quedado hecho humo por ausente o ensimismado, chachalte por ácido, garubas  por garúas, rateábamos por reatábamos, traido por disgusto o enemistad,  los últimos deslumbres del sol rayando el cielo por crepúsculo o atardecer, se le arrimó el hombre por acercarse, entre otros vocablos. En el habla popular es notorio el sufijo
era como platicadera y bailadera para indicar la acción repetitiva de platicar o de bailar respectivamente; o persona que hace o vende algo, como es el caso de comideras y fresqueras. Este recurso morfológico es común en el habla nicaragüense.

Otras palabras, aunque existen en el idioma español, el pueblo les da un nuevo significado como zafado, adjetivo que se le da a una persona indiscreta o que no guarda secretos; o el adjetivo sustantivado traido que sufre dos cambios: de significado ‘enemistad’ y de acentuación, en vez de hiato se conserva el diptongo. Compadecencia es una palabra derivada del verbo compadecer, forma que traiciona al hablante en vez del sustantivo compasión que no guarda más relación formal que la raíz o lexema.

Mientras otras se diferencian de la forma española solamente por una letra. El adjetivo hornado viene de la forma popular hornar, en vez de horneado y hornear, respectivamente. Iyendo es el gerundio del verbo ir usado por el pueblo en vez de yendo; por supuesto, iyendo traiciona por la presencia de la i del verbo ir. El adjetivo fachenta en vez de fachenda es otro ejemplo.

El adjetivo mujerero resulta más transparente para el pueblo que mujeriego, de aquí su preferencia. Sin embargo, el adjetivo supiritada es absolutamente de creación popular; el diccionario de la Real Academia Española lo registra como propio de Nicaragua con el significado de impetuoso o vehemente. Estas pequeñas muestras tomadas de la novela de Alemán Ocampo, demuestran algunas características del español popular puestas en boca de estos personajes.



E.   La crítica social en Vida y Amores
            Alonso Palomino tuvo que enfrentar la justicia policial y de la guardia de su época. En el caso del asesinato de la niña Milagritos, Palomino siempre esperaba lo peor para él. “El primer día tuve temor de verme salir amarrado y culateado como culpable.” (p. 61). Como la policía llegaba y salía de la cuartería para interrogar a quienes vivían allí, nuestro narrador presenta la situación vivida en esos días. “Apenas te veían la duda en la mirada, salían emocionados con la persona para un su lugar donde ellos terminaban de interrogar.” (p. 61). Es decir, antes de encontrar al culpable, los de la cuartería eran amarrados y culateados. En ese momento todos eran sospechosos.

            Otro aspecto social es la discriminación racial y social. Relatando el mismo asesinato de la Milagritos, el narrador afirma que “alguna gente había pegado de un negro que vivía en la cuartería de al lado” (p. 66). Hasta hace pocos años, la gente de origen  afro-caribeño era calificada de hechicera y de causar males a las otras personas. También se sospechaba de los gitanos: “Siempre hay ese sentimiento de que los gitanos sean los que hacen barbaridades en los lugares donde andan” (p.67). La gente de la cuartería tenía miedo hasta de hablar en voz alta en presencia de los gitanos. El otro sector de la sociedad calificado de practicar la brujería son los pueblos de Masaya, Diriá y Niquinohomo. Se dice de esos pueblos que en ellos “hay gente de ciencia, dotada y mejores curaciones y adivinaciones que los gitanos para encontrar el secreto de las cosas” (p. 67). En la novela destacan tres grupos sociales como practicantes de la hechicería: Los afro-caribeños de la Costa Caribe, los gitanos, y los pueblos de Diriá y Niquinhomo. Entre la población nicaragüense también se incluye Diriomo.

            Por último, la novela Vida y Amores… retrata la vida de la Rosita, la cual representa a las personas que se dedican a andar de pueblo en pueblo, en las fiestas patronales. “En la madrugada del tercer día de bulla se apareció la Rosita, después de varios meses de andar por esos mundos de las fiestas patronales” (p. 67). La Rosita es el prototipo de la mujer cantinera que lleva una vida nómada y mundana, sin ningún hombre que le ofrezca estabilidad. “Se quedaba en las cantinas de enfrente esperando que algún picado la llevara a bailar al malecón” (p.68). Incluso, esta vida ambulante le sirvió a la Rosita como coartada para librarse de los señalamientos de participación en el crimen de la Milagritos. “La Rosita decía que en esos días había ido a las fiestas de San Roque a El Viejo, Chinandega,” (p. 71). Esta versión resultó tan cierta de su presencia en las fiestas de San Roque, que hasta un busero de Chinandega la defendió. “Testimonió que la había venido enamorando en el camino. Y ese mismo hombre buscó al muchacho que andaba con la Rosita y vino a declarar” (p. 72). De manera que en estos ejemplos encontramos una verdadera muestra de distintos estratos de nuestra sociedad, de sus discriminaciones y costumbres.

            Carlos Alemán Ocampo es sin duda un gran observador e investigador de las costumbres y conductas de la sociedad nicaragüense. El hombre que se expresa en las narraciones en primera persona bautizado por el autor como Alonso Palomino es el prototipo del hombre mujeriego que se jacta de sus hazañas como el experto que enseña a sus mujeres a disfrutar de su vida sexual. En tanto que Lazarillo deambula por las calles de Toledo como criado de diferentes amos, Palomino vive en el ambiente de los mercados y camina por las calles de Managua empujando el carretón de la Gertrudis pensando en la canciones románticas de la Gertrudis o en los amores de la Clorinda, de la Lolita Zeledón, de la Juanita Picado o de la Rosita. En tanto que Celestina usa sus artimañas de vendedora de productos caseros para incursionar en la privacidad de los hogares para desempeñar su oficio de alcahueta entre jóvenes de la alta sociedad, pero que al final muere asesinada por sus criados, Palomino se queda en la memoria de las niñas viejas, de las que una vez fueron muchachas escolares e iglesieras que al llegar a su vejez, se sienten agradecidas por los favores sexuales de Alonso Palomino. Por eso, había que hacer un análisis comparativo entre estas tres obras: La Celestina, Lazarillo de Tormes y Vida y Amores de Alonso Palomino por sus parecidos literarios: Arte amatorio, criado de amos y amante de mujeres.

Bibliografía consultada:
ALBORG, Juan Luis. Historia de la Literatura Española. Tomo I. Madrid, Gredos, 1970.
ALEMÁN Ocampo, Carlos. Vida y Amores de Alonso Palomino. Segunda Edición. Managua, El Jaguar y la Rosa, 1994.
ANÓNIMO. Lazarillo de Tormes. Prólogo de Marcel Bataillon. Barcelona, Orbi.Fabbri, 1999.
ROJAS, Fernando de. La Celestina. La Comedia (o Trajicomedia) de Calisto i Melibea. Edición fonológica por Manuel Criado
 de Val. Madrid, Editora Nacional, s/a.
RUIZ, JUAN, Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor. Tomo I. Madrid, Espasa-Calpe, 1974.