sábado, 12 de septiembre de 2015


ACERCA DE LA PALABRA ZORRA
Amadeo Albuquerque Lara

La acepción denotativa de la palabra zorra es la que se refiere a la forma femenina de zorro. Generalmente, en los cuentos para niños se le da la característica de un aminal muy astuto. Cristo utilizó esta palabra para referirse a Herodes, cuando un grupo de fariseos le pidieron que saliera de ese territorio, porque Herodes lo quería matar. Esto es lo que Jesús les contestó: “Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.” (Luc.13:32 RVR 1960). No cabe duda que Jesús utilizó esta palabra de forma despectiva, pues conocía muy bien a Herodes. En este pasaje, la palabra zorra no adquiere el sentido moderno que tiene cuando se refiere a los excesos sexuales del varón con diferentes mujeres.

En una ocasión Jesús volvió a usar esta palabra pero en su forma denotativa; así como aparece en el diccionario de la lengua; es decir, refiriéndose al animal. Dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. (Mateo 8:20, RVR 1960).

El fabulista de la Grecia antigua, Esopo, escribió una fábula que se titula “La zorra y las uvas”. En esta historia para niños, Esopo nos da la lección de que no echemos la culpa a los demás por lo que no podemos realizar por nuestros propios esfuerzos. La zorra de la historia hizo varios intentos por alcanzar las deliciosas uvas, pero al final se dio por vencida, porque estaban muy altas; sin embargo, no reconoció su fracaso sino que habló de forma despectiva de las uvas: “Las uvas están verdes y no se pueden comer. De todas maneras, ¿para qué las querría?“

Dejando por ahora un poco la literatura y los textos bíblicos, quiero referirme a una fruta llamada sonzapote, pero que también en mi pueblo de San Jorge, departamento de Rivas, se conoce como zorra. La fruta tiene una comida amarillenta cuando está madura. Su comida se mezcla con unas hebras (mechuda), pero su sabor es delicioso. Cerca de mi casa había un árbol que había nacido y desarrollado a la vera del camino, de manera que muchas veces yo encontraba la fruta madura caída del árbol y yo me la llevaba a mi casa para comérmela. Para mí era una delicia y una suerte encontrármela, antes que otro pasara.

Pero quiero referirme a otro significado que el pueblo le da a este vocablo. Cuando se alude a una mujer de vida liviana y le dicen “zorra”; es una forma grosera y muy despectiva; pero no sucede así cuando se la aplican a un hombre mujeriego y le dicen: fulano es un zorro. Entonces el significado no adquiere una forma despectiva, sino más bien de un “don juan”, de un picaflor o seductor. No obstante, lo más lamentable es que algunas mujeres tildan de zorra a otra mujer cuando ésta se interpone en el matrimonio para destruirlo. La diferencia es un indicador de la cultura machista que existe en el sustrato de nuestra sociedad.

Así van las palabras de nuestro idioma tomando diferentes significados, de acuerdo con el grado de escolaridad, según la educación del hogar o según la cultura en que nos toque nacer y desarrollarnos. Desde épocas muy tempranas en la historia de la humanidad, la mujer ha sido considerada como sujeta al varón, sin más derechos que los que el hombre le quiera conceder. Todavía en muchos países árabes, y en algunos lugares de nuestra América, la mujer no recibe el mismo trato que el hombre. Todavía devenga salarios inferiores y el trato es inhumano. Sólo lean las estadísticas del maltrato que sufre la mujer como esposa o pareja; léanse los feminicidios que se registran en nuestro país. Pero queda una recomendación: enseñemos a nuestros hijos a respetar a su madre y a sus hermanas, para que cuando sean adultos les den el lugar que le corresponde a las mujeres