jueves, 9 de mayo de 2024

 

¿ANTISEMITISMO EN EL NUEVO TESTAMENTO?

Amadeo Albuquerque Lara

La Cámara Baja y el Congreso de los Estados Unidos tienen bajo consideración un Proyecto de ley contra el Nuevo Testamento, porque algunos lo consideran contra los judíos que condenaron a Jesús. Está claro que quienes acusaron al Mesías ante las autoridades romanas fueron los altos líderes religiosos judíos, como los sumos sacerdotes y el mismo Sanedrín.  Sin embargo, eso no condena a todo un pueblo judío, porque el pueblo hebreo desciende del patriarca Abrahán y de los patriarcas Isaac y Jacob o Israel. La Biblia claramente establece que Abrahán es el padre de la fe y como tal, recibió la promesa de heredar la tierra de Canaán, conocida también como la Tierra Prometida, promesa que fue ratificada a los patriarcas Isaac e Israel.

Por otro lado, los padres de Jesús cumplieron con las ceremonias de su nacimiento, según la Ley de Moisés. Según lo registra el evangelista Lucas en el capítulo 2 de su evengelio: “Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. 22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor 23 (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), 24 y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos” (Lucas 2:21-24).

Por lo que hace constar Lucas, Jesús fue circuncidado al octavo día, los padres ofrecieron un par de tórtolas y dos palominos, todo esto conforme a la ley de Moisés. Por otro lado, el apóstol Pablo, quien escribió 13 cartas de los 27 libros del Nuevo Testamento, era judío según él mismo lo declara: “circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” (Filipenses 3:5-7).

De los cuatro Evangelios, tres fueron escritos por judíos; solamente el médico y evangelista Lucas no era judío; Juan escribió un evangelio, tres epístolas y Apocalipsis; Pedro escribió dos epístolas; luego está el libro de Hebreos anónimo, una epístola de Santiago, una epístola de Judas. Sin embargo, ninguno de ellos manifiesta sentimientos antisemitas. Su propósito es revelar a Jesucristo como el Mesías de Israel y como el único mediador y Salvador del género humano. Narrar la historia de cómo Jesús fue arrestado, azotado, y crucificado por petición de los líderes judíos, y condenado por las autoridades romanas, no es antisemitismo. Es historia sagrada que demuestra el plan de Dios para la salvación, redención y justificación del género humano. “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25). Este es el resumen de la muerte y resurrección de Jesucristo. Es el apóstol Pablo escribiendo a los creyentes romanos, explicándoles el plan de salvación en beneficio de los seres humanos. ¿Acaso un judío como Pablo va a condenar a su propio linaje como culpable? Y luego el mismo apóstol Pablo cita el propósito de Dios: “¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. 15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra” (Romanos 9:14-17). Pablo ni siquiera condena a Faraón por haber esclavizado al pueblo de Israel, o por oponerse a la libertad del pueblo hebreo; sino que más bien destaca el plan de Dios, para demostrar su poder. En tanto, que la muerte, crucifixión y resurrección de Jesucristo fue para demostrar el amor de Dios para salvación.

Quien afirme que el Nuevo Testamento contiene antisemitismo es porque ignora el contenido de los escritos sagrados; pero además, demuestra el sesgo político en contra de la verdad del Evangelio.

“Estados Unidos: proyecto de ley busca declarar antisemita el Nuevo Testamento: La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley para adoptar una definición de antisemitismo que incluye la afirmación de que los judíos estuvieron involucrados en la ejecución de Jesucristo. Así, el Nuevo Testamento se convertiría legalmente en un texto antisemita” (Actualidad/Noticias y Análisis de la vida de la Iglesia).  

Porque también en los Estados Unidos han retirado las Biblias de las escuelas, porque dicen que la Biblia es vulgar y pornográfica, y que va en contra de la moral de los niños. “¿Un libro "vulgar" y "violento"?: prohíben La Biblia en escuelas primarias de Utah tras la queja de un padre. La medida fue tomada en los centros de enseñanza del Distrito Escolar Davis, donde estudian 72,000 alumnos. El padre dijo que el texto contiene casos de incesto, prostitución y violación, y que no es adecuado para los más pequeños” (Crédito: Noticias Telemundo). ¿Qué otra cosa se puede esperar de las cámaras legislativas de los Estados Unidos?

miércoles, 8 de mayo de 2024

 

LA CONVERSIÓN DE NAAMÁN

Y EL CASTIGO DEL CRIADO DE ELISEO

2 Reyes 5:15-27

Amadeo Albuquerque Lara

Los primeros versos del capítulo 5 del segundo libro de los reyes de Israel contienen la historia de la sanación de la enfermedad de la lepra del poderoso general Naamán; así como la intervención de los reyes de Siria e Israel, como también la oportuna recomendación de la criada de la esposa del general sirio, y el consejo sabio de los fieles criados del general. En esta segunda parte del capítulo cinco, versos 15-27, continúan los personajes de Naamán y el profeta Eliseo; pero entra en acción lamentable el criado del profeta por sus horrendas mentiras y detestable ambición. Giezi es el criado de Eliseo y ha escuchado la conversación entre el profeta y el general Naamán. Se da cuenta que el sirio es portador de una gran riqueza y que Eliseo la ha despreciado. Ante el rechazo del profeta, Giezi trama las mentiras que dirá al poderoso general, y decide ir tras la comitiva del convertido general para hacerle saber que el profeta Eliseo ha decidido recibir parte de la fortuna que antes rechazó.

En esta segunda parte de la historia de Naamán y Eliseo trataré de la ambición de Giezi de recibir la recompensa que el profeta Eliseo despreció.  Ante la negativa del profeta de ser recompensado por parte del rey de Siria y del general Naamán, a quien sanó de la lepra, Giezi piensa en los kilos de plata y oro, más las vestiduras reales. Naamán llevaba valiosos regalos en kilos de plata y en kilos de oro, más vestiduras costosas como recompensa por su sanación de la horrible enfermedad: la lepra. Eliseo era un profeta de Dios y no aceptó ninguna recompensa; esto nos indica que la salvación no se compra con plata, ni oro, ni costosas vestiduras. La salvación es un regalo de Dios para quienes se convierten de todo corazón y se transforman en nuevas criaturas.

Pero Giezi no está a tono con el plan de salvación de Dios; en consecuencia, el criado Gezi deseaba desesperadamente recibir las riquezas rechazadas por el profeta. Por tanto, planifica la manera de cómo beneficiarse, sin que Eliseo se dé cuenta de su trampa. Por otro lado, mientras el criado de Eliseo piensa en las riquezas materiales rechazadas, el afamado general siente que en su ser se ha efectuado un cambio espiritual: su conversión al Dios que lo había sanado por la intervención de su profeta. Ahora Naamán es una nueva criatura, ha renacido a un estado espiritual.

Mientras tanto, Giezi es la persona que comete pecado y piensa que lo hace a escondidas de Dios. Adán y Eva pretendieron esconderse de Dios; Ananías y Safira creyeron que escondían el pecado de la falsa piedad sosteniendo una mentira ante los apóstoles. El salmista, en el Salmo 139:8-12, reconoce: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. 9 Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, 10 Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. 12 Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz”.

Afortunadamente, los versos 15-19 registran la conversión al Dios verdadero de parte del sirio Naamán. Ya despojado de su orgullo militar y agradecido por el milagro de su sanación, pero siempre pensando en la recompensa material, regresa adonde el profeta para insistir en la recompensa: “Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo”. “Mas él (Eliseo) dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré” (15-16). Por tanto, Naamán se da cuenta que el profeta no acepta recompensa, y que en vez de lo material debe pensar en lo espiritual. Ahora Naamán piensa en el regreso a su puesto militar ante el rey de Siria, el idólatra. Por tanto, reflexiona cuál debe ser su conducta ante las prácticas idolátricas del rey a quien Naamán sirve. Destacado es mío.

Los versos 17 y 18 relatan la conversión de un altivo general, postrado ante la presencia del verdadero Dios. Naamán se ha convertido de los ídolos a Dios. “Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. 18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo”. El rey de Siria adoraba al dios Rimón, pero Naamán era obligado a acompañarlo a adorar a su Dios. He aquí el dilema del convertido general al monoteísmo y su testimonio ante las prácticas idolátricas de su jefe, el rey de Siria. Ruego a Dios que quienes se convierten a Dios por medio del Evangelio de Jesucristo, regresen a su familia inconversa con un testimonio de cambio de vida. El dilema es: confesar su cambio de vida, o rogar a Dios que perdone la infidelidad idolátrica en que sus padres lo criaron. Contra esa nueva experiencia religiosa tuvo que luchar el condecorado general sirio ahora convertido al verdadero Dios. Él estaba seguro que en su vida interior ya no adoraba al dios Rimón, pero sabía que su jefe, el rey de Siria esperaba que su general también adorara a su dios. Evidentemente, Naamán no gozaba del apoyo de un grupo de creyentes fieles congregados en una iglesia, ni de un grupo familiar creyente; mucho menos que gozara del apoyo de su jefe idólatra

Por eso, el testimonio de la empleada hebrea de la esposa de Naamán fue muy valioso para dar a conocer su fe en un profeta que representaba al Dios verdadero, y que estaba segura que su Dios podía sanar de la lepra al esposo de su jefa. La muchacha hebrea trabajaba en un ambiente de adoradores de ídolos, pero su fe estaba arraigada en la fe que le cimentaron sus padres. Aunque fue llevada a fuerza a una tierra extraña, su corazón y su mente estaban presente con la fuerza del Dios de sus padres.

Lamentablemente, los versos 20-27 registran el contraste entre la profunda fe de esta joven hebrea y la convicción del general Naamán ahora convertido al Dios verdadero, contra la despreciable avaricia de Giezi, el criado del profeta Eliseo. Esto demuestra que el haber nacido y haber sido criado en una familia de creyentes no garantiza el estado espiritual de una persona. Se hace necesaria la conversión, el nacer de nuevo, y dar testimonio de ser una nueva criatura. Giezi era el criado del profeta, testigo de la vida entregada a Dios de este ser humano; sin embargo, a la hora de la prueba, se comportó peor que el recién convertido general sirio.

La Biblia dice que el ser humano es de continuo inclinado a hacer lo malo: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). A Giezi no le interesa la conversión de Naamán, ni la entereza del profeta Eliseo de no recibir premio por efectuar un milagro que destaca el poder de Dios; sino que su ambición desmedida eran las riquezas que acaba de rechazar su jefe Eliseo. En consecuencia, los versos 20-27 registran el terrible castigo que Giezi recibe de parte del profeta. Giezi jura en nombre de Dios: “Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa” (verso 20b). Esa “alguna cosa” era la plata, el oro y las vestiduras costosas. Desde ese momento Giezi se ha apartado de Dios y ha entrado en una especie de locura impulsada por el pecado por poseer la plata, el oro y las vestiduras reales del sirio; “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1ra Timoteo 6:10).  El dinero no es malo; es el desmedido amor al dinero al que aspira Giezi que lo apartó de la fe, la cual el profeta le había enseñado con su ejemplo. Así como también es malo el desmedido amor a las riquezas que obliga al ser humano a codiciar, a robar, y hasta cometer crímenes contra sus víctimas. Giezi urde una serie de mentiras al general convertido y demanda la recompensa que el profeta rechazó; pero Giezi piensa que él hace toda esta maldad a escondidas del profeta, y jamás imaginó que recibiría un horrendo castigo; al igual que el pecador que se deleita en los placeres de la carne, sin pensar en el castigo al final de su existencia. Cuando el ser humano hace lo malo, piensa que nadie descubrirá su maldad; pero entre cielo y tierra no hay nada oculto.

Primer pecado: “Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos” (verso 22). Mentira

Segundo pecado: “Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa”. Giezi piensa que ha actuado a escondidas del profeta y esconde en su casa el tesoro mal habido (verso 24). Como todo pecador, piensa actuar sin ser descubierto

Tercer pecado: Ante la pregunta del profeta a Giezi que dónde ha estado, contesta con mentira:“Tu siervo no ha ido a ninguna parte” (verso 25c). Giezi sigue con sus mentiras; porque una vez cometido un pecado, vienen en cadena otras mentiras peores que conducen a la condenación.

 Por tanto, el pecado de Giezi no quedará sin castigo. Eliseo descubre que su criado ha mentido en nombre del profeta de Dios ante el sirio Naamán, quien ha experimentado una transformación espiritual; mientras su criado se encuentra hundido en el pecado de la avaricia y de la mentira; en consecuencia, la lepra que una vez atormentó a Naamán se le pegó a Giezi; porque Eliseo con voz de Dios lo reprende: “Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve” (verso 27). Destacado es mío.

La Biblia expresa que “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él” (Ezequiel 18:20).  En el caso del ambicioso Giezi, no sólo él recibe el castigo, sino también su descendencia. Por otro lado, el justo es el general sirio convertido al Dios verdadero; mientras que el impío es el mentiroso criado del profeta Eliseo. Porque la mentira es fuertemente castigada en la Biblia. Ananías y Safira mintieron ante los apóstoles y su castigo fue la muerte (Hechos 5:1-21).

 

 

 


sábado, 4 de mayo de 2024

 

UN GENERAL DE SIRIA Y UN PROFETA DE ISRAEL

2do Reyes 5:1-14

Amadeo Albuquerque Lara

En el capítulo cinco del libro segundo de los reyes de Israel hay una historia muy interesante, en donde toman parte varios personajes de la Biblia. Primeramente, el general Naamán era un varón de alta estima para el rey de Siria, porque él, con la ayuda de Dios, había librado al país de invasiones extranjeras. Sin embargo, el general tenía un fuerte impedimento: era leproso. Por otro lado, Eliseo era un profeta del reino de Israel, el cual vivía en Samaria la capital del reino. Pero en la historia de estos dos personajes, interactúan otros personajes que lejos de ser secundarios contribuyen a la sanidad del afamado general sirio, y destacan la representatividad divina en la persona del profeta Eliseo.

La esposa del general Naamán tenía una empleada que unas bandas armadas habían secuestrado de la tierra de Israel. La muchacha era ferviente creyente en los milagros efectuados por el profeta Eliseo, pues este profeta había heredado el espíritu de Dios que habitaba en el profeta Elías. La muchacha, aunque temerosa, le refiere a su empleadora que si el general le ruega al profeta que está en Samaria (Eliseo), él lo sanaría de la lepra. Pero, como siempre, los que se creen grandes en el poder, siguen las pautas del poder político. El general no sigue el consejo de la empleada de su esposa, sino que por instrucciones del rey de Siria, le envía una carta y regalos en kilos de plata, kilos de oro y vestiduras reales al rey de Israel, como si el rey de Siria enviara la carta, diciendo: “yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra” (verso 6b). En consecuencia, el rey de Israel piensa que la carta es una excusa para provocar una guerra entre los dos países; por eso rasga sus vestiduras reales. Destacado es mío.

Afortunadamente, el profeta Eliseo escucha la reacción enojadiza del rey de Israel y le aconseja que le envíe a él al general Naamán y que él lo sanará de la lepra: “Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel” (verso 8c). Por tanto, aquí entra en acción el segundo personaje principal de los cuales escribo en el primer párrafo. Pero el general sirio lleva en su mente los delirios de grandeza montado en su carruaje y con sus asistentes, en caballos de guerra. Él piensa que el profeta Eliseo lo va a salir a recibir rindiéndole homenajes militares a los que el general está acostumbrado, pero no. El profeta Eliseo le envió un mensajero para que le dijera que se zambullera siete veces en el río Jordán y que con eso sería sanado de su lepra. El río Jordán de Israel era mucho más sucio que los ríos Abana y Farfar de Siria. Por tanto, el general se enoja en contra del mandato de Eliseo y al principio rechaza al profeta, y piensa mejor zambullirse en uno de los ríos de su país.

Sin embargo, el general anda rodeado de criados fieles y le aconsejan que es mejor que acate el mandato del profeta. Si el profeta le hubiera mandado otra cosa más difícil, ¿no lo haría? Es aquí el momento en que el general se rinde a acatar el mandato en beneficio de su salud. Se fue al Jordán, se zambulló siete veces “conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio” (verso 14b).

No son los dos reyes quienes contribuyen a la sanación del afamado general sirio; sino por el consejo de la humilde empleada de la esposa del mismo general, y los fieles criados que lo acompañan en su viaje hacia tierras de Israel en su búsqueda de sanación de la lepra. Tampoco el profeta Eliseo recibe soborno de parte del general sirio, sino su deseo es que tanto el rey de Siria, como el mismo general reconozcan que hay profeta de Dios en Israel; y que no son necesarios los kilos de plata, ni los kilos de oro, mucho menos las caras vestiduras reales que portan los criados del ostentoso general.

En esta historia hay varias lecciones que aprender: 

La lepra era una enfermedad contagiosa y quienes la adquirían eran aislados de la sociedad

En la casa del general trabaja una muchacha creyente en Dios y sabe que el profeta Eliseo es un representante de Dios, y que tiene poder sanador

La muchacha está pronta a testificar de su fe en el Dios de su país, Israel

La carta se dirige al personaje equivocado, porque el rey de Siria se dirige al rey de Israel y no al profeta Eliseo, quien en nombre de Dios tiene poder sanador

El rey de Siria piensa que el rey de Israel puede sanar de la lepra a su general, porque confunde el poder político con el poder de la fe

El rey de Israel reconoce que él no posee el poder de Dios para sanar, pero tampoco piensa en el profeta Eliseo

El profeta Eliseo interviene ante el rey de Israel para que le envíe al poderoso general

El general Naamán espera un recibimiento especial de parte del profeta, porque no piensa tanto en la humildad, sino en la investidura militar que posee en su país

El resultado de su misión al reino de Israel termina en simples zambullidas en el río Jordán y no en ceremonias de imposición de manos ni de reconocimiento de las charreteras militares, de parte del profeta.

Por último, la sanación del general se debe al testimonio de la empleada hebrea, y del consejo de sus fieles criados, quienes lo hacen bajar de su orgullo y humillarse ante el mandato del profeta del Dios de Israel.

COROLARIO: Ante el orgullo fatuo, la humildad.