JUAN APÓSTOL, EVANGELISTA
Y VISIONARIO DE LA DIVINIDAD
Amadeo Albuquerque Lara
Este escrito acerca del
apóstol Juan cuenta con el respaldo documental de los escritos del Nuevo
Testamento citados aquí, de las enciclopedias Britannica, Wikipedia, “The Voice
of the martyrs”, Vatican News, más otras fuentes confiables. Además de estar
basada esta información en los Evangelios sinópticos, el Evangelio de Juan, las
tres epístolas que llevan su nombre, Apolipsis, Hechos de los Apóstoles, y la
Epístola del apóstol Pablo a los Gálatas. El escrito analiza los hechos de la
Biblia en los cuales estuvo presente el apóstol Juan junto a sus compañeros
apóstoles Pedro y Santiago. Testimonio que lo autoriza para ser considerado el
autor de los libros del Nuevo Testamento que contienen el nombre de Juan apóstol
y fuerte defensor de la divinidad del Señor Jesús, como ningún otro de sus
compañeros. Véase la versión Reina Valera 1960: el Evangelio de Juan, 1ra Juan
5:7-8 (texto mutilado), 1ra Timoteo 3:16 (texto mutilado también) en otras
versiones, y el libro de Apocalipsis.
Juan el Apóstol es el
autor del Evangelio que lleva su nombre, del libro de Apocalipsis, y de las
tres epístolas juaninas. Aunque hay críticos que dudan de la autoría del libro
de Apocalipsis, las evidencias son mayores que las especulaciones de los
diferentes “aparatos críticos”. El apóstol Juan fue un discípulo destacado del
Señor Jesús, y estuvo presente en distintos eventos en la vida y ministerio de
Jesús. Juan es el más longevo de los apóstoles, testigo y partícipe de las
persecuciones por los emperadores romanos y por el Sanedrín judío. El único que
podía solidarizarse con los creyentes perseguidos y angustiados; y el único que
podía brindar la esperanza de la recompensa y la ciudadanía en la Nueva Jerusalén,
y de presentar una tierra nueva un nuevo cielo, y la corona de la vida.
Juan nació en Galilea,
era hermano de Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, y probablemente hijo de
Salomé. Al tiempo de su llamamiento al apostolado por Jesús, probablemente
vivía en Capernaún o Cafarnaún, según el idioma que cite el nombre de la
ciudad. Tanto a Juan como a su hermano Santiago, Jesús los llamó “Boanerges” o
“hijos del trueno” (Marcos 9:38), debido a su carácter impetuoso.
Juan perteneció al
círculo íntimo del Mesías en su manifestación divina. Estuvo presente en el
milagro de la resucitación de la hija de Jairo. Fue tan privilegiado que fue testigo,
junto a Pedro y Santiago, de la Transfiguración de Jesús en la cual el Señor se
vuelve radiante en gloria divina, “resplandeció su rostro como el sol, y sus
vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mateo 17:2b). Este acto divino es
tan importante, que es narrado por los tres evangelios sinópticos. En esa
visión milagrosa y gloriosa, los tres discípulos tuvieron la visión de tres
personajes bíblicos: Jesús, Moisés y Elías.
Juan, Santiago o Jacobo y
Pedro también fueron partícipes de los últimos momentos de angustia y oración
de entrega de su Maestro, en su agonía en el huerto o jardín de Getsemaní, ante
la cercanía de su pasión, muerte y resurrección. Aunque Jesús los escogió como
testigos de su entrega al Padre, el cansancio de ellos, no les permitía
permanecer despiertos; y mientras Jesús oraba, ellos dormían. En cuanto a Juan,
algunos comentaristas lo han llamado Juan el divino, o Juan el teólogo; y
tienen razón, por ser un teólogo verdadero al presentar a Jesús como la Palabra
creadora, y como el mismo Dios hecho carne, que hizo su Tabernáculo entre
nosotros (Enmanuel o Dios con nosotros).
Además de ser testigo de
los eventos sagrados anteriores, Juan estuvo recostado al pecho del Maestro,
durante la Última Cena; fue testigo cercano de la crucifixión, junto a la madre
de Jesús. Tuvo el privilegio de estar presente en las apariciones de Jesús
resucitado, y de la pesca milagrosa en el Mar de Galilea. Esta participación de
Juan en el ministerio de Jesús nadie la puede poner en duda como la de ser
autor de los libros que llevan su nombre en el Nuevo Testamento. Ningún otro
Juan se menciona en el Nuevo Testamento al que se le quiera dar el mérito de
suplantarlo.
Juan junto a sus otros
hermanos apóstoles estuvo presente en el Aposento Alto, esperando el
cumplimiento del derramamiento del Espíritu Santo profetizado por Joel (2:28-32)
y el mandato de Jesús de no salir de Jerusalén hasta ser revestidos con el
Espíritu Santo (Lucas 24:49). Después de este otro acto milagroso, Juan, Pedro
y Santiago fueron considerados “las columnas” o principales líderes en la
Iglesia de Jerusalén (Gálatas 2:9); además, Juan y Pedro fueron misioneros,
predicadores y obradores de milagros para proclamar el mensaje del Evangelio
entre judíos, y ante los creyentes de Samaria. También Juan sufrió las
embestidas del Concilio de Jerusalén; y sufrió la prisión por causa de predicar
el Evangelio de Jesucristo. Posteriormente, fue desterrado a la Isla griega de
Patmos por el Emperador romano, Tito Flavio Domiciano (51-96). Después de este
destierro se trasladó a la ciudad de Éfeso, hasta su muerte natural. Quizás
debido a su presencia en Éfeso, algunos lo confundan con el mencionado Juan el
Presbítero, o Juan el Anciano, o Juan de Éfeso, o Juan de Patmos, pero sin el
fundamento como el que se ha presentado en este escrito. (Confróntese las
Enciclopedias Britannica, Wikipedia, The Voice of the martyrs, Vatican News,
más los textos bíblicos citados en este estudio).
Sin embargo, los
críticos, teólogos modernos y maestros de Biblia, discípulos de los teólogos
alemanes, como Karl Lachmann (1793-1851), filólogo y creador de la crítica
textual; y Rudolf Bultmann (1884-1976), teólogo luterano y profesor de Nuevo
Testamento, quien afirmó que hay que “desmitologizar” el Nuevo Testamento para
que sea creído por una mente científica. Pero estos teólogos modernos, ignorando
todo el ministerio y participaciones en los actos milagrosos de Jesús, niegan la
autoridad del apóstol Juan como autor del Evangelio de su nombre, de las tres
epístolas que también llevan su nombre, y del libro de la Revelación de
Jesucristo, o Apocalipsis. A continuación, cito un párrafo tomado de Wikipedia:
“Las polémicas que sobre
él se abatieron y aún se abaten —en particular, si Juan el Apóstol y Juan el
Evangelista fueron o no la misma persona, y si Juan el Apóstol fue autor o
inspirador de otros libros del Nuevo Testamento, como el Apocalipsis y las Epístolas
joánicas: Primera, Segunda y Tercera— no impiden ver la tremenda personalidad y
la altura espiritual que a Juan se adjudica, no solo en el cristianismo, sino
en la cultura universal. Muchos autores lo han identificado con el discípulo a
quien Jesús amaba, que cuidó de María, madre de Jesús, a pedido del propio
crucificado (Stabat Mater). Diversos textos patrísticos le adjudican su
destierro en Patmos durante el gobierno de Domiciano, y una prolongada estancia
en Éfeso, constituido en fundamento de la vigorosa «comunidad joánica», en cuyo
marco habría muerto a edad avanzada. A través de la historia, su figura ha sido
asociada con la cumbre de la mística experimental cristiana. Su presencia en
artes tan diversas como la arquitectura, la escultura, la pintura, la música,
la literatura, y la cinematografía es notable. La Iglesia católica, la
ortodoxa, y la anglicana entre otras, lo celebran en distintas festividades
(ver ficha)” (Crédito: Wikipedia).
En un escrito anterior en
donde analizo el contenido, autoría y propósito de Juan el apóstol al escribir
el libro de Apocalipsis, cito también trozos de la información que ofrece la
Encyclopedia Britannica, reconocida fuente de información histórica.
CONCLUSIÓN
Después de ofrecer este
aporte a la persona y obra apostolar de Juan, no queda duda que el apóstol
Juan, el discípulo a quien Jesús amaba (Juan 13:23), y el partícipe junto a sus
compañeros apóstoles Pedro y Santiago el Mayor de tantos actos y eventos
milagrosos de Jesús, creo que es totalmente injusto dudar de su autoría de los
libros del Nuevo Testamento que llevan su nombre; aun teniendo el cuidado del
apóstol de incluir su nombre en su Evangelio, en sus tres epístolas, y en el
último libro del Nuevo Testamento, Apocalipsis.
Es tan injusto querer
regalarle la autoría a un Juan el Presbítero o Juan el Anciano, o Juan de
Éfeso, o Juan de Patmos. Todos esos apelativos regalados a un personaje
desconocido en la Biblia y en otros documentos históricos (“oscuro, y
legendario”, según las Enciclopedias Britannica y Wikipedia); pero más que
todo, tener la osadía de negar hechos de tanta importancia relatados en los
Evangelios sinópticos, en el Evangelio que lleva su nombre, en las epístolas
que también llevan su nombre, y en el libro de la “Revelación de Jesucristo” o
Apocalipsis. Por último, remito a los lectores a Apocalipsis 22:18-19):
“Yo testifico a
todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno
añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en
este libro. 19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía,
Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas
que están escritas en este libro”.
REFERENCIAS
Apocalipsis Reina Valera
1960
Encyclopedia Britannica
The Voice of the martyrs
Vatican News
Wikipedia
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