domingo, 20 de octubre de 2024

JUAN APÓSTOL, EVANGELISTA Y VISIONARIO DE LA DIVINIDAD

Amadeo Albuquerque Lara

Este escrito acerca del apóstol Juan cuenta con el respaldo documental de los escritos del Nuevo Testamento citados aquí, de las enciclopedias Britannica, Wikipedia, “The Voice of the martyrs”, Vatican News, más otras fuentes confiables. Además de estar basada esta información en los Evangelios sinópticos, el Evangelio de Juan, las tres epístolas que llevan su nombre, Apolipsis, Hechos de los Apóstoles, y la Epístola del apóstol Pablo a los Gálatas. El escrito analiza los hechos de la Biblia en los cuales estuvo presente el apóstol Juan junto a sus compañeros apóstoles Pedro y Santiago. Testimonio que lo autoriza para ser considerado el autor de los libros del Nuevo Testamento que contienen el nombre de Juan apóstol y fuerte defensor de la divinidad del Señor Jesús, como ningún otro de sus compañeros. Véase la versión Reina Valera 1960: el Evangelio de Juan, 1ra Juan 5:7-8 (texto mutilado), 1ra Timoteo 3:16 (texto mutilado también) en otras versiones, y el libro de Apocalipsis.

Juan el Apóstol es el autor del Evangelio que lleva su nombre, del libro de Apocalipsis, y de las tres epístolas juaninas. Aunque hay críticos que dudan de la autoría del libro de Apocalipsis, las evidencias son mayores que las especulaciones de los diferentes “aparatos críticos”. El apóstol Juan fue un discípulo destacado del Señor Jesús, y estuvo presente en distintos eventos en la vida y ministerio de Jesús. Juan es el más longevo de los apóstoles, testigo y partícipe de las persecuciones por los emperadores romanos y por el Sanedrín judío. El único que podía solidarizarse con los creyentes perseguidos y angustiados; y el único que podía brindar la esperanza de la recompensa y la ciudadanía en la Nueva Jerusalén, y de presentar una tierra nueva un nuevo cielo, y la corona de la vida.

Juan nació en Galilea, era hermano de Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, y probablemente hijo de Salomé. Al tiempo de su llamamiento al apostolado por Jesús, probablemente vivía en Capernaún o Cafarnaún, según el idioma que cite el nombre de la ciudad. Tanto a Juan como a su hermano Santiago, Jesús los llamó “Boanerges” o “hijos del trueno” (Marcos 9:38), debido a su carácter impetuoso.

Juan perteneció al círculo íntimo del Mesías en su manifestación divina. Estuvo presente en el milagro de la resucitación de la hija de Jairo. Fue tan privilegiado que fue testigo, junto a Pedro y Santiago, de la Transfiguración de Jesús en la cual el Señor se vuelve radiante en gloria divina, “resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mateo 17:2b). Este acto divino es tan importante, que es narrado por los tres evangelios sinópticos. En esa visión milagrosa y gloriosa, los tres discípulos tuvieron la visión de tres personajes bíblicos: Jesús, Moisés y Elías.

Juan, Santiago o Jacobo y Pedro también fueron partícipes de los últimos momentos de angustia y oración de entrega de su Maestro, en su agonía en el huerto o jardín de Getsemaní, ante la cercanía de su pasión, muerte y resurrección. Aunque Jesús los escogió como testigos de su entrega al Padre, el cansancio de ellos, no les permitía permanecer despiertos; y mientras Jesús oraba, ellos dormían. En cuanto a Juan, algunos comentaristas lo han llamado Juan el divino, o Juan el teólogo; y tienen razón, por ser un teólogo verdadero al presentar a Jesús como la Palabra creadora, y como el mismo Dios hecho carne, que hizo su Tabernáculo entre nosotros (Enmanuel o Dios con nosotros).

Además de ser testigo de los eventos sagrados anteriores, Juan estuvo recostado al pecho del Maestro, durante la Última Cena; fue testigo cercano de la crucifixión, junto a la madre de Jesús. Tuvo el privilegio de estar presente en las apariciones de Jesús resucitado, y de la pesca milagrosa en el Mar de Galilea. Esta participación de Juan en el ministerio de Jesús nadie la puede poner en duda como la de ser autor de los libros que llevan su nombre en el Nuevo Testamento. Ningún otro Juan se menciona en el Nuevo Testamento al que se le quiera dar el mérito de suplantarlo.

Juan junto a sus otros hermanos apóstoles estuvo presente en el Aposento Alto, esperando el cumplimiento del derramamiento del Espíritu Santo profetizado por Joel (2:28-32) y el mandato de Jesús de no salir de Jerusalén hasta ser revestidos con el Espíritu Santo (Lucas 24:49). Después de este otro acto milagroso, Juan, Pedro y Santiago fueron considerados “las columnas” o principales líderes en la Iglesia de Jerusalén (Gálatas 2:9); además, Juan y Pedro fueron misioneros, predicadores y obradores de milagros para proclamar el mensaje del Evangelio entre judíos, y ante los creyentes de Samaria. También Juan sufrió las embestidas del Concilio de Jerusalén; y sufrió la prisión por causa de predicar el Evangelio de Jesucristo. Posteriormente, fue desterrado a la Isla griega de Patmos por el Emperador romano, Tito Flavio Domiciano (51-96). Después de este destierro se trasladó a la ciudad de Éfeso, hasta su muerte natural. Quizás debido a su presencia en Éfeso, algunos lo confundan con el mencionado Juan el Presbítero, o Juan el Anciano, o Juan de Éfeso, o Juan de Patmos, pero sin el fundamento como el que se ha presentado en este escrito. (Confróntese las Enciclopedias Britannica, Wikipedia, The Voice of the martyrs, Vatican News, más los textos bíblicos citados en este estudio).

Sin embargo, los críticos, teólogos modernos y maestros de Biblia, discípulos de los teólogos alemanes, como Karl Lachmann (1793-1851), filólogo y creador de la crítica textual; y Rudolf Bultmann (1884-1976), teólogo luterano y profesor de Nuevo Testamento, quien afirmó que hay que “desmitologizar” el Nuevo Testamento para que sea creído por una mente científica. Pero estos teólogos modernos, ignorando todo el ministerio y participaciones en los actos milagrosos de Jesús, niegan la autoridad del apóstol Juan como autor del Evangelio de su nombre, de las tres epístolas que también llevan su nombre, y del libro de la Revelación de Jesucristo, o Apocalipsis. A continuación, cito un párrafo tomado de Wikipedia:

“Las polémicas que sobre él se abatieron y aún se abaten —en particular, si Juan el Apóstol y Juan el Evangelista fueron o no la misma persona, y si Juan el Apóstol fue autor o inspirador de otros libros del Nuevo Testamento, como el Apocalipsis y las Epístolas joánicas: Primera, Segunda y Tercera— no impiden ver la tremenda personalidad y la altura espiritual que a Juan se adjudica, no solo en el cristianismo, sino en la cultura universal. Muchos autores lo han identificado con el discípulo a quien Jesús amaba, que cuidó de María, madre de Jesús, a pedido del propio crucificado (Stabat Mater). Diversos textos patrísticos le adjudican su destierro en Patmos durante el gobierno de Domiciano, y una prolongada estancia en Éfeso, constituido en fundamento de la vigorosa «comunidad joánica», en cuyo marco habría muerto a edad avanzada. A través de la historia, su figura ha sido asociada con la cumbre de la mística experimental cristiana. Su presencia en artes tan diversas como la arquitectura, la escultura, la pintura, la música, la literatura, y la cinematografía es notable. La Iglesia católica, la ortodoxa, y la anglicana entre otras, lo celebran en distintas festividades (ver ficha)” (Crédito: Wikipedia).

En un escrito anterior en donde analizo el contenido, autoría y propósito de Juan el apóstol al escribir el libro de Apocalipsis, cito también trozos de la información que ofrece la Encyclopedia Britannica, reconocida fuente de información histórica.

CONCLUSIÓN

Después de ofrecer este aporte a la persona y obra apostolar de Juan, no queda duda que el apóstol Juan, el discípulo a quien Jesús amaba (Juan 13:23), y el partícipe junto a sus compañeros apóstoles Pedro y Santiago el Mayor de tantos actos y eventos milagrosos de Jesús, creo que es totalmente injusto dudar de su autoría de los libros del Nuevo Testamento que llevan su nombre; aun teniendo el cuidado del apóstol de incluir su nombre en su Evangelio, en sus tres epístolas, y en el último libro del Nuevo Testamento, Apocalipsis.

Es tan injusto querer regalarle la autoría a un Juan el Presbítero o Juan el Anciano, o Juan de Éfeso, o Juan de Patmos. Todos esos apelativos regalados a un personaje desconocido en la Biblia y en otros documentos históricos (“oscuro, y legendario”, según las Enciclopedias Britannica y Wikipedia); pero más que todo, tener la osadía de negar hechos de tanta importancia relatados en los Evangelios sinópticos, en el Evangelio que lleva su nombre, en las epístolas que también llevan su nombre, y en el libro de la “Revelación de Jesucristo” o Apocalipsis. Por último, remito a los lectores a Apocalipsis 22:18-19):

Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. 19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro”.

REFERENCIAS

Apocalipsis Reina Valera 1960

Encyclopedia Britannica

The Voice of the martyrs

Vatican News

Wikipedia 

No hay comentarios:

Publicar un comentario