“EL DÍA SIN AYER”: HIPÓTESIS
O “TEORÍA DEL BIG BANG”
Amadeo Albuquerque Lara
La ciudad de Lovaina,
Bélgica, es la cuna en donde se inicia la hipótesis del “Big Bang”; fue un
sacerdote católico de nombre Georges Lamaitre, quien acuñó la frase “Big Bang”,
o “El Día sin ayer”, en 1931 (Crédito: National Geographic).
Pero fue otro científico,
Stephen Hawking, entre otros, quien se encargó de estudiar más a fondo el Big
Bang. De manera que él mismo se pregunta qué había antes del Big Bang, y él
mismo se contesta: “Nada”, (“ante el presentador del programa, Neil deGrasse
Tyson”).
Pero ante tantos
astrofísicos que han opinado sobre el Big Bang, Lovaina y el sacerdote católico
Georges Lamaitre, han quedado olvidados. Ha sido el astrofísico Stephen Hawking,
quien más ha publicado sus investigaciones sobre el origen del tiempo, pero más
que todo, sobre el origen del universo. Hawking como ateo fue más allá al
afirmar que “la física moderna excluye claramente la posibilidad o la necesidad
de que un Dios o cualquier tipo de fuerza sobrenatural crease el universo” (Hawking,
“The Grand Design”). Pero es su propia y deliberada opinión.
Ante tantas hipótesis, llamadas
“teorías”, cabe preguntarse que si antes del Big Bang existía la “Nada”,
entonces, de dónde salió la materia que explosionó con tanta fuerza que se
formó un universo que, según su teoría, comenzó a expandirse y sigue “ad
infinitum”. Que el universo es infinito, nadie lo niega. La misma Biblia lo
afirma en el Salmo 8: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las
estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él
memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que
los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra” (Salmo 8:3-8). Por lo tanto,
el salmista afirma que el hombre (la humanidad) es incapaz de explicar el
origen del universo. Cito el libro “La mente del universo” publicado por la
Universidad de Navarra: “la cosmovisión científica actual sugiere que el
universo está atravesado en su interior por una racionalidad que debe
remitir a una inteligencia personal” (Crédito: Mariano Artigas). Destacado
es del autor de este artículo.
“¿Entonces el universo no
nació hace unos 13.800 millones de años como nos han dicho?La respuesta es que
la expansión cósmica debió originarse en aquel instante, que solemos llamar el
Big Bang. Pero insisto, esto no quiere decir que el cosmos se originase en
aquel instante” (Crédito: Más allá del Big Bang” (Iván Agulló). Continúa Iván
Agulló, físico teórico en la Universidad Estatal de Luisiana (EE UU): “No
estamos seguros de que el universo comenzara en el Big Bang”.
“Hay diferentes teorías,
pero realmente ninguna aceptada. Algunas plantean que, efectivamente, el
universo se originó en el Big Bang, como la llamada ‘propuesta de no-frontera’
de Stephen Hawking y James Hartle, que es una versión cuántica del Big Bang de
la relatividad general, donde el universo surge de la nada” (Idem).
Y el salmista tiene toda
la razón al mirar hacia arriba y declar la magnificencia de la creación, en el
Salmo 19: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia
la obra de sus manos. 2 Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra
noche declara sabiduría. 3 No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su
voz. 4 Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus
palabras” (Salmo 19:1-4). Por eso, Artigas, de la Universidad de
Navarra, afirma que “el universo está
atravesado en su interior por una racionalidad que debe remitir a una
inteligencia personal (“La mente del Universo”, Artigas). Destacado es
de este autor.
El salmista exalta la
magnitud de la obra de Dios, mientras los astrofísicos la niegan basados en la
física. Sin embargo, como la ciencia habla de un principio, también la Biblia expresa:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”; es decir, el universo. El
libro de Génesis expresa el origen del tiempo con la frase “en el
principio”. ¿Cuál es ese principio? Al
escritor bíblico no le interesan las explicaciones; le interesa el hecho. “Los
«teóricos B» argumentan que el flujo del tiempo es una ilusión" (Crédito:
Teoría B del Tiempo).
Agustín de Hipona,
conocido como San Agustín, declara su punto de vista del tiempo, así: “¿Qué es,
pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta lo sé, pero si trato de explicárselo a
quien me lo pregunta no lo sé” (Confesiones, XI, c.14, 17). Por tal razón, el
escritor bíblico no filosofa sobre el tiempo; sencillamente lo expresa con
aplomo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Otro
escritor bíblico que habla del principio del universo, es el apóstol Juan “En
el principio era la Palabra” (Juan 1:1) (logos) en griego. Pero “el “logos”
estaba con Dios y el logos era Dios”. El logos se refiere a la Palabra
creadora: “en el principio creó Dios los cielos y la tierra”. El universo
existe por la Palabra o logos, según los escritores bíblicos. Y la Palabra
estaba con Dios y era Dios. El apóstol Juan se refiere a Jesucristo como el
logos o la Palabra, por la cual el universo existe.
También el escritor
bíblico habla de la primera luz: fiat lux, y la luz fue. También Hawking
se refiere a la aparición de la primera luz del universo. Naturalmente, la aparición
del sistema solar y de las infinitas galaxias han de haber producido la luz del
universo.
CONCLUSIÓN
Al revisar las diferentes
hipótesis llamadas teorías acerca del origen o creación del universo, notamos
que existen coincidencias entre escritores bíblicos y astrofísicos. Porque una
teoría requiere demostración científica, y todavía no la hay de parte de los
científicos, sólo existen hipótesis esperando convertirse en teorías.
Primero, tanto los
científicos como los escritores bíblicos, ambos coinciden en que el universo
tuvo principio; discrepan en el cómo fue ese principio. También, ambos afirman
que antes de la existencia del universo no había nada; sin embargo, para
los escritores bíblicos, antes del principio existía Dios, quien lo trajo a
existencia, del estado “vacío”. Pero mientras los científicos se interesan por
medir el tiempo desde el principio del universo, el cual lo estiman en 13,797
millones de años, los escritores bíblicos sencillamente expresan ese principio,
sin importarles la medición; porque según los diferentes criterios del tiempo,
éste es una medición nada más; otros afirman que el tiempo es una ilusión; mientras
para Agustín de Hipona el tiempo no se puede explicar.
Aunque Hawking no se interesa
tanto por la aparición de la luz, aunque se supone que la luz apareció con la
existencia del sistema solar y las grandes galaxias, los escritores bíblicos sí
se interesan con la frase “fiat lux”; sencillamente la luz existió por
una orden del Creador, sin argumentaciones científicas. Por último, aunque los
científicos no lo crean, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
Ese “principio” ningún científico lo ha podido explicar.
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