viernes, 29 de septiembre de 2023

 

ANATOLIA, SEMILLERO LINGÜÍSTICO; Y ASIA MENOR, LA CUNA DE IGLESIAS CRISTIANAS

Amadeo Albuquerque Lara

El territorio ocupado actualmente por Turquía (Türkiye), antiguamente fue conocido como Península de Anatolia, y posteriormente, como Asia Menor. Este territorio encierra un tesoro de datos históricos, geográficos, arqueológicos, así como semillero de lenguas indoeuropeas; y la cuna de iglesias cristianas; especialmente, neotestamentarias. Anatolia era una región importantísima, puesto que constituía el puente natural que unía a Europa con Asia. Sin embargo, el nombre de Anatolia aparece en documentos bizantinos hasta en el año 1,000 d.C.

Importancia lingüística de Anatolia

Los investigadores de lenguas indoeuropeas han dedicado esfuerzos y recursos para saber de dónde se originan las lenguas europeas. Los primeros investigadores fueron los gramáticos comparatistas: un francés, un alemán, y un danés; les intrigaba el enorme parecido de palabras (cognados) de los idiomas sánscrito, griego clásico, latín clásico, así como de otras lenguas celtas y germánicas, entre sí.

Actualmente, un grupo de 80 investigadores de diferentes disciplinas lingüísticas: filólogos clásicos, especialistas en ADN de lenguas antiguas, arqueólogos, expertos en computación avanzada, y otras especialidades relacionadas, han descubierto que quienes trajeron las lenguas del indoeuropeo a Europa, fueron agricultores y pastores de ganado procedentes de las llanuras del Gran Cáucaso; entre el mar Caspio y el mar Negro, quienes se trasladaron a la Península de Anatolia, buscando las llanuras fértiles; y de allí llevaron sus lenguas a Europa. Por tanto, Anatolia no sólo unía a Europa y Asia, geográficamente, sino también fue el puente lingüístico que unió el Gran Cáucaso y Anatolia, con Europa. Actualmente, más de la mitad de la población mundial, más de 400 lenguas, habla una lengua procedente del indoeuropeo.

Importancia bíblica de Anatolia, como Asia Menor

La Península de Anatolia se conocía como Asia Menor, nombre dado por griegos (Mikrá Asia) y romanos, y actualmente, como Turquía. La región fue recorrida por discípulos de Jesús, a partir del día de Pentecostés, cuando se convirtieron al Evangelio de Jesucristo, más de 3.000 personas, de diferentes partes del mundo de la época (Hechos 2:40-42); Asia estuvo presente entre los países mencionados en el libro de los Hechos de los Apóstoles (2:9).

El apóstol Pablo y sus compañeros de viajes misioneros recorrieron todas las regiones del Asia Menor, incluyendo otras regiones de Grecia. Algunos de esos lugares eran adoradores de dioses paganos, como de Diana de Éfeso (Hechos 19:24-25), de Júpiter y Mercurio, en las regiones de Licaonia (Hechos 14:12-14). Por esa razón fueron intolerantes en contra de la predicación del apóstol Pablo, porque representaba una amenaza para su negocio de fabricación de dioses y templecillos de plata y otros materiales.

La palabra Licaonia es de origen griego derivado del nombre Licaón, rey legendario de Arcadia. Según la Enciclopedia Británica, Licaonia perteneció a una antigua región en el interior de la Península de Anatolia, habitada por gente originaria, salvaje y guerrera. Su oficio era el pastoreo de ovejas y asnos salvajes, en las planicies centrales. La historia de los licaonios es poco conocida, pero parece que escaparon del dominio persa, pero cayeron ante Alejandro el Grande, los seléucidas, la dinastía atálida de Pérgamo, y, finalmente, bajo el imperio romano.

El territorio licaonio fue anexado a Galacia, en la región central de la Península de Anatolia. Iconio era su capital y ciudad principal desde el tiempo de los seléucidas. San Pablo visitó la región de Licaonia que parece que había sido evangelizada anteriormente. En el siglo cuarto tenía un sistema eclesiástico de mayor organización en toda la región de Anatolia. (Crédito: Enciclopedia Británica)

En cuanto a la lengua licaónica, el Nuevo Testamento la menciona en el libro de los Hechos de los apóstoles, durante la visita de Pablo a Listra, y en relación con la sanidad de un cojo (Hechos 14:12-14). Por este pasaje bíblico, nos damos cuenta que la gente común de la región de Licaonia hablaba esta lengua relacionada con la lengua de los hititas, la cual era la más antigua, y la lengua principal de Anatolia (Siglos XVII-XII a.C.).  

Después de la sanidad del cojo, los pobladores, “a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque este era el que llevaba la palabra” (Hechos 14:11-12).

Según el libro de Hechos, el joven Timoteo era originario de Listra (Hechos 16:1), y es posible que como hablante de la lengua licaónica, le haya advertido a Pablo lo que los pobladores creían de ellos. Entonces Pablo les explicó que igualmente, los apóstoles eran hombres comunes. Pero cuando Pablo aprovechó para darles a conocer el Evangelio de Jesucristo, vinieron judíos de Antioquía de Pisidia y de Iconio y convencieron a la multitud para que apedrearan a Pablo, hasta dejarlo por muerto. Pero recuperado por los creyentes, regresó a Listra, a Iconio y a Antioquía para dar ánimo y confirmar a los creyentes de esos lugares.

CONCLUSIÓN

He escrito sobre Anatolia, por ser puente geográfico entre Asia y Europa; y desde el punto de vista lingüístico, fue también el puente entre las regiones del Gran Cáucaso y Anatolia, con Europa.

Pero desde el punto de vista bíblico, Asia Menor, antes Anatolia, fue una región que captó la atención del apóstol Pablo como conocedor de esos lugares. Sabía que en vez de adorar al Dios verdadero, eran adoradores de dioses paganos. Pablo había nacido en Tarso, por tal razón se sintió responsable por dar a conocer a Jesucristo como el único Salvador. El apóstol Pablo recorrió esos territorios hablándoles de Jesús como el que había resucitado de los muertos y a quien el pueblo judío había rechazado como el Mesías y que lo había entregado a muerte.

Por eso, los judíos fueron los peores enemigos de los predicadores apostólicos y post-apostólicos. Pero las cosas no han cambiado mucho en la actualidad. Ahora no son dioses de piedra ni de metal los que llaman la atención; ahora son dioses representados por la fama, el dinero, la raza étnica, y el poder político los que se oponen a un cambio de estilo de vida evangélico.

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