EL ANCLA DE LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE
Amadeo
Albuquerque Lara
La doctrina
de la justificación por la fe, aunque los evangelios la expresan en palabras de
Jesús como la necesidad de la fe para ser salvos y de heredar la vida eterna, la
doctrina fue expresada con mayor profundidad, de manera más completa y
fundamentada en la Biblia hebrea por el apóstol Pablo (Habacuc 2:4, Salmo
5:4-6). Aunque la doctrina de la justificación por la fe en Jesucristo no es
estrictamente exclusiva del apóstol Pablo, se considera central en su
ministerio, en la teología paulina en Romanos y Gálatas. La justificación por “la
fe sola” es además el fundamento de la teología protestante en la
expresión latina “Sola fide”.
Jesús
también enseñó sobre la justificación para ser salvos y dignos de entrar en el
reino de los cielos, porque sus enseñanzas en los Evangelios demuestran que,
para ser aceptado por Dios, la fe es central, y la justicia exigida por Dios no
puede ser alcanzada por medios humanos, ni por la ley. La epístola de Santiago
también aborda el concepto de la justificación, pero afirma que la fe sin obras
es muerta (Santiago 2:24), por tanto, su enfoque es diferente al de Pablo. De
manera que es el apóstol Pablo quien formula de manera más precisa y con mayor
profundidad bíblica la doctrina de la jusificación por la fe en Jesucristo.
Pablo plantea una teología sólida basada en dos aspectos: 1) por la ley nadie
alcanza la justificación, porque Pablo es experto conocedor de los preceptos de
la ley de Moisés; 2) Jesucristo cumplió la ley para que por su muerte y
resurrección los creyentes en él alcancen la justicia demandada por Dios, la
liberación del castigo eterno por el pecado, y la destitución de la gloria de
Dios (Romanos 3:23).
Por tal
razón, Jesucristo es el ancla y centro de la justificación por la fe. Nadie
puede ser justificado sino porque Cristo pagó por el pecado del ser humano
(Isaías 53), que era la causa de la separación de Dios. Por otro lado, la fe en
Jesucristo es lo que nos permite ser declarados justos ante Dios, ganando paz y
acceso a su gracia por la muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo (Romanos
5:1). La justificación por la fe es totalmente diferente a la declaración de
inocencia legalizada por un juez; porque el ser humano es culpable ante Dios
por el pecado que Dios no tolera y ofende su santidad. Por tal razón, Dios
cargó en Cristo el pecado de todos nosotros pecadores; y su muerte y
resurrección nos declara justos y con acceso directo ante la presencia de Dios.
Romanos 3:21-28, Romanos 4:16, Gálatas 2:16 y Gálatas 3:11, que explican que la
justicia de Dios es un regalo otorgado por medio de la fe en Jesucristo, no por
las obras de la ley.
“Pero
ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por
la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo
su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de
la fe de Jesús” (Romanos 3:21-26). Énfasis mío.
El apóstol
Pablo en su teología cristológica fundamente su doctrina de la justificación
por fe basado en principios bíblicos basados en la Biblia hebrea, la cual
Cristo y Pablo la citan como las Escrituras: 1) está dirigida a
todos los que han pecado y están destituidos de la gloria de Dios; 2) somos
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención en Cristo Jesús;
3); 4) Dios puso a Cristo Jesús como propiciación por medio de la fe en su
sangre, para manifestar su justicia; 5) Dios en su paciencia ha pasado por alto
los pecados pasados, no los presentes; 6) Dios como justo es el que justifica
al que es únicamente de la fe de Jesús (Rom 3:21-26), porque en ningún otro hay
salvación (Hechos 4:12).
El apóstol Pablo afirma que la justifiación
además de la fe es por gracia. Y declara que la justificación es tanto para
quienes estaban bajo la ley, así como también para quienes son de la fe de
Abraham, padre de todos, por cuanto su fe le fue contada por justicia; así como
también a nosotros, si creemos en el que levantó de los muertos a Jesús. Pablo enfatiza
en la resurrección de Jesucristo como el ancla de la justificación por la fe; y
en la muerte de Cristo como justificación por nuestras transgresiones.
“16 Por
tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme
para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también
para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros” […]
(Rom 3:16). “22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia. 23 Y
no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24 sino también
con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos
en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, 25 el cual fue
entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación
(Rom 3:22-28).
Pablo
formula la doctrina de la justificación por fe, basándola en la fe de Abraham
por cuanto es el receptor de la promesa y a quien su fe le fue contada por
justicia y no sólo a él, sino a toda su descendencia; es decir, a todos los
creyentes en Jesucristo, el cual fue entregado por nuestras transgresiones y
resucitado para nuestra justificación. Pablo conecta la fe que justifica, con
la gracia gratuita de Dios por medio de Jesucristo. “Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por
obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
Luego,
Pablo expresa las consecuencias benefactoras de la justificación por la fe en
Jesucristo, de la siguiente manera: 1) La justificación es por fe; 2) por la fe
tenemos paz con Dios con quien estábamos alejados y condenados al castigo
eterno; 3) la paz con Dios la da el Señor Jesucristo; 4) por la fe en Cristo
tenemos entrada a la gracia de Dios; 5) por la gracia de Jesucristo estamos
firmes y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Todo esto
significa que los creyentes tienen un profundo regocijo y una segura
anticipación en el futuro glorioso y la presencia de Dios, que se experimentará
completamente después de la muerte y resurrección en Cristo. Es un gozo que proviene
de saber que, a través de la fe en Jesucristo, hemos sido justificados, hechos
amigos de Dios y que su amor y su Espíritu nos guían hacia una esperanza que no
defrauda.
En la
epístola a los Romanos Pablo describe la situación del ser humano antes de la
justificación por la fe en Jesucristo: “por cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios” (Rom 3:23). Desafortunadamente, este
pasaje de Romanos 3:23 ha sido mal interpretado y manipulado, confundiendo el
estado de los creyentes justificados por la fe de Jesucristo, con quienes no
han recibido la justificación, y quienes están destituidos de la gloria de Dios.
Pablo se refiere a los justificados por la fe en el siguiente pasaje:
“Justificados,
pues, por la fe (un hecho consumado y completo), tenemos paz para con
Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada
por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios” (Rom 5:1). Paréntesis mío.
La doctrina
de la justificación por la fe en Cristo es tan fuerte y tan bien fundamentada en
la Biblia hebrea, nuestro Antiguo Testamento, por el apóstol Pablo, quien
además, establece la doctrina en Jesucristo, sus obras perfectas: su vida,
muerte y resurrección, como el fundamento de la justificación por la fe. En
tanto que la “justificación por la fe” se refiere al papel de Cristo, porque él
llevó nuestra condena, a través de la imputación. Mediante la imputación de
nuestros pecado al Señor Jesucristo, Dios nos atribuye la justicia de Cristo
como si fuera nuestra. La justificación por la fe enfatiza en que la vida y el
sacrificio de Cristo nos proporcionan la justicia necesaria para estar ante
Dios, salvándonos así del pecado y del castigo eterno.
El siguiente
argumento que esgrime Pablo en favor de la Justificación por fe se origina en
los Profetas y los Salmos en donde afirman que Dios es santo y los que lo
adoran tienen que ser santos. "Dios es santo y no tolera el pecado"
describe la naturaleza moralmente perfecta y pura de Dios, quien es incapaz de
tolerar la maldad y exige que su pueblo viva apartado de ella, porque “Dios es
santo y Dios celoso” (Josué 24:19). El
salmista advierte que la maldad no agrada a Dios y que no puede tolerar los
pecados (Salmos 5:4-5). El apóstol Juan enseña que Cristo vino para destruir el
pecado, porque él no tiene pecado. Y el apóstol Pedro exhorta a los creyentes a
ser santos porque Dios es santo (1 Pedro 1:15-16). Estos planteamientos en el Antiguo, como en el
Nuevo Testamento, los debemos tomar muy seriamente para entender la doctrina
paulina de la justificación por la fe en Jesucristo.
Todos estos
pasajes tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, se refieren a la
santidad de Dios, a su pureza absoluta, a su naturaleza incapaz de convivir o
aceptar el pecado, y la impureza moral del pecador que lo separa de Él. Por tal
razón, los pasajes anteriores ilustran que la santidad de Dios es una cualidad
esencial que lo define y lo aparta de toda corrupción y de todo pecado cometido
en contra de su santidad y justicia.
El salmista
proclama la intolerancia de Dios por el pecado humano. “Porque tú no eres un
Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. 5 Los
insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen
iniquidad” (Salmo 5:4-5).
Este plan
de Dios que tanto el salmista, como el profeta Habacuc proclaman, el apóstol
Pablo lo retoma y lo perfecciona poniendo a Cristo como el ancla de la
justificación por la fe. Sin olvidar que el apóstol Pablo interpreta las
palabras del profeta Habacuc de que “el justo por la fe vivirá” (2:4). Pero
para que la fe sea firme y viva, primero tiene que haber justificación por la
gracia de Dios, la cual es gratuita y sólo se recibe por la muerte y
resurrección de Jesucristo.
Debido a la
necesidad de apaciguar la ira de Dios contra el pecado, del castigo eterno, y
una eternidad sin Dios, es el apóstol Pablo quien formula y fundamenta la
justificación por la fe por medio de Jesucristo. No es la ley de Moisés ni las
obras de esa ley las que justifican; es el sacrificio expiatorio de Jesucristo,
la imputación que Dios aplica a Cristo por el pecado del ser humano, y hace que
el pecador sea declarado justo para tener acceso a la gracia y a la esperanza
de la gloria de Dios.
Por último,
la doctrina de la justificación por la fe de Jesucristo Pablo la entiende como
la necesidad de aparecer justificados ante la presencia de un Dios santo y
justo que no tolera el pecado y la maldad de quienes no reciben la
justificación por medio de Jesucristo. Se ha documentdo, además, que el apóstol
Pablo era un experto conocedor de las Escrituras que también citó
el Señor Jesús. Por tal razón Jesucristo es el ancla por la que estamos firmes
en la gracia y la única razón de nuestra justificación.
Por tanto,
el carácter santo de Dios, su enemistad contra el pecado y la necesidad de ser
restaurados a una relación con Dios que fue rota por nuestros antepasados y por
el pecado nuestro, Pablo fundamenta su doctrina de la justificación por la fe
en Cristo, a través de la gracia gratuita, de la imputación de nuestro pecado a
Cristo, y de la justicia de Cristo por medio del perdón y la transformación del
pecador como justo y libre de la condenación eterna proclamada por el Señor
Jesus en los cuatro evangelios canónicos.
CONCLUSIÓN
Este
estudio se ha basado completamente en la Biblia, sin sesgos de falsa teología para
presentar la doctrina de la
justificación por la fe de Jesucristo; y ha documentado que no existe otra
doctrina que declare justo al pecador porque ha imputado el pecado a la persona
de Jesucristo. La doctrina es tan clara que enseña que alguien sin pecado sea
tratado como pecador y alguien pecador sea aceptado como justo ante Dios,
porque Dios es santo y justo y no tolera el pecado.
¿Habrá un
doctrina más poderosa y alentadora que la Justificación por la fe de Jesucristo?
El que no cometió pecado murió por los pecadores, según 2da Corintios 5:21,
donde se explica que, por causa de la humanidad, Dios trató a Jesús, que no
tenía pecado, como si fuera pecador, para que los humanos pudieran ser hechos
justos ante Dios. ¿Habrá otro misterio tan grande? Alguien sin pecado tratado
como pecador; y los pecadores tratados como justos ante Dios, porque Dios es
santo y justo, y es la principal razón que lleva al apóstol Pablo a formular la
doctrina de la justificación por la fe en Cristo basado en las Escrituras
que también citó el Señor Jesús para probar su relacón con el Padre.
Por tal
razón, este tema nos obliga a entender el origen de la doctrina que Pablo
introduce en sus cartas a las iglesias, y que hoy tenemos en el Nuevo
Testamento como “la justificación por la fe de Jesucristo”. El origen y base de
la doctrina está en el capítulo 2 del libro del profeta Habacuc (2:4); porque
el apóstol Pablo fundó sus enseñanzas en “las Escrituras” o la
Biblia hebrea, las mismas Escrituras que tanto citaba el Señor Jesús para
demostrar su autoridad y mesiazgo. Pablo era un experto conocedor de las
Escrituras de su tiempo: La Ley o Torah, los Profetas y los Escritos, entre los
cuales los Salmos los encabezaban. El apóstol Pablo creía que “toda la
Escritura es inpirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).
El ancla de
la justificación por la fe es la obra perfecta y los méritos de Jesucristo,
específicamente su vida, muerte y resurrección, que son imputados al creyente
por gracia divina a través de la fe. La fe no es un mérito propio, sino la
confianza en que las obras de Cristo son suficientes para la salvación, lo que
establece una paz con Dios y una nueva posición como justo ante Él.
Por último,
no se puede entender la doctrina de la justificación por la fe en Jesucristo
sin entender que la culpa de nuestros pecados se transfiere a Cristo, y la
justicia de Cristo se transfiere a nosotros, como si nuestros pecados fueran
suyos y su justicia fuera nuestra. Por otro lado, La fe es el medio por el cual
la justicia de Cristo es recibida por el creyente como un regalo de Dios que se
obtiene no por mérito propio. La justificación por la fe nos otorga la paz que
transforma nuestra relación con un Dios santo y celoso; y nos permite vivir en
una relación directa con Él. El creyente es declarado justo y tiene una nueva
posición delante de Dios, una nueva relación con el Padre.
REFERENCIAS
Biblia
Reina Valera 1960 – Todas las citas bíblicas
Coalición
por el Evangelio – la fe se manifiesta en buenas obras
Evangelio.Blog
– principios de la justificación por la fe
Iglesia
fuente de agua viva - cómo aplicar la justificación por la fe en la vida diaria
Perspectiva
Protestante y Evangélica -La doctrina de la justificación por la fe sola (sola
fide)
Revista de
Editorial Aces- la justificación por la fe
Vaz, Juan
Manuel – la doctrina de la justificación por la fe