domingo, 5 de octubre de 2025

 LA REFORMA PROTESTANTE EN EUROPA

PRIMERA PARTE

MOVIMIENOS DE PRE-REFORMA: La "pre-reforma" se dio primeramente en Europa del Este. La pre-reforma se manifestó como una serie de movimientos religiosos y sociales que prepararon el terreno para la Reforma Protestante en toda la región de toda Europa; especialmente, se profundizó en Alemania con el impulso del monge agustino, teólogo y profesor universitario.

Principales países de Europa del Este en el siglo XV

Europa del Este estaba compuesta por varios reinos y territorios, incluyendo Polonia, Lituania, Rusia, Hungría, Bohemia, Moldavia, Valaquia y partes de lo que hoy son Ucrania y Bielorrusia.

Un protestantismo en sus primeras etapas de desarrollo, en la Europa del Este en los siglos XII-XIV: Este período se caracteriza por la consolidación del poder de la Iglesia Católica y el desarrollo de movimientos religiosos críticos, como los valdenses y los husitas, que anticiparon algunas ideas protestantes, pero no se consideran parte del protestantismo en sí mismo.

Consolidación de la Iglesia católica y adquisición de poder político: La consolidación de la Iglesia católica como institución y su adquisición de poder político fue un proceso complejo y multifacético que se extendió a lo largo de varios siglos. Inicialmente, la Iglesia se benefició del apoyo de líderes romanos como Constantino, quien la reconoció como religión oficial del Imperio.

El ascenso del Emperador Constantino I: Constantino I asciende al trono después de una batalla, en donde según él, vio una señal que decía que vencería con ella: “Con esta señal vencerás”: Constantino reconoce a la Iglesia católica. Este reconocimiento llevó a un aumento en la influencia de la Iglesia, que se manifestó en la construcción de iglesias, monasterios y la expansión de su doctrina. A medida que el Imperio Romano de Occidente se desmoronaba, la Iglesia asumió un papel cada vez más importante en la sociedad, ofreciendo servicios sociales, educación y, en algunos casos, actuando como mediador en conflictos. 

En la Edad Media, la Iglesia católica se convirtió en una poderosa institución política y económica, especialmente en Europa Occidental. Los obispos y abades a menudo tenían títulos nobiliarios y tierras, y la Iglesia controlaba vastas propiedades. El Papa, como líder de la Iglesia, ejercía una gran influencia sobre los reyes y emperadores, y la Iglesia a menudo intervenía en asuntos políticos. La Iglesia también desarrolló una elaborada jerarquía, con el Papa en la cima y una red de obispos, sacerdotes y monjes en diferentes niveles. Esta estructura jerárquica permitió a la Iglesia coordinar sus actividades y ejercer su influencia de manera más efectiva.

Sin embargo, este poderío de la Iglesia católica al tomar ventaja por la pérdida de popularidada del Imperio Romano, degeneró en una corrupción desmedida, la cual se encontró con las críticas de los movimientos religiosos y sociales, y de los pre-reformadores.

 

Las críticas y descontentos de estos movimientos religiosos y sociales:

1)     Críticas a la Iglesia Católica,

2)     Búsqueda de una mayor participación de los laicos en la fe y

3)     Énfasis en la lectura de la Biblia en lenguas vernáculas.

Estas ideas se fueron ampliando con la participación de otros líderes religiosos que más tarde tomaron el nombre de pre-reformadores.

La Iglesia Católica tenía una fuerte presencia y a menudo se veía envuelta en conflictos de poder con los gobernantes locales.

Descontentos de estos movimientos:

1)     Por la corrupción dentro de la Iglesia,

2)     La venta de indulgencias y

3)     La falta de acceso a la educación religiosa para los laicos. 

La venta de Ingulgencias generó gran descontento: Este descontento comenzó con los líderes religiosos y posteriormente tomó forma entre los movimientos sociales. La venta de indulgencias fue una práctica en la Iglesia Católica, principalmente durante la Edad Media, donde se permitía a las personas comprar el perdón de sus pecados o la reducción de su tiempo en el purgatorio. Esta práctica fue una fuente importante de ingresos para la Iglesia, especialmente para construcción de iglesias, monasterios; y posteriormente, para la construcción de Capilla Sixtina.

La Iglesia permitía a las personas comprar indulgencias para reducir el tiempo que pasarían en el purgatorio, o incluso para el perdón de pecados pasados. El precio de una indulgencia variaba según la clase social de la persona y la gravedad del pecado. Los predicadores de indulgencias, como Johann Tetzel, recorrían Europa ofreciendo ndulgencias a cambio de dinero. El famoso lema de Tetzel: "Tan pronto como la moneda en la caja suena, el alma del purgatorio salta". 

La venta de insulgencias generó controversia y críticas, especialmente por parte de Martín Lutero, quien la consideraba una corrupción de la doctrina. 

En resumen: La pre-reforma en Europa del Este fue un período de fermento religioso y social que preparó el terreno para la Reforma Protestante en la región con amplia participación de líderes con conocimientos profundos en las Sagradas Escrituras. Los pre-reformadores constituyeron un movimiento caracterizado por críticas a la corrupción de la Iglesia, la venta de indulgencias, el desmedido poder papal, la búsqueda de reformas religiosas y una mayor participación de los laicos, con figuras como Pedro Valdo, John Wycliffe y Juan Hus y el movimiento hussita como ejemplos destacados. 

Preguntas de comprensión

1] ¿Qué se entiende por Pre-reforma?

2] Nombre a los principales pre-reformadores

3] ¿Qué países se vieron involucrados con los movimientos de Pre-reforma?

4] ¿Cómo era el protestantismo en la Europa del Este?

5] ¿Qué Emperador romanos apoyó el poderío político-religioso de la Iglesia católica?

6] ¿Cuál fue el resultado negativo de la adquisición político-religiosa de la Iglesia católica y cómo se convirtió en las críticas y controversias de los movimientos sociales y religiosos?

7] Discuta los logros para la Iglesia católica por la venta de Indulgencias y para qué se utilizaban esos fondos.

8] Discuta las acciones del personaje Juan Tetzel y el mensaje que él proclamaba.

 

 

SIGNIFICADO DE LA FRASE LATINA “SOLA FIDE

Amadeo Albuquerque Lara

La frase latina “sola fide” pertenece a Martín Lutero, y pasó a formar parte de la teología de los reformadores, en tiempos de la Reforma Protestante. La frase significa “la fe sola” sin las obras de la ley, y sin las obras sociales a las que se refiere el apóstol Santiago en el capítulo 2:

“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:14-17).

La doctrina de la “sola fide”, o la “fe sola” es tan fuerte para el reformador Martín Lutero, que para él la epístola de Santiago era “la epístola de zacate” y opinaba que no debería formar parte del Canon que aprobó los libros de la Biblia; porque Santiago le agrega a la fe, las buenas obras; para Lutero “la fe sola” es capaz de justificarnos, sin las obras de la ley y sin las obras de las que trata el apóstol Santiago; porque “el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4, y Romanos 1:17).

Para la Iglesia católica las buenas obras se consideraban básicas para la salvación; y esa doctrina apoyaba las ventas de indulgencias que eran la fuente de las finanzas del papado y de toda la iglesia. Por tanto, Lutero estaba en contra de las indulgencias y no toleraba que las obras sociales de la Iglesia fueran tan básicas como la fe en Jesucristo. Era obvio que Lutero calificara la epístola de Santiago “la epístola de zacate”, porque estaba en contra de la doctrina de la “sola fide” o “la fe sola”.

De manera que la razón de ser de la frase latina “sola fide” es demostrar que la fe en Jesucristo no necesita “las buenas obras”, ni ninguna otra cosa que no sea la fe sola. La doctrina se formuló en dos palabras por la comodidad de ser parte de las “Cinco solas”. Por eso, también esta doctrina de la justificación por la fe pasó a formar parte central en la teología cristológica del apóstol Pablo y la expresó en Romanos 1:17: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Énfasis mío.

jueves, 2 de octubre de 2025

 

EL ANCLA DE LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE

Amadeo Albuquerque Lara

La doctrina de la justificación por la fe, aunque los evangelios la expresan en palabras de Jesús como la necesidad de la fe para ser salvos y de heredar la vida eterna, la doctrina fue expresada con mayor profundidad, de manera más completa y fundamentada en la Biblia hebrea por el apóstol Pablo (Habacuc 2:4, Salmo 5:4-6). Aunque la doctrina de la justificación por la fe en Jesucristo no es estrictamente exclusiva del apóstol Pablo, se considera central en su ministerio, en la teología paulina en Romanos y Gálatas. La justificación por “la fe sola” es además el fundamento de la teología protestante en la expresión latina “Sola fide”.

Jesús también enseñó sobre la justificación para ser salvos y dignos de entrar en el reino de los cielos, porque sus enseñanzas en los Evangelios demuestran que, para ser aceptado por Dios, la fe es central, y la justicia exigida por Dios no puede ser alcanzada por medios humanos, ni por la ley. La epístola de Santiago también aborda el concepto de la justificación, pero afirma que la fe sin obras es muerta (Santiago 2:24), por tanto, su enfoque es diferente al de Pablo. De manera que es el apóstol Pablo quien formula de manera más precisa y con mayor profundidad bíblica la doctrina de la jusificación por la fe en Jesucristo. Pablo plantea una teología sólida basada en dos aspectos: 1) por la ley nadie alcanza la justificación, porque Pablo es experto conocedor de los preceptos de la ley de Moisés; 2) Jesucristo cumplió la ley para que por su muerte y resurrección los creyentes en él alcancen la justicia demandada por Dios, la liberación del castigo eterno por el pecado, y la destitución de la gloria de Dios (Romanos 3:23).

Por tal razón, Jesucristo es el ancla y centro de la justificación por la fe. Nadie puede ser justificado sino porque Cristo pagó por el pecado del ser humano (Isaías 53), que era la causa de la separación de Dios. Por otro lado, la fe en Jesucristo es lo que nos permite ser declarados justos ante Dios, ganando paz y acceso a su gracia por la muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo (Romanos 5:1). La justificación por la fe es totalmente diferente a la declaración de inocencia legalizada por un juez; porque el ser humano es culpable ante Dios por el pecado que Dios no tolera y ofende su santidad. Por tal razón, Dios cargó en Cristo el pecado de todos nosotros pecadores; y su muerte y resurrección nos declara justos y con acceso directo ante la presencia de Dios. Romanos 3:21-28, Romanos 4:16, Gálatas 2:16 y Gálatas 3:11, que explican que la justicia de Dios es un regalo otorgado por medio de la fe en Jesucristo, no por las obras de la ley.

Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3:21-26). Énfasis mío.

El apóstol Pablo en su teología cristológica fundamente su doctrina de la justificación por fe basado en principios bíblicos basados en la Biblia hebrea, la cual Cristo y Pablo la citan como las Escrituras: 1) está dirigida a todos los que han pecado y están destituidos de la gloria de Dios; 2) somos justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención en Cristo Jesús; 3); 4) Dios puso a Cristo Jesús como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia; 5) Dios en su paciencia ha pasado por alto los pecados pasados, no los presentes; 6) Dios como justo es el que justifica al que es únicamente de la fe de Jesús (Rom 3:21-26), porque en ningún otro hay salvación (Hechos 4:12).

 El apóstol Pablo afirma que la justifiación además de la fe es por gracia. Y declara que la justificación es tanto para quienes estaban bajo la ley, así como también para quienes son de la fe de Abraham, padre de todos, por cuanto su fe le fue contada por justicia; así como también a nosotros, si creemos en el que levantó de los muertos a Jesús. Pablo enfatiza en la resurrección de Jesucristo como el ancla de la justificación por la fe; y en la muerte de Cristo como justificación por nuestras transgresiones.

“16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros” […] (Rom 3:16). “22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia. 23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, 25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación (Rom 3:22-28).

Pablo formula la doctrina de la justificación por fe, basándola en la fe de Abraham por cuanto es el receptor de la promesa y a quien su fe le fue contada por justicia y no sólo a él, sino a toda su descendencia; es decir, a todos los creyentes en Jesucristo, el cual fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación. Pablo conecta la fe que justifica, con la gracia gratuita de Dios por medio de Jesucristo. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

Luego, Pablo expresa las consecuencias benefactoras de la justificación por la fe en Jesucristo, de la siguiente manera: 1) La justificación es por fe; 2) por la fe tenemos paz con Dios con quien estábamos alejados y condenados al castigo eterno; 3) la paz con Dios la da el Señor Jesucristo; 4) por la fe en Cristo tenemos entrada a la gracia de Dios; 5) por la gracia de Jesucristo estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Todo esto significa que los creyentes tienen un profundo regocijo y una segura anticipación en el futuro glorioso y la presencia de Dios, que se experimentará completamente después de la muerte y resurrección en Cristo. Es un gozo que proviene de saber que, a través de la fe en Jesucristo, hemos sido justificados, hechos amigos de Dios y que su amor y su Espíritu nos guían hacia una esperanza que no defrauda.

En la epístola a los Romanos Pablo describe la situación del ser humano antes de la justificación por la fe en Jesucristo: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom 3:23). Desafortunadamente, este pasaje de Romanos 3:23 ha sido mal interpretado y manipulado, confundiendo el estado de los creyentes justificados por la fe de Jesucristo, con quienes no han recibido la justificación, y quienes están destituidos de la gloria de Dios. Pablo se refiere a los justificados por la fe en el siguiente pasaje:

Justificados, pues, por la fe (un hecho consumado y completo), tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rom 5:1). Paréntesis mío.

La doctrina de la justificación por la fe en Cristo es tan fuerte y tan bien fundamentada en la Biblia hebrea, nuestro Antiguo Testamento, por el apóstol Pablo, quien además, establece la doctrina en Jesucristo, sus obras perfectas: su vida, muerte y resurrección, como el fundamento de la justificación por la fe. En tanto que la “justificación por la fe” se refiere al papel de Cristo, porque él llevó nuestra condena, a través de la imputación. Mediante la imputación de nuestros pecado al Señor Jesucristo, Dios nos atribuye la justicia de Cristo como si fuera nuestra. La justificación por la fe enfatiza en que la vida y el sacrificio de Cristo nos proporcionan la justicia necesaria para estar ante Dios, salvándonos así del pecado y del castigo eterno.

 

El siguiente argumento que esgrime Pablo en favor de la Justificación por fe se origina en los Profetas y los Salmos en donde afirman que Dios es santo y los que lo adoran tienen que ser santos. "Dios es santo y no tolera el pecado" describe la naturaleza moralmente perfecta y pura de Dios, quien es incapaz de tolerar la maldad y exige que su pueblo viva apartado de ella, porque “Dios es santo y Dios celoso” (Josué 24:19).  El salmista advierte que la maldad no agrada a Dios y que no puede tolerar los pecados (Salmos 5:4-5). El apóstol Juan enseña que Cristo vino para destruir el pecado, porque él no tiene pecado. Y el apóstol Pedro exhorta a los creyentes a ser santos porque Dios es santo (1 Pedro 1:15-16).  Estos planteamientos en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, los debemos tomar muy seriamente para entender la doctrina paulina de la justificación por la fe en Jesucristo.

Todos estos pasajes tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, se refieren a la santidad de Dios, a su pureza absoluta, a su naturaleza incapaz de convivir o aceptar el pecado, y la impureza moral del pecador que lo separa de Él. Por tal razón, los pasajes anteriores ilustran que la santidad de Dios es una cualidad esencial que lo define y lo aparta de toda corrupción y de todo pecado cometido en contra de su santidad y justicia.

El salmista proclama la intolerancia de Dios por el pecado humano. “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. 5 Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad” (Salmo 5:4-5).

Este plan de Dios que tanto el salmista, como el profeta Habacuc proclaman, el apóstol Pablo lo retoma y lo perfecciona poniendo a Cristo como el ancla de la justificación por la fe. Sin olvidar que el apóstol Pablo interpreta las palabras del profeta Habacuc de que “el justo por la fe vivirá” (2:4). Pero para que la fe sea firme y viva, primero tiene que haber justificación por la gracia de Dios, la cual es gratuita y sólo se recibe por la muerte y resurrección de Jesucristo.

Debido a la necesidad de apaciguar la ira de Dios contra el pecado, del castigo eterno, y una eternidad sin Dios, es el apóstol Pablo quien formula y fundamenta la justificación por la fe por medio de Jesucristo. No es la ley de Moisés ni las obras de esa ley las que justifican; es el sacrificio expiatorio de Jesucristo, la imputación que Dios aplica a Cristo por el pecado del ser humano, y hace que el pecador sea declarado justo para tener acceso a la gracia y a la esperanza de la gloria de Dios.

Por último, la doctrina de la justificación por la fe de Jesucristo Pablo la entiende como la necesidad de aparecer justificados ante la presencia de un Dios santo y justo que no tolera el pecado y la maldad de quienes no reciben la justificación por medio de Jesucristo. Se ha documentdo, además, que el apóstol Pablo era un experto conocedor de las Escrituras que también citó el Señor Jesús. Por tal razón Jesucristo es el ancla por la que estamos firmes en la gracia y la única razón de nuestra justificación.

Por tanto, el carácter santo de Dios, su enemistad contra el pecado y la necesidad de ser restaurados a una relación con Dios que fue rota por nuestros antepasados y por el pecado nuestro, Pablo fundamenta su doctrina de la justificación por la fe en Cristo, a través de la gracia gratuita, de la imputación de nuestro pecado a Cristo, y de la justicia de Cristo por medio del perdón y la transformación del pecador como justo y libre de la condenación eterna proclamada por el Señor Jesus en los cuatro evangelios canónicos.

CONCLUSIÓN

Este estudio se ha basado completamente en la Biblia, sin sesgos de falsa teología para presentar  la doctrina de la justificación por la fe de Jesucristo; y ha documentado que no existe otra doctrina que declare justo al pecador porque ha imputado el pecado a la persona de Jesucristo. La doctrina es tan clara que enseña que alguien sin pecado sea tratado como pecador y alguien pecador sea aceptado como justo ante Dios, porque Dios es santo y justo y no tolera el pecado.

¿Habrá un doctrina más poderosa y alentadora que la Justificación por la fe de Jesucristo? El que no cometió pecado murió por los pecadores, según 2da Corintios 5:21, donde se explica que, por causa de la humanidad, Dios trató a Jesús, que no tenía pecado, como si fuera pecador, para que los humanos pudieran ser hechos justos ante Dios. ¿Habrá otro misterio tan grande? Alguien sin pecado tratado como pecador; y los pecadores tratados como justos ante Dios, porque Dios es santo y justo, y es la principal razón que lleva al apóstol Pablo a formular la doctrina de la justificación por la fe en Cristo basado en las Escrituras que también citó el Señor Jesús para probar su relacón con el Padre.

Por tal razón, este tema nos obliga a entender el origen de la doctrina que Pablo introduce en sus cartas a las iglesias, y que hoy tenemos en el Nuevo Testamento como “la justificación por la fe de Jesucristo”. El origen y base de la doctrina está en el capítulo 2 del libro del profeta Habacuc (2:4); porque el apóstol Pablo fundó sus enseñanzas en “las Escrituras” o la Biblia hebrea, las mismas Escrituras que tanto citaba el Señor Jesús para demostrar su autoridad y mesiazgo. Pablo era un experto conocedor de las Escrituras de su tiempo: La Ley o Torah, los Profetas y los Escritos, entre los cuales los Salmos los encabezaban. El apóstol Pablo creía que “toda la Escritura es inpirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

El ancla de la justificación por la fe es la obra perfecta y los méritos de Jesucristo, específicamente su vida, muerte y resurrección, que son imputados al creyente por gracia divina a través de la fe. La fe no es un mérito propio, sino la confianza en que las obras de Cristo son suficientes para la salvación, lo que establece una paz con Dios y una nueva posición como justo ante Él. 

Por último, no se puede entender la doctrina de la justificación por la fe en Jesucristo sin entender que la culpa de nuestros pecados se transfiere a Cristo, y la justicia de Cristo se transfiere a nosotros, como si nuestros pecados fueran suyos y su justicia fuera nuestra. Por otro lado, La fe es el medio por el cual la justicia de Cristo es recibida por el creyente como un regalo de Dios que se obtiene no por mérito propio. La justificación por la fe nos otorga la paz que transforma nuestra relación con un Dios santo y celoso; y nos permite vivir en una relación directa con Él. El creyente es declarado justo y tiene una nueva posición delante de Dios, una nueva relación con el Padre.

REFERENCIAS

Biblia Reina Valera 1960 – Todas las citas bíblicas

Coalición por el Evangelio – la fe se manifiesta en buenas obras

Evangelio.Blog – principios de la justificación por la fe

Iglesia fuente de agua viva - cómo aplicar la justificación por la fe en la vida diaria

Perspectiva Protestante y Evangélica -La doctrina de la justificación por la fe sola (sola fide)

Revista de Editorial Aces- la justificación por la fe

Vaz, Juan Manuel – la doctrina de la justificación por la fe