IDOLATRÍA DE LA TRIBU DE DAN
La tribu
perdida de Israel en el Apocalipsis
Amadeo
Albuquerque Lara
La palabra idolatría
proviene del griego εἰδωλολατρία: ‘eidōlolatría’, palabra compuesta de
dos raíces: εἴδωλον, ‘eidōlon’ - imagen o ídolo - y λατρεία, ‘latreía’
- adoración o culto. Literalmente significa la adoración de ídolos o
imágenes talladas en diversos materiales, incluyendo las imágenes de vírgenes o
santos canonizados por Papas de la Iglesia católica.
La historia
de la idolatría abarca desde las antiguas religiones politeístas, que
utilizaban imágenes para representar a sus dioses, hasta las controversias
dentro de las religiones monoteístas, donde a menudo se define como un pecado
por desviar la adoración del verddero Dios hacia elementos terrenales. La
idolatría fue una constante en el pueblo de Israel por seguir las prácticas
idolátricas de los pueblos politeístas con quienes se mezclaban, y su
desviación del culto a Yavé (יהוה) o al innombrable. Israel fue en sus
principios un pueblo monoteísta, adorador del Gran Yo Soy (יהוה) que se le
manifestó a Moisés; pero su perdición fue la idolatría, igualándose con los
pueblos paganos que lo rodeaban y con quienes se mezclaban en matrimonio
desigual.
La historia
del culto idolátrico abarca desde los primeros relatos bíblicos de la adoración
de falsos dioses hasta la actualidad, en donde la idolatría puede manifestarse
como la adoración de objetos, personas, o incluso conceptos abstractos como
dinero o poder en lugar de una deidad. El Antiguo Testamento describe repetidas
caídas de Israel en la idolatría, como la adoración del becerro de oro mientras
Moisés recibía la Ley en el Monte Sinaí; o la adoración del becerro de oro
impuesto para su adoración de parte del rey Jeroboam con el evidente propósito
de apartar a su pueblo de la adoración al verdadero Dios. A pesar de las
advertencias de los profetas sobre las consecuencias de apartarse de la verdadera
adoración al único Dios, reyes y pueblos se desviaban en la creación y construcción
de centros e imágenes dedicados a la adoración de falsos dioses.
Este
escrito tratará de la “Idolatría de la tribu de Dan”, la tribu perdida
de la lista de tribus de Israel, en el libro de Apocalipsis. La tribu de Dan no
aparece registrada dentro de las doce tribus de Israel, según la lista en el
capítulo 7 de Apocalipsis. La investigación de este hecho ha sido el motivo de
este escrito; más la documentación de la adoración de imágenes de “santos” y “vírgenes”,
según el Santoral Global de la Iglesia católica.
¿Quién fue
Dan en la Biblia? Aunque el nombre Dan significa “juez” o “el que juzgará a su
pueblo” Jacob en su bendición a su quinto hijo Dan lo caifica como el que juzgará
a su pueblo. Como una de las tribus de Israel, pero también fue una maldición
contra su propio hijo, la que se convirtió en una profecía: “Será Dan
serpiente junto al camino, Víbora junto a la senda, Que muerde los talones del
caballo, Y hace caer hacia atrás al jinete” (Génesis 49:16-18). La imagen
de la serpiente en la Biblia significa engaño y traición, comenzando con el
libro de Génesis; Dan lleva esta imagen dentro de las demás tribus de Israel
como símbolo del distanciamiento de los caminos de Dios.
Dan fue el quinto
hijo de Jacob nacido de Bilha, la sierva de su esposa Raquel. Raquel al ver que
no podía tener hijos le dio a su marido su sierva Bilha para que tuviera hijos
en su nombre, tal como era la costumbre en Israel (Génesis 30:1-8).
Después de
la conquista de la Tierra prometida por Josué, este líder procedió a la
repartición de la tierra a las doce tribus. La tribu de Dan se ubicó en el
centro de Israel, en el occidente de la Tierra Prometida (Josué 19:40-48). Sin
embargo, la tribu fue blanco de los ataques por parte de los filisteos. Para
librarse de estos enemigos, Dan decidió migrar al norte de Israel practicando
actos idolátricos como el robo de los ídolos y el secuestro del sacerdote que
Micaía mantenía como centro de adoración familiar en la ciudad de Lais.
La toma de
la ciudad de Lais estuvo precedida por la visita de cinco espías enviados para
explorar la tierra (Jueces 18). Su reporte fue que la toma de Lais les
resultaría muy cómoda a los danitas. Al descubrir Lais, vieron que sus
habitantes vivían aislados y sin aliados, lo que hizo que la ciudad fuera
vulnerable. Así que la tomaron por la fuerza, la quemaron, la reconstruyeron y
la renombraron como la nueva tribu de Dan en honor de su antepasado, el quinto
hijo de Jacob. Después de haberla conquistado se dispusieron a robar los
ídolos, que Micaía había creado, incluyendo el secuestro del sacerdote que
administraba el culto idolátrico. Los danitas establecieron su propio culto idolátrico
en la ciudad que habían tomado, después de derrotar a sus habitantes.
Al quedar
establecidos en el nuevo territorio, la tribu de Dan quedó aislada del resto de
las doce tribus de Israel. Esto propició el alejamiento de los caminos de Dios
y de sus mandamientos. Por tanto, Dan se convirtió en un centro de idolatría mediante
la adoración a un becerro de oro que el mismo rey Jeroboam le impuso al pueblo.
La adoración de ídolos fue una práctica común durante siglos. Asimismo, la
tribu de Dan organizó el nombramiento de sus propios sacerdotes apartados del
sistema levítico. Pero esta práctica idolátrica sufrió el castigo de Yavé, que obviamente
fue la causa de la desaparición de la tribu de Dan del registro bíblico. Se
cree que la idolatría de la tribu contribuyó al declive espiritual de todo Israel,
tendencia que de por sí prevalecía con anterioridad en Israel.
El profeta
Amós profetizó sobre el pecado de Samaria, capital del reino del norte: “Los
que juran por el pecado de Samaria, y dicen: Por tu Dios, oh Dan, y: Por el
camino de Beerseba, caerán, y nunca más se levantarán” (Amós 8:14). La
profecía de Amós 8:14 se refiere a un tiempo de gran juicio divino que se
manifestará como un hambre espiritual: la gente buscará la palabra de Dios pero
no la encontrará, y todos, jóvenes y viejos, perecerán por su culpa. Este
pasaje simboliza la consecuencia de la deshonestidad y la idolatría de Israel,
que llevaron a la nación a una profunda crisis espiritual. El pueblo de Dios se
apartó del culto de Yavé y abrazó el culto a los ídolos locales en los lugares
altos como en Siquem y Betel. A lo largo del Antiguo Testamento, la tribu de
Dan se asocia con la idolatría, siendo incluso la primera en establecer un
culto pagano que duró siglos.
Sin
embargo, en cuanto a su ausencia en el Apocalipsis capítulo 7, los estudiosos
bíblicos han establecido dos hipótesis por no aparecer Dan en el mencionado
libro: 1) La mayoría de los estudiosos bíblicos creen que la tribu fue
aniquilada o absorbida por los fenicios, por lo que ya no existía como parte de
Israel cuando se escribió el Apocalipsis; Sin embargo, esta es una hipótesis
muy débil si tomamos en cuenta la ira de un Dios celoso contra el grave pecado
de la idolatría encabezada por la tribu de Dan hasta el extremo de robarle los
ídolos y raptar al sacerdote del culto idolátrico de Micaías; 2) la segunda
hipótesis es que debido a que fue la primera tribu en establecer un culto
pagano que duró siglos, Dios la eliminó de la lista de tribus de Israel, las
cuales eran: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar,
Zabulón, José y Benjamín. En esta lista no aparece la tribu de Manasés, la cual
aparece en Apocalipsis; pero la lista de Apocalipsis 7 no contiene a Dan, por
las posibles razones citadas arriba. La lista de Apocalipsis es: Judá, Rubén,
Gad, Aser, Neftalí, Manasés, Simeón, Leví, Isacar, Zabulón, José y
Benjamín. Es evidente que Dan tuvo que recibir un castigo riguroso de parte de
Dios, pues en la Biblia tanto Dan como su hermano menor Neftalí, ambos hermanos
de padre y madre, solían mencionarse con frecuencia según Deuteronomio 27:13 y
Éxodo 1:4. En esos pasajes no eran personajes desconocidos, pero la tribu de
Dan desapareció sin dejar huellas de su existencia, por cualquiera de las dos
razones mencionadas arriba.
El castigo
a la tribu de Dan fue tan severo de parte de Dios, que sólo algunos de los
descendientes de Dan de los que se mencionan durante el peregrinar por el
desierto; y especialmente, en el conteo del censo que Dios le ordenó a Moisés:
“Y estará con vosotros un varón de cada tribu, cada uno jefe de la casa de
sus padres. Ahiezer líder de la tribu de Dan hijo de Amisadai, representante de
su tribu”, así como los otros líderes que se mencionan por las demás tribus
de Israel. (Números 1:12; 2:25; 7:66-71; 10:25)
Aholiab era un hábil artesano designado por
Dios para trabajar en el tabernáculo (Éxodo 31:6; 35:34; 38:23). Sin embargo, el
importante líder de la tribu de Dan llamado Sansón, llamado por Dios para
luchar contra los filisteos, cometió el pecado de unirse a una filistea a quien
también le reveló el secreto de su fuerza. Aunque durante el secuestro de
Sansón por los filisteos – y a la hora de su muerte - Dios le permitió a Sansón
derribar el templo del dios filisteo Dagón (Jueces 13-16). Por haberse juntado
Sansón con Dalila quien era filistea, enemiga del pueblo de Dios, Sansón pagó
las consecuencias de su desvío al juntarse en yugo desigual y por revelarle el
secreto de su fuerza que Dios le había dado, a una filistea, enemiga del pueblo
de Dios.
En
consecuencia, los graves pecados de la idolatría de la tribu de Dan se fueron
manifestando gradualmente en la descendencia de Dan. La poca mención o la
desaparición de los nombres de sus descendientes en la historia de las tribus
de Isral, tuvieron su culminación en la eliminación del nombre de la tribu de
Dan en la lista de tribus de Israel, ya mencionado en el libro de Apocalipsis
capítulo 7.
Ni siquiera
el único hijo, Husim, que continuó el linaje de Dan en Génesis 46:23, e
identificado como el antepasado del clan de los suhamitas aparece
posteriormente. Por tanto, por el grave pecado de la idolatría de la tribu de
Dan, no se dice nada más sobre Dan en la Biblia. En la Biblia hebrea se destaca
la doctrina monoteística de un Dios celoso contra la idolatría o la adoración a
otros dioses. Los libros de Éxodo y Deuteronomio son dos libros que destacan la
religión de la adoración a un solo Dios. Por esta práctica monoteísta Israel
sería reconocido de entre todos los pueblos politeístas; sin embargo, los
líderes de Israel con frecuencia desviaban al pueblo hacia prácticas
idolátricas, razón por la cual Israel sufrió invasiones de pueblos enemigos y
deportaciones a naciones más poderosas, pero idólatras.
Evidentemente,
la perdición de la tribu de Dan se dio después de la repartición de la Tierra
Prometida y al establecerse en el norte, en territorio de la tierra de Lais, la
cual derrotó, pero no por el poder de Dios. Al convertirse en una tribu
idolátrica, la consecuencia fue su eliminación de sus descendientes en el
transcurrir de la historia de Israel, como parte de las doce tribus de Israel. Por
razón de la ausencia de la tribu de Dan en el libro de Apocalipsis, existe la
hipótesis que de la tribu de Dan nacería el anticristo. En el Antiguo
Testamento la idolatría constituía un grave pecado del pueblo de Israel y traía
terribles consecuencias.
En el Nuevo
Testamento, la idolatría sigue siendo el pecado que Dios no quiere para su
pueblo. Como una advertencia contra la idolatría al pueblo de Dios, el apóstol
Pablo advierte a los cristianos corintios que ningún idólatra entrará en el
reino de los cielos (1ª Corintios 6:9-10).
Sin
embargo, aun con todas las advertencias a lo largo del Antiguo Testamento, en
la edad moderna las formas de idolatría se manifiestan de diferentes maneras además
de la adoración de ídolos que practican devotos de determinados “santos” de una
de las religiones más grandes de la actualidad. En la Edad Moderna, la
idolatría va más allá del culto a imágenes y se manifiesta en la devoción
excesiva hacia cosas materiales como riqueza, tecnología, personas,
celebridades, poder, el propio yo, ego, y la autoestima. Otras formas incluyen
la fascinación por la cultura popular, entretenimiento, deportes, la obsesión
por el control y el estatus, o la devoción por ideologías extrañas como es la
adoración a Satanás.
Se pueden
añadir otras formas de idolatría moderna: materialismo y riqueza, la búsqueda
de posesiones como casas, autos de lujo y dinero fácil, pueden convertirse en
el principal motor de una persona, sustituyendo la devoción a Dios. La
adoración de celebridades, políticos, ídolos en las redes sociales,
videojuegos, cine, música; diferentes actividades pueden convertirse en un
ídolo, ocupando tiempo y energía que podrían dedicarle al servicio y adoración
a Dios.
La Biblia
advierte de no juntarse en yugo desigual; es decir, con un cónyuge de diferente
fe y religión o no creyente. Por la
idolatría de las mujeres de Salomón, el rey perdió su fe en el verdadero Dios y
heredó a su descendencia la desintegración del reino, por haber provocado la
ira de Dios. Roboam su hijo sufrió la división del reino de Israel en dos
grupos tribales, porque se negó a escuchar las quejas del pueblo y decidieran coronar
como su rey a Jeroboam. El reino del
norte eligió como su capital a Siquem, mientras que Judá y Benjamín eligieron a
Jerusalén como capital conservando su lealtad al rey Roboam. Jerusalén como capital
permaneció tan fuerte, que se convirtió en el centro de adoración al verdadero
Dios Yavé.
Entre
tanto, la capital del reino del norte cambió a lo largo del tiempo.
Inicialmente fue Siquem y luego Tirsa, antes de que la capital definitiva fuera
establecida en Samaría. Jeroboán estableció becerros de oro en el norte para
evitar que la gente fuera a Jerusalén, perpetuando la separación religiosa,
además de la política. Todos estos acontecimientos generaron la total
destrucción de los dos reinos. La división del reino de Israel debilitó a tal
extremo a la nación hebrea, que nunca más volvió a ser un poder unificado.
La
conquista del Reino del Norte de Israel por los asirios ocurrió alrededor del
721 a.C., liderada por Tiglat-pileser III y finalizada por Sargón II, quienes
capturaron su capital, Samaria, tras un asedio, deportando a sus diez tribus,
dando origen al concepto de las "diez tribus perdidas". Al caer bajo
el dominio de los asirios, Samaria fue poblada por colonos paganos, mezclando
religiones y culturas. Esto despertó el rechazo de los samaritanos por parte de
los judíos; el evangelio de Juan (4:9) relata que judíos y samaritanos no se
trataban entre sí.
La
conquista babilónica del Reino del Sur fue un proceso liderado por el rey
Nabucodonosor II, con las consecuencias de la destrucción de Jerusalén en 587-586
a.C., la quema del Templo de Salomón y la deportación masiva de los líderes más
destacados del Reino del Sur a Babilonia. El cautiverio a Babilonia puso fin a
la dinastía davídica y la consecuente declinación de la nación entera, según las
crónicas bíblicas y arqueológicas.
Se ha dicho
que la idolatría de la tribu de Dan provocó la idolatría generalizada de todo
el pueblo de Israel, a pesar de las amonestaciones de los distintos profetas,
en diferentes épocas. Como consecuencia, la tribu de Dan pagó su pecado hasta
el punto de desaparecer como tribu hereditaria en el libro de Apocalipsis
capítulo 7. Por tanto, el hecho evidente es que la idolatría de un pueblo es la
rebelión en contra del verdadero Dios, y las consecuencias son la destrucción
de su historia y cultura por parte de poblaciones paganas. Las citadas
“apariciones de santos” en diferentes países han cambiado la historia y cultura
originales de los pueblos que ahora les rinden culto a esas “vírgenes o santos aparecidos”.
Desde Europa
hasta América Latina están llenas de lugares en donde dicen que han aparecido
vírgenes: en Francia la virgen de Lourdes, en Portugal, la virgen de Fátima, en
Irlanda, “Nuestra Señora de Knock”, y su santo patrono San Patricio; en España,
Montserrat, en Bosnia y Herzegovina, Medjugorje; y en Italia, Loreto.
convirtiéndose en lugares de gran peregrinación y devoción; y por supuesto, en
lugares idolátricos, aunque lo nieguen.
En Centro y
Sudamérica, las apariciones marianas y sus respectivos santorales son
fundamentales para la fe católica. En México, la Virgen de Guadalupe, desde 1531,
celebrada y adorada como Patrona de las Américas. En Argentina, la Virgen de
Luján, en Bolivia, la Virgen de Copacabana, en Brasil, la Virgen de Aparecida;
en Colombia, la Virgen del Rosario de Chiquinquirá; en Honduras, la Virgen de
Suyapa, y en Costa Ricas, la Virgen de los Ángeles.
En
Nicaragua es muy común que cada pueblo o ciudad celebre un “santo patrono”;
pero hay lugares en donde celebran a más de uno. Por ejemplo, en Masaya le
rinden culto a San Jerónimo, “el doctor que cura sin medicina” y es su santo
patrono; pero también le rinden culto a San Miguel, y al Niño Dios del Pueblo,
o “Divino Niño”, y la Virgen de la Asunción. Sin embargo, estas celebraciones se
han vuelto más flolklóricas y políticas, que religiosas. En Managua, el santo
patrono es Santo Domingo de Guzmán, cuya celebración se ha convertido en una
procesión folklórica más que religiosa; la
santa patrona de Granada es La Virgen María Auxiliadora. En Cuapa, le rinden
culto a “Nuestra Señora Virgen de Cuapa”; aunque la asistencia a sus
celebraciones no es tan concurrida como en otras ciudades o pueblos.
Siguiendo
con los santos patronos, Jesús del Rescate, tiene su santuario en Popoyuapa,
Departamento de Rivas; celebración que se ha convertido en una romería de
grupos de carretas jaladas por bueyes o carretones jalados por caballos
procedentes de varios pueblos de Nicaragua. Los distinguidos carruajes son
decorados con vistosos atuendos folklóricos tan coloridos, que se han vuelto la
admiración a nivel nacional. En San Jorge, Departamento de Rivas, el santo
patrono es San Jorge, el cual es llevado en hombros al Gran Lago de Nicaragua
en donde lo velan, el 22 de abril y luego por la tarde lo regresan a su
santuario.
En El Viejo, Departamento de Chinandega le
rinden culto a la Virgen del Hato y a Santa Ana; la Virgen de la Candelaria, en
Chichigalpa; Santiago Apósto, en El Realejo; en León, la Virgen de la Merced; San
Benito de Palermo es una figura muy venerada en León y en Muy Muy, Matagalpa,
cuyas celebraciones incluyen corridas y montas de toros. En el Departamento de
Carazo, el Cristo Negro de Esquipulas, en Diriamba y en La Conquista. Pero
también en Diriamba celebran a San Sebastián y San Marcos, y a Santiago, en
Jinotepe.
Parecería
que la Iglesia católica – al igual que el rey Jeroboam, en los años 930 a.C. o
928 a.C. – parecería que estuviera alejando a sus feligreses del culto al
verdadero Dios por inducirlos a rendirles culto hasta las partes y organismos
del cuerpo de sus “santos” o “vírgenes. Por ejemplo, le rinden culto a la
“sangre de Cristo”, al “Corazón de Jesús”, “al divino rostro”, al “Corazón de María”, al
Santo Prepucio; a la “concepción de
María”, a la “Asunción de María”; al “santo Grial; no a Dios, sino a “la divina
misericordia”, y un largo etcétera.
Por eso,
nuestros pueblos no viven en paz, sino en constantes crímenes, asaltos,
revueltas y guerras de distinta naturaleza. Ni están conformes con lo que son, ni
con lo que tienen, ni con lo que creen o profesan. Muchos feligreses católicos repiten
los dogmas y creencias practicadas desde la Edad Media; y revelan un craso
desconocimiento de las Sagradas Escrituras.
En otros
países del mundo también les rinden culto al “Cráneo de Santa Catalina”, en
Italia; “Diente de Santa Apolonia”, en España, Argentina y Perú, Santa Apolonia
es la patrona de los odontólogos; la “Sangre de San Genaro”, y el “Cuerpo
conservado de Santa Catalina de Siena” en Italia; el “Santo Prepucio”, se
veneraba en Italia, en Francia, España, y Alemaniala, aunque se dice que la Iglesia
católica la ha prohibido; la “Cabeza de San Juan Bautista”, en Roma, Italia; el “Brazo de Santa Teresa de Jesús”, en
Salamanca, España; el “Velo de la
Virgen”, o “la santa camisa”, en Italia y España, en donde se guardan
fragmentos de las prendas; San Martín de Porres, en Perú, Santa Juana de Arco, en Francia; y otro largo
etcétera.
Sin
embargo, en todas las citadas apariciones en Centro y Sur América,
especialmente, han estado ligadas a indígenas y campesinos como únicos testigos
de tales apariciones, sin que haya documentación para ellas. Como distinciones
religiosas, tales personalidades involucradas en apariciones de “santos” o “vírgenes,
se han convertido en identidades locales y nacionales. Además, el culto a estas
nuevas divinidades está debidamente respaldado por obispos, y sacerdotes
locales; y en general, por la Iglesia católica misma; de tal manera que los
pueblos se han olvidado del culto al verdadero Dios, al igual que lo hizo el pueblo
de Israel.
Pues es
evidente que los milagros de sanidades y bendiciones son atribuidos a los
“santos” o “vírgenes”, pero nunca al Todopoderoso Dios. Por ejemplo, en Costa
Rica, en el “Santuario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles”, hay paredes
enteras cubiertas de “milagros” - diminutas partes del cuerpo humano esculpidos
en oro - según la parte del cuerpo que fue sanada por “milagros de la Virgen”. Si
se observan los testimonios de fieles que han obtenido “milagros”, no les dan
el crédito al Dios verdadero, sino al santo del que son devotos. Por toda la
evidencia presentada, ¿se podrá decir que la Iglesia católico – romana es cristiana
o monoteísta? Afirmo que no.
CONCLUSIÓN
Este
escrito ha sido motivado por dos hechos históricos: 1) la maldición de la tribu
de Dan, con su consecuente desparición como tribu de Israel en el capítulo 7 de
Apocalipsis; y 2) la evidencia que la idolatría está profundizada y como práctica
religiosa en varios países del mundo, respaldada por el clero local y por la
Iglesia católico-romana en general. Debido a esos dos hechos, este escrito ha
documentado tanto la idolatría de la tribu de Dan con pasajes de la Biblia, así
como la evidente idolatría de los feligreses de la Iglesia católica, a nivel
mundial; a tal extremo que los feligreses promesantes han llegado hasta arrodillarse
ante imágenes talladas en distintos materiales, y a rendirle culto no sólo a
las imágenes de “santos” o “vírgenes” de la localidad, sino hasta partes del
cuerpo y de organismos de esas modernas “divinidades”.
Sin
embargo, también se ha documentado que la idolatría tiene consecuencias
terribles, porque ha despertado la ira de un Dios que es fuego consumidor, un
Dios celoso: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos
gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
29 porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:29); “Porque
Jehová tu Dios es fuego que consume, Dios celoso” (Deuteronomio 4:24); “Entiende,
pues, hoy, que es Jehová tu Dios el que pasa delante de ti como fuego
consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti; y tú los echarás, y
los destruirás en seguida, como Jehová te ha dicho” (Deut 9:3). En todo el
Antiguo y el Nuevo Testamento se condena la idolatría. Es más, el mandamiento
de Dios en el libro de Éxodo explícitamente prohíbe la adoración de imágenes
talladas, sin importar si es una virgen o un “santo” canonizado por algún Papa:
“No
tendrás otro Dios que a mí. 4 No te harás imágenes talladas, ni figuración
alguna de lo que hay en lo alto de los cielos, ni de lo que hay abajo en la
tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. 5 No te postrarás
ante ellas y no las servirás, porque yo soy Yahvé, tu Dios; un Dios celoso, que
castiga en los hijos las iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta
generación de los que me odian,” […] Éxodo 20:3-5 Biblia católica
Nácar-Colunga).
El
argumento de la Iglesia católica de que los fieles ofrecen “dulía” o veneración
y no “latría” o culto, lo contradicen los hechos que se han documentado en este
escrito y las postraciones de sus fieles ante imágenes de vírgenes y santos
transmitidos por la televisión local en cada país. La mayoría de fieles se
arrodilla y se persigna ante las imágenes. Muchos de los fieles casi se
arrastran de rodillas recorriendo distancias de varios metros hasta llegar a
adorar a la imagen de su devoción. He citado el mandamiento en Éxodo 20:3-5, en
la versión católica Nácar-Colunga, para quitar el estigma que le guardan a las
versiones de la Biblia que usan las iglesias evangélicas. Dios es el mismo,
único, celoso y fuego consumidor (Hebreos 12:29, Deuteronomio 4:24 y 9:3).
REFERENCIAS
Biblia versión
católica Nacar-Colunga, Éxodo 20:3-5
Biblia
Reina Valera 1960 – en todas las demás citas
Calendario
Universal: La Iglesia católica tiene un calendario litúrgico con días dedicados
a santos universales (como los Apóstoles o Doctores de la Iglesia) y santos
locales patronos de ciudades o países.
Génesis 49:16-18.
1 Reyes 12:26-30, Jueces 18,
Maldición
de Jacob, sobre su hijo Dan: "Será Dan serpiente junto al camino,
víbora junto a la senda, que muerde los talones del caballo y hace caer al
jinete hacia atrás" (Génesis 49:16-18 RVR 1960).
Santoral
católico: calendario global de santos y beatos venerados – más bien adorados -
por la Iglesia Católica, que conmemora a miles de figuras a lo largo del año,
desde Europa hasta América Latina.
La
adoración o “latría” se designa mediante la acción de arrodillarse, postrarse y
persignarse ante la imagen de una virgen o santo (ídolo) canonizado por algún
Papa de turno de la Iglesia católica.
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