LA GLORIA DE DIOS
DIOS TRINO QUE SE REVELA EN
CRISTO
Amadeo
Albuquerque Lara
Los cantos que
algunas iglesias evangélicas entonan en estos últimos tiempos contienen errores
doctrinales que sorprenden a quienes conocen el significado de tales
afirmaciones. Los compositores de los cantos modernos no han tenido el cuidado
de la sana doctrina que el apóstol Pablo recomienda a los jóvenes Tito (Tito
2:1), así como también le recomienda a su hijo en la fe, el joven Timoteo (2
Tim 4:3).
En el
planteamiento de la liturgia en las iglesias cristianas evangélicas, tanto el
pastor, como los líderes encargados de la misma, deben estar alertas de que
prevalezca la sana doctrina. Hay un canto que dice: “Mis manos levantaré. Y su
gloria tocaré. Algo está cayendo aquí. Es tan fuerte sobre mí” (“Algo está
cayendo aquí”, José Luis Reyes). La gloria de Dios no cae sobre ningún creyente,
ni sobre ningún ser viviente por muy consagrado que se crea; falsear una
experiencia espiritual es ir contra la sana doctrina; porque la gloria de Dios no
es un objeto físico ni concreto, ni mucho menos “algo” que se pueda tocar. La
gloria de Dios es la manifestación divina y extraordinaria de su presencia
entre el pueblo suyo, y nos invita a la hmillación, a la adoración y a la
alabanza, no a alardear de tocarla. En el Antiguo Testamento se manifestaba por
medio de una nube o por una columna de fuego; en el Nuevo Testamento se
manifiesta por medio y únicamente por el Espíritu Santo por motivos específicos.
Ni el
propio Moisés al completarse la construcción del Tabernáculo hebreo (Éxodo
40:34-38); ni los sacerdotes en la dedicación del Templo de Salomón pudieron
entrar a administrar el culto divino por causa de una nube que representaba la Gloria
de Dios (2 Crónicas 7:1-3). Pero cometer
el error doctrinal de un engreimiento peligroso de “tocar la Gloria de Dios” y
luego presumir que esa gloria “Es tan fuerte sobre mí”, sobrepasa la sana
doctrina que Pablo con tanto énfasis amonestaba a los jóvenes Tito y Timoteo de
cuidarla con esmero. La gloria de Jehová cayó sobre el Tabernáculo hebreo, no
cayó sobre Moisés, ni sobre los sacerdotes en ocasión de la dedicación del
Templo de Salomón. Mucho cuidado con la sana doctrina (Éxodo 40:34-35).
“Entonces
una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová
llenó el tabernáculo. 35 Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de
reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo
llenaba. 36 Y cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los hijos de Israel se
movían en todas sus jornadas” (Éxodo 40:34-36). Énfasis mío.
La gloria
de Jehová estaba manifiesta en el tabernáculo de reunión del pueblo de Israel;
pero ni Moisés ni los sacerdotes se atrevían a entrar y mucho menos atreverse a
tocar la nube que representaba la gloria de Dios, ni mucho menos atreverse a
tocar la Gloria de Dios. Así que cantar “Mis manos levantaré y su gloria
tocaré” es un error doctrinal que llena de orgullo vano y engreimiento
espiritual al creyente. Pero el error persiste en grado máximo cuando la letra
del canto dice: “Está cayendo tan fuerte sobre mí”. Ni sobre
Moisés ni sobre los sacerdotes lavados y consagrados para la ceremonia cayó la
gloria de Dios, sino sobre el tabernáculo, la casa de Jehová (Éxodo 40:34).
En el libro
de Éxodo, se describe que una nube cubrió el tabernáculo, llenándolo con la
gloria de Jehová, lo que impedía la entrada de Moisés. Durante las jornadas del
pueblo de Israel, la nube marcaba el tiempo de avanzar y de permanecer en un
lugar. La presencia de esta nube durante el día y el fuego durante la noche
guió a todo el pueblo de Israel, especialmente al acercarse el ejército de
Faraón, antes de que el pueblo recién liberado de la esclavitud egipcia cruzara
el mar rojo. La gloria de Jehová estaba manifiesta en la nube y en el fuego;
pero no estaba sobre Moisés, ni sobre Aarón, ni sobre ningún líder religioso en
su viaje hacia el mar rojo (Éxodo 40:34-38).
Dios se
manifiesta en una nube y usa las nubes como carroza para manifestar su
presencia y su poder: "El que pone las vigas de sus altos aposentos en
las aguas, el que hace de las nubes su carroza, el que anda sobre las alas del
viento" (Salmos 104:3-4).
La gloria
de Dios no es “algo” físico que se pueda "tocar" en el sentido
literal de un objeto material. En la teología cristiana y judía, la gloria
divina es la manifestación de la presencia, majestad y esplendor de Dios, que
se experimenta a través de la fe, la oración, y la adoración; y es la respuesta
a las oraciones. “
“cuando
sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias
a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros
instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno,
porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube,
la casa de Jehová. 14 Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por
causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios”
(2 Crónicas 5:13-14) 7:2).
En la
dedicación del Templo, Salomón se levantó de estar de rodillas después de
permanecer en oración intercesora por todo el pueblo de Israel, y se manifestó
la gloria de Jehová:
“Cuando
Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto
y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. 2 Y no podían
entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había
llenado la casa de Jehová. 3 Cuando vieron todos los hijos de Israel descender
el fuego y la gloria de Jehová sobre la casa, se postraron sobre sus rostros en
el pavimento y adoraron, y alabaron a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, y
su misericordia es para siempre” (2 Crónicas 7:1-3). Énfasis mío.
En el
Antiguo Testamento la gloria de Jehová cubrió el tabernáculo de reunión del
pueblo de Israel; en la dedicación del Templo de Salomón, la gloria de Jehová llenó
“la casa de Jehová”. La Biblia no dice que la gloria de Jehová cayó sobre Salomón.
Ni el rey fue tan engreído al presumir que tocaría la gloria de Jehová. La
gloria de Jehová inspiró al pueblo de Israel a postrarse sobre sus rostros en
humillación, a adorar, a alabar a Jehová y ensalzar su bondad y misericordia.
Fue una actitud muy diferente a lo que llama el canto “Está cayendo “algo”
sobre mí”. Es más, ni el Espíritu Santo, ni la gloria de Dios son un objeto, no
son “algo”.
Jesús le manifestó a Marta en Betania, cuál es
el requisito para ver la gloria de Dios. Jesús no le dijo a Marta
que por creer en él podría “tocar” la gloria de Dios. ¿No te he dicho que si
creyeres verás la gloria de Dios? (Juan 11:40). Énfasis mío.
El profeta Isaías vio la manifestación de la gloria de Dios en el Templo: “vi
yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el
templo” (Isaías 6:1), Y los querubines clamaban: “Santo, santo, santo,
Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isa
6:3). Por eso, Isaías se lamentó: : “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo
hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios
inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6:5). El
profeta había visto la gloria de Jehová, jamás intentó tocarla. Énfasis
mío.
El salmista
veía en la obra de la creación la gloria de Dios, la presencia visible y
palpable de Dios en la Creación. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el
firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1). La gloria de Dios es
la manifestación de su grandeza, majestad y valor inconmensurable, que se ve en
sus atributos, obras y en toda la creación. También se refiere a la revelación
de su presencia divina y cómo los creyentes deben reflejarla a través de sus
acciones para honrarlo y darlo a conocer a otros. La gloria de Dios se
manifiesta en sus perfecciones y en el esplendor de su carácter, que inspira la
humillación, a la adoración, a la alabanza.
Los seres
humanos glorifican a Dios cuando viven de acuerdo con su voluntad, reflejando
su carácter en sus acciones cotidianas y reconociendo quién es Él. Jesús es la
máxima expresión de la gloria de Dios, y conocerlo a Él es conocer la gloria de
Dios.
“La
revelación de Dios es su autocomunicación a los hombres. El sentido fuerte de
esta expresión se refiere, por un lado, al mismo Dios revelador y su libertad
para dirigirse a los hombres; y por otro, a la misma naturaleza de lo revelado
que incluye, no sólo palabras, sino «bienes divinos», Dios mismo. Esto sitúa de
entrada a la revelación como algo distinto, absolutamente diverso, de la
noticia de Dios que se halla en la creación, y de la religión que brota del
corazón del hombre ante esa misma creación. La revelación no es, ciertamente,
la primera manifestación de Dios a los hombres, pero sí es la primera
auto-manifestación;
no es el primer bien que Dios entrega a los hombres, pero sí es la primera
auto-donación de Dios” (“Revelación como autocomunicación de Dios” – César Izquierdo, Universidad de Navarra).
CONCLUSIÓN
El motivo y
propósito de este estudio ha sido magnificar y ponderar la gloria de Dios; en
ningún momento ha sido denigrar la letra de un canto religioso. La referencia
principal que ha guiado cada argumento ha sido la letra equivocada de un canto
que invita o presume “tocar” la gloria de Dios. El argumento principal de este
estudio es que la gloria de Dios no es un objeto físico ni concreto que se
equipare con la palabra “algo”, que se pueda tocar con las manos. También se ha
enfatizado en que ni el mismo Moisés ni los sacerdotes lavados y limpliados
para la ceremonia se jactaron que habían tocado la gloria de Dios. Es más no se
atrevieron a entrar a la casa de Dios mientras la casa estaba llena de la gloria
de Dios representada por la nube.
Las letras
de los cantos e himnos cristianos deben estar a tono con la enseñanza de la
sana doctrina para no cometer errores doctrinales ni teológicos. Ni tampoco
para obligar a los creyentes a reproducir las letras de los cantos que no están
de acuerdo con la sana doctrina, lo cual fue una preocupación del apóstol Pablo
en su recomendación a los jóvenes líderes Tito yTimoteo.
Sirva este
estudio para hacer reflexionar a los pastores y líderes religiosos de nuestras
iglesias para corregir o no permitir cantos que atentan contra la sana
doctrina. El Espíritu Santo se manifestó en diferentes ocasiones en el Nuevo
Testamento, como en el bautismo de Jesús que descendió sobre él en forma de
paloma; el día de Pentecostés cayó en forma de lenguas de fuego sobre los que
permanecía en oración esperando su descenso; en Hechos 8, el Espíritu Santo
cayó sobre los creyentes gentiles en Samaria; en la casa de Cornelio para
demostrarle a Pedro que también los gentiles recibían el Espíritu Santo (Hechos
10:24-48); y así en otras ocasiones para el mismo fin. Sin embargo, el Espíritu
Santo no es “algo” que cae sobre los creyentes, ni “algo” que se pueda tocar.
Es una experiencia única que no se usa para presumir santidad ni privilegios
especiales; sino el sello de la manifestación de la presencia de Dios en la
vida de los creyentes en Cristo.
REFERENCIAS
Biblestudytools
– “Los cielos cuentan la gloria de Dios”
Biblia
Reina Valera 1960
Crosstalk.ai
– “La gloria de Dios se refiere a su grandeza, poder, majestad y esplendor
divino”.
Izquierdo,
César. Universidad de Navarra - “La revelación de Dios es su autocomunicación a
los hombres”
Reddit
r/TrueChristian – “Todos nos quedamos cortos de la gloria de Dios”
Reyes, José
Luis – “Algo está cayendo aquí”
No hay comentarios:
Publicar un comentario