viernes, 30 de mayo de 2025

 

EL REMANENTE DE DIOS

Amadeo Albuquerque Lara

La doctrina de un remanente reservado para Dios está atestiguada tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. El Remanente de Dios es el tema de la preservación y fidelidad divina. En el Antiguo Testamento se refiere a un grupo fiel de israelitas preservado a través de juicios y calamidades; mientras que en el Nuevo Testamento, significa la fidelidad de los seguidores de Cristo dentro de la Iglesia. En ambos contextos, el Remanente sirve como un testamento por medio de la eterna misericordia y pacto con Dios.  El tema del remanente prevalece en los escritos de muchos de los profetas y diferentes escritores en el Antiguo Testamento, y en los evangelistas y escritores en el Nuevo Testamento, con el mismo significado.

“El término "remanente"  en griego del Nuevo Testamento, λοιπός (loipós) se usa para describir a quienes quedan después de una catástrofe o desastre, o para identificar al pueblo fiel de Dios. La palabra "remanente" en hebreo se traduce como שארית (she'erit), que significa "resto" o "remanente” (Crédito: Search Labs). En ambos idiomas usados tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, el concepto de “remanente” comparte el mismo significado.

El remanente en el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento, el remanente concierne a Israel. Los profetas Isaías, Jeremías, Amos y Miqueas; así como en la literatura del post-exilio, como Esdras, Nehemías, Haggeo, y Zacarías, enfatizan que a pesar de la degradante apostasía del pueblo de Israel, Dios preserva un remanente fiel a su Palabra. Estos escritores del post-exilio consistentemente se refieren a los judíos que retornaban de la cautividad de Babilonia, como un remanente; porque no todos regresaban.

 El mismo concepto del remanente lo encontramos en el primer libro de Reyes, cuando el profeta Elías, en el siglo IX a. C., cree ser el único profeta de Dios dejado con vida, porque a los demás profetas los hijos de Israel los han matado; y que además, los sicarios de Jezabel lo buscan para matarlo:

He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1ro Reyes 19:10 RVR 1960).

No obstante, Dios le responde a Elías que tome ánimo, porque hay un remanente fiel a Dios: “Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1ro Reyes 19:18 RVR 1960).

Y el apóstol Pablo, en los años 56-58 d.C., quien cita 183 veces el Antiguo Testamento en sus escritos, recuerda el caso del profeta Elías en cuanto al remanente de Israel aun ahora que estamos bajo la gracia. Dios en su misericordia no olvida su pacto con su pueblo, porque la salvación es por gracia, no por obras. La fidelidad de Dios se destaca en la doctrina del remanente del pueblo de Israel que guarda el pacto y que no se olvida de sus promesas.

No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: 3 Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? 4 Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. 5 Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia” (Romanos 11:2-5 RVR 1960).

El número 7 es eminentemente simbólico en el sentido espiritual. representa la perfección, la totalidad, el cumplimiento y la renovación a través de toda la Biblia; por tanto, los “siete mil hombres” a los que se refiere Pablo representan el remanente que permanece fiel al Pacto. Pablo se refiere al pueblo de Israel, aun cuando ha rechazado al Mesías y ha sido infiel, Dios ha guardado un remanente escogido por gracia.

Otro profeta que menciona el remanente de Dios es Isaías, quien en el siglo VIII a. c., le advierte a Israel que aunque su población sea como la arena del mar, solamente un remanente regresará del exilio (Isaías 10:22). Isaías anuncia la cautividad de las tribus del norte, por parte de Asiria. La doctrina del remanente es un tema recurrente tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, significando que sólo un pequeño grupo de fieles a los mandamientos de Dios serán protegidos por el Pacto.

También el profeta Jeremías, en el siglo VII a. C., alienta al pueblo de Dios con la siguiente profecía: “Y yo recogeré al resto (remanente)  de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a su redil; y crecerán y se multiplicarán. 4 Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se espantarán, ni faltará ninguna, dice Jehová” (Jeremías 23:3-4). El paréntesis explicativo es mío). (Crédito: Jewish Virtual Library).

El profeta Miqueas, en el siglo V a. C., destaca el tema del remanente enfatizando que un grupo de fieles permanecerá después del juicio, que confíen en la esperanza de su restauración.

Algún día, oh Israel, yo te reuniré; juntaré al remanente que quedó. Volveré a reunirlos como ovejas en su redil y como un rebaño en su pastizal. ¡Sí, su tierra se llenará nuevamente de ruidosas multitudes! 13 Su líder irrumpirá, se pondrá al frente y los sacará del destierro, a través de las puertas de las ciudades enemigas, y los llevará de regreso a su propia tierra(Miqueas 2:12-13 NTV).

Este remanente con frecuencia se presenta como un grupo purificado que experimentará las bendiciones y la restauración de Dios. Teológicamente, el remanente significa la misericordia y fidelidad de Dios con sus promesas del Pacto. (Crédito: Precept Austin).

“En términos bíblicos, el “remanente” se refiere a un reducido grupo fiel de personas que permanecen verdaderos ante la enseñanzas de Dios, aun cuando la mayoría se ha apartado por completo. Este concepto está presente tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento para describir a un grupo escogido y preservado a través de pruebas y tribulaciones, a menudo con promesas de futura restauración o salvación” (Search Labs/ AI Overview). Traducción personal por el autor de este escrito.

El remanente en el Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento el Señor Jesús incluye la doctrina del remanente al final del Sermón del Monte, en donde enseña los requisitos para ser ciudadanos del Reino de los cielos. Mateo cita la metáfora de la puerta estrecha y el camino angosto que conducen a la vida eterna, según Jesús.

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14 RVR 1960).

El evangelista Lucas también cita las palabras de Jesús en cuanto al pequeño grupo de los que se salvan y entran en la vida eterna.

Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén. 23 Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: 24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:22-24 RVR 1960).

En el pasaje de Lucas el Señor Jesús enfatiza el esfuerzo necesario para entrar por la puerta angosta. Cristo no vino a abrir las puertas a multitudes con tal de que engrosaran el número de los que lo seguían. Él sabía que muchos no creerían en sus enseñanzas. Lo aseguró a sus discípulos en el Sermón de las Parábolas (Mateo 13, Marcos 4 y Luc. 8 RVR 1960). Ni tampoco él forzaba a las multitudes para que creyeran en él. Así que solamente un remanente creyó y quedó fiel. Cuando las multitudes lo seguían, Jesús sabía que sólo un pequeño grupo le era fiel.

“Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? 68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6:66-69 RVR 1960).

La respuesta del apóstol Pedro a la pregunta de Jesús, contiene la esencia del remanente. Simón Pedro habla en nombre de los doce: “nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Los demás que “volvieron atrás” no formaban parte del pequeño grupo del remanente de sus seguidores.

En el Nuevo Testamento, después de la muerte y reurrección de Jesucristo, el concepto del remanente se extiende a la comunidad cristiana primitiva, que comprendía tanto a judíos, como a gentiles. El apóstol Pablo enfatiza la doctrina del remanente en Romanos como ya se ha citado; y el apótol Juan también lo mantiene en el libro de Apocalipsis.

Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto (remanente) de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17 RVR 1960). Paréntesis es mío.

El resto de la descendencia de la mujer se refiere al remanente de los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. Los apóstoles conocían la doctrina predicada por su Maestro y ellos la enfatizan en sus enseñanzas. En el Nuevo Testamento el remanente a menudo se asocia con las promesas del perdón, la vida eterna, el eterno amor de Dios. La futura restauración del Reino de Dios, y la tierra nueva y los cielos nuevos reservados para los que luchen hasta el fin.

CONCLUSIÓN

Contra cualquier doctrina que anule el concepto del remanente de Dios, las referencias a este concepto han sido documentadas en este estudio sobre la doctrina extendida tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. No se trata de ser sionista o proisraelí al documentar la doctrina del remanente. Se trata de una doctrina bien cimentada en el Antiguo Testamento y defendida con mucha claridad en el Nuevo Testamento por el mismo Señor Jesucristo en cuanto a la fidelidad y sufrimientos de sus seguidores; y el apóstol Pablo en el libro de Romanos la confirma con toda claridad refiriéndose al remanente israelí, así como el remanente en el Nuevo Testamento.  Así mismo, el apóstol Juan en el libro de Apocalipsis se refiere a la lucha del diablo en contra del pequeño grupo descendiente de la mujer: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17 RVR 1960). Resaltado es mío para enfatizar en el concepto del remanente.

La doctrina del remanente se refiere a un pequeño grupo dentro del pueblo de Dios en el Antiguo  y en el Nuevo Testamento. Este estudio ha citado a profetas de reconocida autoridad tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento; puesto que el mismo Jesucristo declara que son pocos los que se salvan (Lucas 13:23 RVR 1960). Jesús no vino a ofrecer una salvación universal, como lo proclaman algunos, porque él dice que muchos procurarán entrar por la puerta angosta, pero no podrán: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:24 RVR 1960).

En otro pasaje del evangelio Cristo reclama a una multitud que lo seguían porque les había dado de comer. Estas son las palabras textuales de Jesús: "Les digo la verdad, ustedes quieren estar conmigo porque les di de comer, no porque hayan entendido las señales milagrosas" (Juan 6:26 NTV). Jesús no es partidario de llenar templos a megaiglesias que predican el “Evangelio de la Prosperidad”. Jesús fue claro en cuanto al remanente: “No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21 RVR 1960). Él busca a los pocos que se esfuerzan por entrar en el Reino de los cielos y que perseveran hasta el fin: “Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mateo 24:13 RVR 1960).

 

REFERENCIAS

Bible Study Tools > Remnant meaning

Biblia Nueva Traducción Viviente

Biblia Reina Valera 1960

Encyclopedia Britannica: The Remnant of God

Jewish Virtual Library > Remnant of Israel

Precept Austin > A Call to the Remnant

Precept Austin > Romans 11:1-4 Commentary

Researach Lab/AI Overview > The Remnant in biblical terms

 

 

jueves, 29 de mayo de 2025

 

LA RESTAURACIÓN DEL REINO DE DIOS

Amadeo Albuquerque Lara

El concepto de “restauración” (Hebreo שיקום (shikúm) significa "reconstruir" o "restaurar") se origina en la profecía de la unión de los reinos del norte y del sur. El reino de Israel se inició con la capital en Siquem como un solo reino, unidad que persistió hasta después de la muerte del rey Salomón. Las primeras capitales del reino de Israel fueron: Siquem, Tirsa y Samaria. Jeroboam trasladó la capital a Tirsa y Omri fundó Samaria, convirtiéndola en la capital definitiva del reino del norte. El reino de Israel antes de la división estuvo gobernado por Saúl, David, y Salomón.

Israel fue un reino poderoso, pero no libre de conflictos con los pueblos vecinos. Sus principales enemigos fueron los filisteos. Saúl luchó contra ellos en varias ocasiones, pero fue derrotado en la batalla contra ellos, en el Monte Gilboa (año 992 a. C.) donde murió por su propia espada (1 Samuel 31). David también luchó contra los filisteos comenzando con la derrota de Goliat, pero al final estableció una especie de relación con ellos (Crédito: World History Encyclopedia).

Después de la muerte de David lo sucedió en el reino su hijo Salomón. Aunque éste construyó el Templo para la adoración de יהוה (Yavé), se olvidó de su adoración por la influencia de sus numerosas esposas extranjeras quienes lo indujeron a la adoración de sus dioses paganos. A la muerte del rey Salomón lo sustituyó su hijo Roboam, en el año 928 a. C. y reinó durante 17 años; pero Roboam fue un rey inflexible y poco sabio, por lo que provocó la división del Reino de Israel en reino del norte con capital en Samaria y el reino del sur con capital en Judá (véase 1 Reyes y 2 Crónicas en cuanto a la división del reino de Israel).

Los profetas que le dan fuerza al concepto de la restauración son Isaías, Jeremías, Ezequiel, Hageo y Zacarías. Estos profetas auguran el regreso a la adoración pura, la reconstrucción de Jerusalén y la restauración de la vida espiritual de Israel con el retorno a la adoración del verdadero Dios (יהוה, YHWH). La esperanza en una futura restauración no sólo estuvo presente en los profetas ya citados, sino incluso entre los seguidores de Jesús. Estando Jesús reunido con ellos antes de su ascensión, los apóstoles le preguntaron que si él restauraría (επαναφέρω (epanaphero) reinstalar o restablecer; o ανακαινίζω (anakainizō): que significa "renovar", "hacer nuevo") el reino a Israel en el tiempo presente, pero Jesús no les da respuesta de tiempo alguno (Hechos 1:6-11). Él está interesado en que se predique su evangelio en toda la Tierra, cambiando la perspectiva judía de sus discípulos, a una perspectiva universal.

Sin embargo, esta perspectiva judía persiste en algunos de los discípulos de Jesús aun después de su muerte y resurrección. Cuando dos de ellos caminan hacia Emaús, Jesús se les presenta mientras ellos comentan los acontecimientos de la crucifixión y muerte del varón profeta que persiste en la mentalidad de ellos, según Lucas 24:19. Los ojos de ellos no reconocen al “varón profeta” hasta que comparte el pan con ellos. Pero Cleofas es quien dialoga más con Jesús. Y le deja oír lo que ellos esperaban: “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido” (Lucas 24:21). Los verbos "redimir" y "restaurar" comparten la idea de devolver a algo su estado original o valor, según el contexto (Crédito: RAE y ASALE). Por tanto, el verbo “redimir” que usan estos discípulos comparte el mismo significado del verbo “restaurar” que algunos de ellos habían usado en la pregunta a Jesús, según Hechos 1:6-11.

Esta plática entre los discípulos en camino a Emaús y Jesús ya resucitado confirma que los discípulos de Jesús continuaban con la mentalidad judía de un Mesías que venía a restaurar o re-unificar los reinos del norte y del sur como lo fueron desde su fundación como Reino de Israel, sin la intervención de los romanos. Es más, el concepto de restauración permanece en las profecías con una extensión hasta “los últimos tiempos”, lo cual es un concepto apocalíptico o escatológico. Después de la caída de Jerusalén, Ezequiel no habló más de los juicios de Dios sobre sus contemporáneos sino de la redención de Israel en los últimos días (Ezequiel 25-48). El libro de Ezequiel comprueba que este profeta fue “un profeta de la Restauración de Israel”.

El profeta Jeremías también proclama la reunificación de los dos reinos:

Porque he aquí, vienen días —dice el Señor— en que haré volver del cautiverio a mi pueblo Israel y Judá —dice el Señor—. Los haré volver a la tierra que di a sus padres, y la poseerán” (Jeremías 30:3). Énfasis es mío.

El profeta Zacarías se refiere a las dos casas a las que el Señor Dios las hará volver. Otra manera de restaurar los dos reinos.

Fortaleceré la casa de Judá, y salvaré la casa de José. Los haré volver, porque tendré misericordia de ellos. Serán como si no los hubiera desechado; porque yo soy el SEÑOR su Dios” (Zacarías 10:6-12). Énfasis es mío.

Todas estas profecías de la restauración de Israel se extienden a un contexto apocalíptico-escatológico, cuando los dos reinos volverán a formar uno solo, en cumplimiento de las profecías. “En el contexto apocalíptico, la restauración de Israel, también conocida como el "recogimiento" o "reagrupamiento", se refiere a la reunión de los judíos dispersos por el mundo a su tierra ancestral, Israel, como parte de un plan divino para el cumplimiento de las profecías” (Crédito: Churchofjesuschrist)

El concepto de la restauración de Israel “en el final de los tiempos” es un elemento central en la escatología judía. Avisora un futuro cuando el pueblo judío se juntará de nuevo en su tierra y comenzará la era mesiánica. Esta esperanza tiene sus raíces en las profecías y en la tradición, las cuales anticipan un retorno glorioso a la Tierra Prometida, la reconstrucción del Templo y el establecimiento de un orden mundial de justicia y paz (Crédito: Encyclopedia Britannica).

El autor del libro de Apocalipsis en el relato de sus visiones describe la Nueva Ciudad de Jerusalén. Es una ciudad amurallada con nombres inscritos de las doce tribus de Israel y junto con ellas, los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. (El remanente del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, y el remanente representado por los doce apóstoles representando a la Iglesia en el Nuevo Testamento). Es decir, las doce tribus de Israel no están excluidas en la Nueva Jerusalén, concepto que se acomoda al de la restauración de Israel al final de los tiempos. He aquí la descripción de la Jerusalén celestial:

Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; 13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. 14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Apocalipsis 21:12-14). Destacado es mío.

En el desarrollo y análisis de este estudio se ha señalado cómo se inició el reino de Israel, la unidad del reino con un solo rey en diferentes períodos, el Templo como el único centro de adoración de Yavé, el único Dios de Israel, y la ciudad de Jerusalén como la ciudad de David, linaje del cual desciende el Mesías. Este concepto fue fortalecido por las profecías de los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel, Hageo y Zacarías. También este escrito ha documentado la extensión del concepto de restauración a un contexto escatológico, que se presenta en la descripción de la Nueva Jerusalén celestial con las doce tribus de los hijos de Israel y los doce apóstoles del Cordero.

CONCLUSIÓN

El propósito de este estudio ha sido documentar el concepto de “Restauración” tanto en la perspectiva judía, como en la perspectiva de los discípulos de Jesús; así como la respuesta de Jesús que cambia la perspectiva de sus discípulos en una perspectiva universal con la predicación del Evantelio hasta lo último de la Tierra. La perspectiva judía estuvo presente en la mentalidad de los apóstoles cuando le plantean la pregunta al Mesías que si restauraría a Israel en el tiempo presente, antes de la ascensión al cielo. Luego, esa misma perspectiva se documenta en la mentalidad de los dos discípulos en camino a Emaús, en la esperanza que ellos consideran frustrada de la redención de Israel (Lucas 24).

Jesús fue muy específico en ambas ocasiones en que los discípulos le plantean la pregunta que si restauraría el reino a Israel. En la primera ocasión antes de la Pasión, él no les da ningún tiempo de su regreso, sino que les ordena predicar el Evangelio hasta lo último de la Tierra, porque Jesús quiso cambiar la perspectiva judía que prevalecía en sus discípulos por una nueva perspectiva universal. La segunda vez que los discípulos comentan entre ellos su desesperanza de la redención de Israel, lo hacen con las palabras: “Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” Lucas 24:21). Sin embargo, Jesús nuevamente se niega a contestar que si él va a restaurar a Israel en este tiempo. “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27). Jesús tenía que ser muerto, crucificado y resucitado al tercer día; pero también ascender al cielo para volver a dar cumplimiento al concepto escatológico de la restauración.

REFERENCIAS

ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española)

Biblia Reina Valera 1960

Churchofjesuschrist

Church of the Great God

Encyclopedia Britannica, The concept of restoration of Israel

Real Academia Española (RAE) Los verbos “redimir” y “restaurar”

World History Encyclopedia

jueves, 22 de mayo de 2025

 

LA ESCATOLOGÍA BÍBLICO TEOLÓGICA

Amadeo Albuquerque Lara

La escatología basada en la Biblia debe entenderse como el estudio de “las últimas cosas”, el planteamiento de una nueva tierra y un nuevo cielo, la resurrección de cuerpos transformados, y la realidad del Juicio final en el cual Dios separará a los buenos de los malos. La doctrina de las “últimas cosas” o escatología, está documentada desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento. La palabra "escatología" proviene de una palabra griega compuesta por "ἔσχατος +λογία" (Eschatos + logía), que significa "estudio de las realidades últimas”.

Sin embargo, el hecho de tratar con eventos desconocidos en el presente y de tratar asuntos que sucederán en el futuro, no significa entrar en especulaciones ni deslumbramiento, fascinaciones, o añadir doctrinas exóticas que causen suspenso o terror. Por tal razón, este escrito está basado completamente en la Biblia, destacando entre otros temas, el final de los tiempos, la resurrección de buenos y malos, el Juicio final, así como la restauración del Reino de Dios, cuya cercanía Jesús anunció desde el inicio de su ministerio público. Y el apóstol Juan en Apocalipsis enfatiza en la destrucción de “la serpiente antigua”, el cese de los sufrimientos y las tribulaciones; la destrucción de esta tierra y la creación de una nueva tierra, un cielo nuevo y la Nueva Jerusalén.

Este estudio dará inicio con los textos del Antiguo Testamento, especialmente referidos a la Biblia hebrea o Texto Masorético, por su respetable autoridad y confiabilidad. El primer pasaje se encuentra en el libro de Daniel, capítulos 7-12.  En este pasaje hay visiones apocalípticas, subida y caída de reinos, resurrección, y el juicio final. Sin embargo, en el tratamiento del tema de la Escatología, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, no entraré en muchos detalles para no hacer extenso este escrito; sólo me centraré en el tema del cual trata la escatología bíblico-teológica.

El capítulo 7 de Daniel destaca la visión de “un Anciano de días”, quien representa la imagen del Juez en el Juicio final; así también hay referencias a libros que fueron abiertos, de un juez que se sienta en su trono, la segunda venida de Cristo en las nubes, en la figura de Hijo de Hombre que se presenta ante el Anciano de días, quien concede el dominio eterno al Hijo de Hombre, cuya autoridad de dominio proviene de “el hombre vestido de lino” en Daniel 7:9 y 12:7). Finalmente, la guerra de los santos termina cuando el Anciano de Días inicia el juicio de los “santos del Altísimo”. En este capítulo, la figura del Anciano de Días ocupa el lugar central; pero el capítulo termina con el “reino eterno de los santos del Altísimo”. Pablo amonesta a los corintios con estas palabras, con clara referencia a los “santos del Altísimo”, en el libro de Daniel, texto ya citado.:

“¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo?”, “¿No se dan cuenta de que juzgaremos a los ángeles? (1 Corintios 6:2-3).

Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente” (Daniel 7:9).

En el capítulo ocho Daniel tuvo otras visiones, pero el Ángel Gabriel le advierte: “Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin” (Daniel 8:17-19). En el capítulo nueve habla de la desolación de Jerusalén en setenta años. Evidentemente, Jerusalén y el Templo fueron destruidos en el año 70 d.C. por los soldados del Imperio romano. Profecía que también Jesús le declaró a sus discípulos, en el discurso del Olivar: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mateo 24:2).

En el capítulo 10, el príncipe Miguel le revela a Daniel lo que vendrá en los “postreros días” (10:14), y el capítulo finaliza con la visión que le explica el príncipe Miguel: “Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad” (10:21); libro que en otros pasajes de la Biblia se refiere al “libro de la vida”.  Luego, en el capítulo 12 vuelve la figura del príncipe Miguel, y la referencia a lo que está escrito en un libro; sin duda, el mismo “libro de la verdad”, del capítulo diez ya citado (12:1); pero en el verso 2 habla claramente de la resurrección y juicio de justos e injustos: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (12:2). Obsérvese que tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, los que han muerto, “duermen en el polvo de la tierra”, esperando la resurrección en el día final.

Esta parte del libro de Daniel registra la pregunta que inquieta a todos los investigadores del “final de los tiempos”, que se conoce como “Escatología”; pero cuando Daniel plantea la pregunta de cuándo serán el fin de estas maravillas, la respuesta es clara que serán cumplidas al final de los tiempos; respuesta también confirmada por el Señor Jesús, cuando sus discípulos lo interrogaron:

Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas? 7 Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas” (12:6-7). Destacado es mío.

Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? 9 Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (Daniel 12:8-9); “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre”, respuesta de Jesús a sus discípulos (Mateo 24:36).

El libro de Daniel en los capítulos 7-12 se citan muchas figuras apocalípticas; pero más que todo, se refiere al cumplimiento de todas las cosas. Por eso, los comentaristas sobre el tema apocalíptico, se refieren a las “últimas cosas”, doctrina bíblico-teológica que toma el nombre de “Escatología”.

El siguiente libro del Antiguo Testamento es el del profeta Isaías; especialmente, los capítulos 24-27 y 65-66. En estos capítulos el Profeta anuncia la restauración del Reino de Dios, el Siervo sufriente, nuevos cielos y nueva tierra, el juicio final, y la restauración de las relaciones de Dios con el pueblo de Israel, el final de los tiempos, y la última Victoria de Dios (Isaías 24-27 and 56-66). Obsérvese que los temas que hasta ahora se han conocido son recurrentes tantos en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.    

Ezequiel es otro de los profetas mayores, junto con Isaías, que enfatizan los temas apocalípticos. Así como también los enfatizan Daniel y Zacarías, en el Antiguo Testamento. Más adelante en este escrito me referiré a los libros y epístolas que también se ocupan de temas escatológicos.

Ezequiel en su capítulo 37 comienza con la visión de los huesos secos que se recubren de tendones, carne y piel que luego se ponen de pie. Se juntan para representar el tema de reunificación de los dos reinos del norte y del sur. Tema apocalíptico que alude a la reunificación del pueblo de Israel en el día final. Otro tema de Ezequiel es “el nuevo templo en Jerusalén, símbolo de la restauración de Israel y la presencia de Dios en medio de su pueblo. Este templo es más que una estructura física; representa la esperanza de una nueva alianza, un lugar de adoración pura y un centro de vida espiritual renovada” (Crédito: información en Internet).

El profeta Zacarías es el penúltimo libro del Antiguo Testamento; y los estudiosos lo catalogan entre los profetas menores, no por su importancia profética, sino por la brevedad de su contenido. El Profeta cita visiones del “Día del Señor”, el cual no es más que el día del Juicio final. Otro tema en Zacarías es como un sinónimo del primero. Es la “Victoria final de Dios” sobre todos los males y el establecimiento de su Reino de justicia y paz. Hasta aquí se han cubierto los temas escatológicos en el Antiguo Testamento. A continuación, se citarán los pasajes en el Nuevo Testamento que enfatizan los mismos temas escatológicos ya documentados.

En el Nuevo Testamento se citarán el libro de Mateo, las epístolas a los tesalonicenses, primera epístola a los corintios, segunda epístola de Pedro, y el libro de Apocalipsis.

 El evangelio de Mateo se distingue por ser el primer libro del Nuevo Testamento y el que contiene los cinco discursos del Señor Jesús. En esta sección del evangelio este escrito destacará los capítulos 24 y 25, los cuales contienen el Discurso del Olivar, o discurso del Monte de los Olivos; así como las señales de los últimos tiempos, la venida del Hijo del Hombre (Jesús) en las nubes, con poder y gloria, y el Juicio final. Sin embargo, el día y la hora de la venida del Hijo del Hombre nadie sabe, sólo el Padre.

Mateo contiene la predicción que hace Jesús de la destrucción del Templo y la presencia de los falsos cristos y de falsos profetas que engañarán a muchos, así como la advertencia de perseverar hasta el fin. Porque el capítulo 25 narra la severidad del Juicio final ejecutado por el Hijo del Hombre, quien apartará a diestra y siniestra a buenos y malos.  Como es fácil de notar, son los mismos temas escatológicos que se destacan en el Antiguo Testamento, lo que confirma la unidad de los dos testamentos y la inspiración divina con que fueron escritos por los diferentes autores.

Dos epístolas de Pablo, 1ra y 2da Tesalonicenses, se refieren a la segunda venida de Cristo que vendrá como ladrón en la noche (1 Tes 5:2-3), sin previo aviso; así como la presencia del “hombre de pecado” e “hijo de perdición”, el cual se opone a todo lo que se llama Dios. En el capítulo 4 Pablo amonesta a los creyentes a no entristecerse por “los que duermen”, porque se refiere a la resurrección de sus cuerpos, otro tema escatológico (1 Tesalonicenses 4:13-18).

También el apóstol Pablo anima a los hermanos de Corinto con la transformación de los cuerpos en la resurrección al final de los tiempos, y les advierte que, si no hay resurrección, tampoco Cristo resucitó y por lo tanto, sería vana la predicación y vana la fe. Pablo pone fuerte énfasis en la resurrección, como tema escatológico (1 Corintios 15:12-18).

El apóstol Pedro en su segunda epístola y el capítulo 3 es bien contundente en los temas escatológicos, pues enfatiza el “Día del Señor” o día del juicio final, la destrucción del mundo presente, y nuevos cielos y nueva tierra, temas recurrentes en los escritos escatológicos (2 Pedro 3:7-9).

Por último, el libro que lleva el nombre de Apocalipsis ha sido reconocido como emblemático en el tema de la Escatología; es el documento más completo y simbólico de los temas escatológicos del Nuevo Testamento.

Sin entrar en discusiones controversiales en cuanto a la autoría del libro de Apocalipsis, este escrito finalizará con la escatología más completa que se registra en el libro. Al igual que el libro de Daniel, Apocalipsis está lleno de visiones que describe el autor. Como el apóstol Juan es el más longevo de los apóstoles escogidos por Jesús, ha sido testigo de las persecuciones y tribulaciones que han sufrido apóstoles y creyentes, incluyéndose él, desterrado en la isla griega de Patmos, ubicada en el mar Egeo. Por eso, la visión de la gran tribulación tiene que estar presente. Sin duda, Juan ha contrarrestado también al anticristo, un tema más desarrollado en Apocalipsis.

Los temas escatológicos que se destacan en el libro son entre otros, el juicio final, la resurrección de los muertos, la segunda venida de Cristo y el establecimiento del reino milenario. Es muy obvio que los escritores del Antiguo, como del Nuevo Testamento, fueron inspirados por Dios en cuyas mentes predominó la unidad, veracidad, así como visiones celestiales por las cuales los escritores tuvieron la certidumbre de las cosas y eventos que habrán de acontecer en el final de los tiempos.

Por otro lado, Apocalipsis asegura que al final de los tiempos ya no habrá más sufrimientos ni tribulaciones, porque el que acusa a los escogidos, la serpiente antigua que se llama Diablo, será lanzado al lago de fuego (20:7-15), y aquí el autor confirma lo que Pablo asegura a los corintios: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar” (el Juicio final de justos e injustos), (20:4), así como se mencionan los tronos citados en los libros ya documentados en este escrito. Se confirma la resurrección de los muertos, el libro de la vida, “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (20:15).

El tema del fuego eterno y horno de fuego fue enfatizado en las enseñanzas de Jesús, el cual fue ilustrado con el crematorio de desechos en el Valle de Hinón o Gehenna; pero sólo me voy a referir a las citas de los evangelistas Mateo y Marcos:

1) La parábola de la cizaña que será quemada al final; en donde Jesús dice que a los malvados los echarán “en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13:41-42, 49-50). 2) Jesús, en Mateo usa los términos “fuego eterno”, y “horno de fuego”. arrojados al "fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" Mateo 13:41-42; 49-50); y Mateo 25:41, se refiere al “fuego eterno preparado para el diaglo y sus seguidores”). Y 3) en donde Jesús habla de un lugar “donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”, como una advertencia del infierno (Marcos 9:43-48). Evidentemente, “el gusano” aquí representa al espíritu que vuelve a Dios (Eclesiastés 12:7)

Sin haber agotado los temas escatológicos en el libro de Apocalipsis, no se obviará el tema de la Nueva Jerusalén, la cual el autor se esmera en describir, y con cuyo tema daré por finalizado este escrito. He aquí lo que el autor describe en su magna visión de los nuevos cielos, la nueva tierra, y la Nueva Jerusalén.

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apoc 21:1-4).

Qué visión más bella, la cual estaba reservada sólo al discípulo al cual Jesús amaba, y de quien se habló de que no vería la muerte. Si hubiere dudas en cuanto a la autoría de Apocalipsis, dejaré el asunto al criterio personal de lectores y críticos de este libro. Para este escrito, lo que interesa es el contenido en el cual se ha apoyado.

CONCLUSIÓN

La escatología es un tema que apasiona a críticos y creyentes. Sin embargo, muchos predicadores y maestros de la Biblia han dado matices de arrobamiento y misterio a los temas apocalípticos. No ha sido ese el propósito de este estudio minucioso el cual se ha basado en pasajes y libros del Antiguo, así como del Nuevo Testamento; porque de este tema se han ocupado personajes incluyendo al Señor Jesús, profetas, y apóstoles en ambos Testamentos.

En este escrito se han destacado los principales temas, si no todos, acerca de las “últimas realidades”. El joven Daniel, el profeta mayor, Ezequiel, así como el profeta Zacarías concuerdan con los temas de “las últimas cosas”, en el Antiguo Testamento. Luego, el Señor Jesús en el Discurso del Monte de los Olivos y sus respuestas a las preguntas de sus discípulos acerca del fin del mundo y de su segunda venida, en el evangelio de Mateo; el apóstol Pablo, y los apóstoles Pedro, y Juan en el Apocalipsis, todos han recibido las visiones y revelaciones de cómo será el cumplimiento de “las útimas cosas” y el final de “las primeras cosas”; la segunda venida de Cristo como ladrón en la noche, la resurrección de muertos buenos y malos, el Juicio final y la condenación eterna en el lago de fuego que nunca se apaga para los malos; y para los creyentes en Jesucristo, la restauración del Reino y la Nueva Jerusalén celestial.

Tal como ha sido expresado en el comienzo de este minucioso estudio, los temas apocalípticos tratados, han sido basados completamente como los relatan sus autores, sin ningún propósito de escandalizar, ni de causar sensacionalismo por las descripciones de los seres que aparecen en las visiones. Todo lo documentado ha tenido el sumo cuidado de edificar y de asegurar conforme a las Escristuras, el fin de los sufrimientos en esta Tierra y como premio, la vida eterna como ciudadanos del Reino anunciado por nuestro Señor Jesucristo, y confirmado por las visiones concedidas a sus siervos a través de la historia.

REFERENCIAS

Biblia Reina Valera 1960 (Daniel, Ezequiel, Zacarías, Mateo, Apóstoles Pablo, Pedro y Juan)

Encyclopedia Britannica:  “escathology” > Richard Landes

Entrevista con Protestante digital > Juan Stam: “Leamos el Apocalipsis en clave pastoral”

Protestante digital “Con respecto a la escatología > Ángel Bea

Resumen de Sitios de Internet sobre “Escatología: doctrina de las últimas cosas”

miércoles, 21 de mayo de 2025

 

LOS TEXTOS BÍBLICOS ANTES FUERON NARRACIONES ORALES

Amadeo Albuquerque Lara

La literatura universal se fue escribiendo a medida que se compilaban los registros en piedra, arcilla, madera, papiros y pergaminos. Todos estos registros fueron plasmados por escrito por las diferentes culturas, con la invención de la Imprenta por Johannes Gutenberg en 1440. Muchos de esos registros contenían ideas, historias, poemas, mitos y diferentes tipos de relatos. De igual manera, los textos bíblicos que forman el Nuevo Testamento fueron compilados de relatos orales que circulaban en las comunidades cristianas a partir de la muerte y resurrección de Jesucristo; pero más que todo, según los testimonios de los apóstoles, testigos presenciales. Los sermones, enseñanzas y parábolas de Jesús, las primeras epístolas de Pablo, y los primeros sermones de los apóstoles que fueron testigos presenciales, se escribieron posteriormente.

Hay otros escritos que nacieron de discípulos que tuvieron un encuentro espiritual con la fuente divina. El apóstol Pablo y el evangelista Lucas son ejemplos de estos encuentros. Pablo tuvo la revelación directa del Señor Jesús en el camino a Damasco; y Lucas fue testigo presencial de las enseñanzas del más erudito de los apóstoles, así como de la obra misionera de Pablo en algunos viajes misioneros, en la fundación de iglesias y las epístolas que Pablo les escribió, y del último viaje rumbo a la ciudad de Roma.

Este documento no centra la fe en las fechas de composición de los escritos que tanto desacreditan los críticos textuales, sino en el origen del testimonio oral de los textos del Nuevo Testamento, porque el libro pudo haberse escrito en fecha posterior a los discursos de Pedro, de Esteban, y demás apóstoles; pero los testimonios veraces de esos contenidos fueron en fecha inmediata a la muerte y Resurrección de Jesucristo. La razón por qué este escrito no se basa en fechas de composición de los textos es porque quienes han determinado las fechas de los libros del Nuevo Testamento son grupos de eruditos y críticos textuales, críticos literarios, y críticos de forma que casi siempre lo hacen con sesgos de descrédito, y de dudas en el origen de los textos y ponen como pretexto los distintos calendarios de la época y la falta de evidencia histórica independiente.

 En consecuencia, este estudio se basa más bien en las enseñanzas y milagros de Jesucristo, en los sermones apostólicos dichos en público, ante multitudes compuestas por judíos y gentiles, sólo días después de la resurrección de Jesucristo. Por ejemplo: El sermón de Pedro, cincuenta días después de la resurrección de Cristo en el día de Pentecostés, y el sermón del diácono Esteban solamente cuatro años después. Todos los testimonios orales están contenidos en el primer documento escrito que sirve de historia de la iglesia cristiana: el libro de los Hechos de los Apóstoles. En este documento hay fe de los distintos sermones del apóstol Pedro, del diácono Esteban, así como del testimonio fidedigno del apóstol Pablo, el instrumento escogido por el mismo Señor Jesucristo. Sin embargo, el libro de Hechos de los apóstoles fue escrito posteriormente después de las narraciones citadas, según estudiosos de estos textos escritos, aunque los eruditos llamados críticos citados en el párrafo anterior contraponen fechas muy posteriores para restar autenticidad, historicidad y veracidad a los autores de los textos del Nuevo Testamento, aprovechándose de que entonces no existía “Copyright” o derechos de autor para beneficios financieros.

En cuanto a la publicación de los primeros escritos del Nuevo Testamento, las epístolas siguientes fueron los primeros textos publicados, según estudiosos del Nuevo Testamento. “Las Cartas de San Pablo, como Tesalonicenses, Gálatas y Corintios, son consideradas como algunos de los primeros escritos del Nuevo Testamento” (Crédito: Catholic.net., Encyclopedia Britannica)

La siguiente información fue tomada de la Encyclopedia Britannica, y traducida por el autor de este estudio.

“Los libros no se establecieron cronológicamente en el Nuevo Testamento. Las epístolas de Pablo, por ejemplo, narran los problemas inmediatos de las iglesias locales poco después de la muerte de Cristo, se consideran los primeros textos (que los críticos textuales no pueden contradecir, aunque quieran). Los libros se ordenaron de acuerdo con una narrativa más bien lógica”.

“Los evangelios narran la vida de Jesús y sus enseñanzas; el libro de los Hechos detalla la obra de los seguidores de Cristo en la propagación de la fe cristiana; las epístolas enseñan el significado e implicaciones de la fe; y el libro de Apocalipsis profetiza eventos futuros y la culminación del propósito divino” (Crédito: Encyclopedia Britannica, traducción personal). El paréntesis es mío.

Los evangelios fueron escritos después de las epístolas de Pablo, según estudiosos del Nuevo Testamento (Crédito: Britannica), pero no en fechas tan tardías como las que proponen los críticos textuales. Se cree que los evangelistas tomaron su información de testimonios orales y de textos que circulaban en las iglesias locales. Pero más que todo, de lo que ellos mismos habían visto y oído, según lo proclama el apóstol Juan (1 Juan 1:3).

Los evangelios canónicos se escribieron con el propósito de transmitir y preservar la tradición apostólica sobre Jesús. Su objetivo principal era ayudar a la gente a creer en Jesús como el Mesías y el Hijo de Dios, y para que, a través de esa fe, obtuvieran vida eterna” (Crédito: Search Labs/AI Overview).

Mateo presenta a Jesús como el nuevo Moisés, el rey mesiánico que cumple las profecías del Antiguo Testamento y establece el reino de Dios. Marcos sestaca la acción y ministerio de Jesús, enfocado en su sufriendo y muerte como el Siervo de Dios, ofreciendo una narración concisa y rápida de su vida. Lucas resalta la misericordia de Jesús y su preocupación por los pobres y excluidos, presentándolo como el salvador que viene a traer la salvación a todos los pueblos. Juan muestra a Jesús como el Logos divino, el hijo único de Dios, y se enfoca en la revelación de la divinidad de Jesús, enfatizando en su identidad preexistente y su poder sobre la vida y la muerte.

Por lo tanto, mi estudio se basa en los testimonios orales de los testigos de Jesucristo y del mismo Señor Jesucristo. El “Aparato Crítico” anexado al texto del Nuevo Testamento griego por Westcott y Hort, y las nuevas versiones de la Biblia han enfocado sus ataques en el número de manuscritos que según ellos andan por unos 15,000 en idiomas griegos, latinos, y traducciones a otros idiomas, la mayoría en forma fragmentada todos ellos con diferencias y variaciones significativas en las versiones y posibles adiciones e interpolaciones, según los críticos (AI Overview).

En consecuencia, los críticos texuales se han dado a la tarea de “unificar” estas variaciones en los diferentes manuscritos, para “reconstruir” un manuscrito más cercano al original griego koiné, idioma que usaron los evangelistas y escritores bíblicos. Sin embargo, siendo que no existe un manuscrito original o autógrafo de los distintos escritores con el cual comparar los diferentes manuscritos que sólo existen en copias y copias de copias, el argumento de la crítica textual, así como el supuesto manuscrito cercano a los autógrafos, resulta imposible o muy poco probable.

También a la crítica textual hay que agregar la crítica de forma y la crítica literaria de los textos bíblicos.  “A fines del siglo XVIII se aplicaron a la Biblia varios métodos de investigación literaria, y en el siglo XIX se produjo mucha literatura en relación con ello. Sobre todo en el campo neotestamentario, los racionalistas y antisupernaturalistas estuvieron en la vanguardia del movimiento, y la filosofía idealista de Hegel o el cientificismo optimista de Darwin, y la teoría Wellhausen, respecto al Pentateuco, influyeron en ellos sobremanera”. Por ejemplo, la teoría Wellhausen supone que el Pentateuco no fue escrito por Moisés, sino que es el producto de cuatro fuentes diferentes. Por tanto, los estudiosos de la Palabra de Dios: pastores, predicadores, maestros de la Biblia, y líderes de iglesias, deben todos mantenerse a la expectativa de cómo las nuevas teorías filosóficas, teológicas y filológicas van permeando los comentarios, las exégesis e interpretaciones tanto del Antiguo, como del Nuevo Testamento. Incluso, esas mismas teorías siguen permeando las traducciones o versiones modernas de las Sagradas Escrituras (Crédito: Estudio Inductivo de la Biblia).

Los críticos textuales mejor reconocidos son Daniel Wallace, Karl Lachmann, y Westcott y Hort. Pero quien sobresale en la crítica textual es el filólogo de textos clásicos antiguos, Karl Lachmann 1793 – 1851) considerado el padre de la crítica textual moderna, revolucionando el método de edición de textos antiguos. Westcott y Hort se convirtieron en editores de los textos del Nuevo Testamento y un “Aparato Crítico” agregado a los textos, el cual es respaldado por las Sociedades Bíblicas Unidas, para las traducciones de la Biblia a los diferentes idiomas. La crítica textual cuestiona la veracidad de los libros del Nuevo Testamento con la intención de sembrar dudas y de cuestionar la fidelidad de los textos, de la historia y del mensaje de Jesús en los textos que constituyen el Nuevo Testamento. Pero es más, la crítica textual ha alcanzado a teólogos y biblistas de tendencia liberal dentro del Protestantismo, como es el caso del teólogo y filósofo alemán Rudolf Bultmann (1884 -1976), quien ha sentenciado que los escritos del Nuevo Testamento no son creíbles para la mentalidad moderna y que es necesario “desmitologizar” el Nuevo Testamento y eliminar los milagros, parábolas dichas por Jesús y la misma Resurrección de Jesucristo considerada como mito por falta de evidencias históricas independientes. Agregado a esto, Bultmann enfatiza en la relación del Jesús histórico con el Cristo de la proclamación eclesiástica (Crédito: Rudolf Bultmann, “demythologizing the New Testament”).

Es decir, el ataque se combina tanto contra la falta de unidad de los textos bíblicos por “las variantes e interpolaciones”, como en contra de la autenticidad e historicidad de los textos del Nuevo Testamento por no adecuarse a la mentalidad científica moderna. Si en un remoto caso se llegara a un acuerdo para satisfacer a los críticos textuales, nuestro Nuevo Testamento quedaría huérfano y vacío del poder redentor y doctrinal atestiguado en los escritos del Nuevo Testamento. Sería sustraer a Cristo del centro y razón de ser del Nuevo Testamento, pues Cristo convencía con la evidencia de su poder de hacer milagros y con la autoridad de sus enseñanzas a través de sermones, parábolas, y el poder de su resurrección. El apóstol Pablo reclama a los corintios que si Cristo no resucitó su fe es vana, la predicación es vana y están todos en pecado, y que la prueba irrefutable de que Cristo resucitó es que le apareció a él como el más pequeño de todos los apóstoles (1 Corintios 15).

Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (1 Corintios 15:14-17).

En consecuencia, la base inicial de esta documentación está puesta en las palabras de Jesús atestiguadas por los apóstoles, en los testimonios presenciales de los apóstoles, a través de los sermones del apóstol Pedro, quien se dirige a judíos y a gentiles después de 50 días de la resurrección de Jesucristo. Por tanto, los argumentos en sus sermones fueron primeramente orales y posteriormente documentados en textos escritos, sin precisar fechas determinadas, porque no son las fechas las que transforman a las personas, sino las palabras dichas por Jesús y por sus apóstoles y discípulos. El testimonio de estos sermones está basado en los profetas del Antiguo Testamento al igual que lo hizo Jesucristo, y lo que ellos vieron y oyeron directamente de las palabras de Jesús. Con esta explicación de motivo y propósito de este documento, se dará inicio a la base doctrinal e histórica de los textos del Nuevo Testamento.

Primer sermón del apóstol Pedro: El sermón Pedro lo dirigió a judíos y gentiles devotos de varias nacionalidades, en el día de Pentecostés. De manera que el número de testigos no es nada despreciable. Como se ha dicho anteriormente, los testimonios orales son los expresados a partir de los cincuenta días después de la resurrección de Jesucristo. En su primer discurso, el apóstol Pedro destaca lo dicho por el profeta Joel en cuanto al derramamiento del Espíritu Santo: Mas esto es lo dicho por el profeta Joel” (Hech 2:16). Pedro pone las bases en la doctrina de la venida del Señor Jesús Grande y manifiesta; así como la doctrina de la salvación para todos los que invoquen el nombre del Señor, no de una salvación universal.  El sermón acusa directamente a los judíos representados en el Sanedrín, quienes entregaron a Jesús, lo mataron por manos inicuas por medio de la crucifixión. Pero Dios lo resucitó porque la muerte no pudo retenerlo en el sepulcro para que no viera corrupción. Pedro enfatiza en la veracidad de la Resurrección de Jesucristo como fuente del poder transformador y salvador de todos los que creen.

Y para fundamentar su fe y doctrina, sigue con la descendencia de Cristo según el linaje de David en cuanto a la carne, quien también se sentó en su trono. Pedro repite la resurrección de Cristo para asegurar que ellos son testigos. Y se dirige a la casa de Israel reclamándole que ellos lo crucificaron, pero que Dios lo ha hecho Señor y Cristo.

Pedro hace énfasis en el arrepentimiento y el bautismo en el nombre de Jesucristo para recibir el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. El resultado fue una conversión y bautizos masivos de una multitud como de tres mil personas. Estos conversos no abandonaron a los apóstoles, sino que perseveraban en la doctrina de los apóstoles y en la comunión unos con otros; en el partimiento del pan que incluía las comidas compartidas y la cena del Señor, con oraciones.

Como consecuencia de las maravillas obradas por los apóstoles, los nuevos creyentes procuraban estar juntos teniendo todas las cosas en común, vendían sus propiedades para socorrer a los más pobres según sus necesidades. Perseveraban en el templo y compartiendo el pan en las casas con sencillez de corazón. Estas actitudes cristianas producían conversiones cada día, las cuales engrosaban el número de miembros en la iglesia de Jerusalén. Nadie que crea en la narración de Lucas, en el libro de los Hechos, puede negar el poder con que se efectuaban los hechos.

Segundo sermón del apóstol Pedro: El apóstol Pedro aprovecha la sanidad de un cojo para establecer la base de su fe en el poder de Jesucristo, quien a través de la línea de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, Dios ha glorificado a su Hijo Jesús. Les recuerda su culpa por haberlo entregado a las autoridades romanas, que mataron al justo y Autor de la vida, y pidieron la liberación de un homicida. Pero como Autor de la vida resucitó de los muertos, de lo cual ellos son testigos y por su fe en el nombre de Jesucristo ese cojo está completamente sano tal como ellos lo ven. Por lo tanto, la obra milagrosa de los apóstoles está basada en el poder de la resurrección de Jesucristo, y por eso los críticos textuales la tildan de mito y falta de evidencia histórica.

Los padecimientos de Cristo son el cumplimiento de las profecías en el Antiguo Testamento y el haberlo entregado a las autoridades romanas fue por ignorancia. Pero lo más importante es la conversión y el arrepentimiento para que sus pecados sean borrados, requisito indispensable para llegar a la presencia del Señor y para recibir a Jesucristo que les fue antes anunciado, y “a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:21); alusión clara al mensaje escatológico anunciado por los profetas en el Antiguo Testamento, confirmado por Jesucristo y testificado por los escritores del Nuevo Testamento, que Jesús debe permanecer con el Padre hasta el final de todas cosas cuando él venga por su Iglesia.

Sermón de Pedro en casa de Cornelio: Aunque Pedro fue nombrado el apóstol de la circunscisión judía, Dios le manifestó en visión que también los gentiles alcanzan la gracia y la sangre de Cristo, porque Dios no hace acepción de personas (Hechos 10). Pedro les hace saber que Dios ungió a Jesús de Nazaret con Espíritu Santo y con poder. Como apóstoles ellos son testigos oculares de cómo Jesús anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimitdos por el diablo. Pedro enfatiza en la resurrección de Jesucristo al tercer día de su muerte y lo manifestó a sus testigos que Dios había ordenado de antemano, y les ordenó que predicaran al pueblo y testificaran que Jesucristo ha sido puesto por Dios por Juez de vivos y muertos. Y que también los profetas dan testimonio, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre. Como confirmación de lo expresado en este sermón, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo (verso 45). Habiendo recibido el Espíritu Santo, son bautizados en el nombre del Señor Jesús. (Hechos 10:34-48)

Para el apóstol Pedro, así como para el apóstol Pablo, la Resurrección de Jesucristo es el cimiento y poder transformador y salvador de todos los que creen en su nombre. Para los críticos textuales es necesario eliminar la historidad y autenticidad de la Resurrección de Cristo para remover las bases y esencia del cristianismo y para que todo el edificio de la fe caiga por su propio peso.

El sermón de Esteban: El diácono Esteban comienza su sermón recordándoles a sus oyentes judíos la historia del pueblo de Israel, con el llamamiento de Dios al patriarca Abraham, estando en Mesopotamia y su traslado a la tierra de Canaán de la cual gozan ahora. Dios puso a José por gobernador sobre Egipto, y el hambre lleva a los padres a allí. Esteban menciona la preparación de Moisés en Egipto, su liderazgo, la manifestación de Dios en Sinaí, y la entrega de los Mandamientos. Esteban les recuerda la rebelión e idolatría de Israel en el mismo Sinaí.

Pero cuando Esteban los exhorta duramente porque el pueblo de Israel siempre ha resistido al Espíritu Santo, que son iguales de malos como sus padres, se enfurecen y apedrean a Esteban. Con la muerte de Esteban se desata la persecución en contra de todos los creyentes (Hechos 7).

Las epístolas del apóstol Pablo: Lo que sigue en la historia del libro de los Hechos de los Apóstoles es la conversión de Saulo de Tarso y la inmensa obra misionera y fundación de iglesias del Apóstol Pablo. Lo que sigue son los primeros escritos del Apóstol, sus cartas a los Tesalonicenses, a los Gálatas, y las epístoas a los Corintios. Epístolas que son consideradas las primeras en ser escritas cercanas en el tiempo, después de la muerte y resurrección de Jesucristo, sin dar crédito a la crítica textual, literaria e histórica, grupo de críticos que se han apresurado a inventar fechas a todos los escritos del Nuevo Testamento para su propia conveniencia negacionista. Las demás epístolas de Pablo fueron escritas a medida que las iglesias a las cuales él fundó y fortaleció espiritualmente necesitaban el consejo y cuidados como nuevos convertidos al cristianismo.

Los cuatro evangelios canónicos: Posteriormente, se publicaron los Evangelios canónicos no más tarde que a los veinte años después de la muerte y resurrección de Jesucristo. Pero no quiere decir que la información comenzó a aparecer veinte años después Es obvio que los evangelistas utilizaron los testimonios de las narraciones orales que circulaban en las iglesias locales, así como textos escritos que las iglesias utilizaban para la instrucción de los nuevos creyentes y el fortalecimiento de los demás miembros de las iglesias. Igual que la literatura clásica universal, primero existió en trozos de arcilla, en piedra, en papiros y pergaminos. Por tanto, los textos que formaron los evangelios canónicos vinieron de fuente fidedigna con la aprobación de los apóstoles y demás líderes de las iglesias locales, de la Iglesia de Jerusalén y de la Iglesia de Antioquía de Siria; iglesia de donde salían los misioneros para expandir el Evangelio de Jesucristo liderados por el apóstol Pablo, Bernabé y demás acompañantes. En consecuencia, cada evangelista puso en orden la información que ahora tenemos y escribió los hechos más relevantes recogidos en su memoria más los datos que circulaban en las iglesias locales.

Los evangelios canónicos tuvieron la intención de documentar el linaje del Mesías según la carne y como el Hijo de Dios, imagen del Dios invisible, el testimonio de los profetas del Antiguo Testamento, así como la doctrina, el poder expresado en los milagros, las parábolas, y posteriormente, la evidencia de la Resurrección de Jesucristo atestiguada por las mujeres que siguieron a Jesús, los apóstoles reunidos en grupos, los discípulos en el camino a Emaús; y por último, el testimonio del apóstol Pablo a quien se le manifestó en visión en el camino a Damasco. Mateo, Marcos, Lucas y Juan son considerados canónicos por el reconocimiento de la Iglesia cristiana primitiva, “el Concilio de Nicea (325), y refrendados en el concilio de Laodicea en el año 363, en donde se estableció, de forma oficial, la separación de evangelios canónicos y apócrifos” (Crédito: cervantesvirtual.com). Fuera de las narraciones del Nuevo Testamento, lo que hay es crítica negacionista de las principales doctrinas, de la autenticidad de los testimonios de los apóstoles en cuanto a la persona de Jesucristo, del amor redentor del Padre y de la comunión del Espíritu Santo.

CONCLUSIÓN

El centro y razón de ser de este estudio ha sido la documentación de los testimonios orales tanto del Señor Jesucristo, como los testimonios también orales de los apóstoles y discípulos de Jesús, antes que éstos se convirtieran en documentos escritos. Este estudio se ha iniciado con el examen de las diversas afirmaciones de los principales críticos tanto dentro del Protestantismo, como fuera de él. Se ha señalado la opinión de los críticos textuales, críticos de forma y críticos literarios, particularmente contrarios a los textos del Nuevo Testamento.

En cuanto a los testimonios orales se ha enfatizado en la historicidad y autenticidad de los relatos relacionados con el ministerio de Jesucristo, sus enseñanzas, las parábolas, los milagros atestiguados por sus apóstoles, incluyendo los sermones del apóstol Pedro, el testimonio del diácono Esteban y las epístolas de Pablo como las fuentes orales de los primeros escritos del Nuevo Testamento, así como la proximidad histórica de los contenidos de los Evangelios canónicos.

En relación con la crítica textual, la crítica de forma y la crítica literaria, este estudio ha enfatizado en la veracidad e historicidad de los contenidos antes que en las fechas de composición de cada libro del Nuevo Testamento, ya que las fechas han sido propuestas o impuestas por críticos ya citados aquí, para establecer las bases de su negacionismo histórico. Este estudio ha enfatizado en los contenidos de las enseñanzas y milagros del Señor Jesucristo, de los sermones de los apóstoles Pedro y Pablo, y del testimonio de Esteban. También se ha documentado la proximidad de los relatos a partir de la muerte y resurrección de Jesucristo, así como en los primeros escritos del Nuevo Testamento incluyendo los sermones documentados por Lucas, las epístolas de Pablo y los cuatro evangelios canónicos.

REFERENCIAS

Biblia Reina Valera 1960

Bultmann, Rudolf , “demythologizing the New Testament”

Catholic.net

cervantesvirtual.com

Encyclopedia Britannica

Estudio inductivo de la Biblia

Literatura Bautista

Protestante digital

Scribd, “Teoria Westcott – Hort  y el Texto griego del Nuevo Testamento”

Search Labs/AI Overview

 

miércoles, 14 de mayo de 2025

 

EL CONCILIO DE NICEA I: PRIMER CONCILIO ECUMÉNICO

Amadeo Albuquerque Lara

Hace 1,700 años el Emperador romano Constantino I convocó un concilio en la ciudad de Nicea (325 d. C.), ahora Iznik perteneciente a Türkiye (Turquía), considerado el primer Concilio ecuménico de la Iglesia católica. Sin embargo, no fue un Papa el que convocó el Concilio, y que fueron 300 obispos de varias partes del Imperio romano quienes se reunieron para ponerse de acuerdo sobre bases doctrinales desafiadas por el presbítero Arrio. Ningún obispo estaba sobre la autoridad de los demás obispos. Una de estas doctrinas era acerca de la divinidad de Jesucristo. Arrio sostenía que Cristo era creado por el Padre, no de la misma sustancia. Se condenó la doctrina de Arrio como herética, y se discutieron temas relacionados con la Pascua para que fuera celebrada en fecha fija, aunque no prosperó. También este Concilio elaboró el credo niceno, el cual es observado por la iglesia católica, las Iglesias ortodoxas bizantinas, las Iglesias ortodoxas orientales, la anglicana, y la mayoría de las Iglesias cristianas.

En resumen, el credo niceno contiene los siguientes puntos doctrinales: Dios Padre: Se declara la creencia en un solo Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Jesucristo: Se declara la creencia en Jesucristo, el único Hijo de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de la misma naturaleza del Padre.  El Espíritu Santo: Se declara la creencia en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria. La Iglesia: Se declara la creencia en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. El Bautismo: Se confiesa que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. La Resurrección: Se espera la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. 

Según este credo el bautismo se practica para perdón de los pecados, sin duda basados en el sermón de Pedro: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38-41). Sin embargo, las practicas doctrinales en las iglesias del Nuevo Testamento el primer requisito ha sido aceptar a Jesucristo como el Señor para perdón de los pecados, arrepentirse y bautizarse en agua para recibir el Espíritu Santo.

Por otro lado, respecto a Cristo, el credo afirma que fue “engendrado, no creado”, pero el término “engendrar” es ambiguo porque implica que no es eterno con el Padre. El verbo “engendrar” se refiere a la creación o generación de algo.  “También puede referirse a producir algo en general, como un nuevo ser, una idea o un efecto” (Crédito: RAE). El apóstol Pablo en Colosenses 1:15 dice de Cristo: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”. Esto no significa que fue engendrado, sino que él tiene la primacía, la preminencia en toda la creación y es la imagen del Dios invisible. También el evangelista Juan confirma: Juan 1:14: "Y el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de Verdad”.

Los fines políticos también son obvios para la convocación del Concilio en Nicea por parte del Emperador Constantino I. Había disenciones en cuanto a doctrinas básicas entre las diferentes iglesias. La estabilidad eclesiástica era necesaria para contrarrestar la dividión política del Imperio romano. Por eso el emperador se apresura a convocar el Concilio en la ciudad de Nicea para unificar las creencias que el prebítero Arrio ponía en duda. Obsérvese también que Constantino demuestra la autoridad política sobre la poca autoridad del incipiente papado de Silvestre I, a quien Constantino había entronizado como el primer obispo con nombre de Papa de la Iglesia católico-romana. Porque Constantino había aceptado el cristianismo en el Imperio romano, en un período de división política y porque veía en el cristianismo una religión necesaria para el Imperio; una religión que proclamaba la unidad y la fe.

            Constantino I aceptó el cristianismo en el imperio romano por una serie de razones políticas y personales. Principalmente, buscaba una religión que pudiera unir a su imperio, que estaba en crisis y dividido. El cristianismo, con su énfasis en la unidad y la fe, le pareció una herramienta ideal para lograrlo. Además, Constantino experimentó una visión en la que se le prometió la victoria en la batalla si usaba el símbolo cristiano, lo que podría haber reforzado su convicción en la religión. Finalmente, el cristianismo ofrecía una legitimación política al presentarlo como un gobernante elegido por Dios, lo que fortaleció su posición en un imperio inestable” (Crédito: Search Labs | AI Overview). 

CONCLUSIÓN

En el año 2025, a 1,700 años de distancia, constatamos que las iglesias cristianas siguen divididas administrativamente y en cuanto a doctrinas. La misma iglesia católica con una autoridad central y poderes administrativos centralizados en la persona de un obispo llamado Papa, encuentra diversos puntos de vista. En la historia de la iglesia católico-romana ha habido cismas que han amenazado la unidad de la iglesia y de la autoridad papal. Ha habido hasta cuatro “papas” reclamando la misma autoridad y de sucesión apostólica Por eso, el nuevo papa León XIV ha decidido visitar la que se llamó Nicea, ahora Iznik, para buscar un punto de apoyo histórico - doctrinal y para celebrar los 1,700 años del Concilio de Nicea I. Quizás en busca de la unidad teológica dentro de la Iglesia y de mantener su autoridad entre los cardenales y la misma Curia Romana, el órgano de gobierno central de la Iglesia Católica. Porque la elección del cardenal Robert Francis Prevost como el Papa León XIV sucede en momentos en que hay desacuerdos con los puntos doctrinales y prácticas papales de su antecesor, el Papa Francisco.

REFERENCIAS

Historia de la Iglesia

Podcasts.apple.com

Protestante digital

Vatican News