lunes, 3 de noviembre de 2025

 

 “POR EL ALIENTO DE SU BOCA

 La Creación: la Adoración, la Alabanza y la gratitud

Amadeo Albuquerque Lara

Las tres grandes obras de la creación del universo, según el libro de Génesis, son: el cielo, la Tierra, y el espíritu humano “por la palabra de la boca Dios” y “por el aliento de su boca”. El libro de Génesis es el primero en declarar la obra grandiosa de la creación del universo, sin dar fechas astronómicas que los científicos han inventado; sino señalando como tiempo, “en el principio”; y como creador, la “palabra de la boca de Dios”. Único documento irreemplazable e indiscutible de la “obra de sus dedos” (Salmo 8:3) de la creación del universo.

Cuando Dios creó al ser humano (Adán), Dios sopló en su nariz el aliento de vida, o el espíritu de vida. La palabra “espíritu” en hebreo es “ruach” (רוח) que también se traduce como viento o “aliento”. Ruach es el “aliento de su boca” (Salmo 33:6), por el cual Dios creó el universo. Después que Dios sopló espíritu de vida en el ser humano, Adán “vino a ser ‘alma’ viviente”: “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Corintios 15:45). La palabra “alma”, “ser humano” y “persona” en hebreo es “nephesh” (נֶפֶשׁ) con el significado bíblico más amplio, refiriéndose a la persona completa como un ser vivo y físico, con pensamiento y sentimientos. Destacado es mío.

Cuando nos referimos a la creación del universo, no nos preocupamos por probar ni argumentar “la obra de sus manos” (Salmo 19:1) ni la “obra de tus dedos” (Salmo 8:3) refiriéndose a la magna obra de la Creación del universo, más que evidenciada en la creación misma; sino apelar a brindar alabanzas, gloria, y gratitud por tan magna obra de los cielos, la Tierra, los cielos de los cielos y de todo cuanto existe, incluyendo el “espíritu” humano. El espíritu que Dios sopló en el ser humano es el mismo Espíritu Santo, perdido en el Edén por la desobediencia y el pecado, pero recobrado en el Nuevo Testamento por los discípulos de Cristo cuando él “sopló” sobre ellos después de la resurrección y les dijo: “recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22). También Jesús les dio órdenes a sus discípulos que no salieran de Jerusalén hasta que fueran investidos por el Espíritu Santo. El profeta Joel había profetizado este magno acontecimiento del derramamiento del Espíritu Santo, no sólo sobre los discípulos de Jesús, sino “sobre toda carne”.

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días” (Joel 2:28-29). Destacado es mío.

El ser humano no puede existir sin el “espíritu de vida” o “el soplo que insufla el Espíritu de Dios o Espíritu Santo”. (Romanos 8:2), el cual fue dado en el momento de la Creación del universo. El espíritu de vida o Espíritu Santo Adán lo perdió en el paraíso; pero fue recobrado por sus discípulos cuando Jesús “sopló” sobre ellos el Espíritu Santo; posteriormente, el Espíritu Santo fue derramado sobre toda carne; es decir, en el Nuevo Testamento se convirtió como el sello después del arrepentimiento de pecados y de alcanzar la salvación por la fe de Jesucristo. El apóstol Pablo les pregunta a los creyentes: “recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis” (Hechos 19:2). El mismo Saulo de Tarso recibió el Espíritu Santo después de su conversión, mediante imposición de manos de Ananías (Hechos 9:17). Los apóstoles en el período apostólico no concebían la conversión a Jesucristo sin recibir el Espíritu Santo. Lo recibieron los apóstoles y todos los que creyeron en Jesús el día de Pentecostés – unas 3,000 personas (Hechos 2:41); Saulo de Tarso fue lleno del Espíritu Santo posterior a su conversión (Hechos 9:17-18); lo recibieron los creyentes de Samaria (Hechos 8:14-17) ; lo recibió Cornelio y su familia (Hechos 10:44-48); y fue reclamado por el apóstol Pablo a los creyentes de Éfeso, como sello divino para todos los que creían y confesaban sus pecados: “¿Recibieron ustedes el Espíritu Santo cuando creyeron?” (Hechos 19:2-6).

Por otro lado, el “espíritu de vida” que Dios sopló en la nariz del primer ser humano; y el Espíritu Santo dado por Jesús a sus discípulos, y a todo aquel que cree, demanda a todo ser humano, a la creación misma, a los cielos de los cielos, y a todos los que moran sobre la Tierra a reconocer, a alabar y agradecer al Creador del universo, por la existencia misma de la Creación.

 La epístola a los Hebreos añade que por fe entendemos la creación por la Palabra de su boca, de la nada Hebreos 11:3 afirma que "por la fe entendemos que el universo fue creado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía" (Hebreos 11:3).

En el Antiguo Testamento, el salmista, en un sinnúmero de Salmos, basado en la obra de la creación ha confirmado que la “palabra de Dios”, o “el aliento de su boca” son la única razón o comprobación de la creación del universo y de todo lo que existe (Salmo 33:6). Además, la Creación es la obra grandiosa de Dios para que el ser humano la habite, lo adore, lo alabe y le cante alabanzas de gratitud. El libro de los Salmos invita a la Creación entera con todos los seres que la habitan a alabar al Creador del universo; y es toda la intención del autor de este estudio. (Salmo 33: 6 y 148).

El libro de los Salmos o Tehillim (תהילים) en hebreo, o “Libro de alabanzas” pertenece a los Escritos o Ketuvim (כְּתוּבִים) en hebreo, los cuales son parte de los tres grupos contenidos en el Tanaj. El libro de los Salmos contiene múltiples exhortaciones a reconocer al Dios de la Creación, a la adoración, a la alabanza y gratitud “porque para siempre es su misericordia”; porque la Creación tuvo un propósito de ofrecer el hogar exclusivo al ser humano, a todos los que habitan en la Tierra y en los cielos de los cielos. Después de crear los cielos y la Tierra y todo cuanto existe, Dios le proporcionó al ser humano los recursos para su alimentación (vegetales y animales) para que en consecuencia se postrara en adoración y alabanzas de gratitud al Creador del Universo, por “el espíritu de vida” insuflado en el ser humano en el momento de la Creación, el cual también es el Espíritu Santo en la vida de los creyentes en Cristo. Los escritores bíblicos fueron inspirados por Dios para plasmar lo grandioso de la creación, así como el deber del ser humano para admirar las maravillas de los cielos y de toda la creación, como la razón para adorar y alabar a Dios. El Salmo 33:6 confiesa que todo lo que existe fue creado por la palabra y aliento de su boca.

Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca” Salmo 33:6).

Entre los innumerables pasajes de la Biblia que claman por la alabanza de parte de la creación misma y de los seres que pueblan la Tierra y los cielos de los cielos, se encuentra el profeta Isaías: declara que Dios, el Creador de los cielos y la tierra, “el que da el aliento” a las personas que viven sobre la Tierra y da “el espíritu” a quienes en ella andan (Isaías 42:5). Este versículo también enfatiza en que Dios es el Ser que creó y extendió los cielos, y que formó la Tierra y todo lo que produce.

Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan” (Isaías 42:5) Destacado es mío.

Dios al crear al ser humano sopló en su nariz “aliento de vida” y le dio espíritu; y el hombre se convirtió en un ser viviente, con el espíritu como medio de comunión y comunicación con su Creador: “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén 2:7) Jesús el mismo día de su resurrección y estando ellos reunidos les dijo a sus discípulos: “Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:21-22). Destacado es mío.

El “aliento de vida” y el espíritu se repiten en escritos y declaraciones en toda la Biblia. Esta expresión la registran el libro de Génesis, los profetas, los Salmos, y los escritores del Nuevo Testamento, para demostrar que Jesús tiene el mismo poder creador que el Padre, “sopló” sobre sus discípulos para entregarles el Espíritu Santo. Aquí hay una coordinación entre el Padre y el Hijo. El Padre sopló en la nariz de Adán para darle el espíritu de vida para que fuera un ser viviente; el Hijo sopló sobre sus discípulos para darles el Espíritu Santo para darles poder de ser testigos hasta lo último de la Tierra. Destacado es mío.

 En el Antiguo Testamento, el salmista está consciente de su deber de alabar a Dios por las mismas obras de la Creación; y lo demuestra en muchos de los Salmos:

"Te alabaré, porque formidables, maravillosas son tus obras; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien" (Salmo 139:14).

En otro Salmo leemos que Dios no solamente es bueno para con todos, sino también que su misericordia se extiendo sobre todas sus obras de la Creación: "Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras" (Salmo 145:9).

En el Salmo 9, el salmista no solamente promete adorar a Dios con todo su corazón, mandamiento que destacó el Señor Jesús como el primero de los dos grandes mandamientos, que cumplen la ley y los profetas. Pero el salmista también promete proclamar todas las maravillas de la Creación: alabarlo, proclamar todas sus maravillas, y cantarle con alegría y regocijo:

“Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; Contaré todas tus maravillas. 2 Me alegraré y me regocijaré en ti; Cantaré a tu nombre, oh Altísimo. (Salmo 9:1-2).

En dos versos del Salmo 9 el salmista usa varios verbos en tiempo futuro del modo indicativo, significando que cumplirá sin fallar ninguno. Los verbos son: alabaré, contaré (o proclamaré), me alegraré, me regocijaré, y cantaré a tu nombre oh Altísimo. El “Altísimo” es una alusión clara a la morada de Dios o los cielos de los cielos. Durante la peregrinación del pueblo de Israel, en el tabernáculo del testimonio había dos lugares sagrados: el Lugar Santo, donde permanecían la mesa de los panes, el candelero y el altar del incienso; y el Lugar Santísimo. En el Lugar Santísimo se guardaba el Arca del Pacto (o Arca del Testimonio), donde la presencia de Dios residía sobre el propiciatorio. En el Nuevo Testamento tenemos entrada al lugar santísimo por el sacrifiio de Cristo, y como Sumo Sacerdote. Y por admirar las obras y maravillas de la Creación tenemos la obligación o deber de cumplir con la adoración al Creador utilizando todos los verbos que cita el salmista.

Voy a finalizar la esencia de las alabanzas proclamadas en los Salmos con uno de ellos que invita a alabar a Dios desde la Tierra hasta “los cielos de los cielos”, la misma morada de Dios, que estaba prefigurada en el Lugaar Santísimo en el Tabernáculo del testimonio. También el salmista clama por la adoración al Creador a sus ángeles y a toda la Creación sin distingos de humanos, animales y demás obras de la Creación. No es que el salmista proclame el panteísmo; no, él no proclama adorar la Creación, sino al Autor de la Creación del universo, por medio de sus obras maravillosas.

Alabad a Jehová desde los cielos; Alabadle en las alturas. 2 Alabadle, vosotros todos sus ángeles; Alabadle, vosotros todos sus ejércitos. 3 Alabadle, sol y luna; Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. 4 Alabadle, cielos de los cielos, Y las aguas que están sobre los cielos. 5 Alaben el nombre de Jehová; Porque él mandó, (por el aliento de su boca) y fueron creados. 6 Los hizo ser eternamente y para siempre; Les puso ley que no será quebrantada” (Salmo 148:1-6). Énfasis y paréntesis míos.

El Salmo 148 es el más completo en proclamar la alabanza por todo cuanto existe tanto en los cielos de los cielos, la morada de Dios, los ángeles y la Creación entera. Con razón, el libro de los Salmos también se llama “Libro de Alabanzas”. La palabra "Tehillim” (תְּהִלִּים) significa literalmente "alabanzas".  Como se ha documentado, el libro de los Salmos formaba el encabezado de “los Escritos” o Ketuvim de la Biblia hebrea o Tanaj; por tal razón, el Señor Jesús no sólo observaba en ellos la alabanza de los seres humanos y elementos de la Creación, sino que los Salmos eran citados por él destacando las profecías que se refieren a su mesiazgo; así como a sus sufrimientos, crucifixión, y resurrección. Los Salmos no son el “amuleto” que algunos creyentes creen confiar como defensa contra las amenazas o enfermedades. Cristo los citó frecuentemente – unas 180 veces  -  porque en ellos se destacan las profecías que se cumplen en el Nuevo Testamento.

También los profetas coinciden con el salmista en cuanto a que la creación entera adora a su Creador. Nehemías se acerca a las palabras del salmista:

“Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran” Nehemías 9:6).

El profeta Isaías se refiere al Creador como el que da aliento y el espíritu a los moradores de la Tierra, como una referencia clara a la creación del ser humano mediante el soplo o aliento de vida; no olvidemos que cuando Isaías se refiere al aliento, él rememora el aliento de vida que el Creador sopló en la nariz del ser humano; y el espíritu que dio Dios al ser humano como el medio de comunión con su Creador:

Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan” (Isaías 42:5).

Pero la adoración al Creador no sólo se observa en el Antiguo Testamento; en el Nuevo Testamento, el escritor de la epístola a los Hebreos, y los siguientes apóstoles invocan la adoración a Dios como el autor de la Creación “en el principio.  Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos” (Hebreos 1:10). El salmista dice que los cielos son obra de los dedos de Dios. Énfasis mío.

Sólo voy a citar dos epístolas del apóstol Pablo que destacan la creación del universo; ellas son la epístola a los colosenses y la epístola a los Romanos. El apóstol Pablo, creador de la teología cristológica, advierte a los cristianos de Colosa que todo cuanto existe fue creado por la palabra de Dios  - o por medio del Verbo -  según Juan 1:1-3; y que todo fue creado por él y para él. Énfasis mío.

Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:16).

Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:2-3). El apóstol Juan usa la palabra “Verbo” que en griego es Λόγος ‘Logos’ o ‘palabra’; y concuerda con “el aliento de su boca”, que registra la Biblia hebrea en el Salmo 33:6: ("בדבר יהוה שמים נעשו": B'd'var Adonai shamayim na'asu)

El apóstol Pablo, y el apóstol Juan refuerzan la proclama del salmista cuando afirman que todo fue creado por el Hijo (el Verbo: Λόγος) y para él. El Nuevo Testamento no deja por fuera al Verbo o Palabra (o “aliento de su boca”, como medio para crear todo cuanto existe (Juan 1:2-3).

Y en la epístola a los Romanos, el apóstol Pablo instruye a judíos y gentiles que las cosas invisibles de Dios se hacen claramente visibles desde la creación del mundo; la naturaleza y atributos de Dios, como su eterno poder y su deidad, los cuales son revelados a través de su creación.  De modo, que nadie tiene excusa por no reconocer al Creador del universo, porque él ha sido revelado por la creación misma.

Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).

Después de examinar los diferentes pasajes de la Biblia en cuanto a la autoría de la Creación del Universo, se han destacado los principios que el universo fue creado por la enunciación de la palabra de Dios o por “el aliento de su boca”. Por todo el Antiguo Testamento se ha documentado que Dios “en el principio” creó los cielos, la Tierra y todo cuanto existe sobre ella; asimismo, en el Nuevo Testamento, los escritores sagrados se han respaldado en los escritos del Antiguo Testamento para proclamar la adoración al Creador. Por tanto, todo ser humano, especialmente los cristianos tenemos la obligación de alabar al Creador del universo, reconociendo en su Hijo Jesucristo la Palabra o el Verbo (Juan 1:1) por quien fue creado todo cuanto existe visible e invisisble. Sin embargo, en las iglesias cristianas evangélicas muy pocas veces se escucha el clamor a alabar, a cantar y a agradecer al Creador del universo; y a reconocer las tres grandes obras de la Creación.

CONCLUSIÓN

El objetivo de este estudio ha sido destacar la creación del universo por la palabra de Jehová, o por el “aliento de su boca”, como un hecho innegable y evidente: Este divino “aliento” simboliza el Espíritu y el poder creador de Dios, quien provee vida y sustento a toda la creación, incluyendo el “aliento de vida” que Dios le dio al ser humano, en el primer momento de la creación. La proclamación de reconocer y a alabar al Creador del universo se extiende por todos los escritos de la Palabra de Dios, desde el libro de Génesis, hasta el último libro de la Biblia conocido como Apocalipsis.

Todos los escritores de la Biblia concuerdan por inspiración divina que la creación del universo ha sido obra de Dios; y que el ser humano tiene el deber de reconocer en la obra de la creación, el poder y demás atributos de Dios, ya sean visibles o invisibles, porque ellos son revelados en la creación misma del universo.

De modo que si la ciencia no reconoce la creación del universo mediante la palabra de Dios o por el “aliento de su boca”, es porque Dios mismo los ha enloquecido al perder ellos el “espíritu de vida” o el “aliento de su boca”. Por eso, leemos con frecuencia que los mismos científicos rectifican sus propias afirmaciones, o rectifican las afirmaciones de los demás, en cuanto al origen del universo y han creado tantas llamadas “teorías” o hipótesis como demostración de su enloquecimiento del que hablan Pablo a los corintios, y el profeta Isaías al pueblo de Israel.

Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?” (1 Corintios 1:19-20). Énfasis mío.

Como siempre, Pablo respalda sus afirmaciones con textos del Tanaj hebreo, aunque no cita al autor de la expresión, porque en la mayoría de veces él cita pasajes de memoria; pero el Apóstol en la epístolas a los corintios cita las palabras del profeta Isaías al pueblo de Israel, en contra de sus sabios. “porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Isaías 29:14b).

La base bíblica de este estudio ha sido principalmente el Antiguo y el Nuevo Testamento, o las Escrituras citadas por Jesucristo y por Pablo. En el Antiguo Testamento se han citado Salmo 33:6, Nehemías 9:6 e Isaías 45:5; y en el Nuevo Testamento, la Palabra creadora de Dios se ha referido al Verbo divino, el cual es Jesucristo. Para esta afirmación bíblica se han citado entre otros, Colosenses 1:16, Juan 1:1-5; y Hebreos 1:10. Sin embargo, se ha documentado que desde el libro de Génesis hasta el libro de Apocalipis se registra la creación del universo por la palabra de su boca o el “aliento de su boca”, refiriéndose al mandato de Dios en la creación del universo (Sea, haya, produzca, hagamos). Se ha documentado que Dios creó el universo como la habitación del ser humano, de todo cuanto existe sobre la Tierra, incluyendo los cielos de los cielos para la alabanza, la adoración y la gratitud porque su misericordia es para siempre (Salmo 136).

REFERENCIAS

Biblia Interleal hebreo-español

Biblia Reina Valera 1960, en todas las citas.

Encyclopedia Britannica > The breath of his mouth

Estudio inductivo de la Biblia > por el aliento de su boca

Protestantedigital.com > dios

Wisdom Library > el aliento de su boca

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario