miércoles, 10 de abril de 2024

 

PACTO DE SAL, ESTATUTO PERPETUO:

SERVIDORES DE DIOS PARA SIEMPRE

Amadeo Albuquerque Lara

La sal es un elemento muy importante y necesario en muchos aspectos de nuestra vida para mantener varias funciones en nuestro organismo. Si volvemos la mirada a la antigüedad, la sal ha servido como preservante de materia culinaria y como elemento indispensable para balancear la salud. Si la sal es deficiente en nuestro organismo sufriremos una descompensación en varias funciones de nuestro organismo: calambres musculares, fatiga, vómitos, basca, dolores de cabeza y migrañas; más la posibilidad de cambios en nuestra presión arterial, en el volumen de la sangre, y desregulación en la función cerebral.

Y si cometemos excesos en el consumo de la sal, corremos el riesgo de sufrir de presión alta, lo cual puede conducir a enfermedades cardiovasculares, tales como ataques cardíacos o derrames, la retención de fluidos, inflamación de los tobillos, y hasta el riesgo de sufrir de cáncer de estómago, según algunos estudios médicos.

La sal ha tenido gran importancia en las civilizaciones antiguas; además de sazonar los alimentos, también la sal se utilizó como salario. “[…] es en esta Edad Antigua cuando se empiezan a retribuir determinados trabajos artísticos. De hecho, la palabra salario tiene su origen en la época romana y se deriva de “salarium”. Este era el nombre que se daba a los paquetes de sal con los que se pagaba a los funcionarios que trabajaban cuidando de la calzada romana “Vía Salaria”, utilizada para transportar la sal hasta el río Tíber. Y es que, en aquella época, la sal jugaba un papel muy importante en la alimentación ya que la salazón era el método de conservar carnes y pescados” (Crédito: el blog se simple finance).

A continuación, este artículo se va a enfocar en la práctica del “Pacto de sal”, en el aspecto cultural y en el significado bíblico.

El “pacto de sal” en algunas culturas

Según una tradición, el pacto de sal se utilizaba para sellar acuerdos, amistades y contratos. Cada parte llevaba un saco de sal y los mezclaban en el suelo. Esto también significaba que, una vez que estuviera mezclada la sal, nunca podría separarse, convirtiéndose en un pacto para toda la vida. Otra tradición se refiere al “pacto de sal matrimonial”. Cada uno de los novios llevaba un vasito con sal para que a la hora de la ceremonia, ambos novios mezclaran la sal de los dos vasitos para significar que una vez mezclada la sal, no se podía separar. Por tanto, una vez efectuada la ceremonia del matrimonio, la unión era perpetua e indisoluble. La unión era para toda la vida, sin posibilidades de divorcio.

La sal en el parto en la cultura hebrea, según una referencia del profeta Ezequiel.

Por medio de una analogía del profeta Ezequiel, entre la ciudad de Jerusalén y el nacimiento de un bebé hebreo, sale de manifiesto las costumbres hebreas en cuanto a limpieza de un bebé con agua con sal. El profeta Ezequiel le reprocha las abominaciones a la ciudad de Jerusalén, su origen pagano y despreciable; porque sus padres eran los enemigos a los cuales Dios mandó a destruir: ´Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea” (Ezeq 16:3b). Aunque el profeta Ezequiel revela la abominación y pecado de Jerusalén, de manera evidente manifiesta la costumbre de los hebreos en relación con el parto, los procedimientos básicos de asistencia y limpieza de lavado del recién nacido, con agua y sal “Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas” (Ezeq 16:4). El profeta describe los procedimientos y costumbres en el nacimiento de un bebé hebreo, los cuales Jerusalén no tuvo por causa de sus abominaciones. Sin embargo, gracias al profeta nos informamos de la ceremonia de la sal para el lavado del bebé, en el momento del parto en la cultura hebrea. Destacado es mío.

El Pacto de sal en el Antiguo Testamento y su referencia en Mateo 5:13

La sal tiene dos propiedades en el Antiguo Testamento: una como pacto de sal, perpetuo e inquebrantable, en la consagración sacerdotal de Aarón y los Levitas; y como bendición del agua y la tierra, como en el pasaje del profeta Eliseo (2 Reyes 2:19-22); y otro como maldición por abandonar el pacto de sal con Dios, por lo cual la tierra salina se convertía en maldición (Jueces 9:45); o la conversión en estatua de sal en el caso de la mujer de Lot, por volver hacia el pasado: “Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; 25 y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. 26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal” (Gén 19:24-26).

La salinización de la tierra de estas ciudades era por sus abominaciones, el viento sopló tan fuertemente la tierra salina sobre la mujer de Lot, de manera que quedó convertida en estatua de sal. La sal cumplió su papel de maldición por el pecado de la mujer.

El Pacto de sal en las ofrendas ofrecidas a Dios, según Números y Levítico

Las ofrendas ofrecidas a Dios para ser aceptables tenían que ir sazonadas con sal: “Todas las ofrendas elevadas de las cosas santas, que los hijos de Israel ofrecieren a Jehová, las he dado para ti, y para tus hijos y para tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; pacto de sal perpetuo es delante de Jehová para ti y para tu descendencia contigo” (Números 18:19). Destacado es mío.

Las ofrendas sazonadas con sal representaban la “sal del pacto” con su Dios.: ”Toda ofrenda que presentes la sazonarás con sal. No permitas jamás que en tu ofrenda falte la sal del pacto de tu Dios. Toda ofrenda tuya la ofrecerás con sal. 5 ¿No sabéis vosotros que Jehová Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, bajo pacto de sal?” (Levítico 2:13). Destacado es mío.

El “Pacto de sal” para el oficio sacerdotal, era un pacto perpetuo e inquebrantable con Dios. Pero además, la sal en el Antiguo Testamento se utilizaba como bendición del agua y de la tierra: “Y los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron. 21 Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad. 22 Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo” (2do Reyes 2:19-22). Destacado es mío.

También la sal en el Antiguo Testamento se utilizaba como maldición de la tierra, dependiendo del comportamiento espiritual de quienes la poseían:

“Moisés advierte a los israelitas que si rompen el pacto de Dios, toda su tierra sería calcinada con azufre y sal, nada se sembraría ni germinaría (Deut 29:23). Cuando Abimelec, el hijo de Gedeón, trata de erigirse en rey de Israel, los hombres de Siquem se rebelan contra él, y él responde arrasando la ciudad y sembrándola con sal” (Jue 9:45). “El salmista describe a Dios convirtiendo «la tierra fértil en salinas, por la maldad de los que moran en ella” (Sal 107:34) (Crédito: TGC Biblia y Teología).

El pacto de sal en la consagración sacerdotal

La consagración al sacerdocio al servicio de Yavé era un estatuto perpetuo, para siempre. Quienes habían de servir a Dios lo hacían bajo un pacto de sal, porque ellos llevarían el pecado del santuario y vivirían de las ofrendas del santuario. Aarón, sus hijos, y los levitas no recibirían ninguna tierra ni ninguna otra heredad, porque vivirían de las ofrendas y de los diezmos del pueblo de Israel. Esta fue la ceremonia de consagración de Aarón y sus hijos:

“Luego tomó Moisés del aceite de la unción, y de la sangre que estaba sobre el altar, y roció sobre Aarón, y sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de sus hijos con él; y santificó á Aarón, y sus vestiduras, y á sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con él. 31 Y dijo Moisés á Aarón y á sus hijos: Comed la carne á la puerta del tabernáculo del testimonio; y comedla allí con el pan que está en el canastillo de las consagraciones, según yo he mandado, diciendo: Aarón y sus hijos la comerán. 32 Y lo que sobrare de la carne y del pan, habéis de quemarlo al fuego. 33 De la puerta del tabernáculo del testimonio no saldréis en siete días, hasta el día que se cumplieren los días de vuestras consagraciones: porque por siete días seréis consagrados (Levítico 8:30-33).

Sostenimiento de sacerdotes y levitas.

En la Biblia, el Libro de Números contiene la primera mención de este pacto de sal, referido a las ofrendas elevadas, y al comer las ofrendas asumían el compromiso de un pacto de sal perpetuo. Aarón, sus hijos y los levitas estaban sometidos a este pacto de sal.

“Jehová dijo a Aarón: Tú y tus hijos, y la casa de tu padre contigo, llevaréis el pecado del santuario; 19Todas las ofrendas santas que los hijos de Israel me presenten como ofrendas elevadas serán para ti, y para tus hijos e hijas, como estatuto perpetuo. Es un pacto de sal perpetuo para ti y para tu descendencia delante de mí” (Números 18:18-19). Destacado es mío.

”Toda ofrenda que presentes la sazonarás con sal. No permitas jamás que en tu ofrenda falte la sal del pacto de tu Dios. Toda ofrenda tuya la ofrecerás con sal (Levítico 32:13). Destacado es mío.

Consagración de los levitas al servicio del tabernáculo

“Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 6 Haz que se acerque la tribu de Leví, y hazla estar delante del sacerdote Aarón, para que le sirvan, 7 y desempeñen el encargo de él, y el encargo de toda la congregación delante del tabernáculo de reunión para servir en el ministerio del tabernáculo; 8 y guarden todos los utensilios del tabernáculo de reunión, y todo lo encargado a ellos por los hijos de Israel, y ministren en el servicio del tabernáculo. 9 Y darás los levitas a Aarón y a sus hijos; le son enteramente dados de entre los hijos de Israel. 10 Y constituirás a Aarón y a sus hijos para que ejerzan su sacerdocio; y el extraño que se acercare, morirá” (Números 3:5-10).

Al estar los levitas al servicio de Aarón y al desempeñar el cargo de él, de hecho estaban bajo el mismo pacto de sal de Aarón y de sus hijos.

El reinado de David y de sus hijos fue juramentado bajo pacto de sal

Por razón del pacto de sal con el reinado de David, el Mesías tenía que descender del linaje de David, por estatuto perpetuo, de un reinado establecido para siempre bajo pacto de sal. Pero además, David es de la tribu de Judá. Por tanto, el sacerdocio del Mesías tenía que venir de la tribu de Judá de la cual Moisés no instituyó sacerdotes. Asimismo, el sacerdocio del Mesías por su carácter eterno viene según el orden de Melquisedec; porque Cristo es Rey y Sumo Sacerdote como Melquisedec: “Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre”. (Salmo 110:4, Hebreos 7:11-14, Marcos 12:36-37). Por tanto, el sacerdocio de Cristo no podría ser del linaje de Aarón, ni de los levitas. A pesar de que el sacerdocio de Aarón y sus hijos fue bajo pacto de sal, bajo estatuto perpetuo, el sacerdocio de Cristo es según el orden de Melquisedec, porque Cristo es sumo sacerdote y Rey eternamente, del linaje de David, establecido bajo pacto de sal, porque Aarón y los levitas no fueron reyes: “¿No sabéis vosotros que Jehová Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, bajo pacto de sal?” (2 Crónicas 13:5). Destacado es mío.

La sal en el Nuevo Testamento

La sal en el Nuevo Testamento tiene las mismas propiedades que tenía en el Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento la sal se utilizaba como elemento para bendecir el agua y la tierra, o como maldición para destruir las ciudades enemigas. En el Nuevo Testamento tiene dos posibilidades: la sal puede servir como preservación de la corrupción mundanal; o perder su sabor, o desvanecerse. En este caso, la sal no sirve para nada, sino para ser echada fuera, a la calle o a los caminos. En el Sermón del Monte, Jesús les dice a sus discípulos que ellos son la sal de la tierra; es decir, para bendición. Pero si la sal pierde su sabor, servirá de maldición, porque sólo serviría para echarla a la calle o a los caminos de los templos paganos (Mateo 5:13).

La consagración de los apóstoles, como ministros de la nueva alianza, como “la sal de la tierra”

Jesús, al subir al monte, no solamente se refiere a sus doce apóstoles, sino que se dirige a la multitud, y a todos sus discípulos: “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo […] “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (Mateo 5:13). Destacado es mio.

Jesús aquí usa la sal, refiriéndose al pacto de sal que en el Antiguo Testamento era para estatuto perpetuo. El pasar a ser ciudadanos del Reino de Dios, nos constituimos bajo un pacto de sal, en estatuto perpetuo. El pertecer a Cristo es para siempre, estatuto perpetuo. Sin duda, en la mente de Cristo estaba el mandato de Dios a Moisés y al sacerdote Aarón, que la sal no debía faltar en las ofrendas; pero además, advierte que la sal puede perder su sabor. Antiguamente, la sal la guardaban en recipientes de piedra en cantidades de 20 o 30 libras, en el suelo de la cocina; pero cuando lavaban el piso, el agua afectaba la calidad de la sal, en el fondo del recipiente de piedra. Entonces, lo que quedaba en el fondo lo tiraban a la calle. También, la sal que se arrojaba afuera porque perdía su sabor la echaban sobre los caminos que conducían a los templos paganos. Por eso dice el Señor Jesús que cuando la sal pierde su propiedad, no sirve más para nada sino para ser echada fuera para ser hollada por los hombres.

Los seguidores de Jesús son la sal de la tierra para preservar de la corrupción y del pecado. Pero seguidores, discípulos y apóstoles deben mantener en mente que la propiedad de la sal se puede perder; pero sus seguidores son la sal de la tierra, y como tal, deben mantener la propiedad de la sal. Jesús se está dirigiendo a los nuevos ciudadanos del Reino de los cielos, y sus discípulos deben guardar las enseñanzas del Sermón de la montaña y de aquí en delante de todas sus enseñanzas de su ministerio terrenal.

Al decirles esto, Jesús separa a sus sacerdotes para sí mismo, los consagra como ministros de todo lo que va a revelar en el Sermón de la Montaña, o Sermón del Monte: la nueva espiritualidad y la nueva ley moral del Reino de Dios debía estar sazonada con sal, así como las ofrendas lo estaban en el Antiguo Testamento.

Pero además de ser la sal de la tierra, sus discípulos son también “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9). De igual manera que Aarón y sus hijos, así como los levitas, fueron escogido por Dios como un linaje eterno, bajo pacto de sal. Por tanto, seguir a Cristo no es temporal. Seguir a Cristo exige entrega total, cambio de vida, nacer de nuevo como una criatura resucitada con Cristo y llena del Espíritu Santo. El pacto de sal en el Antiguo Testamento, así como en el Nuevo Testamento, el nuevo pacto, está sellado con sal (Mateo 5:13). Esto significa que no hay vuelta atrás; porque “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62).  La mujer de Lot miró hacia atrás, con codicia y pesar, pero se convirtió en estatua de sal. Lot y sus hijas estaban protegidos por el pacto de sal por pertenecer al linaje de Abrahán. El rechazo del pacto significa muerte. En ese momento, la mujer de Lot estaba parada sobre tierra salada de maldición y su resultado fue la muerte (Jueces 9:45).

CONCLUSIÓN

Este estudio ha destacado el papel de la sal tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, el sacerdote Aarón, los levitas, así como el reino de David, estaban todos bajo un pacto de sal, estatuto perpetuo. La sal, además de servir como preservante de alimentos, también es el elemento de bendición para los servidores de Dios; o para maldición para quienes violan el pacto con Dios. Para estos, la sal pierde su sabor y sólo sirve para ser pisoteada en las calles y en los caminos paganos.

Jesús en el Nuevo Testamento vuelve al concepto de pacto de sal al referirse a sus seguidores como “la sal de la tierra” (Mateo 5:13); es decir, sus discípulos y seguidores deben distinguirse de los demás que no son sal. Sus discípulos son nación santa, pueblo adquirido por Dios (1 Pedro 2:9). Tal como los sacerdotes y los levitas pertenecían a un linaje eterno, de la misma manera, los nuevos ciudadanos del Reino de Dios pertenecen a un linaje eterno. Si logramos entender lo que significa todo esto que aquí se ha expuesto, nuestra consagración debe tener esa distinción de ser sal de la Tierra, del Planeta Tierra. Eso significa ir por todo el mundo, nuestro mundo, y hacer discípulos que a su vez sean sal de la tierra.

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