viernes, 8 de marzo de 2024

 

LA REVELACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO Y EN EL NUEVO TESTAMENTO

Amadeo Albuquerque Lara

Introducción:

En este estudio me propongo investigar las diferentes maneras y medios de cómo se revela el Espíritu Santo tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. El Espíritu Santo se revela desde la obra de la Creación, pasando por varios eventos en el Antiguo Testamento, hasta el evento más poderoso del anuncio del nacimiento de Jesucristo como el Mesías, en ambos Testamentos. En ambos Testamentos el Espíritu Santo se revela como la tercera persona de la Trinidad (Mateo 28:19-20). El Espíritu Santo es el Consolador que convence al mundo y mantiene la obra de justificación y santificación de Jesucristo, el Hijo de Dios. “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8).   

“Las Escrituras contienen aproximadamente 245 descripciones explícitas de las acciones del espíritu Santo, 80 en el Antiguo Testamento y 165 en el Nuevo Testamento”; “la acción dominante atribuida al Espíritu Santo en ambos testamentos es aquella del dar revelación (37 veces en el Antiguo Testamento y 67 veces en el Nuevo Testamento). Dios el Espíritu habla por medio de los profetas y apóstoles y finalmente inspira las Sagradas Escrituras” (2 Tim 3:16, 2 Ped 1:21) (Blog Spanish for the Church).

Por tanto, resultaría una obra gigantesca proponerse a profundizar en cada acontecimiento en los cuales toma parte el Espíritu de Dios o Espíritu Santo, tal como se manifiesta a lo largo de los libros de las Sagradas Escrituras.

Pero, ¿cuáles son los nombres y títulos que la Biblia usa para el Espíritu Santo? El Espíritu Santo es mencionado por muchos nombres en la Biblia, casi siempre refiriéndose a un rol o función específicos. La siguiente es una lista de nombres bíblicos del Espíritu Santo y donde se encuentran en la Biblia (de Torrey’s New Topical Textbook):

1. Espíritu de gloria (1 Pedro 4:14), 2. El Señor (1 Tesalonicenses 3:5), 3. Dios (Hechos 5:3-4), 4. El Espíritu de revelación (Efesios 1:17), 5. El Espíritu del Hijo (Gálatas 4:6), 6. El Espíritu de Dios (Génesis 1:2,1 Corintios 2:11; Job 33:4), 7. El Espíritu Eterno (Hebreos 9:14), 8. El Espíritu del Señor (Isaías 11:2; Hechos 5:9), 9. El Espíritu de Sabiduría (Isaías 11:2; Efesios 1:17), 10. El Espíritu de Consejo (Isaías 11:2), 11. El Espíritu de Poder (Isaías 11:2), 12. El Espíritu de Entendimiento (Isaías 11:2), 13. El Espíritu de Conocimiento (Isaías 11:2), 14. El Espíritu de Temor del Señor (Isaías 11:2), 15. El Espíritu de Juicio (Isaías 4:4; 28:6), 16. El Espíritu Abrasador (Isaías 4:4), 17. El Espíritu del Señor (Isaías 61:1), 18. El Hálito del Todopoderoso (Job 33:4), 19. El Consolador (Juan 14:16, 26; 15:26), 20. El Espíritu de la Verdad (Juan 14:17; 15:26), 21. El Poder del Altísimo (Lucas 1:35), 22. El Espíritu del Padre (Mateo 10:20), 23. El Espíritu (Mateo 4:1; Juan 3:6; 1 Timoteo 4:1), 24. El Buen Espíritu (Nehemías 9:20; Salmos 143:10), 25. El Espíritu Santo (Salmos 51:11; Lucas 11:13; Efesios 1:13; 4:30), 26. El Espíritu Libre (Salmos 51:12), 27. El Espíritu de Profecía (Apocalipsis 19:10), 28. Los Siete Espíritus de Dios (Apocalipsis 1:4), 29. El Espíritu de Santidad (Romanos 1:4), 30. El Espíritu de Adopción (Romanos 8:15), 31. El Espíritu de Vida (Romanos 8:2; Apocalipsis 11:11), 32. El Espíritu de Cristo (Romanos 8:9; 1 Pedro 1:11), 33. El Espíritu de Gracia (Zacarías 12:10; Hebreos 10:29). Además de estos nombres, muchas referencias son hechas para el Espíritu Santo y algunos eruditos cuentan hasta 126 diferentes términos (Compelling Truth).

Primera manifestación de Dios en el Antiguo Testamento

La primera manifestación del Espíritu de Dios se da en el libro de Génesis capítulo 1 verso 2: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. El caos que se manifiesta en Génesis 1, el Espíritu de Dios se encarga de ordenarlo (Gén 1:1-2). Destacado es mío.

De este acto de creación, debido a la violación del pacto entre la primera pareja y Dios, en el huerto de Edén, aparece el pecado y la muerte; pero desde ese comienzo, Dios pronuncia una promesa que no sólo es para la pareja, sino para todo el género humano que esté lleno del Espíritu Santo: el anuncio es el de un Salvador (la segunda persona de la Trinidad), nacido de la mujer: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gén 3:15). Esta enemistad, será la lucha entre el pecado y la salvación del género humano; pero Cristo herirá al maligno en la cabeza, y el maligno (el diablo) herirá al género humano (representado por la mujer) en el calcañar. Debemos reconocer que Génesis 3:15 es un pasaje alegórico y prefigurativo del poder redentor de Jesucristo, quien ha sido revestido con el Espíritu del Señor (Lucas 4:18). Desde estos comienzos observamos la manifestación o revelación de las tres personas de la Trinidad: Dios el Padre, el Espíritu de Dios que ordena el caos, y la promesa de un Salvador, Jesucristo.

La provisión de profetas, líderes o representantes de Dios llenos del Espíritu Santo

Dios se propone el estar siempre presente en su Creación y en la historia, proveyendo líderes que lo representen, pero que estén llenos de su Espíritu, para guiar a su pueblo, para que lo mantengan como su único Dios; porque él sabía que somos dados a la idolatría. Somos dados a ver para creer, al igual que el apóstol Tomás. Por eso, se dio una lucha permanente entre los representantes de Dios y su pueblo, siempre rebelde. Sin embargo, la presencia de su Espíritu a lo largo de las Escrituras, se ha manifestado como Espíritu de Dios, Espíritu del Señor o Espíritu Santo, el cual da poder, transforma, ilumina y pone su Palabra en boca de profetas, apóstoles y proclamadores de su gracia, de la salvación, y de la santificación.

Los principales representantes de Dios en la historia que encuentran gracia en el Antiguo Testamento son: Abel, los patriarcas Enoc, Noé, Sem, Heber, Abram, Isaac y Jacob o Israel. Todos ellos hallaron gracia delante de su Dios y contaron con la aprobación de su Santo Espíritu. Abel ofreció ofrenda agradable, aceptable; Enoc fue tan santo, que no experimentó la muerte, sino que fue arrebatado por Dios; Noé fue el continuador de la especie humana; Sem le dio el nombre al pueblo semita de Dios; Heber, descendiente de Sem, le dio el nombre al pueblo hebreo, de Dios; Abram recibió la promesa de ser el padre de la fe, y su nombre lo cambió Dios por Abrahán, como padre de la circuncisión y de la incircuncisión: padre de judíos y gentiles. Isaac fue el padre de Jacob o Israel, el cual le dio el nombre a la nación de Israel.

Moisés y Josué guían al pueblo de Dios a la Tierra Prometida, llenos del Espíritu de Dios

Con el nombre de Israel, el pueblo de Dios conquista la tierra prometida, después de pasar 430 años como esclavo en Egipto; pero Dios lo libera dando su Espíritu a Moisés. Como una gran nación, tiene como profeta a Moisés, quien tenía el Espíritu de Dios: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. 17 Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos” (Núm 11:16-17).  Destacado es mío.

También, por el Espíritu de Dios, Moisés guió a Israel por el desierto, hasta el nombramiento de su sucesor, Josué: “Y Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le escucharon e hicieron tal como el SEÑOR había mandado a Moisés” (Deut 34:9). Los términos “el espíritu que está en ti”, (en Moisés) y “espíritu de sabiduría” (en Josué), son equivalentes a estar llenos del Espíritu de Dios. Destacado es mío.

El Espíritu de Dios estaba en Josué (Dt 34:9), en los jueces como Gedeón (Jue 6:34) y Sansón (Jue 13:25), y profetas como Elías (1 Rey 18:12), Isaías (7:14), Miqueas (5:2). Sin embargo, Joel fue el profeta que recibió la visión del derramamiento del Espíritu Santo (Joel 2:28-30), cuyo cumplimiento tuvo lugar el día de Pentecostés (Hechos 2:4). Asimismo, el Espíritu de Dios vino excepcionalmente sobre los reyes de Israel, Saúl y David (1 Sam 16: 13-14). Y así, podríamos seguir nombrando ejemplos de los líderes o representantes de Dios que obraron proezas, guiados por el Espíritu de Dios, o Espíritu Santo, quien se revela, inspira a los escritores en ambos Testamentos, regenera y santifica a los creyentes, y da el empoderamiento para su servicio a los siervos de Dios, con los dones del Espíritu: sabiduría, ciencia, fe, dones de sanidades, el hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritus, géneros de lenguas, e interpretación de lenguas (1ª Corintios 12:8-10).

La manifestación del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento

“Sin embargo, en el Nuevo Testamento la segunda más frecuente acción del Espíritu Santo aparte de la revelación es la santificación de los creyentes, apareciendo a lo menos 24 veces. Esta obra del Espíritu es característica de lo que es llamado el “llenar espiritualmente“ (Hech 6:3, 11:24, Efes 5:18) y describe la obra del Espíritu progresivamente produciendo frutos santos en la vida del creyente (Rom 15:16, Gál 5:22). En el Nuevo Testamento el Espíritu Santo también habita (17 veces), regenera (13 veces), asegura (5 veces), juzga (2 veces), e ilumina (2 veces)”.

“Finalmente, Romanos 12 y 1 Corintios 12-14 hablan de los que sean dados a los creyentes; aunque está ausente en Romanos 12, 1 Corintios 12 explica que estos dones son dados “por el Espíritu” (v.8), o “por el único Espíritu” (v. 9), y el capítulo 14 los llama “dones espirituales“ (v 12). Ya que estos pasajes explícitamente adscriben el dar de estos dones al Espíritu Santo, otros pasajes que hablen de tales dones pueden con seguridad ser atribuidos a la obra del Espíritu Santo (1 Tim 4:14, 2 Tim 1:6). Éstos dones son habilidades sobrenaturales “dadas para el servicio en el ministerio y el alcance de la iglesia local”. (“Dios de Orden: La Obra del Espíritu Santo Hoy” Blog/ Spanish for the Church).

Además de lo anterior, el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento se manifestó en María al anunciarle el nacimiento del Mesías; y en Simeón, hombre, justo y piadoso, en quien el Espíritu Santo estaba sobre él y fue dirigido por el mismo Espíritu (Luc 2:25-27) y se manifestó en el nacimiento y ministerio de Juan el Bautista, cuando vio al Espíritu Santo descender sobre el Mesías, como paloma (Luc 1:57-80; Mateo 3:13, 16–17).

Posteriormente, el magno acontecimiento del Espíritu Santo fue el día de Pentecostés, con la manifestación en el Aposento Alto cuando los 120 fueron investidos con el Espíritu Santo (Hech 2:4), más el poder de la palabra dado al apóstol Pedro, al tener como resultado la conversión de más de tres mil personas (Hech 2:14-42), las cuales formaron la primera iglesia de Jesucristo en Jerusalén. Y no sólo en Jerusalén, sino que por donde iban los que habían creído predicaban el evangelio de Jesucristo, cuyos creyentes formaron las primeras iglesias en sus respectivos territorios (Hech 8:4-8).

La fundación de iglesias se dio en los diversos territorios de donde eran originarios los que estuvieron presentes en el día de Pentecostés; pero fue un hombre lleno del Espíritu Santo, Pablo de Tarso, quien junto a sus colaboradores fundaron iglesias por todo el Asia Menor, Grecia y los territorios vecinos. En consecuencia, se necesitó la presencia y el revestimiento del Espíritu Santo  en los líderes y creyentes primitivos, para emprender una obra tan gigantesca tal como lo anunció el Señor Jesús de ir por todo el mundo y hacer discípulos (Mateo 28:19-20).

Finalmente, la obra del Espíritu Santo en hombres y mujeres creyentes verdaderos en el Evangelio de Jesucristo, nos ha alcanzado hasta nosotros los que estábamos lejos, sin Dios y sin esperanza; pero nos ha dado como requisito creer, ser bautizados en agua y con el Espíritu Santo para poder continuar la obra de redención y santificación de nuestra familia; así como de nuestros semejantes.

CONCLUSIÓN

Cuando Moisés recibió el mandato de Dios para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, Moisés respondió que en qué nombre iba a hablar al pueblo; Dios le respondió que “Yo soy” lo enviaba. Era el nombre que el pueblo de Israel conocía, el nombre de Dios en hebreo: YH  WH, Yavé, o Elohim.

En este estudio he documentado que el Espíritu de Dios se ha manifestado desde la creación, en la historia, ha capacitado a patriarcas, profetas, jueces, reyes, apóstoles, a diáconos como Felipe y Esteban, y a otros líderes; a todos los ha investido con el poder del Espíritu Santo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Se ha documentado que en el Nuevo Testamento el Espíritu Santo se manifestó en el Señor Jesús: El Señor Jesús cuando iniciaba su ministerio terrenal visitaba las costas de los mares, las barcas, los montes y las sinagogas judías; y en una ocasión le dieron a leer el libro del profeta Isaías, y Jesús exclamó: “el Espíritu del Señor está sobre mí…” (Lucas 4:18); también el Espíritu Santo estaba en Juan el Bautista, en los apóstoles y en sus seguidores, con el resultado de la proclamación del Evangelio de Jesucristo, la fundación de iglesias, la regeneración, y santificación de los creyentes, y el cumplimiento del mandato dado por el mismo Jesucristo de ir por todo el mundo y hacer discípulos (Mateo 28:19-20).

 


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