lunes, 15 de enero de 2024

                                                     ESTO ES LA LEY Y LOS PROFETAS

Amadeo Albuquerque Lara

El gran mandamiento Un maestro de la ley pregunta: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:36-40). Destacado es mío.

La regla de oro “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12).

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17)

Para el Señor Jesús, hay dos requisitos en la vida cristiana para cumplir con las enseñanzas de la Palabra de Dios: amar al Señor nuestro Dios, y amar a nuestros semejantes o prójimos. Porque no se puede amar a Dios, si no amamos a nuestros semejantes. “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1ra Juan 4:20). Por eso, el Señor Jesús le contestó al maestro de la ley: “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.

De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas: 1) “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”; 2) “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:38-40).

Sin embargo, sin ir más allá en este estudio, conviene definir qué significa la expresión citada tanto por Jesús en los Evangelios sinópticos, como por Pablo en la Epístola a los Romanos. Según Marcel Malgo, la Ley y los Profetas no es más ni menos que todo el Antiguo Testamento. Esto es lo que sostiene Marcel Malgo: “La expresión “la ley o los profetas” es un término que engloba todo el Antiguo Testamento. No dice que sólo la ley de Moisés o los profetas no pueden ser abrogados, sino todo el Antiguo Testamento” Marcel Malgo, (La Ley & los Profetas, 1ra Parte)

“Así que cuando Jesús se refirió a la Ley y los Profetas en Mateo 7:12 y Mateo 22:40, se estaba refiriendo a toda la colección de Escrituras hebreas y destacando un principio general a través de todo el texto bíblico de Su tiempo. Del mismo modo, Pablo, en Romanos 3:21, también estaba haciendo referencia a todo el Antiguo Testamento y mostrando cómo esas escrituras apuntan a Jesús. Pablo escribió: "Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él" (Romanos 3:21-22)”. Citado por CompellingTruth.org. Subraya es mía.

El evangelista Lucas, en el libro de los Hechos, también se refiere a la ley y los profetas: “Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad” (Hechos 13:15).

El Señor Jesús conocía muy bien la Biblia hebrea, por eso la cita en sus discursos, en los Evangelio sinópticos. Los escritos que todo maestro de la Ley tenía a mano eran: la Torah, El Talmud, la Mishnah y el Tanaj. Pero el Tanaj comprendía los siguientes libros: la Torá (ta), el Nevi’im o Profetas y el Ketuvim o Escritos, que incluían los Salmos. El Señor Jesús solía englobar estos escritos en “La Ley, los Profetas y los Salmos”, recalcándolos y confirmándolos a sus discípulos, después de su resurrección: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:44). Pero este estudio, se refiere a la frase más usada por Jesús y por Pablo, como “La Ley y los Profetas”. Como corolario, el Señor Jesús en sus respuestas a los maestros de la Ley judía, la frase era: “Esto es la Ley y los Profetas”. Destacado y subraya son míos.

Por supuesto, los maestros de la ley comprendían que Jesús se refería a todos los Escritos que ahora conocemos como el Antiguo Testamento; pero que ellos conocían como el Tanaj. Jesús nunca dijo que los escritos del Tanaj quedaban abolidos, porque no debemos confundir el “antiguo pacto”, con el Antiguo Testamento, o la Ley, los Profetas y los Salmos. Además, Jesús dijo que no había venido a abolir la ley o los profetas, sino a cumplirlos (Mateo 5:17-37).

El Señor Jesús tuvo varios encuentros con los maestros de la Ley; pero este estudio enfatiza el del gran mandamiento 1) Cuando un maestro de la Ley le pregunta cuál es el más grande mandamiento, Jesús le contesta: amar a Dios, y amar al prójimo, porque esto es la ley y los Profetas; y 2) Y a sus oyentes les dicta La Regla de Oro, en su discurso, en Mateo  7:12: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”. Destacado es mío.

Claramente, Jesús con esta frase, englobaba a toda la Biblia hebrea, o Tanaj, que para los cristianos es el Antiguo Testamento. Por ejemplo, cuando Felipe llama a Natanael, le dice: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (Juan 1:45). Felipe tiene conocimiento de los Escritos sagrados que se refieren al Mesías. Destacado es mío.

A] El primer mandamiento es “amar al Señor tu Dios”; es el resumen de Éxodo capítulo 20, versos 1 al 11; y el segundo mandamiento, semejante al primero es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Este segundo mandamiento es el resumen de Éxodo 20, versos 12 al 17. Así que Jesús en su respuesta al intérprete de la ley, resume los diez mandamientos, en dos grandes mandamientos, con los cuales se cumple la Ley y los Profetas; o sea, la Torah, y los Nevi’im o Profetas y Ketuvim o Escritos; o sea, el contenido de la Biblia hebrea: “la Ley, los Profetas y los Salmos” (Lucas 24:44).

Pero volviendo a los dos grandes mandamientos, notamos que el Señor Jesús, en el primer mandamiento describe tres aspectos de la persona que ama al Señor: corazón, alma y mente. Este concepto se encuentra en la cristología de Pablo también (Romanos 5:5).

1] En el primer aspecto, el apóstol Pablo enfatiza que se debe creer con el corazón: “Porque con el corazón se cree. para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.» (Romanos 10:9-10 RVR1960). Por tanto, Pablo fusiona el corazón con el alma y la mente, en cuanto a creer para justicia o para justificación. Luego, el salmista confiesa: “En mi corazón he guardado tus palabras para no pecar contra ti” (Salmo 119:11). O sea, toda la Escritura (“la Ley y los Profetas”) guardada en el corazón del salmista. El apóstol Pablo exhorta a los colosenses: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Colos 3:15). Destacado es mío.

“En la Biblia se pensaba que el corazón era una especie de "centro de control" en el cual se tomaban todas nuestras decisiones. Así que, cuando leemos sobre el corazón en la Biblia, se trata del lugar donde tienes tu voluntad, tu actitud e intenciones, y es la fuente de tus pensamientos, acciones y palabras” (CristianismoActivo). 

2] El segundo aspecto es el concepto bíblico de “alma”, el cual no debe interpretarse como persona, cuando el profeta Ezequiel dice: “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él” (Ezequiel 18:20). Por tanto, no se debe confundir cuerpo con alma, porque el cuerpo no es inmortal, sino el alma

 Además, Jesús les dice a sus discípulos: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:27-28). Destacado es mío.

Según palabras de Jesús, el alma es inmortal; por tanto, no es lo mismo que persona. En el libro de Génesis tenemos el caso de la muerte de Raquel, lo cual nos deja claro que el alma no es lo mismo que el cuerpo: “Y aconteció que al salírsele el alma (pues murió), llamó su nombre Benoni;[c] mas su padre lo llamó Benjamín” (Gén 35:18). Destacado es mío.

El apóstol Pablo en su primera carta a los corintios afirma: “Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1ra Corintios 15:45). Cristo al morir, entrega el espíritu: “Y cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: ¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Juan 19:30). Por tanto, alma y espíritu son inmortales, según el Nuevo Testamento. En Génesis se usa la expresión “aliento de vida”, en vez de espíritu. En griego “Pneuma” significa aliento, respiración o espíritu, o soplo vital (banrepcultural): “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén 2:7), o “alma viviente”, según Pablo en 1ª Corintios 15:45. Destacado es mío.

En este contexto, alma y espíritu son inmortales; y se separan del cuerpo al morir. No necesitamos especular demasiado, cuando tenemos ejemplos muy claros en la Biblia. Aristóteles define el alma, de la siguiente manera: “el alma es la actualidad primera de un cuerpo natural que en potencia tiene vida” (412ª28). Por eso, el salmista clama: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. 2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Salmo 42:1). Claramente, es el alma la que aspira a la comunión con Dios; por eso, el Señor Jesús recalca que amemos a nuestro Señor Dios con todo el corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente (o entendimiento, según el intérprete de la ley). El evangelista Mateo cita a Jesús con esta definición. La división es cuerpo y alma. Sin embargo, Pablo en 1ra Corintios 7:34 hace la división de cuerpo y espíritu; lo que corrobora que alma y espíritu son sinónimos, en el contexto bíblico. Destacado es mío.

3] El tercer aspecto del primer mandamiento es la mente. El profeta Jeremías se refiere a la mente, con estas palabras: “Yo, Jehová, escudriño la mente y pongo a prueba el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:10). El apóstol Pablo va más allá, cuando le dice a los corintios: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16 Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:14-16). Por tanto, lo que Pablo les confirma a los corintios, es un reto para nosotros los creyentes, seguidores de Jesucristo, y nos debe sorprender con profunda gratitud: “tenemos la mente de Cristo”. Destacado es mío.

El mismo apóstol Pablo en Romanos exhorta a renovar el entendimiento, como sinónimo de mente: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2). Destacado es mío.

La Biblia, aparte del primer mandamiento, y los otros textos citados aquí, además de referirse a la mente, también hay varios pasajes que dan a entender la mente o el entendimiento. Por ejemplo, Pablo en Colosenses exhorta a los creyentes: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. “Poner la mira” significa fijar la mente, toda la facultad mental, en las cosas de Dios; o sea, en la voluntad de Dios.

Por último, Pablo exhorta fuertemente a los efesios: “Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos” (Efesios 5:15-16).

B] El segundo pasaje en el que Jesús cita la Ley y los Profetas es cuando formula “la regla de oro”: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12). Lucas presenta la regla de oro en su significado positivo también: “Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31). Pero Lucas no afirma que al cumplir con la reglo de oro, estaremos cumpliendo “la ley y los profetas”, como sí lo hace Mateo.

OTRAS VERSIONES DE LA REGLA DE ORO

La regla de oro, fuera del contexto bíblico, la encontramos en las enseñanzas de Confucio: "Es el máximo de benevolencia amable el no hacerles a los demás lo que no quisieras que ellos hicieran contigo" (Confucio, Analects 15.23 – V), pero en sentido negativo. Jesús la cita en su sentido positivo.

Zigong dijo: «Lo que no quiero que los demás me hagan a mí, tampoco se lo hago yo a ellos» (Citado por reingex.com).

Tobías: "Lo que tú odias, no se lo hagas a nadie" (Tobías 4, 16).

El rabino Hillel (contemporáneo de Cristo): "Lo que te resulta odioso, no se lo hagas a tu prójimo”.

Por supuesto, ninguno de estos maestros pensadores se atreve a afirmar que quien cumple con la regla de oro, cumple con la voluntad de Dios, o con las enseñanzas de la Biblia, o con la ley y los profetas. Esta potestad es propia y única del Señor Jesucristo.

Solamente las enseñanzas de Jesús, según los evangelios sinópticos; así como las enseñanzas del apóstol Pablo en sus epístolas, tienen la autoridad de citar el cumplimiento de la ley y los profetas. Pero además, Jesús ya resucitado les aclara que en su muerte y resurrección se cumplió todo que estaba escrito en “la ley, los profetas y los salmos”. (Lucas 24:44)

CONCLUSIÓN

Este estudio tiene como objeto principal el cumplimiento de la Ley y los Profetas, tal como lo enseñó el Señor Jesús a los mismos maestros de la ley, y a sus seguidores. La doctrina que se destaca en sus enseñanzas es el amor a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente; pero, en segundo lugar, Jesús destaca el amor a nuestros hermanos, entendido como prójimos.

El apóstol Juan en su primera epístola refuerza esta doctrina de Jesús, cuando afirma: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1ra Juan 4:20). Aunque el Apóstol no lo diga, su doctrina es la misma de Jesús, cuando dice: “Porque esto es la ley y los profetas”.

Con la frase “la ley y los profetas”, Jesús afirma que los escritos de nuestro Antiguo Testamento, o Tanaj, para el tiempo de Jesús, tienen cumplimiento completo cuando amamos a Dios nuestro Señor, así como a nuestros hermanos o prójimos. Además, debemos entender que no solamente debemos amar a quienes nos aman, sino también a nuestros enemigos: “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian” (Lucas 6:27-28).

Por último, el Señor Jesús después de resucitado se apareció a sus discípulos, comió con ellos, “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:44). Destacado es mío.

¿Podría el cristianismo tener autoridad si no contáramos con los escritos del Antiguo Testamento? ¿Y qué era el Antiguo Testamento en tiempos de Jesús? Era la ley de Moisés, los Profetas y los Salmos. Porque ahora “se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él” (Romanos 3:21). Así que, según el apóstol Pablo, nuestra  JUSTIFICACIÓN está “testificada” por la ley y por los profetas; es decir, por todo el Antiguo Testamento.

 

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