lunes, 16 de noviembre de 2020

 

ANTES QUE LA GRAMÁTICA, ESTÁ LA SOCIEDAD PATRIARCAL

Amadeo Albuquerque Lara

La ideología feminista y los grupos sociales que defienden la igualdad de género opinan que la gramática española, junto con las gramáticas de las lenguas naturales del mundo, deben pasar por una reforma de manera que se genere un lenguaje no sexista, o lenguaje inclusivo que visibilice a la mujer. Este tipo de lenguaje, opinan ellos, debe eliminar el uso del masculino como incluyente del género femenino. Ejemplos: en vez de los pronombres personales él, ella, nosotros, vosotros y ellos, deben usarse las formas “elle”, “nosotres”, “vosotres” “elles”.

 Pero esta propuesta desfigura la morfología de nuestro léxico, y de la estructura misma del español, sin sentar las bases morfosintácticas para las nuevas reglas de formación de palabras. En estas condiciones, estaríamos enfrentados ante una variante dialectal del español. Haría falta una serie de planteamientos teóricos en los campos de la fonología, de la morfología y la sintaxis. Sin estos planteamientos teóricos, estaríamos poniéndole “vigas de arriostres” al edificio del lenguaje, sin establecer el fundamento para un cambio gramatical. Se trata, entonces, de una tarea gigantesca que no la podrán llevar a cabo las feministas, ni los defensores del lenguaje no sexista, o del lenguaje inclusivo. Por tanto, no se trata de sustituir letras en el tratamiento de géneros gramaticales.

Estos grupos proponen que en vez de las terminaciones “o/a” como marcadores de los géneros gramaticales masculino y femenino, respectivamente, se sustituyan con el signo de la arroba (@), o por la letra “x”, o por la letra “e”. Así, por ejemplo, en vez de “los/las” se escribiría “l@s”, “lxs” o “les”, para ambos sexos. Algo que cabe destacar es que estos grupos confunden el concepto de género gramatical de las palabras, con el sexo de las personas. Los morfemas de género los define la gramática; el sexo de los seres vivos los define la biología. Pero quienes proponen estos cambios no son ni lingüistas en su mayoría, ni tampoco biólogos sociales o sociobiólogos.

El argumento que exponen estos grupos es que la gramática española, en nuestro caso, discrimina a la mujer y exalta al hombre. Dicen ellos que el lenguaje sexista invisibiliza a la mujer. Mi tesis en este escrito es que quienes invisibilizan a la mujer son las sociedades patriarcales, de donde proviene la discriminación contra las mujeres. El machismo lo ha creado nuestra sociedad, en pleno consentimiento de hombres y mujeres; pero ahora unos grupos sociales se proponen imponer el feminismo en contra posición del machismo, lo cual conduciría al otro extremo, en vez de solucionar la injusticia social.

El doctor Ignacio Bosque, académico de número de la Real Academia Española, y Ponente de la Nueva Gramática de la lengua española, apoyado por las otras 25 academias (ASALE), escribió sobre el SEXISMO LINGÜÍSTICO Y VISIBILIDAD DE LA MUJER (Marzo, 2012), escrito que propone que es la sociedad la que discrimina a la mujer. El doctor Bosque presenta varias premisas, pero voy a transcribir, parcialmente, sólo la primera y la conclusión:

“La primera premisa verdadera es el hecho cierto de que existe la discriminación hacia la mujer en nuestra sociedad. Son alarmantes, en efecto, las cifras anuales de violencia doméstica, y se siguen registrando situaciones de acoso sexual no siempre atendidas debidamente por las autoridades competentes. Existen todavía diferencias salariales entre hombres y mujeres. Se atestiguan también diferencias en el trato personal en el trabajo, que a veces se extienden al grado de capacitación profesional exigible en la práctica, así como a las condiciones requeridas para acceder a puestos de responsabilidad.

“De estas premisas correctas, en cierta forma subsumidas en la última, se deduce una y otra vez en estas guías una conclusión injustificada que muchos hispanohablantes (lingüistas y no lingüistas, españoles y extranjeros, mujeres y hombres) consideramos insostenible. Consiste en suponer que el léxico, la morfología y la sintaxis de nuestra lengua han de hacer explícita sistemáticamente la relación entre género y sexo, de forma que serán automáticamente sexistas las manifestaciones verbales que no sigan tal directriz, ya que no garantizarían “la visibilidad de la mujer”. (Dr. Ignacio Bosque, Real Academia Española, 2012).

Hay quienes dicen que la RAE es machista, debido a sus respuestas a las propuestas de cambios gramaticales; pero no es la morfología de pronombres, artículos, adjetivos o sustantivos la que tiene que visibilizar a la mujer, sino la sociedad misma.  ¿De qué sirve que se cambien las reglas de formación de palabras en nuestra gramática, si la sociedad sigue discriminando a la mujer? La mujer sieuge siendo víctima en las relaciones de pareja, según el número exagerado de feminicidios (no “femicidios”); sigue siendo discriminada en los puestos de trabajo, el salario de las mujeres es menor, aunque tenga mayor preparación y más altos títulos académicos que los hombres.  Los puestos de gobiernos siguen ocupados en su mayoría por hombres. Son las mujeres las que ocupan la mayoría de los oficios domésticos y sus empleadores las visten de manera diferente, para disminuirlas de los demás miembros de la familia. Y así sucesivamente. Por tanto, por lo visto hasta aquí, no es la gramática la culpable de la invisibilidad de la mujer, sino el trato injusto contra la mujer implantado por la sociedad patriarcal. Ya queda dicho que tal injusticia ha sido fomentada por hombres y mujeres, cuando a los niños varones se los saca de la cocina, porque es propio de mujeres; cuando a los niños varones se los impide jugar con muñecas, porque eso es propio de niñas, etc. Así se va creando el ambiente propio del machismo, de la superioridad del hombre sobre la mujer.

En conclusión, no es la Real Academia Española (RAE), ni las demás academias del mundo las que tienen que cambiar las reglas del idioma, ni la gramática de las otras lenguas del mundo tampoco, sino la sociedad o sociedades del mundo las que tienen que cambiar el androcentrismo y el machismo empedernido y la invisibilidad de la mujer. Además, el lenguaje manifiesta esta tendencia androcéntrica, porque tanto el habla como la lengua son producto de quienes ostentan este concepto social.

Por tanto, la reforma debe proceder de la semántica social, de la psicología social, de la ética y la moral en los centros de estudio, comenzando con los niveles de prescolar, primaria, secundaria y de educación superior, para que nuestros niños, jóvenes y adultos podamos darle el lugar que le corresponde a la mujer y para que haya equidad en los diferentes estratos de nuestra sociedad, incluyendo las instituciones de los Estados, así como Entes legislativos de los gobiernos del mundo. Todos debemos entender que el hombre no es dueño de la mujer ni tampoco es el hombre el que debe disponer cuándo terminar con la vida de su compañera, amiga, o vecina. Ya se ha demostrado, además, que las leyes no se aplican por igual.

Tampoco la imposición del feminismo soluciona el problema de la desigualdad de los sexos, en el trato social, laboral y judicial. Tampoco un cambio en los marcadores de género masculino/femenino de nuestra lengua española, ni de las otras lenguas del mundo, acabará con tanta discriminación y misoginia.  La visibilidad de la mujer no la da la gramática de una lengua, cualquier lengua, sino la educación adecuada, las leyes justas y su justa aplicación.

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