LA
RESTAURACIÓN DEL REINO DE DIOS
Amadeo
Albuquerque Lara
El concepto
de “restauración” (Hebreo שיקום (shikúm) significa "reconstruir" o
"restaurar") se origina en la profecía de la unión de los reinos del
norte y del sur. El reino de Israel se inició con la capital en Siquem como un
solo reino, unidad que persistió hasta después de la muerte del rey Salomón. Las
primeras capitales del reino de Israel fueron: Siquem, Tirsa y Samaria. Jeroboam
trasladó la capital a Tirsa y Omri fundó Samaria, convirtiéndola en la capital
definitiva del reino del norte. El reino de Israel antes de la división estuvo
gobernado por Saúl, David, y Salomón.
Israel fue
un reino poderoso, pero no libre de conflictos con los pueblos vecinos. Sus
principales enemigos fueron los filisteos. Saúl luchó contra ellos en varias
ocasiones, pero fue derrotado en la batalla contra ellos, en el Monte Gilboa (año
992 a. C.) donde murió por su propia espada (1 Samuel 31). David también luchó
contra los filisteos comenzando con la derrota de Goliat, pero al final
estableció una especie de relación con ellos (Crédito: World History
Encyclopedia).
Después de
la muerte de David lo sucedió en el reino su hijo Salomón. Aunque éste
construyó el Templo para la adoración de יהוה (Yavé), se olvidó de su adoración
por la influencia de sus numerosas esposas extranjeras quienes lo indujeron a
la adoración de sus dioses paganos. A la muerte del rey Salomón lo sustituyó su
hijo Roboam, en el año 928 a. C. y reinó durante 17 años; pero Roboam fue un
rey inflexible y poco sabio, por lo que provocó la división del Reino de Israel
en reino del norte con capital en Samaria y el reino del sur con capital en
Judá (véase 1 Reyes y 2 Crónicas en cuanto a la división del reino de Israel).
Los
profetas que le dan fuerza al concepto de la restauración son Isaías, Jeremías,
Ezequiel, Hageo y Zacarías. Estos profetas auguran el regreso a la adoración
pura, la reconstrucción de Jerusalén y la restauración de la vida espiritual de
Israel con el retorno a la adoración del verdadero Dios (יהוה, YHWH). La
esperanza en una futura restauración no sólo estuvo presente en los profetas ya
citados, sino incluso entre los seguidores de Jesús. Estando Jesús reunido con
ellos antes de su ascensión, los apóstoles le preguntaron que si él restauraría
(επαναφέρω (epanaphero) reinstalar o restablecer; o ανακαινίζω (anakainizō): que
significa "renovar", "hacer nuevo") el reino a Israel en el
tiempo presente, pero Jesús no les da respuesta de tiempo alguno (Hechos 1:6-11).
Él está interesado en que se predique su evangelio en toda la Tierra, cambiando
la perspectiva judía de sus discípulos, a una perspectiva universal.
Sin
embargo, esta perspectiva judía persiste en algunos de los discípulos de Jesús aun
después de su muerte y resurrección. Cuando dos de ellos caminan hacia Emaús,
Jesús se les presenta mientras ellos comentan los acontecimientos de la
crucifixión y muerte del varón profeta que persiste en la mentalidad de
ellos, según Lucas 24:19. Los ojos de ellos no reconocen al “varón profeta”
hasta que comparte el pan con ellos. Pero Cleofas es quien dialoga más con
Jesús. Y le deja oír lo que ellos esperaban: “Pero nosotros esperábamos que
él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy
es ya el tercer día que esto ha acontecido” (Lucas 24:21). Los verbos
"redimir" y "restaurar" comparten la idea de devolver a
algo su estado original o valor, según el contexto (Crédito: RAE y ASALE). Por
tanto, el verbo “redimir” que usan estos discípulos comparte el mismo
significado del verbo “restaurar” que algunos de ellos habían usado en la
pregunta a Jesús, según Hechos 1:6-11.
Esta
plática entre los discípulos en camino a Emaús y Jesús ya resucitado confirma
que los discípulos de Jesús continuaban con la mentalidad judía de un Mesías
que venía a restaurar o re-unificar los reinos del norte y del sur como lo
fueron desde su fundación como Reino de Israel, sin la intervención de los
romanos. Es más, el concepto de restauración permanece en las profecías con una
extensión hasta “los últimos tiempos”, lo cual es un concepto apocalíptico o
escatológico. Después de la caída de Jerusalén, Ezequiel no habló más de los
juicios de Dios sobre sus contemporáneos sino de la redención de Israel
en los últimos días (Ezequiel 25-48). El libro de Ezequiel comprueba
que este profeta fue “un profeta de la Restauración de Israel”.
El profeta
Jeremías también proclama la reunificación de los dos reinos:
“Porque
he aquí, vienen días —dice el Señor— en que haré volver del cautiverio a mi
pueblo Israel y Judá —dice el Señor—. Los haré volver a la tierra que di a
sus padres, y la poseerán” (Jeremías 30:3). Énfasis es mío.
El profeta
Zacarías se refiere a las dos casas a las que el Señor Dios las hará volver.
Otra manera de restaurar los dos reinos.
“Fortaleceré
la casa de Judá, y salvaré la casa de José. Los haré volver, porque tendré
misericordia de ellos. Serán como si no los hubiera desechado; porque
yo soy el SEÑOR su Dios” (Zacarías 10:6-12). Énfasis es mío.
Todas estas
profecías de la restauración de Israel se extienden a un contexto apocalíptico-escatológico,
cuando los dos reinos volverán a formar uno solo, en cumplimiento de las profecías.
“En el contexto apocalíptico, la restauración de Israel, también conocida como
el "recogimiento" o "reagrupamiento", se refiere a la
reunión de los judíos dispersos por el mundo a su tierra ancestral, Israel,
como parte de un plan divino para el cumplimiento de las profecías” (Crédito: Churchofjesuschrist)
El concepto
de la restauración de Israel “en el final de los tiempos” es un elemento
central en la escatología judía. Avisora un futuro cuando el pueblo judío se
juntará de nuevo en su tierra y comenzará la era mesiánica. Esta esperanza
tiene sus raíces en las profecías y en la tradición, las cuales anticipan un
retorno glorioso a la Tierra Prometida, la reconstrucción del Templo y el
establecimiento de un orden mundial de justicia y paz (Crédito: Encyclopedia
Britannica).
El autor
del libro de Apocalipsis en el relato de sus visiones describe la Nueva Ciudad
de Jerusalén. Es una ciudad amurallada con nombres inscritos de las doce
tribus de Israel y junto con ellas, los doce nombres de los doce
apóstoles del Cordero. (El remanente del pueblo de Israel en el Antiguo
Testamento, y el remanente representado por los doce apóstoles representando a
la Iglesia en el Nuevo Testamento). Es decir, las doce tribus de Israel no
están excluidas en la Nueva Jerusalén, concepto que se acomoda al de la
restauración de Israel al final de los tiempos. He aquí la descripción
de la Jerusalén celestial:
“Tenía
un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y
nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel;
13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al
occidente tres puertas. 14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre
ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”
(Apocalipsis 21:12-14). Destacado es mío.
En el
desarrollo y análisis de este estudio se ha señalado cómo se inició el reino de
Israel, la unidad del reino con un solo rey en diferentes períodos, el Templo
como el único centro de adoración de Yavé, el único Dios de Israel, y la ciudad
de Jerusalén como la ciudad de David, linaje del cual desciende el Mesías. Este
concepto fue fortalecido por las profecías de los profetas Isaías, Jeremías,
Ezequiel, Hageo y Zacarías. También este escrito ha documentado la extensión
del concepto de restauración a un contexto escatológico, que se presenta en la
descripción de la Nueva Jerusalén celestial con las doce tribus de los hijos de
Israel y los doce apóstoles del Cordero.
CONCLUSIÓN
El
propósito de este estudio ha sido documentar el concepto de “Restauración”
tanto en la perspectiva judía, como en la perspectiva de los discípulos de
Jesús; así como la respuesta de Jesús que cambia la perspectiva de sus
discípulos en una perspectiva universal con la predicación del Evantelio hasta
lo último de la Tierra. La perspectiva judía estuvo presente en la mentalidad
de los apóstoles cuando le plantean la pregunta al Mesías que si restauraría a
Israel en el tiempo presente, antes de la ascensión al cielo. Luego, esa misma
perspectiva se documenta en la mentalidad de los dos discípulos en camino a
Emaús, en la esperanza que ellos consideran frustrada de la redención de Israel
(Lucas 24).
Jesús fue
muy específico en ambas ocasiones en que los discípulos le plantean la pregunta
que si restauraría el reino a Israel. En la primera ocasión antes de la Pasión,
él no les da ningún tiempo de su regreso, sino que les ordena predicar el
Evangelio hasta lo último de la Tierra, porque Jesús quiso cambiar la
perspectiva judía que prevalecía en sus discípulos por una nueva perspectiva universal.
La segunda vez que los discípulos comentan entre ellos su desesperanza de la
redención de Israel, lo hacen con las palabras: “Pero nosotros esperábamos
que él era el que había de redimir a Israel” Lucas 24:21). Sin embargo,
Jesús nuevamente se niega a contestar que si él va a restaurar a Israel en este
tiempo. “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les
declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27). Jesús
tenía que ser muerto, crucificado y resucitado al tercer día; pero también
ascender al cielo para volver a dar cumplimiento al concepto escatológico de la
restauración.
REFERENCIAS
ASALE
(Asociación de Academias de la Lengua Española)
Biblia
Reina Valera 1960
Churchofjesuschrist
Church
of the Great God
Encyclopedia
Britannica, The concept of restoration of Israel
Real
Academia Española (RAE) Los verbos “redimir” y “restaurar”
World
History Encyclopedia
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