miércoles, 9 de agosto de 2023

 

LIBRO DE LOS HECHOS: VIDA Y MISIONES DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS

La conexión entre el Evangelio de Lucas y los Hechos de los Apóstoles

Amadeo Albuquerque Lara

El Evangelio de Lucas y el libro de los Hechos son dos tomos de la Obra escrita por un mismo autor. Los dos libros se complementan tan bien, que no quedan dudas de quién los escribió. El libro de los Hechos comienza con la conclusión del Evangelio de Lucas, desde el verso 47 al 49, con el mandato de quedarse en Jerusalén, hasta que fueran investidos de poder. Requisito indispensable para poder cumplir con la Misión de “que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (verso 47).

La conclusión de Lucas se entrelaza con la introducción de Hechos 1:4: “Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí”.  También, el libro de los Hechos relata el cumplimiento de la promesa de Jesús de que seguiría dirigiendo la expansión de su Evangelio: “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:20b).

Lucas fue compañero de viajes del apóstol Pablo

Los estudiosos del libro de los Hechos afirman que Lucas fue compañero de viajes del apóstol Pablo, y han analizado el uso de los pronombres, en la narración de los viajes de Pablo. Por ejemplo, en el capítulo 20, Lucas comienza narrando en tercera persona hasta el versículo cuatro. A partir del versículo cinco, comienza la narración en primera persona, tanto de pronombres como de verbos:

“Estos, habiéndose adelantado, nos esperaron en Troas. 6 Y nosotros, pasados los días de los panes sin levadura, navegamos de Filipos, y en cinco días nos reunimos con ellos en Troas, donde nos quedamos siete días”. Destados son míos.

En los capítulos anteriores del libro de los Hechos Lucas narra en tercera persona, como un espectador; pero desde el capítulo 20:5 hasta el capítulo 28, Lucas participa de todas las actividades de Pablo, usando los pronombres “nosotros”, y “nos”, así como las formas verbales, hasta su llegada a Roma. Además, por medio de dos cartas escritas por el apóstol Pablo confirma que Lucas fue su compañero de viaje. Las dos cartas son: Colosenses 4:14, y 2 Timoteo 4:11. Pablo escribiendo a los colosenses, en el capítulo 4 y verso 14, menciona a Lucas enviando saludos a esos hermanos. Además, menciona que también Demas está con él y envía saludos. Pero ya en la segunda carta de Pablo a Timoteo, el Apóstol se queja de que Demas lo ha desamparado “amando a este mundo”, y menciona que sólo Lucas está con él. Este dato nos indica que Colosenses fue escrita primero que las epístolas a Timoteo, por el dato de Demas; pero también las dos cartas confirman que Lucas fue compañero de viaje de Pablo, y compañero en la misma Roma, pues esto lo sabemos por la narración que hace Lucas de la tormenta que los azota en alta mar, así como las peripecias durante el viaje a Roma.

El libro de los Hechos es muy importante porque además de establecer la conexión con el Evangelio de Lucas, relata la esencia del inicio de la Iglesia de Jesucristo. La espera en la ciudad de Jerusalén, la investidura del Espíritu Santo en un evento participativo de apóstoles, y creyentes en el Evangelio que estaban en una casa de tres pisos: el “Aposento Alto” (Hechos 20:8-12), esperando el cumplimiento de la promesa; así como la presencia de judíos devotos de varias ciudades y regiones, participando de la fiesta de Pentecostés. Pues las tres festividades judías más importantes eran la Pascua, Pentecostés y los Tabernáculos.

Además, el libro de los Hechos relata la historia de los primeros cristianos, la comunidad conocida como la Iglesia de Jerusalén, y las distintas casas de reunión y oración; éstas componían la comunidad que compartía el pan y las posesiones para ayudar a los más pobres; sus reuniones de oración, y la obediencia a las doctrinas de los apóstoles; y, además, relata la fundación y organización de iglesias cristianas por todo el Asia Menor, Grecia, Corinto, y sus alrededores.

La expansión del Evangelio por parte de creyentes y Apóstoles

 Esteban, además de predicar, testifica ante el concilio judío; Felipe el evangelista predica por toda Samaria; mientras Pablo, Bernabé, Silas, Timoteo, Juan Marcos, Lucas y otros discípulos, viajan por varias ciudades fundando y confirmando iglesias por todo el Asia Menor, comenzando en Antioquía de Siria, Chipre, Salamina y Pafos. Por eso, he titulado este estudio: “Libro de los Hechos: vida y misiones de los primeros cristianos”.

El libro de los Hechos destaca las misiones de los dos apóstoles: Pedro y Pablo, las que constituyen las dos partes principales de la estructura del libro de los Hechos. Al principio del libro se mencionan a los doce apóstoles, con la elección de Matías; el apóstol Juan sólo se menciona tres veces; Jacobo o Santiago, hijo de Zebedeo, es decapitado a espada por Herodes Agripa I; a lo largo del libro también se menciona a Bernabé, a Juan Marcos y a Santiago, el hermano del Señor, y a los que he mencionado en el párrafo anterior.

División del libro de los Hechos

El contenido del libro se divide en dos partes principales, en cuanto a los ministerios de dos apóstoles consagrados y comisionados, mediante manifestaciones divinas, para extender el Evangelio, y llevarlo al mundo de la época, tal como el mismo Jesús lo pidió: comenzando en Jerusalén y luego, hasta lo último de la Tierra: los apóstoles son: Pedro y Pablo.

A] Primera parte: El Ministerio Apostólico de Pedro ante la “Circuncisión”: capítulos 1 al 12.

 Entendemos que el apóstol Pedro tiene una participación destacada en este libro. El libro de los Hechos registra, por lo menos, cinco discursos del apóstol Pedro: primero, el discurso para sustituir a Judas Iscariote, mediante la elección por suertes entre José Barnabás y Matías, (Hechos 1:15-26); segundo, el discurso principal el día de Pentecostés. Ante el asombro y las malas interpretaciones de las experiencias espirituales de los apóstoles y demás discípulos de Jesús en el día de Pentecostés, el apóstol Pedro ve la necesidad de explicarles a los presentes que observaban la manifestación del Espíritu Santo, que esto era el cumplimiento de la profecía del profeta Joel; por lo tanto, ninguno de los que recibieron el Espíritu Santo estaba ebrio, pues apenas eran las nueve de la mañana, sino que era el cumplimiento de la promesa hecha por el Señor Jesús a sus discípulos, así como también la del profeta Joel.

“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones” (Joel 2:28).

El día de Pentecostés, el apóstol Pedro toma la palabra para explicar a los presentes la razón del estruendo, las lenguas de fuego, el hablar en lenguas diferentes, y la manifestación del Espíritu Santo como cumplimiento de promesas hechas por Jesús y por el profeta Joel. Pedro continúa en su discurso con el juicio condenatorio en contra de Jesús, de parte de las autoridades judías; así como de su muerte y resurrección. Los oyentes, al escuchar el sermón tan lleno de poder del Espíritu Santo, y tan convincente, “se compungieron de corazón”, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles qué debían hacer. Después del arrepentimiento, el bautizo con el Espíritu Santo, y el bautizo en agua, pasaron a formar parte de la Iglesia, en número como de tres mil personas (Hechos 2:14-42).

El tercer discurso de Pedro fue ante el Pórtico de Salomón, en relación con la sanidad de un cojo, mediante el cual llama al arrepentimiento a sus oyentes judíos, (Hechos 3:11-26); y el cuarto, el discurso en la casa del centurión Cornelio, en Cesarea, con el resultado de la conversión, bautizo con el Espíritu Santo, y el bautizo en agua de Cornelio, su familia, y de los demás invitados por él (Hechos 10:34-43). El quinto discurso fue ante los apóstoles y ancianos, en la Iglesia de Jerusalén, debido a la acusación de parte de los judaizantes venidos de Judea, en contra de la conversión de los gentiles en Antioquía de Siria, sin que los obligaran a circuncidarse y a guardar la ley de Moisés y demás ritos judíos (Hechos 15:7-11). El resultado de los discursos segundo, tercero y cuarto del apóstol Pedro siempre es el mismo: el arrepentimiento, la conversión, el bautizo con el Espíritu Santo, y el bautizo en agua de los que han creído en el Evangelio de Jesucristo; especialmente, judíos.

 Por tanto, el apóstol Pedro ejerce su liderazgo de entre los demás apóstoles, como proclamador de Jesús como el Mesías e Hijo de Dios.   Así fue la fundación y confirmación de la Iglesia de Jesucristo narrada por el evangelista Lucas, en el libro de los Hechos. El liderazgo de Pedro como columna de la Iglesia de Jerusalén lo referiré más adelante.

B] Segunda parte: El ministerio Apostólico de Pablo ante los Gentiles: capítulos 13 al 28

La conversión de Saulo de Tarso

En el capítulo nueve de los Hechos, Lucas narra la conversión de Saulo de Tarso, el perseguidor acérrimo de los creyentes en Jesucristo. La conversión de Saulo, además del libro de los Hechos, en el capítulo nueve, el mismo Pablo la refiere en su epístola a los Gálatas, capítulo 1: 11-17; y la repite otras veces ante los funcionarios romanos que lo interrogan. Se la refiere al Tribuno Claudio Lisias, al gobernador Félix, y al rey Agripa II. Pablo se convierte en el instrumento escogido de Dios, tal como se lo dijo el Señor a Ananías en una visión, en la ciudad de Damasco.

El apóstol Pablo, antes de su conversión era conocido como Saulo de Tarso, originario de Tarso, capital de Cilicia, la actual Turquía o Türkiye, en el Asia Menor. En su casa familiar Saulo hablaba arameo, y sin duda, hebreo; aunque en la circuncisión recibió el nombre hebreo de Saulo, conforme al rito judío; pero en las escuelas aprendió griego. De esta manera, entró en contacto también con la cultura helénica. Además, Saulo fue instruido en la cultura y sistema de leyes de la civilización hebrea por el afamado doctor de la Ley, Gamaliel. Saulo fue miembro de la secta de los fariseos, “reconocido doctor de la ley y prominente miembro del Sanedrín”, hijo de Simón y nieto de Hilel (Crédito: Wikipedia –Gamaliel).

Con razón, el Señor le dijo al discípulo Ananías en Damasco, con respecto a Pablo: “Ve, porque instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (9:15), porque Ananías recuerda al Señor, con temor y temblor, que Saulo ha sido un perseguidor de la Iglesia; entonces el Señor le dio el mandato referido a Ananías.

A Saulo en su encuentro con Jesús en el camino a Damasco, lo cercó un resplandor de luz del cielo que lo dejó ciego temporalmente. El Señor lo llama por su nombre hebreo de Saúl o Saulo; pero, aunque Saulo también era Pablo, por ciudadanía romana. No es sino hasta en Hechos 13:9 que por primera vez nos damos cuenta de que Saulo es también Pablo. Los estudiosos del Nuevo Testamento aseguran que Saulo era de la tribu de Benjamín, a lo que Pablo confirma en su carta a los Filipenses (3:5-6), versos que constituyen el currículo abreviado del Apóstol:

“circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible”. (Destacado es mío).

Saulo, al ser circuncidado, recibió ese nombre hebreo; pero como ciudadano romano también fue llamado Paulus, en latín; por tanto, desde su nacimiento es ciudadano romano, según el mismo Pablo le contesta al tribuno Lisias.

 A partir del capítulo 13 de Hechos, la narración de los viajes misioneros, se refiere a él como Pablo solamente. En la iglesia de Antioquía de Siria, dos de los “profetas y maestros” de la membrecía reciben la imposición de manos y son enviados como misioneros.

“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. 2 Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. 3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron” (Hechos 13:1-4).Destacado es mío

Bernabé y Saulo salen en su primer viaje misionero de Antioquía de Siria (Hoy esta ciudad se llama Antakya, en el sur de Turquía); llegan a Chipre y después, a Salamina. Aquí anuncian la Palabra de Dios, y salen para Pafos. En esta ciudad se encuentran con un mago llamado Barjesús o Elimas, al cual Saulo, que también es Pablo, lo reprende, “porque procuraba apartar de la fe al procónsul Sergio Paulo” (Hechos 13:6-12). Aquí pues, por primera vez, nos damos cuenta que Saulo es también Pablo. También en este viaje los acompaña Juan Marcos, pero para el segundo viaje Juan Marcos se separa y regresa a Jerusalén (Hechos 13:13).

Saulo de Tarso después de que sanó de la vista, fue bautizado y recibió el don del Espíritu Santo, y más tarde fue llamado a ser apóstol y misionero de los gentiles, como hemos documentado antes. Dios preparó a Pablo para fundar, organizar, y confirmar iglesias por todo el Asia Menor, en Chipre, Salamina, e incluso, en Grecia, Corinto, y en la misma Roma, capital del Imperio que llevó a la muerte y crucifixión al Señor Jesucristo, por medio de sus funcionarios.

Sin embargo, el encuentro que tuvo con Jesús en el camino a Damasco por medio de una visión divina, lo convirtió en el “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Rom 1:1). El camino a Damasco lo cambió de ser un perseguidor de la iglesia, a ser el proclamador de Jesucristo, y fundador de múltiples iglesias; y por último ser muerto como mártir en la Roma que le había otorgado la ciudadanía al nacer (aunque su muerte por decapitación y como mártir, no consta en ninguna parte del Nuevo Testamento).

Hasta aquí he documentado la contribución valiosa de estos dos Apóstoles que llenan de fervor las acciones y misiones en el libro de los Hechos; Pedro como apóstol que anduvo aprendiendo con Jesús durante tres años, y Pablo, el convertido del judaísmo comisionado a ser el apóstol de los gentiles, preparado en Arabia (sin duda, mediante oración y ayuno), durante tres años también, según (Gálatas 1:17-18).

Otros hechos importantes

Dios en su plan de salvación para el género humano, prepara a sus siervos para llevarlo a cabo. Dios llamó a Simón, a quien le puso el sobrenombre de Pedro, para formar parte de los doce apóstoles, y líder de la “Circuncisión”. Y Dios llamó a Saulo de Tarso, para convertirse en el Apóstol de los gentiles, fundador de iglesias por el Asia Menor, y proclamador de su Evangelio hasta en la misma Roma imperial.

Dios prepara a Pedro para comprender su plan para la conversión de los gentiles, no sólo de judíos, o la “Circuncisión”.

El apóstol Pablo, en Gálatas 2:7-8 refiere que “como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles)” Pero Pedro debía comprender que Dios tiene un plan para la salvación de los gentiles, además de los judíos. (Destacado es mío).

Dios para cambiar la discriminación de Pedro contra los gentiles, hace uso de una visión celestial en dos lugares distintos, en dos horas distintas, y en dos días de diferencia. Cornelio, un centurión gentil, en Cesarea, tiene una visión que le ordena enviar a Jope para que Simón Pedro venga a su casa. (Hechos 10:1-8). En una visión en Jope, Pedro ve bajar del cielo una manta que contenía toda clase de animales inmundos. Dios le hace saber que no llame inmundo a lo que Dios limpió. Para aclarar la visión, en ese momento Pedro recibe la visita de tres hombres comisionados por un centurión gentil, llamado Cornelio, para que Pedro llegue a su casa. (Hechos 10:9-23). Era la primera vez que Pedro aceptaba mezclarse con un gentil; pero Pedro le refiere a Cornelio que una visión divina los preparó a ambos para esta visita:

“Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo” (Hechos 10:28).

En Jope, (ahora Jaffa), la Iglesia católica edificó, en 1654, una iglesia dedicada a la visión de la manta con toda clase de animales que tuvo el apóstol Pedro. La iglesia se llama “Iglesia de San Pedro”.

Qué concepto más terrible tenía Pedro respecto de los gentiles, antes de esta visión. Pero Dios lo había cambiado para defender el ministerio y conversión de los gentiles. De ahora en adelante, sería el defensor de los gentiles ante el conflicto entre Pablo, Bernabé y los judaizantes en Antioquía. Judíos venidos de Judea, específicamente de Jerusalén, provocaron un conflicto contra Pablo y Bernabé por aceptar a los gentiles sin someterlos a los ritos judíos. Este conflicto provocó que la Iglesia de Jerusalén mandara llamar a Pablo y a Bernabé para que rindieran cuenta; pero no sólo eso, también el conflicto provocó la formación de un Concilio en la Iglesia de Jerusalén. Esto fue como que Pablo y  Bernabé hubieran cometido un grave pecado contra la Ley de Moisés.

No quedan dudas, que los primeros cristianos en Jerusalén, y en otras partes en donde se proclamara el Evangelio a los gentiles, todavía abrigaban doctrinas judaicas: la circuncisión, la Ley de Moisés y su discriminación en contra de los gentiles convertidos (Hechos 15). Además, estas creencias se diseminaban por dondequiera que hubiera una iglesia o una agrupación de creyentes gentiles convertidos al cristianismo. El mismo Pablo circuncidó a Timoteo (Hechos 16:1-3). Los líderes de la Iglesia de Jerusalén le dicen a Pablo que se dice que él enseña a los judíos a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos. Además, obligan a Pablo a purificarse junto con los cuatro hombres que tienen la obligación de cumplir voto, y que les rasuren la cabeza. Pero, además, que Pablo demuestre que anda “ordenadamente guardando la ley”. Por tanto, Pablo circuncida a Timoteo, hace cumplir ritos judíos y demuestra que él guarda la ley de Moisés. Esto último, para cumplir con la orden de los líderes de la Iglesia de Jerusalén (Hechos 21:21-24).

.Por qué el Concilio en la Iglesia de Jerusalén

Ante las noticias del conflicto en la iglesia en Antioquía de Siria, generado por los judaizantes venidos de Judea, los líderes de la Iglesia de Jerusalén convocan un Concilio con los apóstoles y ancianos de la iglesia para conocer de este asunto entre Pablo, Bernabé y los judaizantes de Judea. En la Iglesia de Jerusalén había mucho celo de parte de los judíos convertidos al cristianismo. Ellos creían que los gentiles convertidos, debían primero convertirse al judaísmo, guardando todos los ritos judíos: la circuncisión, la Ley de Moisés, y la discriminación en contra de los gentiles. Este sentimiento antigentil lo confiesa el mismo apóstol Pedro ante el centurión Cornelio, cuando le dice que es “abominable para un judío mezclarse con un extranjero” o gentil. Por eso, los miembros de la Iglesia de Jerusalén no se habían desprendido de este sentimiento judaico. Además, los discursos de Pedro y Jacobo ante el Concilio en Jerusalén, confirman que todavía la Iglesia de Jerusalén no aceptaba por completo a los gentiles convertidos.

El discurso de Pedro ante el Concilio en Jerusalén: Hechos 15:6-11). Pedro se levanta y expone ante el Concilio, cómo Dios ha escogido también a los gentiles para convertirse al Evangelio, “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; 9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (Hechos 15:8 y 9).

El discurso de Jacobo (hermano de Jesús), cita al profeta Amós 9:11-12, para reforzar lo que Pedro había dicho en su discurso, y da la sabia recomendación en favor de los gentiles.

La Profecía de Amós

“Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, 17 Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, 18 Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos”. (Hech 15:16-18, cita que se corresponde con la profecía de Amós 9:11-12) Destacado es mío.

La Iglesia de Jerusalén hace propia la recomendación de Jacobo:

La Iglesia en común acuerdo, decide enviar por escrito los únicos requisitos que los gentiles deben cumplir:

“que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. 21 Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo” (Hech 15:20-21).

La resolución final del Concilio de la Iglesia de Jerusalén, según carta enviada con Pablo y Bernabé, Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y Silas. (No confundir a José Barsabás, candidato a sustituir a Judas Iscariote, con Judas Barsabás). A continuación, transcribo la parte medular de la carta enviada a los gentiles en Antioquía. Antioquía de Siria se convirtió en un centro importante para la difusión del Evangelio ante judíos y gentiles.

“Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien”.

Final de los tres viajes misioneros del apóstol Pablo y compañeros de viajes (Capítulo 20 y siguientes)

El capítulo 20 de Hechos contiene la sentimental despedida que le hacen a Pablo. En Troas, Pablo se despide con un larguísimo discurso hasta el amanecer. A la media noche, Eutico se cae de la ventana del tercer piso, vencido por el sueño (Hechos 20:9). Pablo, de Troas sale para Mileto. Allí, Pablo manda llamar a los ancianos de Éfeso para despedirse con un discurso; al terminar se puso de rodillas y oró con todos ellos. Hubo gran llanto por la partida de Pablo, porque les dijo a los hermanos que no volverían a ver su rostro (Hechos 20:17-36).

Viaje final de Pablo a Jerusalén

Concluyo este estudio con los acontecimientos en la vida, viajes y misiones del apóstol Pablo, a partir del capítulo 21 del libro de los Hechos de los Apóstoles. Pablo se enfrenta a una serie de juicios y acusaciones de parte de los sacerdotes y ancianos judíos, pero Pablo se defiende de la acusación, en diferentes escenarios ante los funcionarios romanos, a quienes les refiere que él es ciudadano romano. Ante las acusaciones de los líderes judíos, el apóstol Pablo se queda solo. No hubo testigos a su favor de parte de la Iglesia de Jerusalén.

Primero, Pablo es acusado ante el concilio judío; después, Pablo es llevado ante el tribuno Claudio Lisias, pero éste lo remite ante el gobernador Félix. Sin embargo, Félix no toma ninguna decisión final respecto a la acusación de los judíos, pero para congraciarse con ellos, lo deja en prisión. El emperador Festo sustituye a Félix, y éste lo remite ante el rey Agripa II. Pablo al comparecer ante Agripa, sabía que Herodes I, el Grande, bisabuelo de Agripa II, había tratado de matar al recién nacido Mesías, Rey de Israel; su abuelo, Herodes Antipas, había mandado a decapitar a Juan el Bautista (La muerte de Antipas es también atestiguada por el historiador judeo-romano, Flavio Josefo). Y su padre, Herodes Agripa I, había decapitado a espada al mártir Jacobo o Santiago hijo de Zebedeo, el primero de los doce apóstoles en morir como mártir. Este Herodes quiso también asesinar a Pedro, para congraciarse con los judíos. Lo encarceló, pero Dios abrió las puertas de la cárcel (Hechos 12:1-18), pero Herodes se vengó contra los guardias y los mandó a ejecutar. ¿Podría hallar gracia Pablo ante este rey descendiente de una familia de asesinos?

Finalmente, los capítulos 27 y 28 de Hechos narran el viaje de Pablo a Roma como prisionero, pasando por peligros de naufragio y asesinato por parte de los soldados custodios; pero Dios le revela a Pablo que no tema, que llegará a Roma, para completar su misión que el Señor le encomendó, a raíz de su conversión, en el camino a Damasco: “El Señor le dijo (a Ananías): Ve, porque instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hechos 9:15-16).

BIBLIOGRAFÍA

Enduring Word – Hechos 15 El Concilio de Jerusalén

Guzik, David. El Concilio de Jerusalén

Hechos de los Apóstoles RVR1960

“Hechos de los Apóstoles”, escrituras.lds.org

INTRODUCCIÓN A LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES - Mensaje y características de este libro, Prof. Luis Fernando García F Viana

Loren Van Galder, El Concilio de Jerusalén

Wikipedia – Antioquía (Antakya)

Wikipedia - Gamaliel


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