viernes, 14 de octubre de 2022

LOS MILAGROS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Amadeo Albuquerque Lara

Los milagros en el Antiguo Testamento son numerosos. No me propongo enumerarlos todos, porque se llenarían varias páginas. Más bien, me propongo demostrar que los milagros no son “compatibles” con las reglas de la ciencia y de la naturaleza, porque cumplen con el plan divino de Dios para su pueblo. En el Antiguo Testamento, los milagros tenían la función de demostrar a los poderosos de la Tierra que existe un solo Dios Omnipotente que hizo los cielos y la Tierra, y que él da crédito y aprobación a sus profetas y a los voceros de su plan divino.

Sin embargo, casi la totalidad de los científicos no cree en los milagros, porque no los puede explicar; entonces, la solución es negarlos. He aquí un razonamiento científico: Stephen Hawking sostenía que Dios no existe; por lo tanto, los milagros no son ‘compatibles’ con las disciplinas de estudio.

Otra opinión de un Psiquiatra es la siguiente:

“El milagro está dentro del terreno de las creencias. Es un pensamiento mágico que cree en los seres sobrenaturales, celestiales y son parte de la cultura teológica. Sin fe, no puede existir un milagro”, dice el psiquiatra Martín Nizama. Sin embargo, él no cree en los milagros. “Si una persona se cura de un cáncer terminal, yo diría que fue por un proceso reversivo del cuerpo que la ciencia médica todavía no descubre”, indica. (Martín Nizama, Psiquiatra. Publicado por el diario El Comercio, 18/10/2018). Énfasis mío.

Pero hay unos casos que hacen reflexionar a ciertos científicos que no encuentran explicación de lo observado. Jacalyn Duffin es una de ellos, y afirma:

“Aunque sigo siendo atea, creo en milagros, esas cosas maravillosas que pasan para las que no encontramos explicación científica. El que esa paciente del principio esté viva 30 años después de su encuentro con leucemia mielocítica aguda es algo que yo no puedo explicar. Pero ella sí.”  Énfasis mío.

(Testimonio de una Historiadora médica y hematóloga. Especial para la BBC. 19 febrero 2014 publicado por BBC Mundo).

Pero dejando a un lado la ciencia en sus diferentes ramos, y volviendo a los milagros del Antiguo Testamento, me propongo exponer que los milagros tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, cumplen con el Plan de Dios. No se trata de una obra de charlatanería, como sucede con algunos milagreros de hoy en día. Moisés, Josué, Samuel, Elías y Eliseo, son los profetas y hombres de Dios que sirvieron de instrumentos de Dios para obrar milagros que exaltaran al verdadero Dios, su Omnipotencia y confirmación de la fe de estos hombres, para llevar a cabo el plan de Dios con el pueblo hebreo.

El primer obrador de milagros, en el Antiguo Testamento, fue Moisés, desde su nacimiento. Primero, el que la canasta de junco, embadurnada con brea, no se haya hundido ni llenado de agua del Nilo; segundo, el hecho de que la hija de Faraón lo haya adoptado y no lo haya denunciado ante las autoridades egipcias; tercero, que la hija de Faraón haya aceptado que la niña hebrea fuera a buscar una nodriza de entre las hebreas, y no entre las egipcias, completan el milagro de la niñez de Moisés.

Luego, se registra una serie de milagros que encajan en el plan de Dios para que Faraón al final deje salir al pueblo hebreo de Egipto, y para que lo reconozca como el verdadero Dios.

La vara que portaba Moisés, en manos de Aarón se convirtió en una serpiente. Aunque los magos egipcios quisieron demostrar que tal milagro era un arte de magia, la serpiente de ellos fue devorada por la serpiente de Moisés.

Desde el capítulo 7 de Éxodo hasta el capítulo 17 se registra una serie de milagros, bajo el liderazgo de Moisés y de su hermano Aarón.

Por ejemplo: Los siguientes milagros se realizan ante el Faraón de Egipto: El milagro de la vara de Aarón, las aguas se convirtieron en sangre, las plagas de ranas, de mosquitos, de tábanos o moscas, las úlceras, el granizo y los rayos, la invasión de langostas, las tinieblas, y, finalmente, la muerte de los primogénitos, incluyendo al primogénito de Faraón (Éxodo 7-12:30.

Los anteriores milagros tenían la intención de convencer a Faraón para que dejara salir al pueblo de Israel, y además, demostrar que el Dios Yo Soy, era más poderoso que los dioses egipcios adorados por Faraón; y que Moisés no era un milagrero que se proponía demostrar un don especial de hacer milagros. Moisés traía un mandato directo de YHWH o Yo Soy, para liberar al pueblo esclavizado en Egipto. Es más, cuando Dios comisiona a Moisés ante la zarza ardiente, Moisés demuestra su humildad y limitaciones para presentarse ante Faraón y ante el mismo pueblo de Israel.

Cuando al fin Faraón deja salir al pueblo hebreo, Dios lo conduce por el camino al desierto; pero de repente, Faraón se arrepiente y se dispone a perseguir al pueblo para liquidarlo; pero Dios demuestra su poder ante Faraón y efectúa los siguientes milagros:

El ángel de Dios, que precedía el campamento de Israel, se puso a sus espaldas para protegerlo; asimismo, la nube que escondía al pueblo, y las llamas de fuego que iluminaban el camino de noche, se pusieron a la espalda también, para detener al ejército egipcio y para permitir el avance del pueblo. Cuando llegan al Mar Rojo, Dios le ordena a Moisés que extienda su vara para abrir las aguas y que el pueblo pase en terreno seco. Luego, desde Éxodo 14:21-31, hasta el capítulo 17:5-7, siguen los milagros, en el desierto.

Las aguas amargas Dios las convierte en dulces. Cuando el pueblo se queja por el hambre, y preferirían seguir de esclavos en Egipto, Dios les envía el maná y las codornices, tal codiciadas hoy en día por la cocina gourmet. Cuando el pueblo le reclama a Moisés, porque no tienen agua para ellos y el ganado, Dios le ordena que con su vara golpee la roca, de la cual sale agua suficiente para saciar la sed del pueblo y del ganado. Sin embargo, aquí Moisés falló en dos acciones: primero golpeó dos veces la roca; y segundo se puso ante el pueblo diciéndoles que él y su hermano Aarón iban a sacar agua de la roca; en vez de exaltar el poder de Dios. Esta actitud pecaminosa se oponía al Plan Divino para su pueblo. Por lo tanto, Dios privó a Moisés de guiar al pueblo hasta la tierra prometida. Dios y no el hombre es el que obra milagros. Por tanto, el desierto fue el escenario que Dios usó para demostrar al pueblo incrédulo e idólatra su Omnipotencia.

También en el desierto, se manifiesta una plaga de serpientes que mordían y mataban a muchos del pueblo. Dios le dice a Moisés que levante una serpiente de bronce en un asta, para que todo el que la mire, se salve: Números 21:8-9. Pero esta serpiente levantada en el asta, que prefiguraba a Cristo en la cruz, se convierte en un símbolo idolátrico de quemarle incienso, por el pueblo hebreo (2do Reyes 18:4). Dios y no la serpiente obraba el milagro.

Al llegar a las riberas del río Jordán, ya sin Moisés, Dios le asegura a Josué que como fue con Moisés, será con él. Josué da orden a los sacerdotes, que cargan el Arca del Pacto, que pongan sus pies en el agua del Jordán y Dios separará las aguas, como lo hizo en el Mar Rojo, para que el pueblo pasara a tierras de Canaán.

Pero, en su camino a Canaán, tienen que pasar por Jericó, una ciudad amurallada, difícil de conquistar; pero Dios hace caer los muros de Jericó, y el pueblo avanza: Josué 6:6-20;

Sin embargo, Dios tenía preparado un milagro mucho más asombroso, cuando los reyes de varias ciudades se unen para pelear contra Israel en Gabaón; Dios le garantiza a Josué que los va a librar de una forma extraordinaria: Josué, por el poder de Dios, ordena al sol y la luna que se detengan, mientras derrotan a todos los reyes.

“Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. 13 Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos” (Josué 10:13).

Este milagro ha hecho que los científicos realicen investigaciones astronómicas y revisiones en los calendarios, para refutar que este milagro no es posible; pero para Dios todo es posible. Y Dios lo hizo para demostrar a los reyes paganos que el Dios del pueblo de Israel era más poderoso que ellos.

“Científicos explican un milagro que narra el Antiguo Testamento” Énfasis mío

“Londres, 09/11/2017 (El Pueblo en Línea) -Un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, logró encontrar una explicación científica para uno de los milagros del libro sagrado. Los resultados de su estudio fueron publicados en la revista especializada Astronomy & Geophysics, destacó Sputnik”.

“Al combinar el texto bíblico con los registros históricos del antiguo Egipto —la llamada estela de Merneptah, que se conserva en el Museo Egipcio de El Cairo— y realizar cálculos matemáticos, los científicos llegaron a la conclusión de que ese episodio hacía referencia al eclipse solar de la tarde del 30 de octubre de 1207 a.C. y que fue perfectamente visible desde Canaán —territorio que en la actualidad pertenece a Israel y Palestina—, algo que se corresponde con las fechas en las que había presencia israelita en la región”. “Este es el primer eclipse registrado en textos históricos. Asimismo, ayudó a datar con precisión otros eventos de aquella época, como los reinados del faraón egipcio Ramsés II y el de su hijo Merenptah” (Londres, El pueblo en línea).

Por otro lado, el profeta Elías reta a los profetas de Baal para ver qué Dios hacía consumir el sacrificio con fuego del cielo, en 1ro Reyes 18:30-38. Aunque Elías ordenó inundar de agua la leña del sacrificio, el fuego consumió la leña y el sacrificio. Dios manifestó ser el verdadero Dios de los hebreos y que Elías era el verdadero profeta. El milagro cumplió con el Plan de Dios, Elías no se exalta a sí mismo, sino al verdadero Dios; pero el Señor confirma a su verdadero profeta.

Otro milagro que hizo que la sunamita reconociera el poder de Dios realizado por el profeta Eliseo, fue la resurrección del niño. El único milagro enumerado aquí, relativo a resucitar a este niño, en 2do Reyes 4:32-37.

Hay otro milagro que genera doble propósito: la curación de la lepra de Naamán el Sirio, en 2do Reyes 5:10-14. Dios le muestra a Naamán que él debe humillarse y cumplir con el mandato del profeta Eliseo, y que no son las aguas limpias de los ríos Abana y Farfar; ni las aguas sucias del río Jordán las que tienen el poder sanador, sino el reconocimiento del verdadero Dios, a quien más tarde el mismo Naamán promete adorarlo y servir.

El segundo milagro realizado por Eliseo es el castigo de Guiezi de hacer que la lepra de Naamán se vuelva contra su criado, debido a su mentira y por arrogarse la palabra del profeta Eliseo (2do Reyes 5:20-27).

Para ir finalizando, suceden otros milagros extraordinarios que valen la pena destacar. Cuatro jóvenes judíos de Judá, tomados cautivos por el rey Nabucodonosor de Babilonia, mediante su fe, demostrarían el poder de su Dios a Nabucodonosor, a Darío y a Ciro.

Tres de ellos, Sadrac, Mesac y Abed-nego, demuestran su fe en el verdadero Dios, cuando el rey Nabucodonor mandó a erigir una estatua para que todos los súbditos la adoraran, pero estos jóvenes no cumplen con el mandato del rey, porque son fieles al verdadero Dios. Entonces, como estos jóvenes no cumplen, por envidia, son denunciados por unos varones caldeos, diciendo: “Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado” (Daniel 3:16-23).

Por lo tanto, la ira del rey fue tan grande, que mandó a calentar el horno de fuego siete veces más que de costumbre. Y aquí está el milagro. El fuego no los consumió. Es más, Nabucodonosor ve a cuatro jóvenes en vez de tres. Se sorprende y los llama hijos del Dios Altísimo. Pero hay algo más sorprendente:

“Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. 29 Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como este. 30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en en la provincia de Babilonia” (Daniel 3:28-30). Énfasis mío.

Propósito del milagro: primero, demostrar que la fe en el verdadero Dios libra de la muerte, contra las leyes de la naturaleza; y segundo, hacer que Nabucodonor reconociera al Dios de Israel por sobre sus dioses.

En la misma Babilonia también está otro joven judío llamado Daniel, a quien el rey había puesto sobre sus súbditos: consejeros, jueces y gobernadores. Pero, otra vez, la envidia hace que Daniel sea denunciado. El rey Darío de Media, quien asumió el reinado por la muerte de Nabucodonosor, había colocado a Daniel sobre los sátrapas, consejeros y gobernadores. Eso desató la envidia contra Daniel. Por tanto, arman un plan para que Daniel sea echado en el foso de los leones.

Sin embargo, Daniel cumpliría con el plan de Dios de exaltarlo por sobre los dioses y por sobre la ley de Media y de Persia, la cual no podía ser abrogada. Y aunque Darío quiso proteger a Daniel, lo presionaron para que Daniel fuera echado en el foso. Pero Dios estaba obrando en el rey Darío con ayuno e insomnio. Por tanto, al ver el rey Darío que los leones no habían hecho daño a Daniel,

“acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? 21 Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. 22 Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones” (Daniel 6:19-22) Énfasis mío.

Este milagro había cumplido con el plan de Dios. El rey Darío reconoció la fe de Daniel y el poder del Dios de Daniel: siervo del Dios viviente.

CONCLUSIÓN

Mi tesis anunciada en el principio de este escrito es que los milagros no son “compatibles” con el razonamiento científico; pero que cumplen con el plan de Dios para demostrar la Omnipotencia del único y soberano Dios, y para confirmar que él tiene profetas y siervos que cumplen su voluntad con humildad y devoción absoluta.

En el libro de Éxodo, Faraón reconoce que sus dioses son inferiores que el Dios de los hebreos. En el desierto, Dios obró milagros para demostrarle a su pueblo que a aun de la nada él hacía brotar agua, para saciar la sed, y maná y codornices, para saciar el hambre. Les demostró que sus vestidos y sus sandalias no envejecían; pero que su pecado de incredulidad, idolatría y desobediencia, privaría a la generación que salió de Egipto de entrar en la tierra prometida.

En el paso del río Jordán, les demostró que abriría sus aguas para que pasaran en seco. En tiempos de los profetas Elías y Eliseo, Dios demostraría que ningún dios pagano tenía más poder que el Dios de Israel. Baal y sus profetas falsos fueron derrotados por el verdadero Dios, con la intervención de sus verdaderos profetas.

En tiempos de la cautividad, los cuatro jóvenes tomados cautivos en Judá, demostraron que su fe era más grande que las leyes de los reyes de Babilonia, Media y Persia; y que su Dios era tan poderoso que los pudo librar del horno de fuego y de la voracidad de los leones.

Por tanto, los milagros son posibles cuando cumplen con el plan de Dios, aun contraviniendo las leyes de la naturaleza. Y aunque el argumento principal de los científicos es que los milagros no existen, que son producto de las creencias teológicas; y que no pueden existir porque no pueden contravenir las leyes de la naturaleza, sí existen. Sin embargo, los científicos no pueden explicar por qué los milagros existen, aunque los quieran negar.

Jamás podrán explicar cómo se abrieron las aguas del Mar Rojo y del río Jordán. Por qué salió agua de la roca, por qué cayó fuego del cielo que consumió el agua y el sacrificio; que cómo el sol y la luna se pararon en Gabaón, aunque aceptan que fue un eclipse.

Jamás podrán explicar el porqué tres jóvenes de Judá no hayan sido consumidas por el horno de fuego, siete veces más caliente; ni cómo un hombre de Dios, llamado Daniel, no fue devorado por leones hambrientos. A los teólogos alemanes no les queda más recurso que decir que los milagros son mitológicos (Rudof Bultmann) y que hay que eliminarlos de la Biblia; y a los científicos les queda el fácil recurso de negarlos, porque no los pueden explicar.

  


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