martes, 7 de septiembre de 2021

 

LUCIFER Y LOS ÁNGELES CAÍDOS

ORIGEN E HISTORIA

Base: Libro de I Enoc. Referencias: Génesis 6:1-7, Deut 33:2, Isaías 14:12-13, Lucas 10:18, libro de Judas, Apocalipsis, 12:7-9, 20:1-2, 1ra de Pedro 3:18-20, y 2da Pedro 2:4

Amadeo Albuquerque Lara

El origen de la historia de Lucifer y los “ángeles caídos” o vigilantes, se encuentra ampliamente documentado y explicado en el primer capítulo del Libro de Enoc o I Enoc (1–36), libro que pertenece a la Literatura Intertestamentaria, llamada Apócrifa o Pseudoepigráfica, indistintamente.

Cabe aquí aclarar que, dentro de los libros pseudoepigráficos, existe un Enoc etíope o I Enoc; y un Enoc eslavo, conocido como II Enoc. En este estudio me referiré al I Enoc, específicamente al primer capítulo o “Libro de los Vigilantes”.

Primero, aclaremos la diferencia entre un libro apócrito y un libro pseudoepigráfico: Según el Diccionario de la RAE, apócrifo se dice “de una obra, especialmente literaria: De dudosa autenticidad en cuanto al contenido o a la atribución”. En cambio, un escrito se considera Pseudoepigráfico, cuando se le atribuye a un personaje de la Biblia que existió varios siglos antes que alguien escribiera un supuesto libro, en nombre de ese personaje, como es el caso del Libro de Enoc y muchos otros más; pero en la bibliografía bíblica, los dos términos se aplican indistintamente a la misma literatura.

Según la Biblia, Enoc fue el bisabuelo de Noé (1,700 a.C.); mientras que el Libro de Enoc se cree que fue redactado por varios autores judíos, y que se basaron en los libros canónicos de Génesis, Números y Deuteronomio, probablemente en el III siglo a.C.; otros proponen la fecha entre los años 161 y 125 a. C. o entre el II y I siglo a. C., según los eruditos.

En el sitio de “Casa del Libro”, en Internet, se encuentra el siguiente comentario sobre el Libro de Enoc, que en adelante lo llamaré “el Libro”:

[…] fue muy conocido y venerado en los primeros siglos del Cristianismo y por Padres de la Iglesia como Ireneo, Orígenes o Tertuliano, pero a finales del siglo IV ya fue considerado herético y condenado por la ortodoxia, hasta que se convirtió en un libro “maldito”. Se cree que fue escrito entre el siglo I y II a. C. y su conservación se debe a los cristianos etíopes que lo incluyeron en su canon, encontrándose a lo largo del tiempo versiones en arameo, hebreo y griego.

El Libro fue encontrado en forma fragmentaria, junto con los Rollos del Mar Muerto, escrito en lengua de Etiopía. Otros fragmentos están escritos en hebreo, arameo y griego, clasificados como 4Q317. Pero gracias a la iglesia ortodoxa de Etiopía, el Libro se conserva en forma completa. El Libro no ha sido aceptado ni en el canon judío ni en el cristiano a partir del siglo IV, durante el Concilio de Laodicea, en el año 364 d. C.; pero ha sido considerado como inspirado, por las iglesias cristianas ortodoxas de Etiopía y Eritrea; y también, por los primeros cristianos y por lo menos por doce padres de la Iglesia; entre ellos, Orígenes, Ireneo y Tertuliano, quienes consideraron el Libro de inspiración divina . Por esta razón, leemos varias referencias a este Libro, en los escritos, tanto del Antiguo, así como del Nuevo Testamento, como se detalla en su lugar.

El Libro contiene cinco grandes secciones o libros; entre ellos está la primera parte compuesta por el “Libro de Los Vigilantes” ( Caps 1-36), el cual contiene material único sobre el origen de Lucifer o Luzbel, los demonios o “ángeles caídos”, llamados también “Vigilantes”; así como sobre los orígenes de los gigantes, o “nephilim”, que nacieron producto de la unión de los “ángeles caídos” con las “hijas de los hombres”. También, el Libro justifica la razón moral para que Dios dispusiera la destrucción de casi la totalidad de la humanidad por medio del Diluvio Universal.

El Libro expone como los responsables de la maldad, antes del Diluvio, a los “ángeles caídos”, o “Vigilantes”, quienes, en vez de velar por los humanos, más bien los indujeron a practicar el pecado de la promiscuidad y la rebelión en contra de Dios. Por eso, Dios decidió acabar con esta generación corrupta y malvada, y comenzar de nuevo con la familia de Noé y su posteridad, después del Diluvio.

En cuanto a Enoc, el Libro relata que “Ante esos sucesos, Enoc había sido ocultado y no había ningún humano que supiera dónde fue escondido ni dónde está ni qué le sucedió” (Libro, cap. 12:1). Génesis 5:24: “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios”

Según los estudiosos bíblicos, la parte más antigua del Libro de Enoc es el “Libro de los Vigilantes” que data de alrededor del año 300 a.C., y la última parte, el “Libro de las Parábolas”, del siglo I a.C. Los vigilantes fueron creados para proteger de la maldad a los humanos; pero como más bien la introdujeron entre los humanos, y se rebelaron contra la autoridad de Dios, fueron destruidos durante el Diluvio. (Libro de Enoc, capítulo 10)

En cuanto a los ángeles caídos, el primero en ser echado del cielo fue Luzbel o Lucifer, por haberse rebelado en contra de su Creador; a pesar de que Dios lo había encargado de ser el jefe de los demás ángeles; pero el poder y la belleza con que fue creado (Luzbel significa “luz bella”), lo volvieron fatuo y desafiante ante la autoridad de Dios. Por lo tanto, fue lanzado del cielo; aunque se entiende que Lucifer fue lanzado primero, en una primera rebelión; y posteriormente, un grupo de 200 ángeles rebeldes fue lanzado hacia la Tierra. La caída de Lucifer inspiró al pintor Alexandre Cabanel (1868), a pintar el cuadro “Ángel caído”, en el cual Lucifer es derrotado por el arcángel San Miguel, después de una gran batalla en el cielo.

Los estudiosos citan algunas referencias bíblicas analógicas al lanzamiento de Lucifer, en el Antiguo Testamento, como por ejemplo, Isaías 14. Podríamos suponer, entonces, que hubo un documento antiguo que se perdió, porque muchos se han perdido con el tiempo, con la historia completa; y que el Libro de Enoc se propone reconstruirlo, varios años más tarde.

Según algunos intérpretes bíblicos entre esas referencias están Isaías 14:12-13 y Apocalipsis 12:7-9; pero el pasaje de Isaías se refiere a la endecha sarcástica que hace el profeta Isaías a raíz de la muerte del poderoso y pretencioso rey de Babilonia, quien conquistó el reino de Judá entre los años 600 y el 588 a. C. La endecha se presenta bajo la figura literaria llamada apóstrofe, porque se dirige a un personaje ya fallecido; y es también una analogía, al comparar la caída de Lucifer, el “Lucero de la Mañana” con la caída ante la muerte del rey de Babilonia, quien se creía ser el “Lucero hijo de la mañana”.

La analogía sería: así como Lucifer, Lucero de la mañana fue echado del cielo, así el rey de Babilonia autollamado “Lucero, hijo de la mañana”, fue echado de la pompa de su reino, por la muerte. (Isaías 14:12-13)

.¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.

Como hemos leído, en los libros canónicos de la Biblia cristiana se encuentran ciertas referencias, con interpretaciones influenciadas por las historias tardías contenidas en el Libro de Enoc. Por ejemplo, en los escritos canónicos no se encuentra la historia ampliada de la caída de Lucifer y demás ángeles rebeldes, así como tampoco el nacimiento de gigantes, como resultado de la unión de ellos con las hijas de los hombres; pero sí se encuentran, por lo menos unas 33 referencias, sobre todo, en el Nuevo Testamento, las cuales amplía el Libro de Enoc con más detalles, capítulos 6-8.

Algunas de esas referencias canónicas se encuentran en Génesis 6:1-7, la cual es una alusión al Libro capítulo 6:1-2:  Así sucedió, que cuando en aquellos días se multiplicaron los hijos de los hombres, les nacieron hijas hermosas y bonitas 2. y los Vigilantes, hijos del cielo las vieron y las desearon, y se dijeron unos a otros: “Vayamos y escojamos mujeres de entre las hijas de los hombres y engendremos hijos”

Comparemos este relato con Génesis 6:1-2: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, 2 que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”.

Las otras referencias son: Deut 33:2, Isaías 14:12-13, 1ra de Pedro 3:18-20, y 2da Pedro 2:4 Apocalipsis 12:7-9, y el libro de Judas, que se refiere a los “ángeles que no guardaron su dignidad”.

Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; (Judas 6; Libro de Enoc, capítulo 10, información ampliada)

Pero Judas sólo nos ofrece referencias, sin profundizar en la historia. Así que la única base de la historia de la caída de Lucifer y el grupo de 200 ángeles rebeldes, (“ángeles caídos” o “Vigilantes”), así como el castigo en prisiones eternas, se encuentra única y exclusivamente en el Libro de Enoc, capítulo 10 y en la “Asunción de Moisés”.

También Judas 9 contiene una referencia a la contienda de Satanás con el Arcángel Miguel respecto al cuerpo de Moisés; pero las fuentes de esta referencia no se encuentran en los escritos del Antiguo Testamento, sino en el libro apócrifo, La Asunción de Moisés, confirmado por Orígenes de Alejandría. (c. 184-c. 253), padre de la Iglesia.

Relata el Libro de Enoc, en su primer capítulo: “Libro de los Vigilantes”, que posteriormente a la caída de Lucifer, hubo un grupo de 200 ángeles que se rebelaron desafiando la autoridad de Dios y creyéndose igual a él. Este grupo estaba bajo la jefatura de Semyazza y otros diecinueve líderes más, quienes cayeron sobre el Monte Hermón, en los días de Jared, padre de Enoc, cuando fueron echados del cielo, después de batallar con el arcángel Miguel. Fue en ese lugar en donde se pusieron de acuerdo todos, (Enoc 7:1) aunque al principio su jefe Semyazza temía el castigo si cometían este pecado de tomar esposas de entre las bellas y atractivas “hijas de los hombres”. (Libro de Enoc, capítulos 6-8)

Además, cada uno de estos veinte líderes estaban dotados de habilidades especiales, por lo que fueron asignados para enseñárselas a los hombres. Entre éstas están: el arte de la guerra, la creación de espadas, cuchillos, escudos de bronce, y abrigos, magia, brujerías y hechicerías. A las mujeres les enseñaron el arte del engaño, a teñirse el pelo y a pintarse la cara. Pero al final, es el mismo Semyazza, secundado por Kesabel, quienes conducen al resto del grupo a tener relaciones sexuales con las hijas de los hombres.

Según el Libro, de esta unión resultan los gigantes o nephilim, quienes fueron dominantes, superiores y valientes, en relación con los demás seres humanos; de tal manera que obligaban a los hombres a mantenerlos. Pero, además, llenaron la Tierra de violencia y derramamiento de sangre. Precisamente, esta maldad llegó hasta el cielo y conmovió a los arcángeles a interceder ante Dios para que los destruyera (Libro, capítulos 9 y 10).

Según el Libro de Enoc, los Vigilantes quedaron sobre la Tierra, en prisiones eternas, y que la carne de ellos fue destruida, pero sus espíritus se convirtieron en espíritus malos, de los cuales nos relata el Nuevo Testamento.

 En el libro de Génesis 6:1-7 hay una referencia a los gigantes, pero no afirma con claridad que los gigantes fueran producto de la unión de “las hijas de los hombres, con los “ángeles caídos”; puesto que había gigantes antes y después de la unión; pero sí se afirma que estos hijos fueron valientes y de renombre. Aunque algunos comentaristas creen que estos gigantes nacieron de la unión entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres; pero Génesis es bien claro y lo dejo a discreción de los lectores.

“Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre”. (Génesis 6:4)

En la Biblia encontramos información de que había gigantes en pueblos de Canaán, cuando Josué mandó espías para explorar la tierra, por lo cual regresaron con un informe negativo y de miedo. También había gigantes en el Valle de Basán y en tierra de los filisteos; uno de ellos fue Goliat. De Og, rey de Basán, se dice”

“Porque únicamente Og rey de Basán había quedado del resto de los gigantes. Su cama, una cama de hierro, ¿no está en Rabá de los hijos de Amón? La longitud de ella es de nueve codos, y su anchura de cuatro codos, según el codo de un hombre. (Deuteronomio 3:11)

El auge de la composición de libros apócrifos o pseudoepigráficos tuvo efecto en el período intertestamentario de cuatrocientos años, entre el libro del profeta Malaquías, y los primeros escritos del Nuevo Testamento. El Libro es producto de este período y por lo tanto, no fue tomado como Escritura inspirada, a partir del siglo IV, sino que ha sido tomado como un libro de historia y de interés teológico, por algunos; o como libro “maldito”, por autoridades eclesiásticas posteriores.

CONCLUSIÓN

El Libro de Enoc fue de mucha importancia para la comunidad de Qumrán; así como para ciertos cristianos primitivos, y hasta para algunos padres de la Iglesia; así como para las iglesias de Etiopía y Eritrea. Sabemos esto último, por los hallazgos de los Rollos del Mar Muerto y por el idioma en que fueron escritos los fragmentos encontrados en la cueva 4Q317, en las cercanías del Mar Muerto.

Por lo tanto, basados en las razones expuestas anteriormente, el Libro de Enoc no fue incluido en el Canon Cristiano; ni tampoco en el canon judío. Esto es lo que dicen algunos estudiosos; el Libro fue escrito tratando de reconstruir la historia y enseñanzas del patriarca Enoc. Según la tradición oral, el Libro contiene cinco capítulos, considerados libros por los estudiosos de este Libro. En su totalidad, el Libro contiene las visiones y enseñanzas que Enoc le deja a su hijo Matusalén; pero como esta fuente histórica no es confiable, el Libro no fue incluido en el Canon. Además, por ser un escrito posterior a la existencia del supuesto autor, en este caso, Enoc, se ubica dentro de la literatura apócrifa o pseudoepigráfica.

El Libro de Enoc fue traducido al inglés, profusamente anotado y comentado por el teólogo anglicano irlandés, crítico bíblico, profesor y traductor de Literaturas Apócrifas y Pseudoepigráficas, R. H. Charles. Sus traducciones y anotaciones a estos libros intertestamentarios, se encuentran en dos gruesos volúmenes, de suma importancia para consulta e investigaciones.

Por último, en el caso de las 33 referencias citadas por diferentes escritores canónicos, en el Atntiguo Testamento, pero especialmente, en el Nuevo Testamento, son producto de la aceptación que tuvo el Libro de Enoc y otros escritos apócrifos entre los primeros cristianos y por parte de algunos padres de la Iglesia, como queda documentado.

Hay muchas otras referencias en la literatura bíblica que desconocemos, por provenir de los Evangelios Apócrifos o de esa profusa Literatura Intertestamentaria, pero esas referencias no afectan la sustentación firme de nuestra fe cristiana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario