lunes, 27 de septiembre de 2021

 

LAS VARAS MONDADAS DE JACOB

Génesis 30:25-31:55; Gén 35:9-11

Amadeo Albuquerque Lara

Este pasaje de Génesis 30:25 hasta finales del capítulo 31 ha despertado muchas críticas de parte de eruditos bíblicos, porque hay en él datos controversiales de engaños, trampas y malas intenciones de los personajes. Pero, también los hay en muchas otras partes de la Biblia. Según el limitado entendimiento humano, siempre dispuesto a mal entender los planes de Dios en beneficio del género humano, estos actos no son congruentes con la ética divina del Dios Jehová. Este pasaje trata del patriarca Jacob, hijo de Isaac y Rebeca, hermano de Esaú, sobrino-yerno de Labán, quien también es descendiente del patriarca Abrahán.

El tema de las varas mondadas o descortezadas parcialmente por Jacob, tiene que ver con las leyes de la genética, por cuanto el gen de los colores de las ovejas y demás ganado, está ausente en los progenitores. Por eso, los genetistas se hacen los siguientes planteamientos:

1)     ¿Cómo es posible transmitir a la descendencia un rasgo cuyo gen está ausente en los padres?

2)      El estímulo visual no puede por sí solo generar un gen de colores o manchas en el ADN de los progenitores.

En el desarrollo de este tema veremos cómo la misma ciencia contesta estos planteamientos en favor de lo relatado en el libro del Génesis. Veremos los resultados de experimentos con ratones, publicados en la Revista Nature.

La historia comienza con Jacob y su tío Labán, quien a pesar de ser descendiente de Abrahán, era un adorador de ídolos, sin sentimientos éticos y de poco apego a los vínculos de la familia. Estaba más entregado al negocio del ganado, y hasta dispuesto a negociar con sus hijas, como lo demuestra con su sobrino Jacob. Labán es un hombre explotador, sin disposición de cumplir con los derechos del trabajador, en contra de su yerno y sobrino, Jacob.

Por otro lado, Jacob había engañado a su padre Isaac, quien por su avanzada edad, ya estaba ciego. Rebeca induce a Jacob a que se disfrace de Esaú y engañe a su padre para recibir la bendición de la primogenitura; pero Esaú se la vende por un guisado de lentejas. En consecuencia, Esaú, al verse engañado, se enoja con su hermano, hasta el punto de querer matarlo; entonces, Rebeca envía a Jacob a Padán-Haram, en donde vive su hermano Labán, para protegerlo de Esaú. Aquí hay una madre que induce a su hijo a cometer un fraude en detrimento de su propio hermano; pero cuidado con mal entender los planes de Dios, para conservar la línea genealógica de David, la fundación del pueblo de Israel, y en consecuencia, la ascendencia del Mesías.

Al llegar a casa de Labán, Jacob se enamora de Raquel su prima hermana, hija menor de Labán. La joven era de muy hermosa apariencia y por eso, le pareció a Jacob que era la candidata ideal para hacerla su esposa. Labán le dice a Jacob que tiene que trabajar siete años al cuido de su ganado a cambio de Raquel; pero pasados los siete años, Labán engaña a Jacob y en la noche de nupcias, le impone a Lea, su hija mayor, porque según su criterio, la mayor debe darse en matrimonio antes que la menor. Sin embargo, ya Labán había tendido su trampa desde la pedida de mano de parte de Jacob, pues no le explicó en ese momento, que primero tenía que casarse con Lea, para después de otros siete años, pudiera casarse con Raquel.

Pero Jacob acepta, bajo protesta, trabajar otros siete años para que Labán le conceda su otra hija, a la cual Jacob ama con pasión. Durante los catorce años bajo el servicio de Labán, Jacob sufre varios engaños de parte de Labán. Jacob le protesta que durante esos años, diez veces le ha cambiado el salario y lo ha hecho trabajar bajo la inclemencia del tiempo, bajo el sol abrasador o bajo el intenso frío, a veces sin poder dormir (Gén 31:7).

Entonces, al verse defraudado por su tío y suegro, y después de haberle servido durante catorce años como pago por sus dos hijas, Jacob está dispuesto a regresar a Canaán, la tierra de su padre Isaac. Y como Jacob no es dueño de ningún bien material, le pide a su suegro que le permita marcharse a su tierra con sus mujeres y sus hijos, después que Raquel da a luz a José. Pero nuevamente, Labán le tiende otra trampa a Jacob. Reconociendo que Dios lo ha bendecido durante la estadía de Jacob, le propone que se quede otros años cuidando del ganado. Es entonces cuando Jacob le propone que establezcan un pacto, pensando Jacob en el futuro económico con su familia, ya que hasta en ese momento, todo el ganado y las riquezas pertenecen sólo a Labán.

Jacob por su parte, no recibirá ningún pago en dinero, sino que las ovejas, cabras y corderos de color oscuro, o con manchas, rayadas o moteados serán de Jacob y el ganado que sea de un solo color, u homocigotas, según la genética, serán de Labán. Esto le parece bien a Labán, pero en su mente ya urde otro engaño. De inmediato, aparta todo el ganado moteado, rayado, manchado y de color oscuro y se los reparte a sus hijos y los aleja a la distancia de tres días de camino, quedando el resto del ganado que pertenecería a Labán. Es decir, de aquí en adelante, comenzarían de cero, según el nuevo fraude de Labán.

Al darse cuenta Jacob del nuevo embuste de Labán, se le ocurre un plan genético que consistiría en mondar varas “verdes de álamo, de avellano y de castaño, y descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo así lo blanco de las varas”. (Gén 30:37) De esta manera, Jacob pondría estas varas mondadas a la vista de las hembras, cuando llegaran a los abrevaderos.

“Así concebían las ovejas delante de las varas; y parían borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores”. (Gén 30:39).

Como Jacob está consciente de que ha contado con la bendición de Dios al hacerle ver que él ha visto las injusticias de Labán; por tanto, ha multiplicado el ganado manchado, listado y de color oscuro.

En consecuencia, Jacob platica con sus esposas para exponerle su plan de regresar a tierras de sus padres. Y les comunica que ahora cuenta con ganado y otros bienes que garantizarán el futuro de sus familias, y les dijo:

Así quitó Dios el ganado de vuestro padre, y me lo dio a mí” ……12 Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho. (Gén 31:9, 12).

Entonces, Jacob les hace ver que lo que ahora tiene, cuenta con el favor de Dios, y que no le ha robado nada al padre de ellas. Otra vez, lo que para nosotros los humanos, sin duda estas conductas son dignas de condenarse; Dios las permite para el cumplimiento de sus planes.

Este ardid de Jacob ha levantado críticas de parte de genetistas, porque niegan que según las leyes de la genética, el estímulo visual no interviene en el ADN. Pero la Revista Nature publicó un artículo, según La “Revista del Centro Comunitario Sucath David”. Argentina, en el cual afirma que es cierto que el estímulo visual no interfiere en el ADN, pero sí en el ARN o Ácido Ribonucleico. Por tanto, el estímulo visual no interferiría en el ADN, pero sí, en el ARN del ganado de Jacob.

En lenguaje genético, las ovejas homocigotas serían de Labán: ovejas de un solo color; y las ovejas heterocigotas: de varios colores, serían de Jacob. La treta de Jacob, bendecida por Dios, aumentó considerablemente las ovejas, cabras y corderos con manchas, mientras que el ganado de Labán permanecía con poco aumento.

Para explicar este fenómeno llamado de paramutación, la Revista Nature publicó un experimento que los científicos genetistas realizaron con ratones. Antes de este experimento con ratones, los científicos conocían el fenómeno llamado “paramutación”, pero en plantas, no en mamíferos. Entonces, la explicación es que el fenómeno de la paramutación se realiza mediante la síntesis del ARN y éste se acumula en todas las células, pero no a través del ADN. Por tanto, las varas tuvieron el objetivo de generar ARN en las hembras homocigotas, según los genetistas. Así se resuelve el ardid de Jacob y sus varas mondadas, según el punto de vista científico; pero la verdad es que Dios le proporcionó esta estratagema a Jacob, para vengarse de su suegro Labán, y ser recompensado por todos los engaños e injusticias cometidas en su contra (Gén 31:12).

CONCLUSIÓN  

Lo que queda claro de este fenómeno genético es que Dios puso en la mente de Jacob colocar las varas ante la vista de las ovejas y demás ganado a la hora de la concepción, para que el estímulo visual se realizara en el ARN de las hembras, porque las varas mondadas tenían el objetivo de generar ARN, aunque en aquel tiempo Jacob no lo supiera.

Toda esta historia nos lleva a la conclusión que Dios había dispuesto que Jacob sería el padre de multitudes, y quien ya no se conocería con el nombre de Jacob, sino como Israel (Gén 35:9-11). Además, Jacaob tuvo doce hijos con dos esposas y dos siervas. Dios le dijo a Jaacob que sería el padre de la nación de Israel; y que sus doce hijos serían los fundadores de las doce tribus de Israel (Gén 35:22-26).

Así son los planes de Dios y debemos entenderlos a la luz de toda la Biblia. Sin embargo, debe quedar claro para nosotros que quien comete fraude para enriquecerse, no cuenta con la bendición de Dios, si lo hace de mala fe. En el caso de Jacob, Dios vio la injusticia y múltiples engaños de parte de Labán. Por eso, Dios también puso en los planes de Jacob, el ardid de las varas mondadas o descortezadas parcialmente, para obtener ganado de colores abigarrados.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario