domingo, 5 de julio de 2020



EDADISMO: DISCRIMINACIÓN POR LA EDAD
Amadeo Albuquerque Lara

Primeramente, examinemos de dónde nos viene el término “edadismo”. El vocablo proviene del inglés “ageism”. Leacey Brown, gerontóloga, afirma que Robert Butler acuñó el término “ageism” en 1969. Dice Butler: “Al igual que el racismo o el sexismo, el ageismo se refiere a estereotipos de discriminación contra las personas, basados en su edad avanzada. El ageism se demuestra tanto en el nivel individual, como institucional. El edadismo incluye estereotipos, mitos, completo desdén y disgusto, evitar el contacto con ancianos, discriminación en alquiler de habitación, el empleo y toda clase de servicios”.

Según la OMS Organización Mundial de la Salud y el Doctor en Psicología Josep Vilajoana “el edadismo es discriminar a una persona por su edad”. Otra definición de edadismo “es la exclusión de las personas siendo el único motivo exclusivo la edad. Por tanto, se refiere al hecho de marginar a una persona e incapacitarla verbalmente por el mero hecho de tener una edad avanzada”.

En un informe del año 2012, el Fondo Monetario Internacional (FMI), alertó en ese mismo año de "las implicaciones financieras potencialmente muy grandes del riesgo de longevidad; es decir, el riesgo de que la gente viva más de lo esperado". Por tanto, la longevidad amenaza a la economía mundial, según el FMI.

En ese mismo contexto, a la entonces directora de esa institución financiera (FMI), Christine Lagarde, se le atribuye la siguiente declaración: "los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía mundial. Tenemos que hacer algo y ya". Si esa declaración es auténtica, estamos ante una posición no solamente discriminatoria por la edad, sino criminal. Como es evidente, el FMI y su entonces directora, concuerdan en que los ancianos viven demasiado. Según una lectura objetiva de estas declaraciones discriminatorias contra los ancianos, “hacer algo ya” significa marginarlos, despreciarlos, evitarlos y, por último, acabar con ellos.

Con el fin de comprender con más claridad los efectos nocivos del “edadismo”, el FMI, a través de sus agentes, presiona a los gobiernos del mundo, como requisito para obtener préstamos para el desarrollo y funcionalidad de sus diferentes programas y proyectos, que aumenten la edad para la jubilación y que reduzcan los beneficios del Seguro Social; así como que también aumenten los impuestos a la ciudadanía. Estas actitudes de limitar el acceso a los vitales servicios a persona de avanzada edad, son propias del “edadismo” más crudo que podemos entender. Es más, ahora los empleadores imponen un límite de 35 años para acceder a un puesto de trabajo.

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