domingo, 28 de julio de 2024

 

LA IGLESIA EN ANTIOQUÍA DE SIRIA

Donde los discípulos de Jesús fueron llamados Cristianos

Amadeo Albuquerque Lara

Este artículo se propone establecer un paralelo entre dos iglesias: la Iglesia de Jerusalén, totalmente judía; y la Iglesia en Antioquía, predominantemente compuesta por gentiles. La primera interesada en la conversión de los circuncidados según la ley mosaica; y la segunda, inspirada por el Espíritu Santo en expandir el evangelio por regiones distantes del mundo de la época.

En tiempos bíblicos, Antioquía se conoció como parte de Siria, pues la ciudad está ubicada a 19 kilómetros de la frontera de Siria. Fue fundada 300 años antes de Cristo por el general Seleucus I Nicator y era la capital de la provincia de Siria (Crédito: Britannica). Actualmente pertenece a Türkiye (Turquía) y sufrió dos poderosos terremotos de magnitud 7.7 y 7.6 respectivamente, en la madrugada del 6 de febrero de 2023. Los poderosos sismos sacudieron el sur de Turquía y el norte de Siria, los cuales dejaron a la ciudad de Antioquía en ruinas. Se dice que “iglesias, mezquitas y sinagogas han quedado completamente sepultadas” (Crédito: RTVE.es).

En adelante, me referiré a la ciudad de Antioquía de Siria, según la información bíblica que tenemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en la epístola del apóstol Pablo a los Gálatas. Para comenzar, en esta ciudad los discípulos de Jesús fueron llamados cristianos por primera vez, nombre que permanece como sello para los seguidores de Jesucristo. Sin embargo, enfocaré la atención hacia la iglesia de Antioquía. Esta Iglesia tuvo tanta notoriedad, que las “columnas” de la iglesia de Jerusalén (Santiago, Cefas y Juan) se sorprendieron cuando supieron que los gentiles en la ciudad de Antioquía de Siria habían creído en el evangelio de Jesucristo y que habían recibido el Espíritu Santo como los demás creyentes judíos, en Jerusalén. Sin embargo, lo más sorprendente es que este grupo de cristianos verdaderos se convirtieron en una iglesia con mucha más visión misionera que la primitiva Iglesia de Jerusalén. Si Santiago, Pedro y Juan eran los principales líderes de la Iglesia en Jerusalén, el apóstol Pablo y Bernabé fueron los instrumentos comisionados por el Espíritu Santo y la Iglesia en Antioquía, para llevar el Evangelio de Jesucristo a todas las regiones del mundo de la época. Ya veremos los detalles a continuación.

La iglesia de Antioquía fue un centro importante para la comunidad cristiana, ya que estaba compuesta por judíos, griegos, romanos y sirios, mayormente gentiles. Geográficamente, la ciudad tenía buenas conexiones por estar en las rutas comerciales de Asia, Europa, y África. Esta ubicación fue la bendición de facilitar la expansión de las enseñanzas del cristianismo a regiones distantes, tal como nos informamos en el libro de los hechos de los apóstoles. Por ejemplo, quienes sembraron la semilla del evangelio en Antioquía fueron “unos varones de Chipre y de Cirene”. “Ellos hablaron también a los griegos (gentiles), anunciando el evangelio del Señor Jesús” (Hechos 11:19-26); porque quienes fueron esparcidos de Jerusalén a causa de la persecución después de la muerte de Esteban, sólo les predicaban a los judíos; pues parece que esos cristianos se habían olvidado del mandato de Jesucristo y de la gran comisión de predicar el evangelio a judíos y gentiles: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Hasta el mismo apóstol Pedro llegó al punto de avergonzarse por asociarse con los gentiles de Antioquía, por temor de los judaizantes de la Iglesia de Jerusalén. Por eso, el apóstol Pablo reprendió a Pedro, con estas palabras: “Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:14-16).

Por tanto, es de suponer que la noticia de la aceptación de los gentiles de Antioquía al llegar a la Iglesia de Jerusalén, se sorprendieran con gran recelo.

 “Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. 23 Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. 24 Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor. 25 Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. 26 Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hechos 11:22-26).

No obstante, esta noticia en vez de causar alegría a los creyentes en Jerusalén y de dar gloria a Dios, más bien causó preocupación judaica, al punto que enviaron a Bernabé para que se informara si los gentiles habían creído en el Evangelio. Es decir, la Iglesia de Jerusalén retenía como posesión intransferible la justificación por la fe en Jesucristo, pero siempre que se acatara la circuncisión como lo ordenaba la ley mosaica. “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 2 Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión” (Hechos 15:1-2). Es decir, estos hermanos no estaban bajo la gracia de Jesucristo, sino bajo la ley de Moisés. No obstante, Bernabé, era varón lleno del Espíritu Santo, y se regocijó al ver la fidelidad de los creyentes gentiles y los animó para que permanecieran fieles. Además, Bernabé estaba consciente que estos creyentes necesitaban una instrucción sólida en el cristianismo; por eso, inmediatamente se fue a buscar al apóstol Pablo a Tarso, y ambos se quedaron instruyendo a la naciente iglesia en Antioquía, durante un año (Hechos 11:19-26). Debido a la consolidación de la fe de parte de Pablo y Bernabé, la Iglesia creció rápidamente, hasta el punto que cuando hubo hambre en Judea, los hermanos de Antioquía les enviaron ayuda económica.

“Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; 30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo” (Hechos 11;29-30).

Pero hay algo más, cabe destacar que fue la Iglesia en Antioquía la que impuso las manos para consagrar a Pablo y a Bernabé como los misioneros para los gentiles y que Jacobo, Pedro y Juan evangelizaran a los de la circuncisión (Gálatas 2:9). Fueron los líderes de la Iglesia en Antioquía en obediencia al Espíritu Santo, que los enviaron a Pablo y a Bernabé como misioneros a los gentiles. “Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. 5 Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos” (Hechos 13:4-5). Por esta cita, entendemos que los misioneros comenzaban su obra evangelizadora con los judíos en las sinagogas; y luego, con los gentiles.

“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. 2 Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. 3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”.  (Hechos 13:1-3).

Qué fervor misionero que había en la Iglesia de Antioquía de Siria por compartir la gracia de Jesucristo, y la unción con el Espíritu Santo. Mientras la primitiva Iglesia de Jerusalén retenía aprisionado el Evangelio sólo para los de la circuncisión que cumplieran con la ley de Moisés, la Iglesia de Antioquía, llena del Espíritu Santo, consagraba a Pablo y a Bernabé para que cumplieran con la Gran Comisión. “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15)

CONCLUSIÓN

Este artículo ha destacado la fidelidad y visión misionera de la Iglesia de la ciudad de Antioquía de Siria, como la cuna del movimiento misionero emprendido por el apóstol Pablo, Bernabé, Juan Marcos, Silas y Timoteo, y muy probable, Lucas. Se ha demostrado que Bernabé tuvo un papel muy importante en constatar la fidelidad de los creyentes gentiles en Antioquía; y que junto con el apóstol Pablo consolidaron la fe de Jesucristo entre los gentiles. Pero digno de encomio fue la decisión de las llamadas “columnas” de la Iglesia de Jerusalén: Santiago, Pedro y Juan quienes le dieron la diestra a Pablo y Bernabé al comprobar que los hermanos de la Iglesia de Antioquía no sólo habían aceptado el evangelio de Jesucristo, sino que también habían recibido el Espíritu Santo como los demás creyentes judíos.

Para finalizar, hemos constatado que fue el poder del Espíritu Santo el que inició la obra en Antioquía por medio de unos varones de Chipre y Cirene, y los líderes de la Iglesia de Antioquía; luego la aprobación de un varón lleno del Espíritu Santo, como Bernabé; quien junto al apóstol Pablo recibieron la imposición de manos para iniciar la magna obra misionera por las principales regiones del mundo de la época. “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia” (Salmo 127:1). Sin hombres llenos del Espíritu Santo, como Pablo y Bernabé, no puede haber expansión del Evangelio de Jesucristo, ni fundaciones de iglesias llenas del Espíritu Santo, como la Iglesia de Antioquía de Siria.

 

 

 

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