domingo, 28 de julio de 2024

 

LA IGLESIA EN ANTIOQUÍA DE SIRIA

Donde los discípulos de Jesús fueron llamados Cristianos

Amadeo Albuquerque Lara

Este artículo se propone establecer un paralelo entre dos iglesias: la Iglesia de Jerusalén, totalmente judía; y la Iglesia en Antioquía, predominantemente compuesta por gentiles. La primera interesada en la conversión de los circuncidados según la ley mosaica; y la segunda, inspirada por el Espíritu Santo en expandir el evangelio por regiones distantes del mundo de la época.

En tiempos bíblicos, Antioquía se conoció como parte de Siria, pues la ciudad está ubicada a 19 kilómetros de la frontera de Siria. Fue fundada 300 años antes de Cristo por el general Seleucus I Nicator y era la capital de la provincia de Siria (Crédito: Britannica). Actualmente pertenece a Türkiye (Turquía) y sufrió dos poderosos terremotos de magnitud 7.7 y 7.6 respectivamente, en la madrugada del 6 de febrero de 2023. Los poderosos sismos sacudieron el sur de Turquía y el norte de Siria, los cuales dejaron a la ciudad de Antioquía en ruinas. Se dice que “iglesias, mezquitas y sinagogas han quedado completamente sepultadas” (Crédito: RTVE.es).

En adelante, me referiré a la ciudad de Antioquía de Siria, según la información bíblica que tenemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en la epístola del apóstol Pablo a los Gálatas. Para comenzar, en esta ciudad los discípulos de Jesús fueron llamados cristianos por primera vez, nombre que permanece como sello para los seguidores de Jesucristo. Sin embargo, enfocaré la atención hacia la iglesia de Antioquía. Esta Iglesia tuvo tanta notoriedad, que las “columnas” de la iglesia de Jerusalén (Santiago, Cefas y Juan) se sorprendieron cuando supieron que los gentiles en la ciudad de Antioquía de Siria habían creído en el evangelio de Jesucristo y que habían recibido el Espíritu Santo como los demás creyentes judíos, en Jerusalén. Sin embargo, lo más sorprendente es que este grupo de cristianos verdaderos se convirtieron en una iglesia con mucha más visión misionera que la primitiva Iglesia de Jerusalén. Si Santiago, Pedro y Juan eran los principales líderes de la Iglesia en Jerusalén, el apóstol Pablo y Bernabé fueron los instrumentos comisionados por el Espíritu Santo y la Iglesia en Antioquía, para llevar el Evangelio de Jesucristo a todas las regiones del mundo de la época. Ya veremos los detalles a continuación.

La iglesia de Antioquía fue un centro importante para la comunidad cristiana, ya que estaba compuesta por judíos, griegos, romanos y sirios, mayormente gentiles. Geográficamente, la ciudad tenía buenas conexiones por estar en las rutas comerciales de Asia, Europa, y África. Esta ubicación fue la bendición de facilitar la expansión de las enseñanzas del cristianismo a regiones distantes, tal como nos informamos en el libro de los hechos de los apóstoles. Por ejemplo, quienes sembraron la semilla del evangelio en Antioquía fueron “unos varones de Chipre y de Cirene”. “Ellos hablaron también a los griegos (gentiles), anunciando el evangelio del Señor Jesús” (Hechos 11:19-26); porque quienes fueron esparcidos de Jerusalén a causa de la persecución después de la muerte de Esteban, sólo les predicaban a los judíos; pues parece que esos cristianos se habían olvidado del mandato de Jesucristo y de la gran comisión de predicar el evangelio a judíos y gentiles: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Hasta el mismo apóstol Pedro llegó al punto de avergonzarse por asociarse con los gentiles de Antioquía, por temor de los judaizantes de la Iglesia de Jerusalén. Por eso, el apóstol Pablo reprendió a Pedro, con estas palabras: “Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:14-16).

Por tanto, es de suponer que la noticia de la aceptación de los gentiles de Antioquía al llegar a la Iglesia de Jerusalén, se sorprendieran con gran recelo.

 “Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. 23 Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. 24 Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor. 25 Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. 26 Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hechos 11:22-26).

No obstante, esta noticia en vez de causar alegría a los creyentes en Jerusalén y de dar gloria a Dios, más bien causó preocupación judaica, al punto que enviaron a Bernabé para que se informara si los gentiles habían creído en el Evangelio. Es decir, la Iglesia de Jerusalén retenía como posesión intransferible la justificación por la fe en Jesucristo, pero siempre que se acatara la circuncisión como lo ordenaba la ley mosaica. “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. 2 Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión” (Hechos 15:1-2). Es decir, estos hermanos no estaban bajo la gracia de Jesucristo, sino bajo la ley de Moisés. No obstante, Bernabé, era varón lleno del Espíritu Santo, y se regocijó al ver la fidelidad de los creyentes gentiles y los animó para que permanecieran fieles. Además, Bernabé estaba consciente que estos creyentes necesitaban una instrucción sólida en el cristianismo; por eso, inmediatamente se fue a buscar al apóstol Pablo a Tarso, y ambos se quedaron instruyendo a la naciente iglesia en Antioquía, durante un año (Hechos 11:19-26). Debido a la consolidación de la fe de parte de Pablo y Bernabé, la Iglesia creció rápidamente, hasta el punto que cuando hubo hambre en Judea, los hermanos de Antioquía les enviaron ayuda económica.

“Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; 30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo” (Hechos 11;29-30).

Pero hay algo más, cabe destacar que fue la Iglesia en Antioquía la que impuso las manos para consagrar a Pablo y a Bernabé como los misioneros para los gentiles y que Jacobo, Pedro y Juan evangelizaran a los de la circuncisión (Gálatas 2:9). Fueron los líderes de la Iglesia en Antioquía en obediencia al Espíritu Santo, que los enviaron a Pablo y a Bernabé como misioneros a los gentiles. “Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. 5 Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos” (Hechos 13:4-5). Por esta cita, entendemos que los misioneros comenzaban su obra evangelizadora con los judíos en las sinagogas; y luego, con los gentiles.

“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. 2 Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. 3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”.  (Hechos 13:1-3).

Qué fervor misionero que había en la Iglesia de Antioquía de Siria por compartir la gracia de Jesucristo, y la unción con el Espíritu Santo. Mientras la primitiva Iglesia de Jerusalén retenía aprisionado el Evangelio sólo para los de la circuncisión que cumplieran con la ley de Moisés, la Iglesia de Antioquía, llena del Espíritu Santo, consagraba a Pablo y a Bernabé para que cumplieran con la Gran Comisión. “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15)

CONCLUSIÓN

Este artículo ha destacado la fidelidad y visión misionera de la Iglesia de la ciudad de Antioquía de Siria, como la cuna del movimiento misionero emprendido por el apóstol Pablo, Bernabé, Juan Marcos, Silas y Timoteo, y muy probable, Lucas. Se ha demostrado que Bernabé tuvo un papel muy importante en constatar la fidelidad de los creyentes gentiles en Antioquía; y que junto con el apóstol Pablo consolidaron la fe de Jesucristo entre los gentiles. Pero digno de encomio fue la decisión de las llamadas “columnas” de la Iglesia de Jerusalén: Santiago, Pedro y Juan quienes le dieron la diestra a Pablo y Bernabé al comprobar que los hermanos de la Iglesia de Antioquía no sólo habían aceptado el evangelio de Jesucristo, sino que también habían recibido el Espíritu Santo como los demás creyentes judíos.

Para finalizar, hemos constatado que fue el poder del Espíritu Santo el que inició la obra en Antioquía por medio de unos varones de Chipre y Cirene, y los líderes de la Iglesia de Antioquía; luego la aprobación de un varón lleno del Espíritu Santo, como Bernabé; quien junto al apóstol Pablo recibieron la imposición de manos para iniciar la magna obra misionera por las principales regiones del mundo de la época. “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia” (Salmo 127:1). Sin hombres llenos del Espíritu Santo, como Pablo y Bernabé, no puede haber expansión del Evangelio de Jesucristo, ni fundaciones de iglesias llenas del Espíritu Santo, como la Iglesia de Antioquía de Siria.

 

 

 

martes, 16 de julio de 2024

 

LA FORMA SUBJUNTIVA “SEA” COMO MANDATO O DESEO

Amadeo Albuquerque Lara

La forma “sea” es de presente de subjuntivo: que yo sea, que tú seas, que vos seás, que nosotros seamos y que ellos sean. Los gramáticos le llaman a esta estructura gramatical, desiderativa, porque expresa un deseo. Pero también la misma forma “sea” se usa como mandato en el relato bíblico de la creación; de hecho, es el primer mandato de la creación: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (Génesis 1:3). Ahora comparemos la frase desiderativa que expresa el apóstol Pablo: “antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: “Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando fueres juzgado” (Romanos 3:4). La versión Latino Americana traduce: “sea hallado Dios veraz”; lo cual es lo mismo que decir: Dios es veraz y todo hombre es mentiroso. Sin embargo, cuando Pablo dice: “sea Dios veraz”, o “sea hallado Dios veraz”, expresa un deseo, no un mandato.

La traducción en lenguaje actual lo dice de manera clara: “Aunque todo el mundo miente, Dios siempre dice la verdad. Así lo dice la Biblia: Todos reconocerán que siempre dices la verdad. Por eso ganarás el pleito cuando te acusen ante los jueces” (Romanos 3:4 TLA)

Ahora voy al grano. Muchas personas suelen expresar una forma de deseo que más bien se convierte en mandato, cuando dicen o escriben: “Sea Dios bendiciendo a alguien”, o “sea Dios sanando al enfermo”. Si alguien dice “Sea Dios” es igual que cuando Dios dijo: “sea la luz”. Es como que si Dios no existiera en la mentalidad de la persona y lo “crea”, bendiciendo o sanando.  Comprendo que las personas no lo dicen a conciencia, pero es una blasfemia. Nosotros no podemos crear a Dios. Entonces, lo que se debe decir es “que Dios bendiga a alguien”, o “que Dios sane al enfermo, etc., lo cual es la forma correcta de deseo.

Ojalá los oyentes o lectores de esta breve nota gramatical cambien la forma de expresar el deseo y no sigan cometiendo el grave error de convertir la forma “sea” en mandato; como que si nosotros pudiéramos crear a Dios, igual que él creó la luz; y que le estamos mandando que haga lo que queremos.

viernes, 5 de julio de 2024

 

VIDA Y OBRA DE LOS APÓSTOLES DE JESÚS

Amadeo Albuquerque Lara

Este escrito se propone investigar qué se sabe, de los apóstoles que Jesús llamó para que fueran “pescadores de hombres”, porque el Nuevo Testamento muy poco narra la vida y obra de los doce; como tampoco la vida y obra del apóstol Matías. Los libros canónicos del Nuevo Testamento mencionan como escritores solamente a Mateo, Juan y a Pedro; así que para saber de los otros apóstoles, tenemos que depender de la tradición oral, mayormente católica que carece de historicidad. Sabemos que el apóstol Santiago el Mayor hizo obra evangelística y misionera, por cuya obra fue decapitado por Herodes Agripa I, según Hechos 12:2, y que Judas traicionó a su Maestro; es todo lo que sabemos.

Por la narración bíblica sabemos que antes que los apóstoles supieran con veracidad que Jesús había resucitado, y antes de la pesca milagrosa, dijeron que regresarían a su viejo oficio de pescadores. Fue el mismo apóstol Pedro que les confesó a sus compañeros que regresaría a pescar: “Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo (Juan 21:1-3). Sin embargo, según el libro de Hechos, se mantuvieron unidos en oración, esperando la promesa del Espíritu Santo. Por tanto, después que los apóstoles fueron investidos con el Espíritu Santo el día de Pentecostés, se volvieron fieles predicadores y misioneros, en cumplimiento del mandato de ir por todo el mundo a predicar el Evangelio; algunos de ellos nos dejaron su testimonio por escrito en evangelios y epístolas: Mateo, Juan, y Pedro, por ejemplo.

Porque Mateo y Juan escribieron un evangelio cada uno; aunque Juan también escribió tres epístolas universales, y el Apocalipsis. En cuanto al apóstol Pedro, el libro de los Hechos de los apóstoles lo presenta lleno del Espíritu Santo, pronunciando discursos elocuentes, demostrando que Jesús era el Mesías anunciado por los profetas del Antiguo Testamento, y de cómo fue traicionado por los suyos. También Pedro fue líder de la iglesia de Jerusalén, misionero y defensor de la salvación de los gentiles. El libro de los Hechos presenta a Pedro y a Juan muy activos como columnas de la Iglesia de Jerusalén, y haciendo obra evangelística en diferentes lugares. Asimismo, Pedro se destaca como el apóstol de los de la circuncisión, y Pablo, el de la incircuncisión, mediante la imposición de manos y la dirección del Espíritu Santo. (Gálatas 2:7).

Además, sabemos que Judas Iscariote se suicidó; y de Matías, quien lo sustituyó no sabemos mucho. Pero por el libro de los Hechos 12:2, se sabe que Jacobo o Santiago fue decapitado por Herodes Agripa I; y por la tradición se sabe que Juan fue líder de la iglesia de Éfeso, y que fue el único que murió de muerte natural, después de su destierro a la Isla de Patmos. Por lo tanto, quedan otros apóstoles sin ninguna actividad bíblica canónica, con la excepción de los ya mencionados. Así que de los otros sólo sabemos unos pocos datos debido a la tradición oral, mayormente católica romana.

La lista de los doce apóstoles más aclaratoria se encuentra en Lucas 6:

“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. 13 Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: 14 a Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, 15 Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, 16 Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor” (Lucas 6:12-16).

De los doce nombres de apóstoles que menciona Lucas, sólo tres de ellos sobresalen en los escritos del Nuevo Testamento, y Judas Iscariote como traidor. Mateo, Juan y Pedro aparecen como escritores en el Nuevo Testamento. De Simón Pedro sabemos que se destacó como orador elocuente lleno del Espíritu Santo, según el libro de los Hechos. En los primeros quince capítulos de Hechos, el apóstol Pedro se destaca como orador incansable, aprovechando cada oportunidad para convencer de pecados a sus oyentes y para demostrarles que Jesús es el Cristo, anunciado por los profetas del Antiguo Testamento.

El primer discurso de Pedro se encuentra en Hechos 1:15-22, sugiriendo la sustitución del traidor Judas; el segundo discurso fue el día de Pentecostés, cuyo resultado fue la conversión de más de tres mil personas, Hechos 2:14-41; el tercer discurso fue cuando Pedro y Juan están frente al Pórtico de Salomón y sanan a un cojo, en Hechos 3:11-26; la cuarta ocasión fue ante el Concilio de Jerusalén, cuando Pedro exalta el nombre de Jesucristo, en Hechos 4:8-26; la quinta vez más bien fue una reprensión por la mentira de Ananías y Safira, Hechos 5:3-11; la sexta vez fue la respuesta de Pedro ante el Concilio que es menester obedecer a Dios antes que a los hombres: Hechos 5:29-32;  la séptima intervención fue de Pedro y Juan, cuando la iglesia los envió a Samaria para que los creyentes recibieran el Espíritu Santo, después de su conversión por la predicación de Felipe, el diácono; Hechos 8:14-24; la octava intervención de Pedro fue cuando tuvo la visión del lienzo que descendía del cielo con animales inmundos, y su discurso en la casa de Cornelio, Hechos 10:9-43; la novena ocasión fue por la discusión en la iglesia de Jerusalén acerca de la salvación de los gentiles: Hechos 11:1-18; y la décima y última intervención de Pedro se encuentra en Hechos 15:6-11, en relación con la conversión de los gentiles, la cual inquietaba tanto a los creyentes y líderes de la Iglesia de Jerusalén. Esta vez Pedro le explica a la iglesia que por boca de él mismo los gentiles han obedecido al Evangelio y han recibido el Espíritu Santo como ellos. Por tanto, el apóstol Pedro se destaca en la predicación del Evangelio tanto a judíos como a gentiles.

En cuanto a la participación de los otros apóstoles, sabemos que Judas Iscariote se suicidó arrepentido de haber vendido a su Maestro, y en su lugar eligieron a Matías del cual no tenemos información; sólo por la tradición oral de fuentes católicas, sabemos que Matías murió en Jerusalén, en el año 80 d.C. Pero en cuanto a los demás, tenemos que recurrir a la tradición oral; información que se encuentra dispersa en varios documentos, entre otros, en “Los doce apóstoles (discípulos de Jesús)” Enciclopedia Significados, Los discursos de San Pedro en los Hechos de los Apóstoles, por Miguel Ángel Fuentes, sacerdote católico.

Aunque en algunas informaciones en Internet se menciona que el escritor de la epístola general de Judas corresponde al apóstol Judas, quien tenía el sobrenombre de Tadeo, otros estudiosos del Nuevo Testamento aseguran que el autor de esta epístola es Judas, medio hermano del Señor Jesús, basados en el evangelio de Mateo: ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, y José, y Simón y Judas? (Mateo 13:55) Destacado es mío. Según una tradición católica, Judas Tadeo murió como mártir en una ciudad de Mesopotamia, en los primeros años de la persecución de los cristianos. Este Judas es hermano de Jacobo, según el evangelista Mateo, en el texto citado en este párrafo.

Según la Biblia, Santiago el Mayor fue decapitado por Herodes Agripa I, (Hechos 12:2); entre los años 41 y 44, según la tradición. También, según la tradición oral Pedro murió en Roma asesinado por el emperador Nerón, pero no como Papa, sino como mártir, víctima de la implacable persecución contra los cristianos. Es de suponer que los demás apóstoles asumieron responsabilidades como líderes de iglesias, en diferentes partes del mundo de la época; pero lamentablemente, sólo dependemos de tradiciones poco confiables, de parte de la Iglesia católica, a cuyos apóstoles venera como “santos”, pero no en el sentido bíblico como trataban a sus oyentes los apóstoles Pedro (1 Pedro1, 15-16; 2 Ped 2:5, 9), y Pablo, por ejemplo. Estos apóstoles instruían a los creyentes a ser santos; pero los convertidos al cristianismo, no los idolatraban. Ni tampoco eran canonizados por las iglesias por hacer milagros. El hacer milagros fue un poder dado por el propio Jesucristo. “Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio poder y autoridad para echar fuera a todos los demonios y para sanar enfermedades” (Lucas 9:1).

Por lo tanto, veamos lo que afirma la tradición acerca de la vida y actividades de los otros  apóstoles, según la lista de Lucas: “a Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, 15 Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, 16 Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor” (Lucas 6:12-16).

1] SIMÓN PEDRO: Nombre que aparece de primero en la lista de los doce apóstoles y a quien el Señor Jesús llamó Cefas, en griego (Κηφᾶς (Kēphâs). Después de las negaciones de su Maestro, y de su decisión de volver a su antiguo oficio de pescador, Pedro, lleno del Espíritu Santo, es un ardiente predicador en los primeros 15 capítulos del libro de los Hechos de los Apóstoles y escritor de dos epístolas universales: 1 y 2 Pedro. Pedro, además, es una de las columnas de la Iglesia de Jerusalén, y acérrimo defensor de la salvación de los gentiles, aunque al principio los resistía. Según la tradición católica, Pedro murió crucificado con la cabeza para abajo, para no igualar a Jesucristo en la cruz; pero la Biblia no registra ese dato. Se sabe que Pedro fue uno de las columnas de la iglesia de Jerusalén, según el libro de los Hechos y algunas epístolas del apóstol Pablo (Gálatas 2:11-21).

2] ANDRÉS APÓSTOL: En griego, ἀνδρείος significa “valeroso”. El llamamiento de Andrés lo registran los evangelistas Mateo 4:18-20, Marcos 1:16-17 y Juan 1:35-41; y es el segundo después de Pedro en la lista de los tres evangelistas. Según Juan, Andrés era uno de los dos discípulos que oyeron a Juan el Bautista presentar a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y que fue Andrés el que llevó a su hermano Simón a Jesús (Juan 1:40); pero Mateo (4:18) y Marcos 1:16 narran que Jesús llamó a Andrés cuando pescaba junto con su hermano Simón, en el Mar de Galilea. Pero algo muy singular, la Biblia no presenta a Andrés como el gran evangelista, como lo fueron los diáconos Esteban (Hechos 7) y Felipe (Hechos 8:4-8; 26-40).

Según la tradición, el sucesor de Andrés es el Patriarca de Constantinopla. Según Orígenes (Oregenes Adamantius, 185 – 254), Andrés predicó en Grecia, el Mar Negro y el Cáucaso. Fue el primer obispo de Bizancio, un cargo que finalmente se convertiría en el Patriarcado de Constantinopla. Por ello, es considerado cabeza de la Iglesia Ortodoxa Griega […] (Crédito: Revistas de la Universidad de Oviedo; véase también Britannica).

3] JACOBO O SANTIAGO APÓSTOL, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, uno de los "hijos de trueno":  Según Hechos 12:2 fue decapitado por Herodes Agripa I, rey de Judea. Hay un poco de discrepancias entre los estudiosos del Nuevo Testamento, en cuanto a la autoría de la epístola de Santiago. Algunos estudiosos la atribuyen a Santiago, hijo de Alfeo; porque Santiago apóstol fue decapitado por Herodes Agripa I, en los primeros años de la persecución contra el cristianismo, en los años 41- 44 según la tradición.

4] JUAN APÓSTOL:  Juan escribió el evangelio que lleva su nombre, tres epístolas universales, y Apocalipsis. Fue llamado el “discípulo amado”, o “el discípulo a quien Jesús amaba” (Juan 20:2). Juan también tuvo el honor de recibir el cuidado de la madre de Jesús, cuando estaba en la cruz, y le dijo: “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre” (Juan 19:26-27). Además, Juan formó parte del círculo íntimo de Jesús. Los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas lo presentan presente en la Transfiguración, junto con Pedro y Santiago. Según la tradición, Juan es el único apóstol que murió de muerte natural en Éfeso, después del destierro en la Isla de Patmos, donde escribió el libro de Apocalipsis.

5] FELIPE APÓSTOL: Felipe era de Betsaida y según Juan, Felipe presentó a Natanael a Jesús. Felipe le pide a Jesús que les revele al Padre; pero Jesús le contesta: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Juan 14:8-10). Según las fuentes antiguas y “La leyenda dorada”, una compilación de vidas de santos del siglo XIII, el apóstol Felipe predicó el Evangelio en Escitia y fue crucificado en la ciudad de Hierápolis. No hay que confundir a este apóstol con Felipe, el diácono evangelista en Samaria, y quien bautizó al Eunuco.

6] BARTOLOMÉ O NATANAEL APÓSTOL: Jesús dijo de Natanael que era un verdadero israelita, sin engaño, cuando Felipe le presentó a Jesús. Sin embargo, después de este incidente, según el Nuevo Testamento, no sabemos nada de su obra. Según el libro católico “Martirologio romano”, “San Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza” (Crédito: Catholic News Herald). Otra fuente asegura que “fue a predicar la Palabra de Dios en varias regiones orientales, desde Mesopotamia hasta la India, donde Dios acompañaba su predicación con milagros y curaciones prodigiosas (Crédito: Vatican News)

7] MATEO APÓSTOL: Mateo escribió el evangelio que lleva su nombre; y la Biblia describe cómo fue su llamamiento, siendo un cobrador de impuestos y odiado por el pueblo judío. El evangelista Lucas lo llama Leví. El libro de los Hechos lo menciona junto con los demás apóstoles, en el Aposento Alto, orando por el cumplimiento de la promesa del Espíritu santo (1:13). “Según algunas fuentes, murió por causas naturales, mientras que según otras tradiciones -consideradas poco fiables- su vida terminó en Etiopía” (Crédito: Vatican News). Según Britannica, la tradición ubica su ministerio en Judea, y que después hizo obra misionera en Etiopía y Persia; no se sabe si murió de muerte natural o como mártir. (Crédito: Britannica).

8] TOMÁS APÓSTOL: En el Nuevo Testamento, Tomás es el hombre que duda de la resurrección de su Maestro; por eso es citado por la frase: “Hasta no ver, no creer”. Muy poco se sabe de Tomás como predicador o misionero. Como escritor, algunas fuentes no canónicas le atribuyen el evangelio apócrifo: “Evangelio del Pseudo Tomás”, o “Evangelio de la infancia de Tomas”. Se considera apócrifo porque no fue reconocido como inspirado, en la formación del Canon del Nuevo Testamento. Además, porque este escrito aparece muchos años después de la muerte del supuesto autor, a principios del siglo II; y es una colección de dichos de Jesús. Jesús es descrito como un místico revelador de verdades escondidas en lugar de un sabio que murió por los pecados del pueblo” (Crédito: BBC News Mundo). El llamado Evangelio de Tomás se basa en milagros de la infancia de Jesús; pero más bien lo retrata haciéndole males y matando a otros niños de su edad. Por esos hechos, sus padres sufren el desprecio de los otros padres cuyos niños son maltratados y muertos por Jesús.

9] JACOBO APÓSTOL, hijo de Alfeo, o Santiago el Menor. No olvidemos que en la lista de los doce apóstoles, se mencionan dos apóstoles con el nombre de Jacobo o Santiago, repetición de nombres, en el grupo. Los estudiosos del Nuevo Testamento los distinguen como Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo; y Santiago el Menor, hijo de Alfeo. Según el Nuevo Testamento no se sabe mucho de la vida y obra de este apóstol, porque la epístola que lleva ese nombre no fue escrita por él, sino por el hermano del Señor Jesús: “El autor de esta carta es Jacobo (Santiago), hermano de Jesús, que fue obispo de la Iglesia en Jerusalén (véase en la Guía para el Estudio de las Escrituras la entrada “Jacobo, hermano del Señor”, pág. 103; James E. Talmage, The Great Apostasy, 1953” (Crédito: “Thechurchofjesuschrist.org”

10] SIMÓN, LLAMADO ZELOTE: con este calificativo lo distinguen de Simón Pedro, también apóstol. Los zelotes eran un grupo político que procuraban la liberación de Israel del yugo romano. Marcos y Mateo le dan el apelativo de “cananita”, “cananista” o “cananeo”; sin embargo, no era ni de Caná ni de Canaán. Cananista es sinónimo de zelote, en los idiomas arameo, hebreo y griego: “Kananaios”, en griego; “qanaim”, en hebreo; y en arameo “qan'ânâ. Se supone que predicó el Evangelio en Egipto; y que junto con Judas Tadeo predicó en Persia, según la obra apócrifa “Hechos de Simón y Judas”, y que Simón fue aserrado y partido en dos, en Persia. (Crédito: Britannica)

11] JUDAS, HERMANO DE JACOBO: como era costumbre, muchos nombres se repetían en la sociedad judaica, tal como sucedió con los doce apóstoles de Jesús. Por tanto, no hay que confundir al hermano de Jacobo con Judas Iscariote. Muy poco se sabe de la vida y obra de este apóstol. Según la tradición católica, “Judas fue hermano del Santo Apóstol Jacobo el Justo, primer jerarca de la Iglesia de Jerusalén. El Santo Apóstol era más conocido como Judas de Jacobo, es decir hermano del Apóstol Jacobo”. Por otro lado, hay poca información para asegurar que la epístola de Judas haya sido escrita por Judas apóstol. Al principio del cristianismo hubo diferentes criterios en cuanto a la autoría de la epístola de Judas, pero en la composición del Canon del Nuevo Testamento fue reconocida como inspirada. En esta carta se encuentran relatos no registrados en los libros canónicos, sino en los libros pseudoepigráficos.

12] JUDAS ISCARIOTE, EL TRAIDOR: Su vida pública fue muy corta, durante los tres años de ministerio público de Jesús de Nazaret. Y aunque a Mateo o Leví le hubiera correspondido la tesorería del grupo, se dice que Judas Iscariote era el que guardaba la bolsa de recaudaciones para la obra y gastos de operaciones. Esto dice BBC acerca de Judas: “A pesar de que Judas aparece nombrado en los cuatro evangelios, es curioso que la Biblia no narre cómo fue llamado por Jesucristo para formar parte de los 12 apóstoles iníciales (los elegidos para seguirle en su predicación). Por ello, y para conocer sus primeros pasos dentro del grupo, es necesario remontarse a los textos recogidos por Juan. Sin embargo, no parece que fuera un ejemplo de honestidad, pues, según Juan, solía apropiarse del dinero común que iba a ser entregado a los pobres. “Pero dijo esto, no porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón, y como tenía la bolsa del dinero, sustraía de lo que se echaba en ella” (Juan 12:4-6) (Crédito: BBC News Mundo).

13] MATÍAS, APÓSTOL PÓSTUMO: Matías fue elegido por los once apóstoles a sugerencia del apóstol Pedro, para reponer a Judas Iscariote; pero después de su elección, no se sabe mucho o casi nada de su obra. Lo que se sabe se debe a la tradición católica, la cual no posee base bíblica. “Según la tradición, predicó primero en Judea y luego en otros países. Los griegos sostienen que evangelizó la Capadocia y las costas del Mar Caspio, que sufrió persecuciones de parte de los pueblos bárbaros donde misionó y obtuvo finalmente la corona del martirio en Cólquida” (Crédito: aciprensa). Según Britannica, Matías tuvo su mejor obra en Judea, en el primer siglo y que murió en Armenia, donde se cree que ejerció su ministerio apostólico, en Cólquida. (Crédito: Britannica).

CONCLUSIÓN

En este escrito se han ofrecido datos de los trece apóstoles, incluyendo a Matías, el apóstol póstumo, elegido por los once, para reponer a Judas Iscariote, el traidor. Sin embargo, el Nuevo Testamento muy poca información transmite acerca del apostolado de los otros apóstoles. En los escritos del Nuevo Testamento sólo se destaca la obra de Mateo, Juan, y Pedro. Si el autor de la epístola de Santiago es el medio hermano de Jesús, entonces éste no era apóstol. Por otro lado, si la epístola de Judas fue escrita por el medio hermano de Jesús, tampoco éste fue apóstol; porque por medio de Mateo 13:55; Marcos 6:3, sabemos que Judas estaba entre sus hermanos.

Por lo tanto, los apóstoles escritores que se destacan en el Nuevo Testamento son sólo tres: Mateo, Juan y Pedro. Apartando a Judas Iscariote, a Matías, y a los tres escritores ya nombrados, nos quedan ocho apóstoles originales de Jesús cuya obra no conocemos a plenitud. Sólo sabemos que el apóstol Santiago el Mayor fue decapitado por Herodes Agripa I (Hechos 12:2); por tanto, fue el segundo apóstol cuyas muertes registra el Nuevo Testamento, después de Judas Iscariote. Según la tradición, Santiago murió entre los años 41-44.

BIBLIOGRAFÍA

aciprensa

BBC News Mundo

Biblia Reina Valera 1960

Catholic News Herald

Encyclopaedia Britannica

EWTN.COM

Fuentes, Miguel Ángel, Sacerdote católico. Enciclopedia Significados, Los discursos de San Pedro en los Hechos de los Apóstoles.

Thechurchofjesus christ.org

Vatican News