jueves, 10 de junio de 2021

 

JEZABEL Y SUS 850 PROFETAS

1º y 2º Reyes, Siglo IX a.C.

Amadeo Albuquerque Lara

Cuando dos personas concuerdan en formar un matrimonio, se presentan dos posibilidades: una, que la otra persona sea de la misma fe religiosa, los mismos ideales políticos e iguales costumbres; o que la persona que se busca provenga de una familia igualmente perversa en la política, en las costumbres y en la fe religiosa, como fue el caso entre Acab y Jezabel.

Para presentar una semblanza de Jezabel, la esposa de Acab, rey de Israel, tenemos que hurgar en la historia de la familia de sus padres y las condiciones por las cuales fue escogida. Jezabel era una princesa fenicia criada con los lujos de palacio, del Reino de Sidón, y de las costumbres idolátricas de su padre, Etbaal, o Ithobaal le brindaba. Etbaal era rey y sacerdote dedicado al dios pagano Baal y devoto de la diosa Asera y del dios El.

Omri en cambio, fue nombrado rey de Israel por el apoyo de la mitad del pueblo de Israel. Omri era "comandante del ejército" de Ela, reino del norte de Israel, pero fue asesinado por Zimri. Generalmente, los reyes de Israel eran ungidos con aceite por un profeta de Jehová, pero esto no fue el caso con Omri. Por eso, según Magdalena Magneres en su tesis doctoral, Omri representa la ruptura del pasado hebreo del reino norteño de Israel; es decir, Omri desconecta la fidelidad a Jehová, por la fidelidad a sus dioses paganos

“Y Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, e hizo peor que todos los que habían reinado antes de él” (1 Reyes 16:25).

Omri inició una dinastía de reyes, por un período de cuarenta años; dinastía que continuó con Acab, Ocozías y Jorán. Sin embargo, Jehú, hijo de Josafat y décimo rey de Israel, general del ejército de Jorán, termina con la dinastía de Omri e inicia la dinastía más duradera de reyes del norte de Israel.

Estos antecedentes comerciales, políticos y militares propician la unión de Acab con Jezabel, como consecuencia de la amistad entre Etbaal, rey de los sidonios o fenicios, y Omri, padre de Acab, ambos reyes de Israel.

El punto de unión entre estos Etbaal y Omri es el comercio de los fenicios y las dos rutas de este comercio que pasaban por el territorio de Israel hacia Egipto, Asia Menor y Mesopotamia. Era necesario un entendimiento entre estos dos reyes, para que el comercio beneficiara a ambas naciones. (Hiru.eus, Israel y Fenicia)

Estos son los antecedentes amistosos entre las dos familias: la familia de Etbaal, padre de Jezabel, y la familia de Acaz, rey del norte de Israel, hijo de Omri. Omri aparece sin ninguna genealogía, porque probablemente no era hebreo, afirma Magdalena Magneres (obra citada). Habiendo leído estos antecedentes, era obvio que el matrimonio entre Acab y Jezabel no tuviera ningún principio religioso o moral en común entre la princesa Jezabel y el rey Acab.

Jezabel, como esposa del rey del norte de Israel, pasa a ser reina consorte, con iguales poderes que su esposo Acab. Ella, proveniente de una nación politeísta, traía consigo la adoración de sus dioses Baal, Asera y El. Acab, carente de moralidad, porque indujo al pueblo a pecar contra Jehová, como lo había hecho Jeroboam. Entonces, era obvio que ella quisiera que su esposo construyera templos a estas divinidades paganas. Por tanto, Acab empezó la construcción del palacio real y de templos en Samaria, capital del reino del norte, en honor de los dioses paganos de su esposa Jezabel. Y, porque la arquelogía respalda los hechos bíblicos, las ruinas de estas construcciones han sido encontradas en excavaciones arqueológicas llevadas a cabo por George Andrew Reisner, según Harvard Expedition to Samaria, 1908-1910.

Omri había fundado un Estado, con capital en Samaria; y su hijo, Acab, ahora fortalecía ese Estado, con construcciones del palacio real y de templos para sus dioses (1 Reyes 22:39).

“E hizo altar a Baal, templo de Baal que él edificó en Samaria. 33 Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel” (1 Reyes 16:32-33)..

 El propósito de Jezabel era que su reino se olvidara de Jehová, el Dios único y celoso de Israel, del que prohíbe otros dioses e imágenes semejantes. La adoración y fidelidad a sus dioses, era exactamente lo que su esposa Jezabel había inculcado en él.

Ahora los dos, con las mismas costumbres idolátricas, construirían templos a sus dioses y obligarían a la nación de Israel a que adoraran y se prostituyeran en prácticas de abominable apostasía. Es más, los profetas de Jehová fueron exterminados por Jezabel y en su lugar formó a 850 profetas paganos: 450 profetas de Baal y 400 profetas de la diosa Asera (1º Reyes 18:19). De los profetas de Jehová sólo Elías había quedado y Jezabel lo perseguía para matarlo. Por eso Elías pidió a Dios que no lloviera por tres años y medio como castigo por tanta perversidad y prostitución de Jezabel (2º Reyes 9:22).

Finalmente, Elías reta a los profetas falsos de Jezabel, para que por medio de un holocausto, se decidiera quién era el verdadero Dios. Mientras el holocausto de los profetas falsos nunca fue consumido por el fuego, el de Elías, con abundante agua sobre la leña, fue consumido incluyendo el agua que habían derramado sobre la leña. Habiendo demostrado quién era el Dios verdadero y su profeta, Elías incita al pueblo para que maten a los profetas falsos.

Naturalmente, esta masacre de sus profetas suscita la furia de Jezabel, pero el final tanto de Acab, como de Jezabel fue terrible ((1º Reyes 21:19, 23).; ambos fueron devorados por los perros, así como había sucedido con Nabot de Jezreel, cuando se negó a venderle al rey Acab, la viña que había heredado de sus padres en Jezreel. Entonces, por mandato de Jezabel, el pueblo lo asesinó a pedradas y los perros se lo comieron (1º Reyes 21:13).

Los últimos días de Acab y Jezabel fueron consecuencia de sus acciones malvadas, de su idolatría, de los múltiples asesinatos ordenados por Jezabel, incluyendo los profetas de Jehová.

Acab fue muerto por una flecha que un hombre de las tropas de Jehú disparó a la ventura e hirió al rey de Israel, mientras lo perseguían en su huida hasta Meggido. Pero cuando lavaron la sangre derramada en su carro, los perros la lamieron, tal como había sido profetizado (1º Reyes 22:37-38).

En tanto que la muerte de Jezabel fue después de la muerte de Acab. El rey Jehú, hijo de Josafat, vino en su carro donde Jezabel y pidió a sus eunucos que la echaran de la ventana, cuando ella se asomó para insultarlo. Al caer, la sangre de Jezabel salpicó las paredes del palacio y los caballos del carro de Jehú; pero cuando quisieron sepultarla, los perros ya habían lamido su sangre y la habían devorado casi en su totalidad. (2º Reyes 9:30-37)

CONCLUSIÓN

Así fue el final horrendo del matrimonio de Acab y Jezabel, por haber violado el mandato de Dios de no mezclarse con mujeres extranjeras, y de no tener dioses ajenos; y como consecuencia de una vida de acciones idolátricas, perversas y de desafíos al Dios verdadero y por despojar y asesinar a un humilde viñero de Jezreel, de nombre Nabot; por haber patrocinado el asesinato en masa de los profetas de Jehová; por haber conspirado en contra del verdadero Dios, construyendo altares a los dioses Baal, Asera y El; y por formar, sostener y alimentar a un ejército de 850 profetas falsos en contra de los profetas de Jehová. “!Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31)

BIBLIOGRAFÍA

hiruhttps://www.hiru.eus › Israel y Fenicia

Libros primero y segundo de los Reyes, Reina Valera 1960

Magneres, Magdalena, La Dinastía norteña de Omri y la ruptura con el pasado hebreo, Tesis de Doctorado. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de buenos aires, Argentina.

Reisner, George Andrew, Harvard Expedition to Samaria, 1908-1910

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