viernes, 1 de enero de 2021

 

IANUS, IANUARIUS, ENERO

Amadeo Albuquerque Lara

Ianus o Jano es el dios romano de los comienzos, por eso se celebraba en el primer mes del año. También Ianus es el dios de las puertas, pues en latín “ianua” significa puerta. De manera que “ianuarius” es el adjetivo que significa “de las puertas” y de ese adjetivo se deriva el nombre de nuestro primer mes del año: ENERO. El idioma inglés conserva la etimología del adjetivo latino para el primer mes del calendario: January

Ianus o Jano se representa con dos caras opuestas: una que mira al pasado y la otra, al futuro. Sin duda, muchos de nosotros no nos hemos dado cuenta que enero tiene el significado del pasado y el futuro. Como humanos, tenemos temor a los comienzos; le temblamos a lo desconocido. Al comenzar un año, no sabemos a qué nos enfrentamos. Cuando iniciamos el año dos mil veinte, nunca nos imaginamos que habría un cambio drástico en nuestra manera de vivir y de comportarnos.

Jamás nos imaginamos que cubriríamos nuestro rostro con una mascarilla, que en nuestros bolsos o bolsillos íbamos a guardar una pequeña botella de alcohol para desinfectarnos las manos. No tuvimos la mínima idea que al entrar en una tienda tendríamos que pararnos sobre una alfombra con cloro, para desinfectar nuestros zapatos; que nos iban a apuntar en nuestra frente con un termómetro electrónico para medir la temperatura, que nos iban a rociar las manos con agua de cloro o alcohol; que iban a limitar la entrada guardando una distancia de dos metros.  Sin embargo, todo esto lo hemos aceptado por el bien de nuestra seguridad sanitaria.

Pero vino lo peor, poco a poco empezamos a darnos cuenta que algunos de nuestros vecinos fallecían por la infección del coronavirus, que a algunos de nuestros familiares se le había muerto un ser querido. Entonces empezamos a imaginar que la sombra de la muerte rondaba en nuestra cercanía. También tuvimos que distanciarnos de nuestra propia familia; los hijos protegían a los padres y los padres a los hijos. Se acabaron las visitas a nuestros familiares. Fue algo terrible, le tuvimos pánico al contacto con los demás.

Por lo tanto, el año 2020 fue el año del terror, también fue el año de las teorías de la conspiración sobre el origen del maligno virus. Un país culpaba a otro, empezaron a decir que el virus no lo habían transmitido los murciélagos, sino que se había escapado de un laboratorio; que había sido inventado para acabar con los adultos mayores o para reducir la población mundial. Y hasta el momento, no sabemos la verdad sobre el origen del temible coronavirus.

Ha habido una guerra de teorías entre los expertos; unos dicen que vamos a vivir con la presencia de este virus; otros dicen que el contagio llegará a su fin cuando la población haya sido vacunada. Sin embargo, todo esto permanece en hipótesis. Sólo nos queda seguir cuidándonos, obedeciendo las reglas dictadas por los expertos de la salud.

Mientras tanto, el dios Jano o Ianus permanece con sus dos caras opuestas: una que mira al pasado lleno de infecciones, con hospitales repletos de infectados o con alto número de recuperados. En tanto que la otra cara que mira al futuro nos inspira temor por las experiencias vividas, pero también con la esperanza de que este año será mejor.

Para los que somos creyentes cristianos, confiamos en que Dios cambiará las cosas para bien en este año. Y estas esperanzas nos dan ánimo para vivir bajo la protección divina, la que nos ha permitido la oportunidad de vivir las primeras horas de este nuevo año 2021 y que así continuará protegiéndonos hasta que lleguemos al final de nuestra existencia, porque la amenaza futura no es solamente el coronavirus, sino que también le tememos a una guerra nuclear; al mal manejo humano que ha producido el calentamiento global, la extinción de los bosques y la contaminación de nuestro planeta Tierra.

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