domingo, 15 de octubre de 2017

SUSTANTIVOS Y ADJETIVOS DERIVADOS DEL PARTICIPIO ACTIVO LATINO
Especialmente referidos a cargos ejercidos por mujeres
Amadeo Albuquerque Lara
La Regenta fue la primera novela de Leopoldo Alas, conocido en el plano de la literatura como Clarín: La novela fue publicada en dos partes: la primera en 1884 y la segunda, en1885. La primera parte de la novela introduce a la Vetusta, el nombre que Leopoldo Alas le da a la ciudad de Oviedo. En una ciudad de provincias, Vetusta, vive Ana Ozores, de familia noble, casada con don Víctor Quintanar, regente de la Audiencia, de cuyo cargo le viene el apelativo a su mujer, de "la Regenta": la mujer o esposa del regente. Oviedo para Clarín era la ciudad Vetusta como símbolo de la vulgaridad, la incultura y el fariseísmo. Por esa razón el clero de su época rechazó y críticó la obra de Leopoldo Alas, La Regenta. Ahora pues, permítanme relacionar este hecho literario con el tema lingüístico que abordo a continuación en cuanto a las terminaciones –ente, -ante y –anta, específicamente.

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua de1803 registra el vocablo “la presidenta” como la mujer del president, porque en esa época las mujeres no ejercían los cargos que hoy desempeñan, como la de ser presidenta o regenta, arquitecta, tenienta, rectora, decana, magistrada, diplomática, agregada, abogada, jueza, colegiala, dependienta, etc. En los siglos anteriores, los principales cargos, oficios y profesiones solamente eran ejercidos por  hombres; por eso, cuando se hablaba de regenta, se refería a la mujer del regente; pero no porque una mujer ejerciera ese cargo. Sin embargo, hoy día todavía hay autoridades que rechazan la designación de presidenta y tenienta, a pesar de que estos criterios ya han sido superados por los logros de las mujeres de nuestro tiempo. La Regenta, a 81 años de la publicación del Diccionario académico (1803), todavía sigue siendo la mujer del regente, don Víctor Quintanar; pero lo peor es que a 214 años de la publicación del Diccionario académico, nuestra sociedad sigue discutiendo y dudando si es propia la morfología de la palabra presidenta.

Por esta misma razón, la terminación en –ante como cantante, estudiante, practicante, atacante, comerciante, etc, tiene algunas vacilaciones en la formación del femenino; o rangos como la tenienta, que aquí en Nicaragua el ejército y la policía rechazan esta designación, porque el  DRAE registra ese rango, como la mujer del teniente; porque todavía la Academia sigue sosteniendo el criterio de 1803, cuando registraba la palabra “presidenta” como la mujer del presidente y no solamente porque  la terminación –enta vaya en contra de los principios morfológicos de la lengua española, sino  porque la RAE sigue sosteniendo el criterio de que los cargos, oficios y profesiones deben estar referidos a los hombres. Si la RAE registra las palabras “regenta”, “presidenta”, “almiranta”, “infanta” y “marchanta” debemos cuestionar por qué no los autoriza para la designación de cargos, oficios o profesiones ejercidos por mujeres, sino que sigue otorgándolos solamente a las mujeres de quienes los desempeñan.

Los sustantivos y adjetivos que se derivan del participio activo del latín deben responder a las reglas de formación de palabras y su concordancia de género masculino y femenino, respectivamente. La oposición a la terminación –enta y -anta se debe a una práctica sociológica, no lingüística. Además, las lenguas naturales ajustan su morfología, sintaxis y semántica a los cambios sociales que se dan en cada época y su léxico, sintaxis y ortografía no deben quedar anquilosados por el criterio de una institución o corporación, por mucha autoridad que se arrogue. Al final es el hablante o usuario de la lengua el que ejerce el dominio y rección de los cambios necesarios, como resultado de la evolución dentro de la sociedad; o como resultado de la inserción de la mujer en los diferentes estratos, cargos, oficios o profesiones. Siempre la lengua, cualquier lengua, debe responder a los cambios que se dan en la sociedad.

Continuando con las reglas de formación de palabras en nuestra lengua española, observemos estos principios morfológicos: los derivados verbales terminan en -ante, si pertenecen a verbos de la primera conjugación, como atacante, de atacar; cantante, de cantar; en -ente o -iente, si el verbo es de la segunda o tercera conjugación, como perteneciente de pertenecer; correspondiente, de corresponder; y durmiente de dormir; escribiente, de escribir; y en -yente si procede de verbos cuyos infinitivos contienen dos vocales concurrentes o una vocal repetida, como constituyente de constituir y creyente de creer; pero esta última regla no se cumple en todos los verbos que tienen doble vocal, porque poseer no es “poseyente”, sino posesor o poseedor; de leer no es “leyente”, sino lector, y antiguamente leedor, etc.

En cuanto a la terminación –anta como variante de –ante, el DRAE registra la palabra infanta aplicada a “la pariente del rey que por gracia real obtiene el título”. Pero en Nicaragua es muy común las palabras marchanta y comercianta, referidas a una mujer que vende en el mercado, especialmente. Aunque el Diccionario de la RAE registra la palabra marchanta, con el mismo significado nicaragüense, rechaza el vocablo “comercianta”. También el DRAE registra el sustantivo femenino Almiranta, pero con el mismo criterio de 1803:  “Nave en la que iba el almirante o el jefe de una armada, escuadra o flota”, sin faltar en su definición, la “mujer del almirante”. Quizás dentro de algunos años, no avizoramos cuándo, el DRAE registre, por influencia del uso popular, estos sustantivos femeninos con su acepción adecuada al cargo desempeñado por una dama y no por ser la mujer de quien desempeña un determinado cargo, oficio o profesión.

Por otro lado, no todos los adjetivos que derivan de un verbo tienen la terminación –ante,
-ente, -iente o -yente. Además de estas terminaciones, tenemos derivados verbales que terminan en –or, u –ón, como del verbo leer, lector; de comer, comilón, etc. Como en español hay muchos adjetivos verbales que tienen diversas terminaciones como: amable y amado de amar, practicable y practicante de practicar, temible y temeroso,de temer, volátil de volar, etc., por esta razón he preferido ser específico al referirme a los sustantivos y adjetivos verbales provenientes del participio activo latino para dar a conocer el criterio tradicional de la Real Academia Española de la Lengua a través de la historia, y de cómo este criterio ha sido superado por los exitosos logros de las mujeres al incursionar en cargos, profesiones y oficios tradicionalmente ejercidos solamente por hombres.

Además, ya para concluir, en español no todos los sustantivos y adjetivos provienen de verbos, especialmente de la lengua latina, sino que existe una buena cantidad de adjetivos que se han formado de sustantivos, como bueno y bonachón, de bondad, útil, de utilidad; terrible, y terrífico, de terror, etc. Por ultimo, debo aclarar que los adjetivos españoles derivan de dos fuentes pricipales: 1) de las lenguas griega y latina y 2) de la lengua española ya consolidada, después de haber pasado por distintas etapas de su evolución tanto del latín, como de otras lenguas que lo han enriquecido.


Sirva esta breve discusión lingüística como una contribución a todas las personas de habla española que tengan el deseo de hacer uso adecuado de las reglas de formación de palabras, con criterio científico, sin sesgos machistas o tradicionalistas, y que además, quieran reconocer los progresos y logros del elemento femenino en nuestra sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario