NOEMÍ
LA SUEGRA EJEMPLAR
Elogio a la
suegra y a la nuera, unión inquebrantable de fe y conducta.
Amadeo
Albuquerue Lara
Noemí significa
dulzura en hebreo, y era la suegra de Rut la moabita. Rut fue antepasada
del rey David y esposa de Elimelec efrateo. Quiere decir que Elimelec era de la
ciudad Efrata, posteriormente llamada Belén de Judá, ciudad donde nació Jesús. Cuando
murió su marido, Noemí quedó viuda al cuidado de sus dos nueras, quienes
también eran viudas. Una de sus nueras se llamaba Orfa, y la otra, Rut. Al
sentirse sola, Noemí decidió regresar a la tierra de sus padres para tener la
compañía y apoyo de sus familiares.
Debido a
una hambruna en Efrata, Elimelec, su mujer Noemí y sus dos hijos se fueron a vivir
a los campos de Moab, lugar en donde se casaron sus dos hijos, Mahlón y Quelión,
después que murió el padre de ellos. Estando allí, sus hijos buscaron esposas
entre las mujeres de Moab, pero después de algunos años los dos hijos de Noemí
murieron y sus nueras quedaron viudas al lado de Noemí. Después de un tiempo,
Noemí decidió regresar a Efrata para contar con el apoyo de sus familiares.
Entonces les dijo a sus dos nueras que regresaran a vivir con sus padres y a
sus dioses porque ya ella no tenía posibilidades de tener más hijos que se
casaran con ellas. Orfa regresó a casa de sus padres, pero Rut decididamente se
quedó para acompañar a su suegra. Por esta decisión de Rut han quedado sus
palabras como un testimonio de fidelidad a su suegra y al Dios de ella. He aquí
sus palabras.
“Respondió
Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú
fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y
tu Dios mi Dios. 17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me
haga Jehová, y aun me añada, que solo la muerte hará separación entre nosotras
dos. 18 Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más”
(Rut 1:16-18).
Las
palabras expresadas por Rut son un testimonio lapidario de la calidad de educación
que Noemí les brindó tanto a sus dos hijos, como a sus dos nueras. También son
una perla preciosa del concepto que tenían sus nueras, especialmente Rut. Pero
no sólo brindó buen trato Noemí a sus dos nueras, sino que les dio ejemplo de
una vida entregada a su Dios; pues Rut le afirma a su suegra que su pueblo será
su pueblo y el Dios de su suegra, su Dios. Muy lejos estaba el concepto que
tienen las nueras y los yernos de algunas suegras fastidiosas por no aceptar
que sus hijos ya no les pertenecen, sino que se han unido a sus parejas para
formar una sola carne.
Además, Rut
le asegura a su suegra que no la abandonará sino por la muerte, y que donde su
suegra muriere allí será ella sepultada. El amor de Rut por su suegra Noemí es
igual o mejor que el amor de una hija. El testimonio de Rut y Noemí debe servir
de ejmplo y modelo tanto para las suegras, como para las nueras y los yernos.
Por eso he querido elogiar el comportamiento que se dio entre Noemí y Rut;
entre suegra y nuera, por el testimonio de ambas que lejos de expresar
resentimientos y descontentos familiares, son una joja preciosa que merece el
elogio y la alabanza.
Hoy 8 de
marzo de 2025, fecha en que se recuerda a la mujer nicaragüense, brindo este
elogio a la fe y comportamiento de dos personas que supieron comprender lo que
significa el anexo de otro miembro a la familia sanguínea. La suegra no debe
ver a su nuera como una rival porque ahora el hijo le pertenece a su esposa; y
así debe ser según la Biblia: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
Eso lo dice
la Biblia y es ley de la vida. Todos hemos hecho lo mismo cuando nos unimos al
ser que formaría la nueva familia. Ni la suegra debe intervenir en las
decisiones de la nueva familia, ni la nuera debe comportarse como enemiga de su
suegra. Por tanto, hay que obececer el mandato de la Biblia, y seguir el
ejemplo de Noemí y Rut.
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