REFLEXIÓN
DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO
Amadeo
Albuquerque Lara
Hoy miércoles
18 de diciembre de 2024, muy temprano en la mañana leí una publicación que
alguien compartió en Facebook. El relato era acerca de un anciano jubilado que a
pesar de tener un hijo trabajando en Alemania, el anciano era viudo y vivía
solo, con limitados recursos económicos, y en abandono del hijo que sin duda
gozaba de amplios recursos sociales y de finanzas. El apartamento que ocupaba
el anciano lucía desvencijado y sin que nadie se preocupara ni por el inmueble,
mucho menos por el pobre anciano desnutrido, de manos temblorosas, de andar
dificultoso y muy corto de vista.
Este
triste relato me hizo reflexionar en las bondades, amor, y misericordia
infinita de Dios con mi persona. En primer lugar, aunque padezco de varias
enfermedades crónicas y muy complicadas, tengo acceso a medicamentos mensuales prescritos
para mis dos enfermedades que amenazan mi existencia. Cuento con servicios de personal
médico especializado, exámenes de especialidades muy costosos, incluyendo los de
imagenología, proporcionados por el Seguro Social, gracias a la pensión que los
cubre por completo.
Como si
esto fuera poco, tengo una familia inmensamente amorosa, muy cristiana, que
vive pendiente de mi situación de salud cuando se trata de emergencias y se
necesitan los servicios de médicos privados, especialistas según la urgencia. Pero
además, a pesar de mi avanzada edad, cuento con los cuidados de mi muy estimada
esposa Jissel que me asiste diariamente en las actividades que no puedo
realizar, preparándome la alimentación, y dándome el ánimo que en tales circunstancias
son muy valiosas.
Entre
tantas bendiciones tan grandes, cuento con el amor y cuidados de tres hijas, un
hijo, y unos nietos mayores, y un yerno que contribuyen con el transporte para
mis citas médicas en Managua. Por tal razón, al leer la publicación que alguien
compartió en Facebook, inmediatamente reflexioné acerca de cuantos favores gozo
por los que me siento grandemente bendecido y agradecido por la inmensa
misericordia y amor de Dios, con la esposa que me apoya y me acompaña
diariamente, con la amorosa familia, mis hijas, mi hijo, mis nietos, mi yerno, y
con la Institución Social que me atiende.
Comparto
esta reflexión con humildad y gratitud; no para vanagloriarme por tantas
bendiciones de Dios, sino para mostrar mi especial reconocimiento a todos los
que contribuyen al bienestar en estos años de senectud que pudieran ser de
soledad y abandono para mi desgastada salud. Pero en vez de soledad, gozo de
compañía; en vez de abandono cuento con apoyo; y en vez de desesperación, cuento con la misericordia y
amor de un Dios que en distintas ocasiones me ha librado de la muerte. Durante
la pandemia, me levantó; de una enfermedad letal como la sepsis, también me
proveyó los servicios médicos privados, exámenes, y medicamentos pagados por
mis cuatro hijos amorosos que también Dios me ha regalado. Quiera Dios bendecir
a toda mi familia, incluyendo a mi estimada esposa y a sus dos hijos que también
me han servido como hijos propios.
Así que
ya Dios me ha ofrecido el MEJOR REGALO DE NAVIDAD.
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