martes, 24 de diciembre de 2024

 

LA NATIVIDAD DE JESÚS NO ES LA NAVIDAD DE HOY

Amadeo Albuquerque Lara

Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra Navidad procede del latín “Nativitate”. Pero este vocablo latino con el tiempo y su normal evolución originó la palabra Navidad que significa nacimiento. Pero no es cualquier nacimiento, sino el del Mesías profetizado siete siglos con anterioridad por profetas y anunciado en el libro de los Salmos. El profeta Isaías tuvo la visión de ese nacimiento: En Isaías 7:14 se lee: "Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel".  En Isaías 9:6 se lee: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz" (Biblia RVR 1960). Destacado es mío.

 También el profeta Miqueas tuvo la visión del pueblecito de Belén, como el lugar del nacimiento de Jesús: En Miqueas 5:1-2 profetiza: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (RVR 1960). La profecía de Miqueas se refiere a un Dios eterno hecho humano y será Señor en Israel aunque lo rechacen. Destacado es mío.

Luego, los evangelistas Mateo y Lucas relatan el acontecimiento grandioso como cumplimiento de las profecías, y celebrado por ángeles, humildes pastores de ganado, y por sabios del oriente. Mateo relata el nacimiento de Jesús, de la siguiente manera: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS,[a] porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:18-21 RVR 1960).

Lucas, el médico amado y tercer evangelista incluye el nacimiento del Mesías también: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:8-12 RVR 1960).

El nacimiento de Jesús fue un acontecimiento extremadamente extraordinario: por un lado, fue profetizado siete siglos con anterioridad, fue anunciado en los Salmos; fue anunciado por ángeles, fue visitado por sabios del oriente y bendecido por patriarcas de la religión judía. Pero por otro lado, el nacimiento tuvo lugar en actos y lugares de humildad. Sus padres eran muy pobres; su madre era una joven de entre otras del pueblo de Belén, su padre era carpintero señalado casi despectivamente por las multitudes. Como no había lugar en el pequeño hospedaje nació en un pesebre envuelto en pañales. No dice la Biblia que hubiera allí animales, ni que el pesebre estuviera lleno de paja o de comida del ganado, tal como lo ha inventado la tradición.

La Navidad comenzó a sufrir cambios sin fundamentos bíblicos desde que el Emperador romano Constantino I aceptó la religión cristiana, muy apartado del significado bíblico. En primer lugar, confundió la celebración del nacimiento de Jesús con las festividades paganas del Sol Invicto, celebradas el 25 de diciembre, y la Iglesia católica ha aceptado estas celebraciones más bien como un ritual ostentoso, en un edificio de lujo y con celebrantes vestidos de ropas reales, con la imagen de un niño rubio como si fuera de países nórdicos. También, las iglesias católica y protestante, han aceptado la tradición de los tres reyes magos, con nombres y nacionalidades que la Biblia no menciona. Por otro lado, el comercio ha aprovechado estas festividades para promocionar sus productos con supuestos super descuentos, como anzuelo para quienes caen en las así llamadas “ofertas”.

Pero también la Navidad la han confundido con la costumbre de reunirse en familia para compartir regalos, armar fiestones con música estridente, consumir la infaltable gallina rellena para quienes pueden, o nacatamales para otros. El consumo de licor y otras francachelas son infaltables también.  Es muy común comprarse ropa nueva, y entre los más pudientes, emprender viajes de vacaciones a otros países.

Qué lejos está todo esto del humilde nacimiento de Jesús, el Mesías, el Dios en forma humana, el perfecto regalo que el Padre le envió a la humanidad con la condición de que creyeran en él. En consecuencia, la Navidad moderna no representa la Natividad del Señor. Ni tampoco el mentado Santa Claus representa la Navidad, ni el árbol adornado con regalos. Menos mal que ya los niños no creen en mandar cartas al Niño Dios, ni mucho menos que un Santa Claus se deslice por los tejados o ventanas con un costal repleto de regalos. Sin embargo, todas estas mezcolanzas de la tradición fuera del relato bíblico han servido para olvidar el verdadero sentido del nacimiento del Salvador, y han ignorado el propósito de la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios y Salvador.

Este corto relato ha tenido la intención de recordar el verdadero significado de la Natividad de Jesús; y desea a los lectores una FELIZ Y VERDADERA NAVIDAD Y UN AÑO NUEVO 2025 de grandes bendiciones y la gratitud por el advenimiento de Jesucristo.

 

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