ANATOLIA, SEMILLERO LINGÜÍSTICO; Y ASIA MENOR, LA CUNA
DE IGLESIAS CRISTIANAS
Amadeo Albuquerque Lara
El territorio ocupado actualmente por Turquía
(Türkiye), antiguamente fue conocido como Península de Anatolia, y posteriormente,
como Asia Menor. Este territorio encierra un tesoro de datos históricos,
geográficos, arqueológicos, así como semillero de lenguas indoeuropeas; y la
cuna de iglesias cristianas; especialmente, neotestamentarias. Anatolia era una
región importantísima, puesto que constituía el puente natural que unía a
Europa con Asia. Sin embargo, el nombre de Anatolia aparece en documentos
bizantinos hasta en el año 1,000 d.C.
Importancia lingüística de Anatolia
Los investigadores de lenguas indoeuropeas han
dedicado esfuerzos y recursos para saber de dónde se originan las lenguas
europeas. Los primeros investigadores fueron los gramáticos comparatistas: un
francés, un alemán, y un danés; les intrigaba el enorme parecido de palabras
(cognados) de los idiomas sánscrito, griego clásico, latín clásico, así como de
otras lenguas celtas y germánicas, entre sí.
Actualmente, un grupo de 80 investigadores de
diferentes disciplinas lingüísticas: filólogos clásicos, especialistas en ADN
de lenguas antiguas, arqueólogos, expertos en computación avanzada, y otras
especialidades relacionadas, han descubierto que quienes trajeron las lenguas
del indoeuropeo a Europa, fueron agricultores y pastores de ganado procedentes
de las llanuras del Gran Cáucaso; entre el mar Caspio y el mar Negro, quienes
se trasladaron a la Península de Anatolia, buscando las llanuras fértiles; y de
allí llevaron sus lenguas a Europa. Por tanto, Anatolia no sólo unía a Europa y
Asia, geográficamente, sino también fue el puente lingüístico que unió el Gran
Cáucaso y Anatolia, con Europa. Actualmente, más de la mitad de la población
mundial, más de 400 lenguas, habla una lengua procedente del indoeuropeo.
Importancia bíblica de Anatolia,
como Asia Menor
La Península de Anatolia se conocía como Asia Menor,
nombre dado por griegos (Mikrá Asia) y romanos, y actualmente, como Turquía. La
región fue recorrida por discípulos de Jesús, a partir del día de Pentecostés,
cuando se convirtieron al Evangelio de Jesucristo, más de 3.000 personas, de
diferentes partes del mundo de la época (Hechos 2:40-42); Asia estuvo presente entre
los países mencionados en el libro de los Hechos de los Apóstoles (2:9).
El apóstol Pablo y sus compañeros de viajes misioneros
recorrieron todas las regiones del Asia Menor, incluyendo otras regiones de
Grecia. Algunos de esos lugares eran adoradores de dioses paganos, como de
Diana de Éfeso (Hechos 19:24-25), de Júpiter y Mercurio, en las regiones de
Licaonia (Hechos 14:12-14). Por esa razón fueron intolerantes en contra de la
predicación del apóstol Pablo, porque representaba una amenaza para su negocio
de fabricación de dioses y templecillos de plata y otros materiales.
La palabra Licaonia es de origen griego derivado del
nombre Licaón, rey legendario de Arcadia. Según la Enciclopedia Británica,
Licaonia perteneció a una antigua región en el interior de la Península de
Anatolia, habitada por gente originaria, salvaje y guerrera. Su oficio era el
pastoreo de ovejas y asnos salvajes, en las planicies centrales. La historia de
los licaonios es poco conocida, pero parece que escaparon del dominio persa,
pero cayeron ante Alejandro el Grande, los seléucidas, la dinastía atálida de
Pérgamo, y, finalmente, bajo el imperio romano.
El territorio licaonio fue anexado a Galacia, en la
región central de la Península de Anatolia. Iconio era su capital y ciudad
principal desde el tiempo de los seléucidas. San Pablo visitó la región de
Licaonia que parece que había sido evangelizada anteriormente. En el siglo
cuarto tenía un sistema eclesiástico de mayor organización en toda la región de
Anatolia. (Crédito: Enciclopedia Británica)
En cuanto a la lengua licaónica, el Nuevo Testamento
la menciona en el libro de los Hechos de los apóstoles, durante la visita de
Pablo a Listra, y en relación con la sanidad de un cojo (Hechos 14:12-14). Por
este pasaje bíblico, nos damos cuenta que la gente común de la región de
Licaonia hablaba esta lengua relacionada con la lengua de los hititas, la cual
era la más antigua, y la lengua principal de Anatolia (Siglos XVII-XII a.C.).
Después de la sanidad del cojo, los pobladores, “a
Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque este era el que llevaba
la palabra” (Hechos 14:11-12).
Según el libro de Hechos, el joven Timoteo era
originario de Listra (Hechos 16:1), y es posible que como hablante de la lengua
licaónica, le haya advertido a Pablo lo que los pobladores creían de ellos.
Entonces Pablo les explicó que igualmente, los apóstoles eran hombres comunes.
Pero cuando Pablo aprovechó para darles a conocer el Evangelio de Jesucristo,
vinieron judíos de Antioquía de Pisidia y de Iconio y convencieron a la
multitud para que apedrearan a Pablo, hasta dejarlo por muerto. Pero recuperado
por los creyentes, regresó a Listra, a Iconio y a Antioquía para dar ánimo y
confirmar a los creyentes de esos lugares.
CONCLUSIÓN
He escrito sobre Anatolia, por ser puente geográfico
entre Asia y Europa; y desde el punto de vista lingüístico, fue también el
puente entre las regiones del Gran Cáucaso y Anatolia, con Europa.
Pero desde el punto de vista bíblico, Asia Menor,
antes Anatolia, fue una región que captó la atención del apóstol Pablo como
conocedor de esos lugares. Sabía que en vez de adorar al Dios verdadero, eran
adoradores de dioses paganos. Pablo había nacido en Tarso, por tal razón se
sintió responsable por dar a conocer a Jesucristo como el único Salvador. El
apóstol Pablo recorrió esos territorios hablándoles de Jesús como el que había
resucitado de los muertos y a quien el pueblo judío había rechazado como el
Mesías y que lo había entregado a muerte.
Por eso, los judíos fueron los peores enemigos de los
predicadores apostólicos y post-apostólicos. Pero las cosas no han cambiado
mucho en la actualidad. Ahora no son dioses de piedra ni de metal los que
llaman la atención; ahora son dioses representados por la fama, el dinero, la
raza étnica, y el poder político los que se oponen a un cambio de estilo de
vida evangélico.
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