UNA ESPINA
EN LA CARNE
Amadeo
Albuquerque Lara
El apóstol
Pablo solía dirigirse a las iglesias que él mismo había fundado y visitado con
frecuencia, por medio de cartas si no le era posible visitarlas personalmente. Pablo
había escrito la primera carta a los corintios mientras estuvo tres años en la
ciudad de Éfeso (54 d.C.), posiblemente enviada con Tito. La segunda epístola
la escribió probablemente desde Macedonia (55-57 d.C., después de escuchar el
informe de Tito acerca de las reacciones de la primera carta; y con el mismo
Tito envió la segunda epístola.
Aunque
Pablo hablaba hebreo desde su nacimiento en la ciudad de Tarso, de padres
hebreos, y que como ciudadano romano por nacimiento también hablaba latín, él
escribía a las iglesias en la lengua común de las provincias bajo el yugo
romano, en el griego koiné, la lingua franca que todos dominaban. Pablo
comienza el capítulo doce de la segunda epístola a los corintios, contándoles
la experiencia espiritual de su arrebatamiento hasta el tercer cielo, el cielo en
que Dios habita, según los cristianos creían y al que Pablo se refiere. Entrar
en detalles añadiendo especulaciones sobre lo que el mismo Pablo no expresa, no
sería bíblico.
En el
capítulo doce de esta segunda carta Pablo les relata a los miembros de la
iglesia de Corinto la experiencia espiritual que tuvo hacía catorce años. Pablo
después de su conversión no fue directamente a Jerusalén en donde estaban los
apóstoles de Jesucristo, porque él dice que “el evangelio anunciado por mí,
no es según hombre; 12 pues yo ni lo recibí ni lo
aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”. sino que se
fue para Arabia, en donde estuvo tres años según se los relata a los cristianos
gálatas (Gálatas 1:11-12,18):
“Pero
cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó
por su gracia, 16 revelar a su Hijo en
mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida
con carne y sangre, 17 ni subí a Jerusalén a los
que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a
Damasco. 18 Después, pasados tres años, subí a
Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; (Gálatas
1:15-18).
¿Por qué el
escritor Lucas no relata este viaje de Pablo a Arabia en el capítulo 9 de su
conversión, sino hasta que Pablo les escribe a los gálatas en el año 49 d.C.?
Este lapso ha contribuido a una serie de especulaciones de parte de los
comentaristas de la vida y apostolado de Pablo. Naturalmente, el libro de los
Hechos fue escrito por Lucas, pero Gálatas fue escrita por el propio apóstol
narrando sus experiencias desde su conversión. Mientras que la segunda epístola
a los corintios Pablo la escribió entre los años 55-57.
El capítulo
doce de segunda corintios es lo que me ocupa en este escrito, en el cual Pablo
se queja de una espina (ἄκανθα: akantha o skólops: skólops) en la carne,
“un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca” (2da.
Corintios 12:7) . La "espina" sirve como un recordatorio constante de
la debilidad humana y la necesidad de confiar en la gracia de Dios. La
palabra griega akantha, que significa ‘espina’ o la palabra del griego
clásico skólops, que significa objeto punteagudo, también se encuentran
registradas en hebreo (צַד ṣaḏ), en los libros de Números, Josué y Jueces, refiriéndose a las
hostilidades sufridas por el pueblo de Israel por parte de los pueblos enemigos
de Canaán por desobediencia contra Dios, por no desterrarlos. La figura de la
“espina” ya sea en los costados o en la carne, se utiliza para mantener la
humildad y dependencia en Él, como el único Dios, en el Antiguo Testamento, y
para que Pablo no se enalteciera, según él mismo lo declara.
Saulo de
Tarso fue un feroz perseguidor de los cristianos, como él mismo lo manifiesta
en esta epístola; a tal punto que entraba de casa en casa para llevar a la
cárcel a cuantos fueran discípulos de Jesús. Saulo fue tan cruel, que consintió
en la lapidación del diácono Esteban. De tal manera que, los apedreadores
depositaron los vestidos de Esteban a los pies de Saulo. Su fama recorría por
todos los hogares cristianos y temblaban al escuchar el nombre del máximo
perseguidor. Cuando Ananías recibió la orden de ir a visitarlo para que
recibiera la vista, inmediatamente después de la visión celestial, Ananías
respondió con temor de este perseguidor incansable, recordando cómo había
perseguido y metido en la cárcel a los creyentes en el Evangelio de Jesús (Hechos
9:10-14).
Pero ahora
Pablo como apóstol de Jesucristo, como fundador y confirmador de varias
iglesias a las que él escribe, y misionero incansable por toda el Asia Menor y
vecindades, y por causa de las abundantes revelaciones divinas que Pablo había
experimentado, Dios le ha permitido ser abofeteado por un mensajeo de Satanás (ἄγγελος
τοῦ Σατανᾶ: ángel de Satanás)., y una “espina en la carne” (σκόλοψ τῇ σαρκί:
skolops te sarki, según la versión de Strong’s parallel greek english), para
que no se enorgullezca en las revelacionesm sino que la espina le sirva de
recordatorio de su dependencia en el poder y la gracia de Dios que lo hacía
fuerte..
Por toda
esta extraordinaria grandeza de las revelaciones, y el alto prestigio entre las
iglesias, para impedir que el Apóstol de los gentiles se enalteciera, Dios le dio
“una espina en la carne”:
“me
fue dada una espina (σκόλοψ, skolops) en la carne, un mensajero de Satanás que
me abofetee, para que no me enaltezca. Acerca de esto, tres veces he rogado al
Señor para que lo quitara de mí. Y Él me ha dicho: “Bástate mi
gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2da Corintios
12:7-10).
El apóstol
Pablo tenía muchos motivos por qué analtecerse o gloriarse en la carne (humanamente)
y en el espíritu: por las abundantes revelaciones.
En cuanto a
la carne, él era israelita, hebreo de hebreos, en cuanto a la
ley, fariseo irreprensible; educado a los pies de Gamaliel, maestro y doctor en
la Ley de Moisés, enseñado conforme a la ley de la patria… (Filipeses 3:5-7;
Hechos 22:3). Ser educado en la Academia de Gamaliel era equivalente hoy día a
tener un grado académico de la Universidad de Harvard o de la Universidad de
Oxford.
En cuanto
al espíritu, tenía aún más de qué gloriarse y enaltecerse. En el
camino a Damasco como perseguidor de los cristianos, Saulo de Tarso había
tenido la primera revelación divina que lo cambió por completo mediante la
conversión al Jesús que él perseguía: de ser Saulo de Tarso, a ser el Apóstol
de Jesucristo y apóstol de los gentiles.
La segunda revelación celestial Pablo la tuvo
hacía catorce años, cuando fue llevado al tercer cielo y había visto visiones
espirituales que a ningún ser humano le está permitido expresar (2 Corintios 12:4).
No es el propósito de este escrito especular cuál sea ese tercer cielo, sino
darle el valor e importancia a la extraordinaria experiencia que tuvo el
apóstol Pablo, y de la cual es estorbado gloriarse por medio de la “espina en
la carne”. Tampoco es la intención de especular en cuanto al tiempo y momento
de la experiencia; pero esas visiones celestiales serían suficiente motivo para
que el Apóstol se enalteciera sobre todos los creyentes y aún sobre los demás
apóstoles. Por eso, cuando Pablo ruega al Señor que lo libre de esta espina en
la carne, el Señor le contesta:
“Bástate
mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena
gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder
de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me
gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en
angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor 12:9-10).
Basándose
Pablo en esas revelaciones celestianes, y en su fortaleza en las debilidades, les
reclama a los cristianos de Corinto, una iglesia problemática, con divisiones a
favor de ciertos líderes. Sin duda había grupos que menospreciaban el
apostolado de Pablo y enaltecían a los otros líderes. Por eso él les reclama:
“Me
he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo debía
ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos grandes
apóstoles, aunque nada soy. 12 Con todo, las
señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por
señales, prodigios y milagros. 13 Porque ¿en qué
habéis sido menos que las otras iglesias, sino en que yo mismo no os he sido
carga? ¡Perdonadme este agravio!” (2
Corintios 12:11-13).
Qué triste
cuando una iglesia menosprecia el valor y capacidades espirituales de sus
líderes, y se inclina a favor de otros injustamente. Estas incomodidades de
parte de los corintios obligan a Pablo a recordarles quién es él como apóstol y
obrador de milagros y señales entre ellos. Sin duda que estas acusaciones eran
una espina en la carne para el Apóstol. Los hermanos de Corinto se convertían
en mensajeros de Satanás. Sin embargo, el apóstol Pablo, el más instruido en las
letras y en las leyes de su patria, no se abstiene de recordarles su amplio
curriculum y títulos adquiridos por las revelaciones celestiales.
¿Qué era la
“espina en la carne”?
No conviene
especular qué podría tener el apóstol Pablo en su mente, sin recurrir al
Antiguo Testamento, para que él haya usado esta expresión “una espina en la
carne”. Algunos comentaristas que tratan de interpretar esta expresión han
especulado muchas cosas que podrían ser; pero en mi escrito he recurrido a la
imagen de la espina (ἄκανθα: akantha, o σκόλοψ skolops),
en griego, y su equivalente en el hebreo del Antiguo Testamento (צַד ṣaḏ), en el
pasaje que dice “espinas en vuestros costados”, en los libros de Números
y de los Jueces.
En cuanto a
las palabras “aguijones”y “espinas”, hay tres pasajes en donde el mismo Yavé
Dios usa con respecto a la desobediencia del pueblo de Israel de no desterrar a
los pueblos cananeos; y las consecuencias u hostilidades que sufriría el pueblo
de Israel por parte de los pueblos enemigos que serán “espinas en vuestros
costados”. En estos pasajes que voy a citar, Dios usa las expresiones
“aguijones” y “espinas”:
El primer
pasaje en el libro de Números, se citan las “espinas en vuestros costados”:
“Y
si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que
los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas
en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros
habitareis” (Números 33:55). Resaltado es mío.
El segundo
pasaje se encuentra en el libro de Josué, siempre Dios amonestando a su pueblo
por su desobediencia:
“sabed
que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas naciones delante de vosotros,
sino que os serán por lazo, por tropiezo, por azote para vuestros costados y
por espinas para vuestros ojos, hasta que perezcáis de esta buena
tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado” (Josué 23:13).
Resaltado es mío.
El tercer
pasaje en el libro de los Jueces, de la misma manera Dios manifiesta el castigo
por la desobediencia de su publo Israel al no haber echado de la tierra a los
pueblos enemigos.
“Por
lo cual también dije: «No los echaré de delante de vosotros, sino que
serán como espinas en vuestro costado[b],
y sus dioses serán lazo para vosotros” Jueces
2:3). Resaltado es mío.
Claramente
se observa en estos tres pasajes del Antiguo Testamento, que Dios usa la figura
de los aguijones y las espinas para referirse a pueblos enemigos del pueblo de
Israel, los cuales serán hostiles si no los echan de la tierra que Dios les ha
heredado. Las hostilidades de estos pueblos enemigos serán como “espinas” y
“aguijones” en contra del bienestar del pueblo de Dios. Las “espinas en
vuestro costado” que aparece en los libros de Números y de los Jueces son los
pueblos enemigos que Israel no obedeció echarlos, cuando Dios se lo mandó. Por
tanto, las espinas no son enfermedades del pueblo de Dios, son pueblos enemigos
que representaron guerras constantes y contiendas, la mezcla de los hijos de
Dios con mujeres cananeas, la influencia idolátrica de sus dioses falsos tal
como Yavé Dios se lo había advertido al pueblo de Israel.
Por tanto,
aplicando estos pasajes del Antiguo Testameto a las experiencias hostiles a que
se refiere el versículo 10 del capítulo 12 de 2 Corintios, y reafirmando las
veces que el apóstol Pablo cita y se apoya en el Antiguo Testamento, que según
la “Complete Jewish Bible (“Biblia judía completa”) señala 183
pasajes del Antiguo Testamento que Pablo cita o parafrasea en sus escritos. Y
esta cifra no incluye varias decenas de referencias a personas, lugares y
sucesos del Antiguo Testamento” (Obra citada), me permito referirme a la
“espina en la carne” que el Apóstol menciona. Aunque Pablo no explica qué cosa
es esa espina en la carne, por lo que relata en el citado versículo 10 del
capítulo 12 de 2 Corintios, podemos comprender las debilidades por las cuales
él se goza: “afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias”; sin
embargo, todos estos sufrimientos son las espinas en la carne a las que él se
refiere; y que por ellas se ve impedido muchas veces de avanzar en la expansión
del Evangelio de Jesucristo, por emplear su tiempo en defenderse, ante sus
mismos hermanos en la fe, y ante los tribunales judíos.
Escribiéndoles
a los Romanos, Pablo cita los sufrimientos que no pueden separarlo del amor de
Cristo: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (2 Corintios 12:10,
Romanos 8:35). Es de notar que en la Epístola a los Romanos Pablo cita o
parafrasea el Antiguo Testamento 84 veces. Las frases de Pablo “como está
escrito”, o “como dice el Profeta” son muy abundantes en los escritos del
Apóstol. Por tanto, es evidente que Pablo relacionara figuras e imágenes de sus
experiencias y sufrimientos, con antecedentes similares en el Antiguo Testamento,
del cual él tenía un vasto conocimiento.
Todos los
sufrimientos, acusaciones y menosprecios que cita Pablo que ha experimentado
sin apartarse del amor de Dios, pero que han sido obstáculos y atrasos para la
predicación del Evangelio de Jesucristo son “la espina en la carne”, el
mensajero de Satanás que lo abofetea por todas partes, incluyendo acusaciones
de parte de sus mismos hermanos en la fe, quienes lo acusaban de no acatar la
ley de Moisés y de aceptar gentiles convertidos sin someterlos a los ritos de
la circuncisión, y a la observancia de la ley de Moisés. Luego, las acusaciones
de parte de la iglesia de Corinto, las lapidaciones sufridas en Listra en donde
lo dejaron por muerto (Hechos 14:19); en Filipos, magistrados romanos golpearon
y encarcelaron a Pablo y sus compañeros en nombre de los gentiles (Hechos 16:19-40);
así también las persecuciones de parte de líderes judíos y tribunales a los
cuales fue remitido sin el apoyo de los demás apóstoles y ancianos de la iglesia
de Jerusalén. Pablo asistió solo a sus defensas en los tribunales; como también
tuvo que enfrentar la muerte en Roma por parte del emperador romano, Nerón.
CONCLUSIÓN
El tema de
la “espina en la carne” que cita el apóstol Pablo ha sido motivo de varias
especulaciones acerca de lo que puede significar esa frase. Debido a estas
especulaciones surgió en mi mente investigar el significado de la frase, pero
basándome en algún antecedente en el Antiguo Testamento siendo que Pablo lo
cita tantas veces en sus escritos, y que ha sido su apoyo en la predicación del
Evangelio.
Hurgando
varios sitios en Internet, encontré tres pasajes en donde los escritores de
Números, Josué y Jueces ponen en la boca del mismo Yavé Dios las figuras de
“aguijones” y “espinas” refiriéndose a los pueblos idólatras de la tierra de
Canaán. Dios había advertido a su pueblo que debían desterrar a esos pueblos,
porque serían motivo de revueltas y descontentos, más la influencia que
ejercerían con sus prácticas idolátricas. Siendo Yavé un Dios celoso en contra
de la existencia de otros dioses en medio de su pueblo, éste debía obedecer su
mandato; pero Israel no obedeció a su Dios y por eso, los pueblos enemigos se
convirtieron en azote, lazo y tropiezo, en aguijones y espinas en sus costados.
Fue así que
este escrito se basó en esas frases y las relacionó con los sufrimientos,
amenazas, acusaciones, “afrentas, en necesidades, en persecuciones, en
angustias, hambre, desnudez, peligro o espada” (2 Corintios 12:10 y Romanos
8:35). Estas adversidades que experimentaba el Apóstol Pablo sirvieron como
obstáculos y atrasos para su obra misionera por los diferentes rincones del
Asia Menor y sus alrededores. Muchas de las acusaciones venían de los
judaizantes, de los líderes de la iglesia de Jerusalén, de los tribunales
judíos a los cuales Pablo tuvo que enfrentar solo, sin ninguna ayuda de los
demás apóstoles. Por tanto, relacionando las figuras y metáforas en el Antiguo
Testamento, con todas las penurias sufridas por el Apóstol, me permito afirmar
que Pablo usó las imágenes de aguijones y espinas que cita el Antiguo Testamento
como “espinas en los costados” y “aguijones en los ojos”, como la
“espina en la carne” por la que él había pedido a Dios se la quitara,
pero en vez de eso, esas “espinas” le servían para gloriarse en sus
debilidades, para darle fortaleza y para que no se enalteciera por causa de las
múltiples revelaciones del mismo Dios.
REFERENCIAS
Biblia
Reina Valera 1960 (Números, Josué, Jueces)
Biblia de
las Américas, (libro de Jueces)
Coalición
por el Evangelio, (“espina en la carne”)
Complete
Jewish Bible, citas del Antiguo Testamento en los escritos de
Pablo
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| AI Overview, “Espinas en vuestros costados”: Números,
Josué, Jueces
Strong’s
parallel greek english