LUCIFER
Y LOS ÁNGELES CAÍDOS
ORIGEN E HISTORIA
Base: Libro de I Enoc. Referencias: Génesis 6:1-7, Deut 33:2, Isaías 14:12-13, Lucas
10:18, libro de Judas, Apocalipsis, 12:7-9, 20:1-2, 1ra de Pedro 3:18-20, y 2da
Pedro 2:4
Amadeo Albuquerque Lara
El origen de la historia de Lucifer y los “ángeles
caídos” o vigilantes, se encuentra ampliamente documentado y explicado en el
primer capítulo del Libro de Enoc o I
Enoc (1–36), libro que pertenece a la Literatura Intertestamentaria,
llamada Apócrifa o Pseudoepigráfica, indistintamente.
Cabe aquí aclarar que, dentro de los libros
pseudoepigráficos, existe un Enoc etíope o I Enoc; y un Enoc eslavo, conocido
como II Enoc. En este estudio me referiré al I Enoc, específicamente al primer
capítulo o “Libro de los Vigilantes”.
Primero, aclaremos la diferencia entre un libro
apócrito y un libro pseudoepigráfico: Según el Diccionario de la RAE, apócrifo
se dice “de una obra, especialmente
literaria: De dudosa autenticidad en cuanto al contenido o a la atribución”.
En cambio, un escrito se considera Pseudoepigráfico, cuando se le atribuye a un
personaje de la Biblia que existió varios siglos antes que alguien escribiera
un supuesto libro, en nombre de ese personaje, como es el caso del Libro de
Enoc y muchos otros más; pero en la bibliografía bíblica, los dos términos se
aplican indistintamente a la misma literatura.
Según la Biblia, Enoc fue el bisabuelo de Noé (1,700
a.C.); mientras que el Libro de Enoc se cree que fue redactado por varios
autores judíos, y que se basaron en los libros canónicos de Génesis, Números y
Deuteronomio, probablemente en el III siglo a.C.; otros proponen la fecha entre
los años 161 y 125 a. C. o entre el II y I siglo a. C., según los eruditos.
En el sitio de “Casa del Libro”, en Internet, se
encuentra el siguiente comentario sobre el Libro de Enoc, que en adelante lo
llamaré “el Libro”:
[…]
fue muy conocido y venerado en los primeros siglos del Cristianismo y por
Padres de la Iglesia como Ireneo, Orígenes o Tertuliano, pero a finales del
siglo IV ya fue considerado herético y condenado por la ortodoxia, hasta que se
convirtió en un libro “maldito”. Se cree que fue escrito entre el siglo I y II
a. C. y su conservación se debe a los cristianos etíopes que lo incluyeron en
su canon, encontrándose a lo largo del tiempo versiones en arameo, hebreo y
griego.
El Libro fue encontrado en forma fragmentaria, junto
con los Rollos del Mar Muerto, escrito en lengua de Etiopía. Otros fragmentos
están escritos en hebreo, arameo y griego, clasificados como 4Q317. Pero
gracias a la iglesia ortodoxa de Etiopía, el Libro se conserva en forma
completa. El Libro no ha sido aceptado ni en el canon judío ni en el cristiano
a partir del siglo IV, durante el Concilio de Laodicea, en el año 364 d. C.;
pero ha sido considerado como inspirado, por las iglesias cristianas ortodoxas
de Etiopía y Eritrea; y también, por los primeros cristianos y por lo menos por
doce padres de la Iglesia; entre ellos, Orígenes, Ireneo y Tertuliano, quienes
consideraron el Libro de inspiración divina . Por esta razón, leemos varias
referencias a este Libro, en los escritos, tanto del Antiguo, así como del
Nuevo Testamento, como se detalla en su lugar.
El Libro contiene cinco grandes secciones o libros;
entre ellos está la primera parte compuesta por el “Libro de Los Vigilantes” (
Caps 1-36), el cual contiene material único sobre el origen de Lucifer o
Luzbel, los demonios o “ángeles caídos”, llamados también “Vigilantes”; así
como sobre los orígenes de los gigantes, o “nephilim”,
que nacieron producto de la unión de los “ángeles caídos” con las “hijas de los
hombres”. También, el Libro justifica la razón moral para que Dios dispusiera
la destrucción de casi la totalidad de la humanidad por medio del Diluvio
Universal.
El Libro expone como los responsables de la maldad, antes
del Diluvio, a los “ángeles caídos”, o “Vigilantes”, quienes, en vez de velar
por los humanos, más bien los indujeron a practicar el pecado de la
promiscuidad y la rebelión en contra de Dios. Por eso, Dios decidió acabar con
esta generación corrupta y malvada, y comenzar de nuevo con la familia de Noé y
su posteridad, después del Diluvio.
En cuanto a Enoc, el Libro relata que “Ante esos sucesos, Enoc había sido ocultado
y no había ningún humano que supiera dónde fue escondido ni dónde está ni qué
le sucedió” (Libro, cap. 12:1). Génesis 5:24: “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios”
Según los estudiosos bíblicos, la parte más antigua
del Libro de Enoc es el “Libro de los Vigilantes” que data de alrededor del año
300 a.C., y la última parte, el “Libro de las Parábolas”, del siglo I a.C. Los
vigilantes fueron creados para proteger de la maldad a los humanos; pero como
más bien la introdujeron entre los humanos, y se rebelaron contra la autoridad
de Dios, fueron destruidos durante el Diluvio. (Libro de Enoc, capítulo 10)
En cuanto a los ángeles caídos, el primero en ser
echado del cielo fue Luzbel o Lucifer, por haberse rebelado en contra de su
Creador; a pesar de que Dios lo había encargado de ser el jefe de los demás
ángeles; pero el poder y la belleza con que fue creado (Luzbel significa “luz
bella”), lo volvieron fatuo y desafiante ante la autoridad de Dios. Por lo
tanto, fue lanzado del cielo; aunque se entiende que Lucifer fue lanzado
primero, en una primera rebelión; y posteriormente, un grupo de 200 ángeles
rebeldes fue lanzado hacia la Tierra. La caída de Lucifer inspiró al pintor
Alexandre Cabanel (1868), a pintar el cuadro “Ángel caído”, en el cual Lucifer
es derrotado por el arcángel San Miguel, después de una gran batalla en el
cielo.
Los estudiosos citan algunas referencias bíblicas
analógicas al lanzamiento de Lucifer, en el Antiguo Testamento, como por
ejemplo, Isaías 14. Podríamos suponer, entonces, que hubo un documento antiguo
que se perdió, porque muchos se han perdido con el tiempo, con la historia
completa; y que el Libro de Enoc se propone reconstruirlo, varios años más
tarde.
Según algunos intérpretes bíblicos entre esas
referencias están Isaías 14:12-13 y Apocalipsis 12:7-9; pero el pasaje de
Isaías se refiere a la endecha sarcástica que hace el profeta Isaías a raíz de
la muerte del poderoso y pretencioso rey de Babilonia, quien conquistó el reino
de Judá entre los años 600 y el 588 a. C. La endecha se presenta bajo la figura
literaria llamada apóstrofe, porque se dirige a un personaje ya fallecido; y es
también una analogía, al comparar la caída de Lucifer, el “Lucero de la Mañana”
con la caída ante la muerte del rey de Babilonia, quien se creía ser el “Lucero
hijo de la mañana”.
La analogía
sería: así como Lucifer, Lucero de la mañana fue echado del cielo, así el rey
de Babilonia autollamado “Lucero, hijo de la mañana”, fue echado de la pompa de
su reino, por la muerte. (Isaías 14:12-13)
.¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la
mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que
debilitabas a las naciones.
Como hemos leído, en los libros canónicos de la Biblia
cristiana se encuentran ciertas referencias, con interpretaciones influenciadas
por las historias tardías contenidas en el Libro de Enoc. Por ejemplo, en los
escritos canónicos no se encuentra la historia ampliada de la caída de Lucifer
y demás ángeles rebeldes, así como tampoco el nacimiento de gigantes, como
resultado de la unión de ellos con las hijas de los hombres; pero sí se
encuentran, por lo menos unas 33 referencias, sobre todo, en el Nuevo
Testamento, las cuales amplía el Libro de Enoc con más detalles, capítulos 6-8.
Algunas de esas referencias canónicas se encuentran en
Génesis 6:1-7, la cual es una alusión al Libro capítulo 6:1-2: “Así
sucedió, que cuando en aquellos días se multiplicaron los hijos de los hombres,
les nacieron hijas hermosas y bonitas 2.
y los Vigilantes, hijos del cielo las vieron y las desearon, y se dijeron unos
a otros: “Vayamos y escojamos mujeres de entre las hijas de los hombres y
engendremos hijos”
’Comparemos este relato con Génesis 6:1-2: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres
a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, 2 que viendo
los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí
mujeres, escogiendo entre todas”.
Las otras referencias son: Deut 33:2, Isaías 14:12-13,
1ra de Pedro 3:18-20, y 2da Pedro 2:4 Apocalipsis 12:7-9, y el libro de Judas,
que se refiere a los “ángeles que no guardaron su dignidad”.
Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que
abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones
eternas, para el juicio del gran día; (Judas 6; Libro de Enoc, capítulo 10, información
ampliada)
Pero Judas sólo nos ofrece referencias, sin
profundizar en la historia. Así que la única base de la historia de la caída de
Lucifer y el grupo de 200 ángeles rebeldes, (“ángeles caídos” o “Vigilantes”), así
como el castigo en prisiones eternas, se encuentra única y exclusivamente en el
Libro de Enoc, capítulo 10 y en la “Asunción de Moisés”.
También Judas 9 contiene una referencia a la contienda
de Satanás con el Arcángel Miguel respecto al cuerpo de Moisés; pero las
fuentes de esta referencia no se encuentran en los escritos del Antiguo
Testamento, sino en el libro apócrifo, La Asunción de Moisés, confirmado por
Orígenes de Alejandría. (c. 184-c. 253), padre de la Iglesia.
Relata el Libro de Enoc, en su primer capítulo: “Libro
de los Vigilantes”, que posteriormente a la caída de Lucifer, hubo un grupo de
200 ángeles que se rebelaron desafiando la autoridad de Dios y creyéndose igual
a él. Este grupo estaba bajo la jefatura de Semyazza y otros diecinueve líderes
más, quienes cayeron sobre el Monte Hermón, en los días de Jared, padre de
Enoc, cuando fueron echados del cielo, después de batallar con el arcángel
Miguel. Fue en ese lugar en donde se pusieron de acuerdo todos, (Enoc 7:1) aunque
al principio su jefe Semyazza temía el castigo si cometían este pecado de tomar
esposas de entre las bellas y atractivas “hijas de los hombres”. (Libro de
Enoc, capítulos 6-8)
Además, cada uno de estos veinte líderes estaban
dotados de habilidades especiales, por lo que fueron asignados para enseñárselas
a los hombres. Entre éstas están: el arte de la guerra, la creación de espadas,
cuchillos, escudos de bronce, y abrigos, magia, brujerías y hechicerías. A las
mujeres les enseñaron el arte del engaño, a teñirse el pelo y a pintarse la
cara. Pero al final, es el mismo Semyazza, secundado por Kesabel, quienes
conducen al resto del grupo a tener relaciones sexuales con las hijas de los
hombres.
Según el Libro, de esta unión resultan los gigantes o nephilim, quienes fueron dominantes,
superiores y valientes, en relación con los demás seres humanos; de tal manera
que obligaban a los hombres a mantenerlos. Pero, además, llenaron la Tierra de
violencia y derramamiento de sangre. Precisamente, esta maldad llegó hasta el
cielo y conmovió a los arcángeles a interceder ante Dios para que los
destruyera (Libro, capítulos 9 y 10).
Según el Libro de Enoc, los Vigilantes quedaron sobre
la Tierra, en prisiones eternas, y que la carne de ellos fue destruida, pero
sus espíritus se convirtieron en espíritus malos, de los cuales nos relata el
Nuevo Testamento.
En el libro de
Génesis 6:1-7 hay una referencia a los gigantes, pero no afirma con claridad
que los gigantes fueran producto de la unión de “las hijas de los hombres, con
los “ángeles caídos”; puesto que había gigantes antes y después de la unión;
pero sí se afirma que estos hijos fueron valientes y de renombre. Aunque
algunos comentaristas creen que estos gigantes nacieron de la unión entre los
hijos de Dios y las hijas de los hombres; pero Génesis es bien claro y lo dejo
a discreción de los lectores.
“Había
gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los
hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron
los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre”. (Génesis 6:4)
En la Biblia encontramos información de que había
gigantes en pueblos de Canaán, cuando Josué mandó espías para explorar la
tierra, por lo cual regresaron con un informe negativo y de miedo. También
había gigantes en el Valle de Basán y en tierra de los filisteos; uno de ellos
fue Goliat. De Og, rey de Basán, se dice”
“Porque
únicamente Og rey de Basán había quedado del resto de los gigantes. Su cama,
una cama de hierro, ¿no está en Rabá de los hijos de Amón? La longitud de ella
es de nueve codos, y su anchura de cuatro codos, según el codo de un hombre. (Deuteronomio 3:11)
El auge de la composición de libros apócrifos o
pseudoepigráficos tuvo efecto en el período intertestamentario de cuatrocientos
años, entre el libro del profeta Malaquías, y los primeros escritos del Nuevo
Testamento. El Libro es producto de este período y por lo tanto, no fue tomado
como Escritura inspirada, a partir del siglo IV, sino que ha sido tomado como
un libro de historia y de interés teológico, por algunos; o como libro “maldito”,
por autoridades eclesiásticas posteriores.
CONCLUSIÓN
El Libro de Enoc fue de mucha importancia para la
comunidad de Qumrán; así como para ciertos cristianos primitivos, y hasta para
algunos padres de la Iglesia; así como para las iglesias de Etiopía y Eritrea.
Sabemos esto último, por los hallazgos de los Rollos del Mar Muerto y por el idioma
en que fueron escritos los fragmentos encontrados en la cueva 4Q317, en las
cercanías del Mar Muerto.
Por lo tanto, basados en las razones expuestas
anteriormente, el Libro de Enoc no fue incluido en el Canon Cristiano; ni
tampoco en el canon judío. Esto es lo que dicen algunos estudiosos; el Libro
fue escrito tratando de reconstruir la historia y enseñanzas del patriarca
Enoc. Según la tradición oral, el Libro contiene cinco capítulos, considerados
libros por los estudiosos de este Libro. En su totalidad, el Libro contiene las
visiones y enseñanzas que Enoc le deja a su hijo Matusalén; pero como esta
fuente histórica no es confiable, el Libro no fue incluido en el Canon. Además,
por ser un escrito posterior a la existencia del supuesto autor, en este caso,
Enoc, se ubica dentro de la literatura apócrifa o pseudoepigráfica.
El Libro de Enoc fue traducido al inglés, profusamente
anotado y comentado por el teólogo anglicano irlandés, crítico bíblico,
profesor y traductor de Literaturas Apócrifas y Pseudoepigráficas, R. H.
Charles. Sus traducciones y anotaciones a estos libros intertestamentarios, se
encuentran en dos gruesos volúmenes, de suma importancia para consulta e
investigaciones.
Por último, en el caso de las 33 referencias citadas
por diferentes escritores canónicos, en el Atntiguo Testamento, pero especialmente,
en el Nuevo Testamento, son producto de la aceptación que tuvo el Libro de Enoc
y otros escritos apócrifos entre los primeros cristianos y por parte de algunos
padres de la Iglesia, como queda documentado.
Hay muchas otras referencias en la literatura bíblica
que desconocemos, por provenir de los Evangelios Apócrifos o de esa profusa Literatura
Intertestamentaria, pero esas referencias no afectan la sustentación firme de
nuestra fe cristiana.
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