DE CENTAUROS, CYBORGS O CÍBORGS, Y TRANSGÉNEROS
Amadeo Albuquerque Lara
Un centauro es un ser mitológico mitad hombre y mitad
caballo; un cyborg (inglés), Cíborg (español), es un transhumano mitad humano y
mitad máquina; o sea, es un organismo cibernético, por la presencia de
microchips autoimplantados en el cuerpo. Por eso, en este escrito voy a tratar
de centauros, de cyborgs o ciborgs, y de transgéneros.
Según la RAE, un ciborg es un “Ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos”. (DRAE).
La palabra “Cyborg”, en idioma inglés, fue acuñada en 1960 por Manfred E.
Clynes y Nathan S. Kline, para referirse a “un ser humano mejorado que podría
sobrevivir en entornos extraterrestres”.
Es decir, un cyborg o ciborg es un humano que ha modificado sus
funciones, biológicas o cognoscitivas con elementos de dispositivos
electrónicos o cibernéticos, mediante la autoimplantación de microchips.
En cambio, la persona transgénero modifica su aspecto
físico mediante tratamientos hormonales, o mediante cirugías múltiples para
cambiar de sexo; y algunos cambian de nombre, mediante procedimientos legales.
“El
término transgénero se refiere a las personas que tienen una identidad o
expresión de género que difiere del sexo que se les asignó al nacer. Algunas
personas transgénero que desean asistencia médica para la transición de un sexo
a otro se identifican como transexuales”. (Wikipedia)
Continuaré mi escrito con los centauros, para luego
proseguir con los cyborgs, ciborgs, y los transgéneros. La mitología griega
está llena de historias de héroes, dioses, semidioses y otras criaturas que
regían el mundo helénico. Entre esas criaturas, figuran los Centauros,
representantes de la barbarie y el caos; aunque no todos lo eran, porque Quirón
representaba la sabiduría. Según la mitología griega, estos seres habitaban en las
montañas de Tesalia. Se dice que eran expertos cazadores de toros, de ahí su
nombre: centauro; tan diestros eran estos jinetes, cazadores de toros, que
parecían formar un solo ser, de ahí su representación de mitad hombre y mitad
caballo.
Por tanto, no es casualidad que la analogía del
centauro me haya hecho referirme a los Cyborgs o ciborgs: mitad humanos y mitad
máquinas; quienes no conformes con sus facultades y propiedades humanas, se han
autoimplantado microchips en el cuerpo, para según ellos, mejorar sus facultades
biológicas y cognoscitivas.
En cuanto a la morfología, la palabra compuesta,
cyborg o ciborg está formada por dos abreviaturas: “CYB-”de CYBER o CÍBER
(cibernética) y –ORG: CYB-ORG correspondiente a ORGANISMO. Por tanto, un ciborg
es un organismo modificado cibernéticamente. O dicho de otra manera, un ciborg
es un “organismo cibernético”.
En relación con esta tendencia de transhumanismo, se han acuñado varios términos referidos a la
cibernética. Por ejemplo, estos ciborgs también son llamados biohackers y grinders. La palabra “biohacker”, o biojáquer está compuesta de bio, referido a la biología; y hacker o jáquer: persona que modifica un sistema de computación. Entonces,
un biohacker, o biojáquer, o transhumano, o ciborg, es una persona que modifica
su sistema biológico, combinando la tecnología de la computación, mediante la autoimplantación
de microchips en su cuerpo.
Mientras que “Grinders” son personas que aplican a
sus cuerpos la técnica del hackeo o jaqueo para mejorar sus propios cuerpos,
con métodos de autoimplantación de bioquímicos o microchips. El biojaqueo se
define como investigación biológica de bajo costo 'Hágalo Usted mismo'. Sin
embargo, es un procedimiento de alto riesgo, según la ciencia médica. En consecuencia, son personas que no están
conformes con las facultades biológicas o cognoscitivas con las cuales han
nacido y pretenden mejorarlas mediante la combinación de bioquímicos, o elementos
computacionales.
Sin embargo, estos individuos transhumanos difieren del
personaje de ficción llamado robocop y de los robots, los cuales son máquinas
con figura humana, fabricados para ejecutar determinadas labores, como en la
construcción de automóviles. Además, se dice que el Emir de Bathréin se hace
acompañar por un gigantesco robot guardaespaldas. Se lo puede observar en un
video, en Internet.
Pero, continuando con los ciborg, Lepth es una transhumana británica que se ha autoimplantado 50 microchips y
varios imanes en el cuerpo, sin asistencia médica y sin anestesia, para según
ella, mejorar su cuerpo. Según algunos cíborgs, el lugar favorito para la
autoimplantación de microchips es entre el dedo índice y el pulgar, porque en
ese lugar hay menos nervios, pero se los pueden implantar en otras partes del
cuerpo, incluyendo el cerebro.
Estos microchips implantados se conectan con un lector
o sensor electrónico; aunque otros ciborgs se autoconectan con sus teléfonos
inteligentes. Quienes portan estos dispositivos son capaces de abrir puertas de
sus casas, acceder a diferentes aplicaciones en sus celulares, a realizar
gestiones bancarias, y otros procedimientos electrónicos, como los que se usan
en tarjetas de crédito sin contacto y en los teléfonos inteligentes.
Pero también, estos microchips se los pueden implantar
en el cerebro; y esta operación recibe el nombre de neuralink, término que significa la interfaz “cerebro-máquina” que
conecta el cerebro humano con la máquina;
sin embargo, los expertos en computación alertan a estos transhumanos del
peligro de ser atacados por virus maliciosos; o malware o programa maligno. También estos transhumanos, como los
llama la tecnología, pueden estar expuestos a hackers o jáqueres. Además del
término neuralink, han acuñado otro relacionado con el cerebro: wetware, el cual es un elemento humano con
tecnología de la información. La palabra está formada por “wet” y “ware” en
inglés, que significa mojado o húmedo, más la comparación con software y hardware, términos de la computación; y se lo aplican a esta
neurotecnología (wetware), porque el
75% del cerebro está compuesto por agua.
Esta tendencia de cyborgs o ciborgs, aunque moderna,
comenzó gracias al invento del microchip por parte del ingeniero de Texas
Instruments, Jack Kilby, cuando el 12 de septiembre de 1958, presentó al mundo
el sistema integrado, llamado microchip.
Desde entonces, el chip ha ido disminuyendo de tamaño; de manera que hoy
contamos con micro y nano chips, para los celulares inteligentes. Pero los que
se autoimplantan los transhumanos, o cyborgs, algunos son del tamaño de un
grano de arroz, mientras que los que se inyectan con aguja hipodérmica, son del
tamaño de un grano de sal (DW https://www.dw.com.)
Después de haber dado un vistazo a esta tendencia de transhumanismo, nos damos cuenta que el
ser humano no está contento con las capacidades o habilidades, que tiene su cuerpo
físico, o su organismo, o sus facultades cognoscitivas. La persona de pelo
lacio quiere ser crespa; la que tiene el cabello crespo, lo prefiere lacio y se
lo cambia.
Además, quienes nacen hombres hacen esfuerzos por
cambiar su sexo para parecer y funcionar como mujer; y quienes nacen mujeres,
procuran ser hombres. Ambos, hombres y mujeres, emprenden difíciles cirugías
múltiples y costosas, para cambiar de sexo.
Sin embargo, hagan lo que hagan con los cambios
físicos, dicen los investigadores sobre Gene
Variants of Medical College of Georgia, de la Universidad de Augusta,
Georgia, que estos transgéneros, aunque cambien de género, su cerebro seguirá
sintiendo los instintos del sexo con que nacieron. Es decir, el cambio de sexo
no cambia la naturaleza neurocerebral. Según los doctores gineco-obstetras e
investigadores de “Gene Variants” de la Universidad de Georgia, J. Graham
Theisen y Lawrence C. Layman, las personas transgéneros, según evidencias
biológicas, experimentan una incongruencia entre el cuerpo y el cerebro. Dice
el Dr. Thiesen que los individuos transgéneros experimentan “disforia”, lo
contrario de euforia, porque el género que ellos sienten en su interior, no se
corresponde con el sexo externo.
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