LAS FUENTES CONFIABLES DE LOS
CUATRO EVANGELIOS
La multitud de testigos oculares
Amadeo Albuquerque Lara
Los cuatro evangelios canónicos fueron escritos entre
los años 50 y 90 d.C. y de los autores, sólo Mateo, el recolector de impuestos,
y Juan, hijo de Zebedeo, el empresario de la pesca, fueron del grupo de los
doce apóstoles. Juan Marcos fue un joven perteneciente a una familia adinerada
que probablemente era dueña de la casa en donde participaron de la última cena,
y del aposento alto, el día de Pentecostés. Juan Marcos acompañó a Bernabé y al
apóstol Pablo en sus viajes, y estuvo presente en el juicio de Jesús. Además,
el apóstol Pedro lo considera su hijo en la fe (1ª Pedro 5:13) Lucas fue un
médico de gran preparación académica y con excelente dominio del griego clásico;
y además, fue compañero de viajes del apóstol Pablo. Lucas era un gentil que
escribió a los gentiles, por medio de un gentil culto de nombre Teófilo, a
quien le escribe en griego clásico, y que, además, se dirige a él con el título
honorífico de “Excelentísimo”. Esto supone que Teófilo era un personaje
importante dentro del mundo griego, y quien, además, ya tenía formación
cristiana. Estos tres evangelios reciben
el nombre de sinópticos, porque los tres concuerdan en los hechos y ministerio
de Jesús, de manera clara y resumida.
Juan fue de los primeros apóstoles que Jesús escogió,
y perteneció al círculo íntimo de Jesús, junto con Santiago y Pedro; pero de Juan
se dice: “Y uno de sus discípulos, a
quien Jesús amaba, estaba reclinado en el pecho de Jesús” (Juan 13:23).
El evangelio de Juan aporta varios aspectos de la vida
de Jesús que no registran los tres sinópticos; y además, se concentra más en la
divinidad de Jesús, desde el inicio de su evangelio. Y su énfasis fue el
ministerio de Jesús en Judea y Jerusalén, ciudades sureñas. En tanto que los
otros tres, enfatizan en el ministerio de Jesús en Galilea y ciudades vecinas,
al norte del territorio. Por lo tanto, el ministerio de Jesús está atestiguado
tanto en el norte, como en el sur del territorio de Israel; desde Tiro y Sidón
hasta Judea y Jerusalén; en donde Jesús fue crucificado y resucitado.
“Recorría
Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en
el pueblo” (Mateo 9:35)
Algunos críticos cuestionan que por qué el
cristianismo acepta sólo cuatro evangelios, cuando existen más de cincuenta
evangelios considerados apócrifos, gnósticos o coptos. La respuesta es obvia;
en primer lugar, los cuatro evangelios se basan en el testimonio de testigos
oculares, además de ser, Mateo y Juan, parte del grupo de los Doce, y Juan
Marcos fue testigo ocular incluyendo los acontecimientos en el juicio de Jesús,
y como compañero de viajes de Bernabé y Pablo. En segundo lugar, los demás
evangelios apócrifos se comenzaron a escribir hacia finales del primer siglo,
cuando surgieron las enseñanzas de los gnósticos, Marción de Sinope, y otros
herejes. Este período abarca hasta el siglo cuarto de la era cristiana, cuyos
relatos se encuentran alejados de los hechos históricos; además, los evangelio
apócrifos han sido rechazados por la Iglesia Ortodoxa, Comunión Anglicana, y
las iglesias protestantes, por no considerarlos como escritura inspirada por el
Espíritu Santo.
Sin embargo, según el testimonio de Lucas 1:1-4, en su
tiempo ya se conocían muchos escritos intentando escribir los hechos y milagros
y la vida de Jesús. Por tanto, ya circulaban varias versiones de los
acontecimientos generados por Jesús y por el grupo de los doce apóstoles.
“Puesto
que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre
nosotros han sido ciertísimas, 2 tal como nos lo enseñaron los que desde el
principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, 3 me ha
parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las
cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, 4
para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido” (Lucas 1:1-4)
Por su preparación académica, Lucas se propone llenar
ciertos requisitos para su escrito: 1) investigar con diligencia; 2) presentar
el origen de los hechos; 3) escribirlos por orden, en una estructura
cronológica; y 4) preocuparse para que se conozca bien la verdad de los hechos
ciertísimos, narrados por él.
De los cuatro evangelios, los eruditos de la crítica
textual concuerdan que Marcos escribió primero su evangelio, y que tanto Mateo
como Lucas, aprovecharon información de Marcos, más cierta información de
manuscritos que no incluye Marcos. Además, Marcos tiene como fuente de
información el testimonio de Pedro, quien lo reconoce como hijo en la fe (1ª
Pedro 5:13) más la tradición oral, pues los testigos oculares compartían con
las iglesias, la vida, milagros y ministerio de Jesús, a los cuales se refiere
el evangelista Lucas.
Por otro lado, Marcos escribe para los creyentes
romanos, gentiles, no judíos. En tanto que Mateo escribe para los judíos; por
eso, comienza su evangelio con la genealogía de Jesús para probar que es el
Mesías descendiente del linaje de David. Mateo como autor, demuestra
preparación profesional, pues su oficio anterior al de apóstol fue recaudador
de impuestos del imperio romano. Sin duda tenía conocimientos contables, como
para optar al oficio de recaudador de impuestos.
Por todas estas evidencias, los cuatro evangelios que
componen la primera parte del Nuevo Testamento, reciben el reconocimiento de la
Iglesia Ortodoxa, la Iglesia Católica, la Comunidad Anglicana, y las iglesias
protestantes y evangélicas.
Ahora echemos un vistazo a la proliferación de
escritos apócrifos o psedoepigráficos, los cuales tuvieron inicio a partir de
finales del primer siglo de nuestra era, y se siguieron produciendo hasta el
siglo cuarto, y en el período intertestamentario: entre Malaquías y el Nuevo
Testamento. Algunos de estos escritos imitan el estilo de los evangelios
canónicos; otros, se atribuyen autoría de personajes del Antiguo y del Nuevo
Testamento, por lo que se conocen como pseudoepigráficos.
Según historiadores cristianos y críticos textuales,
en los primeros siglos después de Cristo aparecieron en circulación algo más de
cincuenta evangelios. Algunos eran de confesión gnóstica, copta, armenia,
griega, egipcia, etc. Resulta difícil en este corto estudio citar el grupo de
estos escritos; pero mencionaré algunos.
Evangelios al estilo de los
canónicos
Evangelio de Tomás, Protoevangelio de Santiago,
Evangelio de Marción, Evangelio de María Magdalena, Evangelio de Judas,
Evangelio apócrifo de Juan, Evangelio de Valentín o Evangelio de la Verdad,
Evangelio griego de los egipcios, Evangelio armenio de la infancia de Jesús,
etc.
Evangelios de la Natividad
Protoevangelio de Santiago, Evangelio del
pseudo-Mateo, Evangelio de la natividad de María, Extractos del Liber de
infantia Salvatoris (cód. Arundel 404 del British Museum), y Evangelio Secreto
de la Virgen María.
Evangelios de la Infancia
Evangelios de la infancia, de Tomás, Evangelio árabe
de la infancia, Historia de José el carpintero, Evangelio armenio de la
infancia, Liber de Infantia Salvatoris (ms. lat. 11867 de la Biblioteca
Nacional de París), Evangelio de Pseudo Mateo y otros.
Evangelios de la Pasión y
Resurrección
Evangelio de Pedro (fragm. de Akhmim), Evangelio de
Nicodemo, también llamado Hechos de Pilatos (Acta Pilati) y Escritos
complementarios, Evangelio de Bartolomé, Evangelio de Gamaliel, etc.
Evangelios asuncionistas
Libro de San Juan Evangelista (el Teólogo), Libro de
Juan, arzobispo de Tesalónica, Narración del Pseudo José de Arimatea.
Otros evangelios con otros temas
Evangelio secreto de Marcos, Evangelio cátaro del
pseudo-Juan, Evangelio de Bernabé, Evangelio de Taciano, Evangelio de los
nazarenos, Evangelio de Ammonio, Evangelio de la Venganza del Salvador,
Evangelio de la muerte de Pilato, Evangelio apócrifo de Galilea, y las listas
siguen.
Estas listas no agotan los nombres de los evangelios y
otros escritos apócrifos y pseudoepigráficos; pero basta para demostrar cuán
abundantes fueron los escritos en los primeros siglos del cristianismo; y cuán
difícil fue para los primeros cristianos seleccionar el Canon del Nuevo
Testamento. Sin embargo, los cuatro evangelios de nuestro Nuevo Testamento, son
suficiente fuente de doctrina y principios cristianos para reconocer la
autenticidad, e historicidad del relato de la vida, ministerio y milagros de
nuestro Señor Jesús.
Sin embargo, algunas ramas del cristianismo han
adoptado hechos y nombres de esos escritos apócrifos, como la Iglesia Católica
y algunas iglesias protestantes, las cuales les dan crédito también. Por eso,
citaré un fragmento documentado por Wikipedia.
“Entre las tradiciones conservadas
únicamente en los apócrifos, se cuentan los nombres de los padres de María,
(Joaquín y Ana), el episodio de la Presentación de la Virgen niña en el templo,
el número y los nombres de los Reyes Magos (Melchor, Gaspar, Baltasar), y la
presencia de un asno y un buey en el pesebre donde María dio a luz. Allí
también se encuentran los nombres y las historias del Buen Ladrón (Dimas) y del
Mal Ladrón (Gestas); la historia de Verónica (recogida inclusive en la devoción
piadosa del Via Crucis, de tradición católica); el nombre de Longinos, el
centurión que atravesó el costado de Jesús en la cruz; o la primera sugerencia
explícita de la virginidad perpetua de María, que se encuentra en el
Protoevangelio de Santiago. La fuerte presencia de esas tradiciones en la
liturgia lleva con frecuencia a olvidar que ninguno de ellos ha sido incluido
entre los Evangelios canónicos” (Wikipedia)
Para concluir, los cuatro evangelios canónicos se
escriben por apóstoles y discípulos de Jesús, quienes fueron testigos
presenciales; y que además, recibieron información de otros testigos oculares,
quienes todavía estaban vivos al tiempo de escribirse los principales hechos y
milagros efectuados por Jesús. Aunque sólo dos de los autores, de los cuatro
evangelios, Mateo y Juan, pertenecieron al grupo de los Doce, Juan Marcos fue
el joven que huyó desnudo, cuando se realizaba el juicio de Jesús. Y fue
testigo ocular en el ministerio de Jesús, y compañero en los viajes de Bernabé
y Pablo.
Lucas, aunque no perteneció al grupo de los Doce, fue
compañero de viajes del apóstol Pablo, y escuchó el testimonio de los muchos
testigos presenciales pertenecientes a las iglesias visitadas. Y como
académico, utilizó las técnicas rigurosas de investigación desde el origen de
los hechos, puso en orden esos acontecimientos, con la intención de presentar
la verdad para la edificación de los gentiles griegos. Y por último, Juan fue
discípulo amado, y único que murió de muerte natural, del grupo de los Doce, y
sus escritos prueban el origen divino de Jesucristo, desde su nacimiento, hasta
su resurrección y apariciones posteriores.
Por último, Juan finaliza su evangelio con estas
palabras: “Este es el discípulo que da
testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio
es verdadero. 25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si
se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros
que se habrían de escribir. Amén” (Juan 21:24-25). Los estudiosos de la
Biblia creen que Juan murió de muerte natural hacia el año cien de nuestra era
cristiana.