LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL
Génesis 32:22-30, 35:9-11 y 22-26; Jueces 17-21, 1ro
Crónicas 1-9; y Apocalipsis 7:5-8;
Amadeo Albuquerque Lara
Al revisar la lista de las doce tribus de Israel, noto
que hay diferencias entre la lista del primer libro de las Crónicas y la del
capítulo siete de Apocalipsis; y aun en los capítulos 17 al 21 del libro de
Josué. En estas listas hay nombres omitidos y nombres añadidos de las doce
tribus. Por tanto, en este estudio me propongo descubrir las razones de estas
diferencias. Es interesante darse cuenta que también hay diferencias entre el
Israel terrenal y el Israel espiritual, en cuanto al contenido de estas listas
del Antiguo Testamento, y la lista de Apocalipsis.
En mi estudio anterior, titulado “Las varas mondadas
de Jacob”, mencionaba en la Conclusión que Dios escogió a Jacob ya con nombre
de Israel cambiado por el Ángel con quien luchó en Peniel (Génesis 32:22-30;),
para ser el fundador del pueblo del Israel terrenal y político; y que las
familias de sus doce hijos serían los fundadores de las doce tribus tanto del Israel
terrenal, como del Israel espiritual del cual habla el autor del libro de
Apocalipsis. También me propongo demostrar que un estudioso de la Biblia, en
vez de encontrar contradicciones, debe encontrar razones de esas diferencias.
En cuanto a las representaciones terrenales y
espirituales, intuyo que quizás esa sea la razón de las dos apariciones de Dios
a Jacob. En la primera aparición Jacob, con ese nombre, lucha con un varón o ángel
de Dios y le cambia el nombre de Jacob a Israel (Gén 32:22-30). En la segunda
aparición, Dios mismo le aparece en persona en Betel para confirmarle el cambio
del nombre por el ángel (¿el Israel terrenal?) y, además, para confirmarle la promesa
hecha a Abram y a Isaac, que a su descendencia le daría la tierra prometida (Gén
35:9-15). ¿Un Israel espiritual que perpetraría la fe en un Dios que no cambia?
De los doce hijos que Jacob engendró de cuatro
diferentes mujeres: de las dos esposas, Lea y Raquel y de las dos siervas, once
nacieron en Padan- Aram, en casa de su suegro y tío Labán; y Benjamín nació en
el camino de Betel yendo para Belén, en tierra de Judá. Bilha, sierva de
Raquel, tuvo a Dan y Neftalí; y de Zilpa, sierva de Lea, tuvo a Gad y Aser.
De su esposa Lea tuvo a Rubén, Simeón, Leví, Judá,
Isacar, Zabulón y a Dina. Y de su esposa favorita, Raquel, tuvo a José, el
último en casa de Labán. Y Benjamín fue el último de Raquel., porque ella murió
en las labores del parto (Gén 35:16-19). Ahora bien, de estos doce hijos
varones, diez fueron los fundadores de las doce tribus de Israel; porque la
casa de José fue representada por sus dos hijos: Manasés y Efraín, por decisión
de Israel, cuando ya estaba muy enfermo (Gén 48:1-4). Y la casa de Leví fue una
familia sacerdotal, sin derecho a tierras, como las demás tribus; aunque
posteriormente, pidieron ciudades de las demás tribus. Por tanto, diez hijos de
Israel y dos nietos conforman las doce tribus de Israel.
Al principio de este estudio he afirmado que he notado
las diferencias de nombres de las doce tribus de Israel en el libro 1ro de Crónicas
1-9 y en Apocalipsis capítulo 7. Por tal razón, me he propuesto encontrar una
respuesta. Por ejemplo, en la lista de las doce tribus del Israel espiritual,
en relación con los 144 mil sellados, que se encuentra en el capítulo 7 de
Apocalipsis, se menciona la tribu de Leví; pero no se mencionan las tribus de
Dan y Efraín, porque fueron calificadas como idólatras; y perdieron su derecho en
el Israel espiritual.
Hay que notar que Moisés repartió tierras en Galaad,
al este del Jordán a la media tribu de Manasés, Rubén y Gad, porque ellos
poseían abundancia de ganado y esa tierra era fértil y de buenos pastos,
incluyendo los pastizales del Valle de Basán, al norte. Sin embargo, Moisés les
puso la condición de que debían luchar en la guerra de conquista de Canaán,
junto con sus demás hermanos (Números 32, Deuteronomio 3:10-20). Al sur,
también quedó la tribu de Judá; pero Josué incluyó en este territorio extenso,
la tribu de Simeón. Pero quedaban siete tribus sin asignarles tierras (Josué
18:2). Por tanto, Josué ordena que tres hombres de cada una de esas siete
tribus recorran el territorio, para él darles su territorio, por suertes. Estas
asignaciones se dieron después de estar establecidos en Canaán.
La casa de Leví fue separada para ser una familia
sacerdotal. El sacerdocio de Jehová era la heredad de ellos. Por eso, en vez de
tierras y ejidos, les asignaron ciudades de cada una de las doce tribus que sí
tenían territorios y ejidos para sus ganados (1ro Crón 6:64; Josué 18:7).
Por otro lado, en 1ro Crónicas 1-9, no se menciona a la
tribu de Dan, por su idolatría y apostasía; pero sí se menciona en la
repartición de tierras, en Josué capítulo 19 y Jueces 18; pero su territorio
había quedado incompleto. Por tanto, ellos buscaron un lugar fácil de conquistar
y ese lugar fue en el Monte de Efraín. En el libro de Jueces capítulo 18 se
encuentra la razón de su idolatría. Los hijos de Dan enviaron a cinco
representantes, hombres guerreros, en busca de un territorio fácil de
conquistar. Cuando llegan al Monte de Efraín, se proponen reconocer la tierra
de Lais, la cual consideran sin protección militar, ni pueblo cercano que la
defienda. Por eso, la escogen para poseerla para completar su territorio tribal.
Estos cinco espías llegan a la casa de Micaía o
Miqueas, bisnieto del rey Saúl, en el Monte de Efraín; pero estos espías
estando en la casa de Micaía ven que allí hay una imagen de talla y otra de
fundición, que había dado a fabricar la madre de Micaía, para hacer de la casa
un centro de adoración idolátrica. Además, dio a hacer un efod, así como terafines
o ídolos familiares.
Cuando los cinco espías regresan a Zora y Estaol, de
donde los habían enviado, ellos cuentan que Lais es fácil de conquistar.
Entonces emprenden el viaje con 600 hombres valientes armados. Pero, después de
derrotar y destruir con fuego a Lais, llegan de nuevo a la casa de Micaía con
la intención de robar los ídolos. Pero, además del robo de los ídolos y el efod,
los cinco espías, más 600 hombres armados de espadas, convencen y se llevan al
sacerdote levita que administraba estos ídolos de la familia de Micaía. Se los
llevan consigo para hacerlos sus propios dioses, y al levita lo nombran su
sacerdote, en provocación contra el Dios de su padre Israel (Jueces capítulo
18).
Entonces, esta tribu de Dan pierde su lugar en la
genealogía de Crónicas y en el libro de Apocalipsis, debido a este acto
idolátrico y de apostasía. Pero con la derrota de Lais, ellos le dan el nombre
de Dan y queda constituida como tribu entre las otras once, colindante con la
media tribu occidental de Manasés, el mar mediterráneo al oeste, los filisteos,
Judá y Simeón, al sur, y la tribu de Efraín al este. Hay que notar que Josué
introdujo la tribu de Simeón en territorio de Judá, por considerar que era
inmenso.
Ya he mencionado que Moisés repartió las tierras al
este del Jordán y al sur. Por tanto, Josué repartió las tierras al oeste del
Jordán, comenzando de sur a norte; pero la tribu de Dan, queda en el centro del
territorio, cuyos límites los describo en el párrafo anterior.
Por otro lado, aunque Apocalipsis 7 incluye a la tribu
de Leví, en la lista de tribus, hemos visto que fue nombrada familia de
sacerdotes, encargados de ministrar al pueblo de Israel; por lo tanto, no
tuvieron derecho a tierras ni ejidos. En consecuencia, José fue sustituido
por sus dos hijos: Manasés y Efraín; y Leví por ser una familia sacerdotal, no
recibió tierras ni ejidos. Dan, aun con su idolatría, ocupó un lugar en la
repartición, en el Israel terrenal, pero no tuvo lugar en el Israel espiritual.
Entonces, según el mapa de las doce tribus de Israel, son: de norte a sur,
Aser, Neftalí, Zabulón, Isacar, las dos medias tribus de Manasés, Dan, Efraín,
Benjamín, Gad, Rubén, Judá y Simeón; pero les quedaron de enemigos los amalecitas.
Al final, Manasés fue, en primer lugar, el más favorecido en cuanto a extensión
de tierra, porque le quedaron posesiones al este y al oeste del río Jordán; y en
segundo lugar, Judá al sur. Zabulón, Isacar y Benjamín fueron los de menor
territorio. Sin embargo, en el Israel espiritual de Apocalipsis se menciona la
tribu de José; pero no se menciona la tribu de Efraín. La razón está en el
libro del profeta Oseas 11:2-3, 12; 12:1, 14.
“Efraín
ha provocado a Dios con amarguras; por tanto, hará recaer sobre él la sangre
que ha derramado, y su Señor le pagará su oprobio” (Oseas 12:14).
Como se ve, la lista de tribus en el capítulo 7 de
Apocalipsis se ajusta al último discurso de Moisés, por el cual les repite la
ley dada en el Sinaí y los amonesta a que sean fieles al pacto con Dios y que
observen sus mandamientos. Por tanto, Dan y Efraín quedan fuera de la lista del
capítulo 7 de Apocalipsis, según el Israel espiritual.
Sin embargo, para entender el derecho del
establecimiento de las doce tribus en Canaán, debemos recordar el llamado a Abraham,
por ser el patriarca fundador del pueblo de Israel, llamado también hebreo, en
honor a Heber. Abram sale de Ur de los Caldeos con su padre Taré y su sobrino
Lot siguiendo el mandato de Dios de salir de su tierra y de su parentela, una
familia idólatra, y se fuera a la tierra de Canaán, la cual se la daría por
posesión a él y a su parentela: Israel, y a las familias de sus doce hijos.
Taré o Teraj, sale de Ur de los caldeos, en
Mesopotamia; pero muere en Harán o Arán, a la edad de 205 años (Gén 11:24-32). Abraham
y Lot siguen su camino hacia la tierra de Canaán y llegan hasta el sur, la que
sería Judá, de donde vendría el Mesías.
La genealogía de Abraham comienza con Isaac, y Jacob,
quien se convierte en Israel, el fundador del pueblo llamado en su nombre (1ro
Crón 2:1-2). Israel y su familia se establecen en Canaán, la Tierra Prometida,
pero no sin antes haber luchado contra Sehón, rey de los amorreos y con Og, rey
de Basán, tierra de gigantes; así como con otros pueblos cananeos (Números
21:21-35).
Según historiadores y arqueólogos reconocidos, el
establecimiento del pueblo de Israel en Canaán lo registran en el siglo XIII a.
C, el año 1,220. Esta fecha la han consensuado los historiadores Michael Benner
y Gabrielle Sed-Rajna; así como el Rabino e historiador Jesy Eisenberg. También
apoya esta fecha la arqueóloga Sarah Rochav. De manera que la narración bíblica
acerca de la conquista de Canaán por el pueblo de Israel, no es un mito, como
creen algunos; sino que ha sido constatada, consensuada y ubicada por la
historia y la arqueología. Es la Biblia apoyada por la historia y la
arqueología.
CONCLUSIÓN
La historia que hemos escudriñado en este breve
escrito, comenzó con una promesa hecha a una persona de fe llamada Abram que
vivía en una tierra idólatra, con un padre adorador y vendedor de ídolos. Por
eso, Taré no llega con Abraham y Lot a la Tierra Prometida, porque muere en
Arán.
Por tanto, Dios escogió no al idólatra, sino a su hijo
Abram cuyo nombre fue cambiado por Abraham, para ser el padre de multitudes,
fundador del pueblo del Israel terrenal, y espiritual; o pueblo hebreo, como se
conoce también; y fue además, padre de doce hijos, de los cuales, diez de ellos
y sus dos nietos son los fundadores de las doce tribus de Israel.
Estas doce tribus fueron constituidas como el reino de
Israel, durante el período monárquico de David y Salomón. Pero dividido en diez
tribus del norte y dos del sur, por las pésimas decisiones y conductas
idolátricas y de uniones con mujeres paganas de sus reyes posteriores a Salomón,
los cuales igualaron al Israel terrenal, con los pueblos vecinos que tenían
reyes.
Lastimosamente, de una persona que vivía en una ciudad
idólatra, Dios la sacó de allí para fundar un pueblo monoteísta, santo y fiel a
su Dios y guardador del Pacto. Sin embargo, la decisión de tener reyes y dioses,
como los pueblos vecinos, condujo al pueblo de la santidad, a cometer actos de
idolatría, de desobediencia y de provocación. Estos actos idolátricos llevaron
a este pueblo a los cautiverios y a la desmoralización de su religión, de su
concepto monoteísta, y a la destrucción dos veces de sus mismos templos. La
decisión del pueblo de Israel de tener reyes, y otros dioses como sus pueblos
vecinos, lo igualó a los pueblos que Dios ordenó que destruyeran.
Por tanto, queda muy claro que Dios, conocido como
Yavé o YHWH o Elohim por el pueblo de Israel, es un Dios celoso que castiga a
quienes lo sustituyen por dioses de piedra, de plata o de oro; de talla o de
fundición. “Yo soy Jehová tu Dios, que te
saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 3 No tendrás dioses
ajenos delante de mí” (Éxodo 20:2-3).
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