viernes, 28 de junio de 2024

 

LOS DÍAS DE NUESTRA EDAD

Salmo 90:9-10

Llegar a la edad en que vemos nuestros días declinar,

que pronto llegan al final,

no nos debe sorprender:

es la ley biológica al nacer;

declinan a causa de la ira de Dios por el pecar.

No sabemos los días de nuestra edad,

si son setenta, ochenta o más;

“con todo, su fortaleza es molestia y trabajo;

porque pronto pasan, y volamos”.

Sólo vemos nuestros días declinar.

Y no sabemos si a otros, nuestros días cansan, o no;

porque nuestros días se alargan sin saber el fin.

“Señor, tú nos has sido refugio”

hemos visto nacer, crecer, madurar y envejecer;

Nuestros hijos se han ido, sin poderlos detener;

es de la vida, la ley.

Ellos como nosotros han buscado libertad;

ellos como nosotros han buscado amor;

y por el amor han criado hijos, y pronto, nietos;

así todos aprendemos a contar nuestros días,

para traer al corazón sabiduría.

Nuestras vidas pasan como el pensamiento;

¿Cuánto dura un pensamiento? No sabemos;

porque nuestros pensamientos cambian de repente;

pero eso dura nuestra vida.

¿Hemos traído al corazón sabiduría? Dios así lo quiera;

“Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar,

Que es el morir […]

Partimos cuando nacemos,

andamos mientras vivimos,

y llegamos

al tiempo que fenecemos;

así que, cuando morimos,

descansamos”,

dice Manrique poeta.

Los días de nuestra edad no los sabemos,

sólo debemos aprender a contarlos de tal modo.

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,

que traigamos al corazón sabiduría”.

Amadeo Albuquerque Lara,

Masaya 23 de junio de 2024

 

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