LOS DÍAS DE NUESTRA
EDAD
Salmo
90:9-10
Llegar a la
edad en que vemos nuestros días declinar,
que pronto
llegan al final,
no nos
debe sorprender:
es la ley
biológica al nacer;
declinan a
causa de la ira de Dios por el pecar.
No sabemos
los días de nuestra edad,
si son setenta,
ochenta o más;
“con todo,
su fortaleza es molestia y trabajo;
porque
pronto pasan, y volamos”.
Sólo vemos
nuestros días declinar.
Y no
sabemos si a otros, nuestros días cansan, o no;
porque nuestros
días se alargan sin saber el fin.
“Señor, tú
nos has sido refugio”
hemos visto
nacer, crecer, madurar y envejecer;
Nuestros hijos
se han ido, sin poderlos detener;
es de la
vida, la ley.
Ellos como
nosotros han buscado libertad;
ellos como
nosotros han buscado amor;
y por el
amor han criado hijos, y pronto, nietos;
así todos
aprendemos a contar nuestros días,
para traer
al corazón sabiduría.
Nuestras
vidas pasan como el pensamiento;
¿Cuánto
dura un pensamiento? No sabemos;
porque nuestros
pensamientos cambian de repente;
pero eso
dura nuestra vida.
¿Hemos
traído al corazón sabiduría? Dios así lo quiera;
“Nuestras
vidas son los ríos que van a dar en la mar,
Que es el
morir […]
Partimos
cuando nacemos,
andamos
mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo
que fenecemos;
así que,
cuando morimos,
descansamos”,
dice
Manrique poeta.
Los días
de nuestra edad no los sabemos,
sólo debemos
aprender a contarlos de tal modo.
“Enséñanos
de tal modo a contar nuestros días,
que traigamos
al corazón sabiduría”.
Amadeo
Albuquerque Lara,
Masaya 23
de junio de 2024
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