PACTO DE SAL,
ESTATUTO PERPETUO:
SERVIDORES DE DIOS
PARA SIEMPRE
Amadeo Albuquerque Lara
La sal es un elemento muy importante y necesario en
muchos aspectos de nuestra vida para mantener varias funciones en nuestro
organismo. Si volvemos la mirada a la antigüedad, la sal ha servido como
preservante de materia culinaria y como elemento indispensable para balancear
la salud. Si la sal es deficiente en nuestro organismo sufriremos una
descompensación en varias funciones de nuestro organismo: calambres musculares,
fatiga, vómitos, basca, dolores de cabeza y migrañas; más la posibilidad de
cambios en nuestra presión arterial, en el volumen de la sangre, y
desregulación en la función cerebral.
Y si cometemos excesos en el consumo de la sal,
corremos el riesgo de sufrir de presión alta, lo cual puede conducir a
enfermedades cardiovasculares, tales como ataques cardíacos o derrames, la
retención de fluidos, inflamación de los tobillos, y hasta el riesgo de sufrir
de cáncer de estómago, según algunos estudios médicos.
La sal ha tenido gran importancia en las
civilizaciones antiguas; además de sazonar los alimentos, también la sal se
utilizó como salario. “[…] es en esta Edad Antigua cuando se empiezan a
retribuir determinados trabajos artísticos. De hecho, la palabra salario tiene
su origen en la época romana y se deriva de “salarium”.
Este era el nombre que se daba a los paquetes de sal con los que se pagaba a
los funcionarios que trabajaban cuidando de la calzada romana “Vía Salaria”,
utilizada para transportar la sal hasta el río Tíber. Y es que, en aquella
época, la sal jugaba un papel muy importante en la alimentación ya que la
salazón era el método de conservar carnes y pescados” (Crédito: el blog se simple finance).
A continuación, este artículo se va a enfocar en la
práctica del “Pacto de sal”, en el aspecto cultural y en el significado
bíblico.
El “pacto de sal” en algunas
culturas
Según una tradición, el pacto de sal se
utilizaba para sellar acuerdos, amistades y contratos. Cada parte llevaba un
saco de sal y los mezclaban en el suelo. Esto también significaba que, una vez
que estuviera mezclada la sal, nunca podría separarse, convirtiéndose en un
pacto para toda la vida. Otra tradición se refiere al “pacto de sal matrimonial”.
Cada uno de los novios llevaba un vasito con sal para que a la hora de la
ceremonia, ambos novios mezclaran la sal de los dos vasitos para significar que
una vez mezclada la sal, no se podía separar. Por tanto, una vez efectuada la
ceremonia del matrimonio, la unión era perpetua e indisoluble. La unión era
para toda la vida, sin posibilidades de divorcio.
La sal en el parto en la
cultura hebrea, según una referencia del profeta Ezequiel.
Por medio de una analogía del profeta Ezequiel, entre
la ciudad de Jerusalén y el nacimiento de un bebé hebreo, sale de manifiesto
las costumbres hebreas en cuanto a limpieza de un bebé con agua con sal. El
profeta Ezequiel le reprocha las abominaciones a la ciudad de Jerusalén, su
origen pagano y despreciable; porque sus padres eran los enemigos a los cuales
Dios mandó a destruir: ´Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu
padre fue amorreo, y tu madre hetea” (Ezeq 16:3b). Aunque el profeta Ezequiel
revela la abominación y pecado de Jerusalén, de manera evidente manifiesta la
costumbre de los hebreos en relación con el parto, los procedimientos básicos
de asistencia y limpieza de lavado del recién nacido, con agua y sal “Y en
cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste
lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste
envuelta con fajas” (Ezeq 16:4). El profeta describe los procedimientos y
costumbres en el nacimiento de un bebé hebreo, los cuales Jerusalén no tuvo por
causa de sus abominaciones. Sin embargo, gracias al profeta nos informamos de
la ceremonia de la sal para el lavado del bebé, en el momento del parto en la
cultura hebrea. Destacado es mío.
El Pacto de sal en el Antiguo
Testamento y su referencia en Mateo 5:13
La sal tiene dos propiedades en el Antiguo Testamento:
una como pacto de sal, perpetuo e inquebrantable, en la consagración sacerdotal
de Aarón y los Levitas; y como bendición del agua y la tierra, como en el
pasaje del profeta Eliseo (2 Reyes 2:19-22); y otro como maldición por
abandonar el pacto de sal con Dios, por lo cual la tierra salina se convertía
en maldición (Jueces 9:45); o la conversión en estatua de sal en el caso de la
mujer de Lot, por volver hacia el pasado: “Entonces Jehová hizo llover sobre
Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; 25 y
destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de
aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. 26 Entonces la mujer de Lot miró
atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal” (Gén 19:24-26).
La salinización de la tierra de estas ciudades era por
sus abominaciones, el viento sopló tan fuertemente la tierra salina sobre la
mujer de Lot, de manera que quedó convertida en estatua de sal. La sal cumplió
su papel de maldición por el pecado de la mujer.
El Pacto de sal en las
ofrendas ofrecidas a Dios, según Números y Levítico
Las ofrendas ofrecidas a Dios para ser aceptables
tenían que ir sazonadas con sal: “Todas
las ofrendas elevadas de las cosas santas, que los hijos de Israel ofrecieren a
Jehová, las he dado para ti, y para tus hijos y para tus hijas contigo, por
estatuto perpetuo; pacto de sal perpetuo
es delante de Jehová para ti y para tu descendencia contigo” (Números
18:19). Destacado es mío.
Las ofrendas sazonadas con sal representaban la “sal
del pacto” con su Dios.: ”Toda ofrenda
que presentes la sazonarás con sal. No permitas jamás que en tu ofrenda falte la sal del pacto de tu Dios. Toda
ofrenda tuya la ofrecerás con sal. 5 ¿No sabéis vosotros que Jehová Dios de
Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, bajo
pacto de sal?” (Levítico 2:13).
Destacado es mío.
El “Pacto de sal” para el oficio sacerdotal, era un
pacto perpetuo e inquebrantable con Dios. Pero además, la sal en el Antiguo
Testamento se utilizaba como bendición del agua y de la tierra: “Y los hombres de la ciudad dijeron a
Eliseo: He aquí, el lugar en donde está colocada esta ciudad es bueno, como mi
señor ve; mas las aguas son malas, y la tierra es estéril Entonces él dijo:
Traedme una vasija nueva, y poned en
ella sal. Y se la trajeron. 21 Y saliendo él a los manantiales de las
aguas, echó dentro la sal, y dijo: Así ha dicho Jehová: Yo sané estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad.
22 Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo”
(2do Reyes 2:19-22). Destacado es mío.
También la sal en el Antiguo Testamento se utilizaba
como maldición de la tierra, dependiendo del comportamiento espiritual de
quienes la poseían:
“Moisés advierte a los israelitas que si rompen el
pacto de Dios, toda su tierra sería calcinada con azufre y sal, nada se sembraría ni
germinaría (Deut 29:23). Cuando Abimelec, el hijo de Gedeón, trata de
erigirse en rey de Israel, los hombres de Siquem se rebelan contra él, y él
responde arrasando la ciudad y sembrándola con sal” (Jue 9:45). “El
salmista describe a Dios convirtiendo «la tierra fértil en salinas, por la
maldad de los que moran en ella” (Sal 107:34) (Crédito: TGC Biblia y Teología).
El pacto de sal en la
consagración sacerdotal
La consagración al sacerdocio al servicio de Yavé era
un estatuto perpetuo, para siempre. Quienes habían de servir a Dios lo hacían bajo un
pacto de sal, porque ellos llevarían el pecado del santuario y vivirían
de las ofrendas del santuario. Aarón, sus hijos, y los levitas no recibirían
ninguna tierra ni ninguna otra heredad, porque vivirían de las ofrendas y de
los diezmos del pueblo de Israel. Esta fue la ceremonia de consagración de
Aarón y sus hijos:
“Luego tomó Moisés del aceite de la unción, y de la
sangre que estaba sobre el altar, y roció sobre Aarón, y sobre sus vestiduras,
sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de sus hijos con él; y santificó á
Aarón, y sus vestiduras, y á sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con él. 31
Y dijo Moisés á Aarón y á sus hijos: Comed la carne á la puerta del tabernáculo
del testimonio; y comedla allí con el pan que está en el canastillo de las
consagraciones, según yo he mandado, diciendo: Aarón y sus hijos la comerán. 32
Y lo que sobrare de la carne y del pan, habéis de quemarlo al fuego. 33 De la
puerta del tabernáculo del testimonio no saldréis en siete días, hasta el día
que se cumplieren los días de vuestras consagraciones: porque por siete días
seréis consagrados (Levítico 8:30-33).
Sostenimiento de sacerdotes y
levitas.
En la Biblia, el Libro de
Números contiene la primera mención de este pacto de sal, referido a las
ofrendas elevadas, y al comer las ofrendas asumían el compromiso de un pacto de
sal perpetuo. Aarón, sus hijos y los levitas estaban sometidos a este pacto de
sal.
“Jehová dijo a Aarón: Tú y tus hijos, y la casa de tu
padre contigo, llevaréis el pecado del santuario; 19Todas las ofrendas santas
que los hijos de Israel me presenten como ofrendas elevadas serán para ti, y
para tus hijos e hijas, como estatuto perpetuo. Es un pacto de sal perpetuo
para ti y para tu descendencia delante de mí” (Números 18:18-19). Destacado es
mío.
”Toda ofrenda que presentes la sazonarás con sal. No
permitas jamás que en tu ofrenda falte la sal del pacto de tu Dios. Toda
ofrenda tuya la ofrecerás con sal (Levítico 32:13). Destacado es mío.
Consagración de los levitas al
servicio del tabernáculo
“Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 6 Haz que se
acerque la tribu de Leví, y hazla estar delante del sacerdote Aarón, para que
le sirvan, 7 y desempeñen el encargo de él, y el encargo de toda la
congregación delante del tabernáculo de reunión para servir en el ministerio
del tabernáculo; 8 y guarden todos los utensilios del tabernáculo de reunión, y
todo lo encargado a ellos por los hijos de Israel, y ministren en el servicio
del tabernáculo. 9 Y darás los levitas a Aarón y a sus hijos; le son enteramente
dados de entre los hijos de Israel. 10 Y constituirás a Aarón y a sus hijos
para que ejerzan su sacerdocio; y el extraño que se acercare, morirá” (Números
3:5-10).
Al estar los levitas al servicio de Aarón y al
desempeñar el cargo de él, de hecho estaban bajo el mismo pacto de sal de Aarón
y de sus hijos.
El reinado de David y de sus
hijos fue juramentado bajo pacto de sal
Por razón del pacto de sal con el reinado de David, el
Mesías tenía que descender del linaje de David, por estatuto perpetuo, de un
reinado establecido para siempre bajo pacto de sal. Pero además,
David es de la tribu de Judá. Por tanto, el sacerdocio del Mesías tenía que
venir de la tribu de Judá de la cual Moisés no instituyó sacerdotes. Asimismo,
el sacerdocio del Mesías por su carácter eterno viene según el orden de
Melquisedec; porque Cristo es Rey y Sumo Sacerdote como Melquisedec: “Rey de justicia, y también Rey de Salem,
esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene
principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios,
permanece sacerdote para siempre”. (Salmo 110:4, Hebreos 7:11-14, Marcos 12:36-37).
Por tanto, el sacerdocio de Cristo no podría ser del linaje de Aarón, ni de los
levitas. A pesar de que el sacerdocio de Aarón y sus hijos fue bajo pacto de
sal, bajo estatuto perpetuo, el sacerdocio de Cristo es según el orden de
Melquisedec, porque Cristo es sumo sacerdote y Rey eternamente, del linaje de
David, establecido bajo pacto de sal, porque Aarón y los levitas no fueron
reyes: “¿No sabéis vosotros que Jehová Dios de Israel dio el reino a David
sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, bajo pacto de sal?” (2
Crónicas 13:5). Destacado es mío.
La sal en el Nuevo Testamento
La sal en el Nuevo Testamento tiene las mismas
propiedades que tenía en el Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento la sal
se utilizaba como elemento para bendecir el agua y la tierra, o como maldición
para destruir las ciudades enemigas. En el Nuevo Testamento tiene dos
posibilidades: la sal puede servir como preservación de la corrupción mundanal;
o perder su sabor, o desvanecerse. En este caso, la sal no sirve para nada,
sino para ser echada fuera, a la calle o a los caminos. En el Sermón del Monte,
Jesús les dice a sus discípulos que ellos son la sal de la tierra; es decir,
para bendición. Pero si la sal pierde su sabor, servirá de maldición, porque
sólo serviría para echarla a la calle o a los caminos de los templos paganos
(Mateo 5:13).
La consagración de los
apóstoles, como ministros de la nueva alianza, como “la sal de la tierra”
Jesús, al subir al monte, no solamente se refiere a
sus doce apóstoles, sino que se dirige a la multitud, y a todos sus discípulos:
“Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo […] “Vosotros sois la
sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?
No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”
(Mateo 5:13). Destacado es mio.
Jesús aquí usa la sal, refiriéndose al pacto de sal
que en el Antiguo Testamento era para estatuto perpetuo. El pasar a ser
ciudadanos del Reino de Dios, nos constituimos bajo un pacto de sal, en
estatuto perpetuo. El pertecer a Cristo es para siempre, estatuto perpetuo. Sin
duda, en la mente de Cristo estaba el mandato de Dios a Moisés y al sacerdote
Aarón, que la sal no debía faltar en las ofrendas; pero además, advierte que la
sal puede perder su sabor. Antiguamente, la sal la guardaban en recipientes de
piedra en cantidades de 20 o 30 libras, en el suelo de la cocina; pero cuando
lavaban el piso, el agua afectaba la calidad de la sal, en el fondo del
recipiente de piedra. Entonces, lo que quedaba en el fondo lo tiraban a la
calle. También, la sal que se arrojaba afuera porque perdía su sabor la echaban
sobre los caminos que conducían a los templos paganos. Por eso dice el Señor
Jesús que cuando la sal pierde su propiedad, no sirve más para nada sino para
ser echada fuera para ser hollada por los hombres.
Los seguidores de Jesús son la sal de la tierra para
preservar de la corrupción y del pecado. Pero seguidores, discípulos y
apóstoles deben mantener en mente que la propiedad de la sal se puede perder;
pero sus seguidores son la sal de la tierra, y como tal, deben mantener la
propiedad de la sal. Jesús se está dirigiendo a los nuevos ciudadanos del Reino
de los cielos, y sus discípulos deben guardar las enseñanzas del Sermón de la
montaña y de aquí en delante de todas sus enseñanzas de su ministerio terrenal.
Al decirles esto, Jesús separa a sus sacerdotes para sí
mismo, los consagra como ministros de todo lo que va a revelar en el Sermón de
la Montaña, o Sermón del Monte: la nueva espiritualidad y la nueva ley moral
del Reino de Dios debía estar sazonada con sal, así como las
ofrendas lo estaban en el Antiguo Testamento.
Pero además de ser la sal de la tierra, sus discípulos
son también “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios” (1 Pedro 2:9). De igual manera que Aarón y sus hijos, así como los
levitas, fueron escogido por Dios como un linaje eterno, bajo pacto de sal. Por
tanto, seguir a Cristo no es temporal. Seguir a Cristo exige entrega total,
cambio de vida, nacer de nuevo como una criatura resucitada con Cristo y llena
del Espíritu Santo. El pacto de sal en el Antiguo Testamento, así como en el
Nuevo Testamento, el nuevo pacto, está sellado con sal (Mateo 5:13). Esto
significa que no hay vuelta atrás; porque “Ninguno que poniendo su mano en el
arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62). La mujer de Lot miró hacia atrás, con codicia
y pesar, pero se convirtió en estatua de sal. Lot y sus hijas estaban
protegidos por el pacto de sal por pertenecer al linaje de Abrahán. El rechazo
del pacto significa muerte. En ese momento, la mujer de Lot estaba parada sobre
tierra salada de maldición y su resultado fue la muerte (Jueces 9:45).
CONCLUSIÓN
Este estudio ha destacado el papel de la sal tanto en
el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, el sacerdote
Aarón, los levitas, así como el reino de David, estaban todos bajo un pacto de
sal, estatuto perpetuo. La sal, además de servir como preservante de alimentos,
también es el elemento de bendición para los servidores de Dios; o para
maldición para quienes violan el pacto con Dios. Para estos, la sal pierde su
sabor y sólo sirve para ser pisoteada en las calles y en los caminos paganos.
Jesús en el Nuevo Testamento vuelve al concepto de
pacto de sal al referirse a sus seguidores como “la sal de la tierra” (Mateo
5:13); es decir, sus discípulos y seguidores deben distinguirse de los demás
que no son sal. Sus discípulos son nación santa, pueblo adquirido por Dios (1
Pedro 2:9). Tal como los sacerdotes y los levitas pertenecían a un linaje
eterno, de la misma manera, los nuevos ciudadanos del Reino de Dios pertenecen
a un linaje eterno. Si logramos entender lo que significa todo esto que aquí se
ha expuesto, nuestra consagración debe tener esa distinción de ser sal de la
Tierra, del Planeta Tierra. Eso significa ir por todo el mundo, nuestro mundo,
y hacer discípulos que a su vez sean sal de la tierra.