“COMO
EN LOS DÍAS DE NOÉ” HOY
Lucas
17:26-30; Génesis 6:5
Los escritores de la Biblia narran hechos pecaminosos
ocurridos en diferentes períodos de la historia bíblica, provocados por la
extrema maldad del género humano. Pero en este estudio me voy a referir a tres
de ellos. El primero se encuentra en
Génesis capítulo seis, y la depravación es tanta en los días de Noé y su
familia, que lastimó el corazón de Dios. El
segundo hecho, también en Génesis, es la perversidad de los habitantes de
Sodoma y Gomorra, en tiempos de Lot y su familia; y el tercer caso es la corrupción idolátrica de los pueblos cananeos,
según el libro de Deuteronomio.
En las tres historias, Dios toma una decisión drástica
de destrucción de la gente rebelde, inclinada al mal, para que su influencia no
siga corrompiendo a las nuevas generaciones que quieran obedecerlo.
I)
La maldad abominable en los días de Noé
El capítulo seis de Génesis da la razón de por qué la
generación de Noé se extingue por un diluvio. Se trata de una explosión
demográfica producto de una mezcla de hijos de Dios con una generación
perversa. En todos estos relatos las evidencias son las mismas. Yavé (YHWH) o
Jehová es un Dios celoso y no tolera el desenfreno sexual y la perversidad idolátrica
que, además, incluya costumbres licenciosas en las prácticas de adoración.
“Y vio
Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio
de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. (Gén 6:5)
La maldad se había multiplicado en medio de una
explosión demográfica de seres extremadamente pecaminosos. Entonces Dios se
plantea acabar con el género humano, porque no ve indicios de arrepentimiento.
La Biblia dice que “la paga del pecado es
muerte” (Romanos 6:23) Dios no tiene otra solución para quienes tienen un
corazón inclinado a la violencia, la corrupción y la perversidad.
No hay nada malo en casarse y darse en casamiento,
pero si se hace en cumplimiento al mandato divino de crecer y multiplicarse;
pero si las uniones son entre justos e injustos y peor aún si se hace contra
natura; y entre seguidores de Dios y adoradores de ídolos. El resultado es la
provocación de la ira de Dios.
“Y he
aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del
cielo; todo lo que hay en la tierra morirá. 18 Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus
hijos contigo”. (Génesis
6:17-18) (énfasis añadido)
Hay aquí tres lecciones que aprender: 1) La ira de
Dios es contra los malvados, sin deseos de arrepentirse; 2) Siempre hay un
remanente (Noé y su familia) al que Dios protege de la destrucción; y 3) Dios
provee el medio de salvación. El arca, en el caso de Noé, y Jesucristo, para
nuestros días. Quien no se refugia en él, perece irremediablemente, igual que
en el diluvio, en días de Noé..
II)
La multitud de pecados en los días de Lot
El patriarca Abraham había establecido un arreglo con
su sobrino Lot de separarse y dividirse la tierra, por causa del número de
cabezas de ganado. De manera que Lot escoge la región de Sodoma y Gomorra. Pero
pronto se da cuenta que está entre medio de gente malvada que no es parte del
pueblo de Dios. Lot siente que sólo él y su familia son parte del plan de Dios.
Providencialmente, Lot recibe la visita de dos
personajes a quienes ofrece hospedaje. Hasta ese momento, Lot no se da cuenta que
esos personajes son los heraldos de Dios enviados para salvación de él y su
familia.
Pero los habitantes de las ciudades de Sodoma y
Gomorra están tan sumergidos en sus pensamientos de maldad, que se lanzan en
contra de la vida de los ángeles enviados por el Señor. Dios en su misericordia
espera que haya arrepentimiento de parte de los malvados; pero más bien
arremeten en contra de los anunciadores de Dios, pidiéndole a Lot que se los
entregue “para conocerlos”. En la Biblia, la palabra “conocer” tiene también el
significado de sostener relaciones sexuales. Entonces Lot les ofrece a sus dos
hijas vírgenes, con la condición de que no les hagan daño a sus visitantes.
Pero el desenfreno sexual es tanto, que se lanzan en contra de los predicadores
de la salvación. En Listra al apóstol Pablo lo dieron por muerto (Hechos
14:19-28), después de apedrearlo, porque les anunciaba a Jesús crucificado y
resucitado; a Esteban lo mataron a pedradas, porque también predicaba a
Jesucristo (Hechos 7:54-8:8). El pecado convierte al pecador en enemigo de Dios
y se niega a todo acto de arrepentimiento.
“Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la
caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot,
se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo”, (Génesis 19:1)
Los que temen a Dios, reciben y guardan sus
mandamientos, así como a sus predicadores. Lot recibe a los dos heraldos de
Dios, aun sin saber que eran enviados de Dios para salvación de él y de su
familia. Lot no sólo les ofrece alojamiento, sino que también los protege de la
saña del pueblo en contra de sus benefactores. Por eso, Dios libra a Lot y a
quienes de su familia aceptan el plan de salvación. Los yernos de Lot se burlan
del anuncio de la destrucción de la ciudad, y la esposa de Lot, se siente
identificada con la maldad de la ciudad; por eso, en vez de huir de la
destrucción, vuelve a ver hacia atrás, en contra de la orden de los ángeles de
no hacerlo. Y el Señor Jesús lo confirma, en el evangelio de Lucas. “Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su
mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. (Lucas
9:62). Como resultado de la rebelión de la mujer de Lot, se quedó convertida en
estatua de sal.
Pero no sólo la mujer de Lot sería castigada por su
pecado, la destrucción de la ciudad era inminente, por eso los ángeles apuraban
a Lot, a su mujer y a sus dos hijas para que salieran de inmediato de la
ciudad.
“15 Y
al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu
mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo
de la ciudad. 16 Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la
mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de
Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. (Génesis 19:15)
Lot es arrebatado por los ángeles, antes que venga la
destrucción. Pero la salvación de Lot y sus hijas no fue por el mérito de él,
sino “según la misericordia de Jehová
para con él”. La Biblia afirma que somos salvos por gracia y no por
nuestras obras. El apóstol Pablo lo confirma en la carta a los Efesios, 2:8-9:
III)
Destrucción de los pueblos cananeos
Quienes juzgan la justicia divina como injusta y de
cometer genocidio, condenan a Dios por ordenar al pueblo de Israel a que destruyera
a todas las ciudades cananeas. Pero es que el pecador siempre defiende el
pecado y aborrece a Dios.
Canaán es hijo de Cam (Gén 10:1), y nieto de Noé, pero
también Canaán es un pueblo maldito (Génesis 9:25) y fundador de la región de
su nombre, una región del Oriente Próximo. Sin embargo, como pueblo maldito,
merece su destrucción.
“16
Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, 17
sino que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al
ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado; 18 para que no os enseñen a hacer según todas
sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra
Jehová vuestro Dios”.
(Deuteronomio 20:16-18) (Énfasis añadido)
El pueblo de Israel ha pasado 40 años deambulando por
el desierto, hasta que la generación desobediente muera. Ni siquiera Moisés,
quien recibió la Ley en el Monte Sinaí, pudo entrar a la tierra prometida, por
haber desobedecido el mandato de Dios. ¡Qué terrible es la desobediencia!
Entonces, Israel se convirtió en un pueblo nómada,
mientras que las ciudades cananeas eran fortificadas, poseían la tecnología que
no tenía Israel; eran pueblos de gigantes, tan altos que los israelitas
parecían saltamontes, según la apreciación de los espías rebeldes. “También vimos allí gigantes, hijos de Anac,
raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y
así les parecíamos a ellos” (Números 13:33). Por lo tanto, sólo la
protección de Dios los haría vencedores.
En nuestros días, la arqueología ha corroborado los
hechos narrados por los escritores bíblicos. La Revista American Journal of Human Genetics destaca los hallazgos arqueológicos
del experto en genética humana, Chris Tyler-Smith, quien ha comprobado la
presencia de los cananeos, en la región del Líbano, unos 3,000 años a. C.
El Profesor Andrés Piquer Otero, de la Universidad
Complutense de Madrid, historiador del Departamento de Estudios hebreos y
arameos, afirma que las ciudades fenicias, Biblos, Tiro y Sidón, son herederos
de la cultura cananea. También en sus hallazgos, ha descubierto en Ugarit, dos
templos en honor a Dagón y a Baal, uno junto al otro. Estos hallazgos
arqueológicos, corroboran la fidelidad y autenticidad de los relatos bíblicos.
“A partir de 1928, cuando fue descubierta la
ciudad-estado de Ugarit (actual Ras Shamra, al norte de la Siria actual) y se
desvelaron una serie de tablillas de arcilla que contienen textos religiosos
que datan de alrededor de 1400 a. C. a 1350 a. C. (Wikipedia)
Los pueblos cananeos eran adoradores del dios Dagón,
padre de Baal, representado por un toro joven. Según los hallazgos
arqueológicos: los dos templos y las tablillas religiosas, en la ciudad de
Ugarit. Entonces, no es excusa de los textos bíblicos de que Dios ordena a
Israel destruir a esos pueblos idólatras, para que su pueblo Israel no se fuera
tras esos ídolos.
En cambio, los pueblos cananeos creían que Baal era
dueño o señor, con la denominación de Hadad, el dios de las lluvias, para una
sociedad agrícola que vive pendiente de las lluvias para lograr las cosechas.
En las tablillas encontradas en la ciudad de Ugarit, el dios Hadad figura como
el esposo (o hijo) de la diosa Asera, la madre de todos los dioses, la esposa
celestial. Esta perversidad idolátrica que sustituye a Yavé o Jehová, en una
adoración equivocada, impulsa a Dios a destruirlos.
Conclusión
En los tres períodos de la historia del pueblo de
Israel, se destacan los pecados de la lujuria, de la fornicación, de las
uniones desiguales de hijos de Dios con hijos o hijas del mal, y la abominación
idolátrica.
Pero los pecados de esas épocas no se han terminado.
Nuestra generación sigue viviendo, “como en los días de Noé”. Hoy día, se
considera el aborto (feticidio criminal) como derecho absoluto de las mujeres;
también reclaman que sus decisiones se respeten y se legisle en su favor. Otra
aberración de nuestra época, son los grupos LGBTIQ+ (Lesbianas, Gays o gais, Bisexuales,
Transexuales, Transgéneros y Travestis, Intersexuales, Queer (raros, o que no
se adecúan a las normas sociales dominantes), y todavía agregan el signo más, porque
por ahora no se sabe qué otras conceptualizaciones seguirán añadiéndose a la
larga lista. Es más, estos grupos han logrado que en las embajadas
estadounidenses ondee la bandera “del orgullo gay”. Todavía más, la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) ya acepta la conceptualización de un
“tercer género”. ETC. ETC.
En consecuencia, no nos asustemos de que un virus
llamado SIDA, resultado del homosexualismo, u otro llamado Coronavirus, con sus
variadas cepas, haya matado y contagiado a millones del globo terráqueo; sin
duda Dios nos ha obligado a taparnos la cara, porque debe darnos vergüenza, con
una mascarilla; y es más, no sabemos hasta cuándo estos virus seguirán matando;
y nos obligue a seguirnos tapando la cara con la mascarilla. Así que también
hoy vivimos “como en los días de Noé”, pero las mayorías sociales se quedan
mudas ante semejante aberración.
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