LA COMPLEJA
CONJUGACIÓN DEL VERBO “IR”
Amadeo Albuquerque
Lara
¿SABÍA USTED QUE LA CONJUGACIÓN DEL VERBO IR
ES UNA MEZCLA DE LOS PARADIGMAS DE CUATRO VERBOS LATINOS?
Si el verbo “ser” nos parece difícil de
conjugar por sus variadas raíces etimológicas, el verbo “ir” resulta más
complejo aún tomando en cuenta que proviene de cuatro verbos: tres formas del
latín clásico: ire, vadere y esse, y una del latín tardío, de la
lengua hablada: el verbo habere, en sus formas ya
evolucionadas con carta de ciudadanía en el romance castellano. Por ejemplo:
procedentes del verbo vadere son las formas voy, vas, va,
vamos, etc. y del verbo latino esse, las formas fui, fuiste, fue,
fuimos, etc. y las formas del pretérito imperfecto fuera, fueras, fuera,
fuéramos, etc.
La evolución que sufrió el verbo ir a partir
del siglo III antes de Cristo es muy interesante, pues aún algunos escritores
clásicos, como el comediógrafo latino, Tito Maccio Plauto (251 a.C.-Roma, 184
a.C.) utilizaba estas formas verbales tempranas en su rumbo a la formación del
latín hablado que fue el agente para la formación de las lenguas romances.
Según su biografía citada por Wikipedia, “Plauto usa un rico y vistoso lenguaje
de nivel colloquial”, más la popularidad de sus comedias, tuvo una influencia
grande para la aceptación de formas verbales propias de la lengua hablada.
La conjugación del verbo “ire” en latín resultaba demasiado
complicada para el hablante común, por lo que el verbo “vadere” (caminar, andar, desplazarse) resultó más conveniente si se
combinaba con formas conjugadas del verbo “esse” (ser) del latín clásico, en la
conjugación de las formas simples; Ej.: “fui, fuiste, fue, fuimos”, etc. y las
formas del latín clásico: fueram, fueras,
fuerat, fueramus, etc., formas que comparten tanto el verbo “ser” como “ir”,
en español: pero para la formación del futuro, el condicional simple y de las
formas compuestas o perfectas del romance, fue necesario incluir el verbo
“haber”, tanto en su forma de presente: “ir + he, has, ha, hemos”, etc: “iré, irás, irá, iremos”, etc., como también
del pretérito imperfecto del modo indicativo: habebam, que evolucionó a
la forma “ía”: “Ir + ía”: “iría, irías,
iría, iríamos”, etc.
Tal fue la pluralidad de formas que tomaron
parte en la evolución del verbo ir
en el romance castellano y que ha llegado hasta nosotros en los paradigmas de
los diferentes modos y tiempos. Como este verbo conserva el significado de
movimiento hacia adelante, el regimen verbal exige la presencia de la
preposición “a”: ir a; por eso, los españoles combinan esta preposición con la preposición
“por”, así: “Ir a por agua”. Mientras que en nuestro continente no
consideramos necesaria esta combinación. De manera que decimos: “ir por agua”.
La sustitución de un verbo por otro, no nos
debe resultar rara, pues en español, especialmente en Nicaragua, hemos
sustituido el verbo “caber” por el verbo “alcanzar”. La razón obvia es por las
formas de poco uso como en presente del verbo caber: “quepo” y el paradigma de
la conjugación en pretérito indefinido: “cupe, cupiste, cupo, cupimos,
cupisteis, cupieron”; solamente para citar estos dos tiempos. Entonces ha
resultado más cómodo y más familiar el paradigma de la conjugación del verbo de
conjugación regular, “alcanzar”: alcanzo, alcanzas, alcanza, alcanzamos, etc.
Así se dice en la lengua popular: “Alcanzó Pilatos en el credo”. Además, el
hablante común y corriente prefiere las formas regulares de los verbos, para
evitarse complicaciones al conjugarlos. Se cumple así “la ley del menor
esfuerzo”.
Otra sustitución de un verbo por otro en
español es la forma del imperativo del verbo “ir” por “andar”; de manera que no
decimos, por lo menos en Nicaragua, “vete” sino que usamos la forma de presente
de indicativo, segunda persona plural del verbo italiano “andar”: “andate”, especialmente tratándose del
voseo o el uso de “vos”. Por lo tanto, resulta comprensible la sustitución de
un verbo por otro u otros, cuando se trata de la evolución del latín clásico al
latín hablado y luego de éste a las lenguas romances.
Refiriéndome siempre a las sustituciones,
tenemos otros ejemplos con los verbos ir y andar. Por ejemplo: la forma “id”
del imperativo de segunda persona plural, en el habla popular ha perdido la “d”
final y ha quedado reducida a “I”: “Ite preparando la comida”, le dice la madre
a la hija. Otra forma popular en Nicaragua es “andite”, forma que resulta de la
combinación de las formas de mandato: “andá + ite”. Ambas oraciones en la forma
de mandato son sinónimas: “Ite preparando la comida” y “Andite preparando la
comida”.
Nuestros gramáticos puristas le lllaman “vulgarismos”
a estas formas utilizadas por las personas con bajo nivel de escolaridad; y
peor aún si son analfabetas; sin analizar que tales formas no son más que
producto de la evolución que sufren las palabras cuando entran al dominio y uso
en la lengua hablada; y que además, son la continuación del proceso evolutivo
del latín popular al romance castellano. Hablar de vulgarismos sin asomarse al
torrente evolutivo de las palabras, es querer ignorar la realidad del cambio
léxico de las lenguas naturales; o seguir afirmando que las reglas gramaticales
y léxicas deben ser dictadas por “gentes cultas”.
Con esta breve nota he querido demostrar que
el latín, nuestra lengua madre, ha sufrido cambios necesarios en la formación
de las lenguas romances, desde el momento en que el latín clásico quedó
fosilizado en los libros, mientras que la lengua del pueblo: el latín hablado o
popular, originó por lo menos diez lenguas romances, incluido el español.
Muchísimas gracias por el artículo. Buscaba la evolución de la conjugación del verbo "ir" y de una forma escueta lo ha resumido usted perfectamente.
ResponderEliminarLo dicho, mi más sincero agradecimiento.