miércoles, 4 de octubre de 2017

EL PARTICIPIO ACTIVO NO EXISTE EN ESPAÑOL
Amadeo Albuquerque Lara
Algunos de mis contactos en Facebook me han compartido un video en el que una profesora habla del participio activo y se refiere en específico al uso de la palabra “presidenta”. Ella dice que no se debe decir así porque los “participios activos” terminan en –ente y no en –enta. A continuación voy citar a ciertas autoridades en gramática para afirmar que en español no existe el participio activo. Y no lo digo yo, lo dice “El español urgente”, el cual es parte de la Real Academia Española de la Lengua. Este sitio dice que es correcto decir presidenta y luego explica por qué. Es más, si usted consulta el Diccionario de la RAE verá que registra las palabras “presidente, presidenta”.

En primer lugar, la palabra presidenta ya está registrada en el Diccionario de la RAE, cito: “… la Gramática académica explica que la voz presidenta es un femenino válido en el que se ha cambiado la -e final por -a, al igual que ocurre con asistenta , dependienta o intendenta . Puesto que, además, presidenta ya tiene registro académico desde el Diccionario de 1803 y se emplea desde mucho antes, no parece que haya motivo para no usar o incluso para no preferir esta forma cuando el referente es una mujer.” (Fundéu BBVA buscador urgente de dudas)

Antiguamente se usaba la palabra para referirse a “la mujer del presidente”, pero ahora que una mujer ejerce el cargo de presidenta se debe utilizar la forma correcta: presidenta.
Tal parece entonces que la profesora que hace circular un video con una serie de razonamientos ya superados, no ha leído el razonamiento de las autoridades de la Corporación Española.

Las autoridades del Español Urgente afirman lo siguiente:
“El participio activo del verbo ser no es ente. El único participio que actualmente tienen, de forma general, los verbos españoles, es el de perfecto (por ejemplo sido, para el verbo ser, o comido para comer). Solo algunos verbos tienen entre sus derivados los llamados participios activos, que hoy se consideran sustantivos (como presidente) o adjetivos (como atacante o cantante). El verbo ser tuvo en el pasado una forma de participio activo hoy perdida, pero no era ente sino eseyente.” (BBVA)
Por lo expuesto en el párrafo anterior, la profesora del video comete cuatro errores por lo menos: 1) ya no existe el participio activo en español; 2) el participio activo solo existe en latín; 3) el participio activo del verbo “ser” en latín no es “ente” sino “eseyente”; 4) la palabra “presidenta” es un sustantivo.

Según lo ya explicado, no existe ya el participio activo en nuestra lengua española, citado por la profesora del video, porque las formas que terminan en –ente, -enta, o son sustantivos (el presidente) o son adjetivos (el alumno repitiente, la persona prudente, el alumno inteligente). Las personas que atacan el uso de presidenta o vicepresidenta ignoran que estas palabras funcionan como sustantivos y se refieren a los cargos desempeñados por una mujer y que además, el participio activo existe solamente en latín. En nuestro español actual solo existe como participio la forma que acompaña a los verbos en el tiempo perfecto, como: “he soñado”, “hemos comido” o “han ganado”, etc.

Por otro lado, lo que demuestra la profesora del video es que no ha profundizado en la gramática del idioma español actual, sino que se ha quedado rezagada con los conocimientos que tomaban como ejemplo la gramática greco-latina y la aplicaban al español. Y no solamente ella está en esta situación, pues algunos gramáticos hasta veían en el idioma español casos morfológicos y declinaciones. Todavía hay muchas personas: periodistas, profesores, escritores, etc. que tienen miedo de usar los sustantivos como “presidenta” y “vicepresidenta” y siguen usando “la presidente” y “la vicepresidente”, cometiendo faltas de concordancia. Ahora que tenemos una vicepresidenta en Nicaragua no debemos temer al llamarla de la manera correcta.

Claro, hay algunas palabras que han quedado con la terminación –ente, como la estudiante, la practicante, la paciente; pero no porque sean considerados “participios activos”, sino por preferencia de los hablantes. Pero no se deben usar estos ejemplos para querer demostrar que es incorrecto utilizar la forma femenina como la intendenta, asistenta, atenta, avarienta, calenturienta, cenicienta, achaquienta, alharaquienta, corpulenta, fraudulenta, etc. Nótese que algunos de estos ejemplos funcionan en la lengua como sustantivos mientras que otros, como adjetivos. Por ejemplo: la intendenta, la asistenta y la cenicienta son sustantivos; pero atenta, avarienta, calenturienta, achaquienta, alharaquienta, corpulenta y fraudulenta son adjetivos.

Mi consejo es que los que nos dedicamos a escribir, a informar o a enseñar, nos mantengamos atentos a los cambios que ha sufrido y que sufre constantemente nuestro idioma español y las ciencias en general; y no nos quedemos con lo que nos enseñaron nuestros maestros, instructores y profesores, unos cincuenta años atrás. Cualquier profesional que no investiga los cambios que se dan en las ciencias y en la lingüística se quedará rezagado enseñando, diagnosticando o practicando algo que ya ha sido superado.



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