EL PARTICIPIO ACTIVO
NO EXISTE EN ESPAÑOL
Amadeo Albuquerque
Lara
Algunos de mis contactos en
Facebook me han compartido un video en el que una profesora habla del
participio activo y se refiere en específico al uso de la palabra “presidenta”.
Ella dice que no se debe decir así porque los “participios activos” terminan en
–ente y no en –enta. A continuación voy citar a ciertas autoridades en gramática
para afirmar que en español no existe el participio activo. Y no lo digo yo, lo
dice “El español urgente”, el cual es parte de la Real Academia Española de la
Lengua. Este sitio dice que es correcto decir presidenta y luego explica por
qué. Es más, si usted consulta el Diccionario de la RAE verá que registra las
palabras “presidente, presidenta”.
En primer lugar, la palabra
presidenta ya está registrada en el Diccionario de la RAE, cito: “… la
Gramática académica explica que la voz presidenta
es un femenino válido en el que se ha cambiado la -e final por -a, al igual que
ocurre con asistenta , dependienta o
intendenta . Puesto que, además,
presidenta ya tiene registro académico desde el Diccionario de 1803 y se
emplea desde mucho antes, no parece que haya motivo para no usar o incluso para
no preferir esta forma cuando el referente es una mujer.” (Fundéu BBVA buscador
urgente de dudas)
Antiguamente se usaba la palabra
para referirse a “la mujer del presidente”, pero ahora que una mujer ejerce el
cargo de presidenta se debe utilizar la forma correcta: presidenta.
Tal parece entonces que la
profesora que hace circular un video con una serie de razonamientos ya
superados, no ha leído el razonamiento de las autoridades de la Corporación Española.
Las autoridades del Español
Urgente afirman lo siguiente:
“El participio activo del verbo
ser no es ente. El único participio
que actualmente tienen, de forma general, los verbos españoles, es el de
perfecto (por ejemplo sido, para el
verbo ser, o comido para comer). Solo
algunos verbos tienen entre sus derivados los llamados participios activos, que
hoy se consideran sustantivos (como presidente)
o adjetivos (como atacante o cantante). El verbo ser tuvo en el
pasado una forma de participio activo hoy perdida, pero no era ente sino eseyente.” (BBVA)
Por lo expuesto en el párrafo
anterior, la profesora del video comete cuatro errores por lo menos: 1) ya no
existe el participio activo en español; 2) el participio activo solo existe en
latín; 3) el participio activo del verbo “ser” en latín no es “ente” sino “eseyente”;
4) la palabra “presidenta” es un sustantivo.
Según lo ya explicado, no existe ya el participio activo en
nuestra lengua española, citado por la profesora del video, porque las formas
que terminan en –ente, -enta, o son
sustantivos (el presidente) o son
adjetivos (el alumno repitiente, la
persona prudente, el alumno inteligente). Las personas que atacan el
uso de presidenta o vicepresidenta ignoran que estas
palabras funcionan como sustantivos y se refieren a los cargos desempeñados por
una mujer y que además, el participio activo existe solamente en latín. En
nuestro español actual solo existe como participio la forma que acompaña a los
verbos en el tiempo perfecto, como: “he soñado”,
“hemos comido” o “han ganado”, etc.
Por otro lado, lo que demuestra
la profesora del video es que no ha profundizado en la gramática del idioma
español actual, sino que se ha quedado rezagada con los conocimientos que
tomaban como ejemplo la gramática greco-latina y la aplicaban al español. Y no
solamente ella está en esta situación, pues algunos gramáticos hasta veían en
el idioma español casos morfológicos y declinaciones. Todavía hay muchas
personas: periodistas, profesores, escritores, etc. que tienen miedo de usar
los sustantivos como “presidenta” y “vicepresidenta” y siguen usando “la presidente”
y “la vicepresidente”, cometiendo faltas de concordancia. Ahora que tenemos una
vicepresidenta en Nicaragua no debemos temer al llamarla de la manera correcta.
Claro, hay algunas palabras que
han quedado con la terminación –ente, como la estudiante, la practicante, la
paciente; pero no porque sean considerados “participios activos”, sino por
preferencia de los hablantes. Pero no se deben usar estos ejemplos para querer
demostrar que es incorrecto utilizar la forma femenina como la intendenta, asistenta,
atenta, avarienta, calenturienta, cenicienta, achaquienta, alharaquienta,
corpulenta, fraudulenta, etc. Nótese que algunos de estos ejemplos funcionan en
la lengua como sustantivos mientras que otros, como adjetivos. Por ejemplo: la
intendenta, la asistenta y la cenicienta son sustantivos; pero atenta,
avarienta, calenturienta, achaquienta, alharaquienta, corpulenta y fraudulenta
son adjetivos.
Mi consejo es que los que nos
dedicamos a escribir, a informar o a enseñar, nos mantengamos atentos a los
cambios que ha sufrido y que sufre constantemente nuestro idioma español y las
ciencias en general; y no nos quedemos con lo que nos enseñaron nuestros
maestros, instructores y profesores, unos cincuenta años atrás. Cualquier profesional
que no investiga los cambios que se dan en las ciencias y en la lingüística se
quedará rezagado enseñando, diagnosticando o practicando algo que ya ha sido
superado.
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