Amadeo Albuquerque Tu análisis de la poesía de Ana Ilce Gómez es más bien una hermenéutica que extrae del alma poética de Gómez los cuatro pilares sobre los que descansa la vida: la naturaleza, la religión, el amor y la poesía. No sé a qué inclinarme en mi sentir, si a los poemas de Ana Ilce Gómez a los cuales incursionas, o a la interpretación que haces de ellos; porque ambas obras forman un solo nudo que vos y ella saben desatar. Mis condolencias para la familia de Ana Ilce Gómez y mis felicitaciones para insigne poeta que la interpreta. Un abrazo.
viernes, 3 de noviembre de 2017
miércoles, 25 de octubre de 2017
SINTAXIS
DE LOS ADJETIVOS DEVERBALES O PARTICIPIALES
Amadeo
Albuquerque Lara
Tradicionalmente
se ha enseñado, orientados por la gramática normativa, la RAE (1771), Nebrija
(1492), Bello (1847), Manuel Seco (1989) y otros, que los verbos en español
tienen dos participios: uno regular y otro irregular; aunque don Andrés Bello
afirma que el participio es un derivado verbal adjetivo, por lo que se aparta
de los demás respecto a este tema. Sin embargo, si aplicamos el análisis
sintáctico con métodos modernos, el participio regular funciona como participio
en los tiempos perfectos, sin cambio morfológico, pero el llamado participio
irregular funciona como adjetivo que concuerda en género y número con el
sustantivo al cual modifica; pero, además, conserva las propiedades sintácticas
de los verbos. Ya demostraré estas funciones en el desarrollo de este artículo.
Hada
Rosabel Salazar Burgos, en su tesis doctoral, “Descripción y representación de los adjetivos deverbales de participio
en el discurso especializado”. cita a Bello en cuanto a su adelantado
criterio sobre el participio como derivado verbal. Digo que Bello expresa un
criterio adelantado, porque es un latinoamericano que se aparta bastante de la
postura tradicional en cuanto al participio, y otros temas. Las siguientes son
los criterios de Bello, citados por Salazar:
427 (204). El participio es un
derivado verbal adjetivo, que tiene variedad de terminaciones
para los números y géneros;
las cuales son siempre en o, a, os, as, y comúnmente en ado, ada,
ados, adas, o ido, ida, idos,
idas. Así de los verbos compro, vendo, parto, pongo, escribo, salen los participios
que figuran en estos ejemplos: fue comprado el jardín, tengo vendida la casa;
los
terrenos comprados, las
heredades vendidas, partida entre los hijos la hacienda, puestos en
almoneda los bienes, escritas
las declaraciones.
B ELLO (1988: 348). 38
Bello
llama “derivado verbal adjetivo” a los adjetivos deverbales tal como se emplean
en la sintaxis moderna, sin la presencia de los verbos “tener”: “tengo vendida
la casa”, oración que cita Bello. También se debe observar que Bello no avizora
una estructura sintáctica encabezada únicamente por adjetivos deverbales sin
que tengan antecedentes sintácticos dentro de una estructura oracional, como la
que él cita pero sin desprenderse del apoyo de los verbos conjugados “ser” y
“tener”. De manera que su teoría no se acerca todavía a las estructuras
utilizadas por el diario español El País. Véase ejemplos más adelante.
Sin
embargo, don Manuel Seco (1989), firma que los verbos tienen dos participios:
uno regular y otro irregular, por ejemplo: el verbo ‘imprimir’, que es
transitivo, tiene dos formas: “impreso” (adjetivo) e “imprimido” (participio).
Como adjetivo, se dice ‘una página impresa’ y como participio, ‘he imprimido
varias páginas’; obsérvese que la última oración está en voz activa y he
utilizado el participio (imprimido), en una forma verbal perfectiva. Por lo
tanto, la designación de “participio pasivo” no está bien, pues además se
utiliza en oraciones activas, especialmente en las formas perfectas de los
verbos. Otros ejemplos de “doble participio”, son: freído/frito,
proveído/provisto, corrompido/corrupto, abstraído/abstracto, bendecido/bandito,
etc. Pero don Manuel Seco acepta que “el verbo para funcionar como adjetivo,
toma la forma de participio”, (SECO (1991 [1972]: 100-101, citado por Salazar)
en cuya oración se ve claramente que Seco se refiere a los adjetivos deverbales
o participiales, aunque no los nombra con la designación moderna; porque él
dice que el verbo “para funcionar como adjetivo, toma la forma de participio”.
Según
María-Elisa Cuyás de Torres, en su obra, Juan
de Iriarte versus Nebrija. “A propósito del participio pasivo castellano en
locuciones con valor temporal”, afirma:
Don Antonio de Nebrija, “ha sabido ver y describir con
detalle y precisión las diferencias entre estos dos tipos de participio en el
castellano, tanto las de índole morfológica como, incluso, las sintácticas, es
decir, la imposibilidad en estas perífrasis de que el participio concuerde con
el sujeto o con el objeto directo de las mismas”.
Otra opinion sobre el participio es la de Alberto Millán Chivite: “En
ocasiones, la propia conjugación verbal termina dando frutos inesperados, como
cuando el participio, una de las tres formas no personales del verbo (junto con
el gerundio y el infinitivo), se convierte en un adjetivo y pasa a actuar como
tal. En ese caso, lo llamamos adjetivo verbal.”
(Millán Chivite, Alberto. Sintaxis
del adjetivo español: orientación).
Por
otro lado, la designación de “participio activo” tampoco es exacta, pues en
realidad es un adjetivo terminado en –ente, -enta, -iente y –yente, pero la RAE
dice muy bien que estas formas terminan en –nte; porque no reconoce la
terminación –nta, etc:
“1. m. Gram. Forma verbal
procedente del participio de presente latino, con terminación en -nte, que en
español se ha integrado casi por completo en la clase de los adjetivos o en la
de los sustantivos”. (RAE, Términos lingüísticos).
Por
lo tanto, modernamente ya no debe considerarse como participio, sino como
adjetivo o como sustantivo, como también lo reconoce la RAE. Sin embargo, en
las escuelas y colegios se sigue enseñando la terminología de participios
regulares e irregulares y de participios activos y pasivos. El Ministerio de
Educación de Nicaragua debería aprovechar los talleres llamados “TEPCE” para
actualizar a los maestros en los nuevos conceptos gramaticales y de literatura.
El adjetivo
deverbal o participial
La
designación “adjetivo deverbal o participial” no la he acuñado yo, pues varios
gramáticos y lingüistas modernos la utilizan, incluso la misma RAE citada en el
párrafo anterior. Me basta por ahora citar a la doctora Hada Rosabel Salazar
Burgos, en su tesis doctoral, Obra citada.
Además, cito a los autores Kornfeld y Resnick (2000, 2002), quienes analizan
las funciones sintácticas de los adjetivos deverbales, especialmente los
terminados en –ente y –dor, citados por Salazar Burgos, quienes aclaran el
porqué de las designaciones que adoptaron las primeras gramáticas españolas al
seguir la terminología de las gramáticas tradicionales: La primera gramática
conocida es Tékhne Grammatiké de Dionisio de Tracia (s. I a.C.) sobre la lengua griega, mucho después vinieron
las gramáticas latinas. Así como el alfabeto latino es una adaptación del
alfabeto griego, la primera gramática del latín fue también construida a imagen
y semejanza de la gramática griega; es por ello que De lingua latina de Marco
Terencio Varrón (c. 43 a.C.), reproduce en el latín el estatus que ya tenía el
participio en Tékhne Grammatiké de Viljamaa
(1998: 267), del mismo modo que la Gramática de la lengua castellana de
don Antonio de Nebrija (1492), adopta el principio descriptivo del participio
tomado del latín.” (Hada Rosabel Salazar Burgos, Obra citada).
Pero
esta autora añade que “El participio,
conforme está definido en estas gramáticas, es una pieza léxica híbrida entre
el verbo y el nombre, de estatus indefinido”; en esto concuerda con el
lingüista estadounidense de fama internacional, Noam Chomsky, (The Minimalist Program: 34) quien utiliza
la fórmula para el adjetivo como una pieza léxica con características de nombre
y verbo, así:
A
= [+N, +V]; por lo tanto, basado en estas autoridades, analizo el llamado ‘participio
pasivo’ como un verdadero adjetivo
deverbal o adjetivo participial, porque conserva las propiedades sintácticas de
los verbos, pero que también conserva la concordancia de género y número de los
adjetivos con respecto al sustantivo que modifica. Este adjetivo se considera
deverbal, porque procede de un verbo; y participial, porque asume la forma del
participio tradicional, pero sin depender de un verbo en forma conjugada, como
es el caso de los tiempos perfectos.
Don
Andrés Bello, en su Gramática Castellana… asegura que
“Hay participios adjetivos en
que no se invierte la acción del verbo; de manera que siendo pasivos por su
forma, por su significado no lo son. Deponen pues, la significación pasiva, y
pueden llamarse deponentes. Nacido, nacida, muerto, muerta, son participios
deponentes porque decimos nacida la niña, muertos los padres, siendo la niña la
que nació y los padres los que murieron. Los verbos que, como nacer, morir y
otros muchos, no se prestan regularmente a la inversión pasiva, no pueden tener
sino participios deponentes.” BELLO (1988: 350, citado por Salazar).
Notemos
que Bello llama “participios adjetivos” o “participios deponentes” a las formas
que concuerdan en género y número con el sustantivo al que modifican, pero que
provienen de verbos intransitivos, porque dice que no se prestan “a la
inversion pasiva”; es decir no provienen de verbos transitivos, los cuales
permiten la transformación de la oración activa en pasiva. Sin embargo, los
ejemplos que cito de los titulares del diario español El País dejan ver
claramente que los adjetivos deverbales o participiales provienen de verbos transitivos
por cuanto están seguidos de objeto directo. Bello llama “deponentes” a estos
“participios”, porque él nota que siendo participios concuerdan en género y
número con el sustantivo y que además, no dependen de un verbo en forma
conjugada, aunque según él estos participios provienen de verbos intransitivos
solamente. Con este criterio Bello supera en mucho a los gramáticos
tradicionales de su época.
Por
otro lado, la gramática de la RAE (1771) define el participio en activo y
pasivo, así:
“En esta edición se divide el
participio en activo, ―el que significa accion» (1771: 172) (causante, leyente,
oyente), y pasivo, ―el que significa pasión ‖ (1771: 172) (causado, leído,
oído)…”, (citado por Salazar).Sin embargo, la actual sintaxis del adjetivo
participial o deverbal proviene de la frase verbal en donde originalmente el
participio va acompañado del verbo ser, tener o estar, ejemplo:
“Fue consolado por un ruiseñor” (Rubén Darío)
“Ni amó a las mujeres ni fue amado de ellas” (Ortega y Gasset).“
“Todo lo
tengo entendido” (Menedemo, La comedia Thebayda)
“…creo que
estoy enamorado de usted”. (Mario Benedetti, El amor)
Pero
el adjetivo deverbal o participial funciona como cualquier adjetivo, por cuanto
concuerda en género y número con el sustantivo al cual modifica. Por ejemplo;
el caso citado en el párrafo que sigue: “descubierto el planeta”, el adjetivo
‘descubierto’ concuerda en género y número con el sustantivo ‘planeta’. En otro
titular del mismo diario: “Hallados en
Marruecos los restos de los primeros 'Homo sapiens'”, el diario La Prensa
interpreta el mismo titular de El País de España como impersonal, así: “Descubren en Marruecos los restos más
antiguos del homo sapiens”. Otra vez El País titula así: “Hallado muerto en su celda el presunto
asesino y violador de una niña de 11 años en México”. Sin embargo, los
adjetivos léxicos ya sean calificativo o determinativos, no poseen las
características sintácticas de los verbos transitivos, como por ejemplo de
asignar caso abstracto de objeto directo; pero los adjetivos deverbales sí
asignan un objeto directo o un sujeto, como en los titulares ya señalados, en
donde el sujeto no interesa por eso lo calla.
Evidentemente,
los titulares del diario El País demuestran que se ha omitido el verbo “ser” en
la voz pasiva, el cual generalmente porta los rasgos gramaticales; en
consecuencia, el adjetivo deverbal o participial asume la función del verbo que
ha sido eliminado con la propiedad sintáctica de asignar caso abstracto a sus
argumentos. Basado en esta función sintáctica, el diario El País de España se
toma la libertad de destacar los titulares citados, mientras que el diario
nicaragüense, LA PRENSA, prefiere utilizar la forma impersonal de los verbos,
porque su corrector de prueba vacila en el criterio sintáctico del mencionado
diario español.
Concepto
de participio, según el DRAE:
m.
Gram. Forma no personal del verbo que posee terminación -do en el paradigma regular del español y puede formar tiempos
compuestos. 2. m. Gram. Forma no personal del verbo, asimilada frecuentemente
al adjetivo en su funcionamiento gramatical, que es susceptible de recibir
marcas de género y número y de participar en la formación de pasivas y otras
perífrasis verbales.
Según
el concepto del DRAE, no están incluidos los participios terminados en –to y –cho, como “cubierto” y “hecho, dicho”, etc. Por otro lado, debo
aclarar que los participios derivados de verbos transitivos asignan caso
abstracto de sujeto, objeto o complemento directo, tal como se demuestra en los
titulares citados: “Descubierto el planeta…”, “Hallados en Marruecos los
restos…” y “Hallado muerto en su celda…”.
En estos ejemplos, las formas “descubierto”,
“hallados” y “hallado” conservan las características de los adjetivos al
concordar en género y número con el sustantivo o sintagma nominal que sigue;
pero también conservan la propiedad sintáctica de los verbos transitivos de asignar caso abstracto de objeto o
complemento directo. Es por esta razón que estas formas llamadas ‘participio’
por la gramática tradicional reciben el nombre de ‘adjetivos deverbales’ o
‘adjetivos participiales’, porque en algunos casos conservan la forma parecida
al participio que acompaña a las formas compuestas del verbo; pero que
morfosintácticamente se distinguen de ellos porque concuerdan en género y
número con el sintagma nominal que va a continuación. Por
tal razón, me remito al mismo don Antonio de Nebrija, citado por Salazar, para
demostrar que nuestra lengua española sufre cambios constantemente tanto en la
morfología, como en la sintaxis, sin obviar la ortografía.
[...]
nuestra lengua castellana [...] a recebido en pocos siglos muchas mudanças; por
que si la queremos cotejar con la de oi a quinientos años, hallaremos tanta
diferencia y diversidad cuanta puede ser maior entre dos lenguas. A. de Nebrija
(1989 3 ): 112.
Por
supuesto, en tiempos de Nebrija no era común concebir ni mucho menos usar la
forma participial aparte del auxiliar “haber”,
“tener” o “ser”, como por ejemplo: he encontrado, has hallado, han hallado,
tenemos entendido, etc. En estos ejemplos, los verbso auxiliares “haber”
“tener” o “ser” portan la parte morfosintáctica de modo, tiempo, persona,
género y número; en tanto que la forma de participio permanece sin cambio. Sin
embargo, al faltar los verbos “haber”, “tener” y “ser”, la forma deverbal o
participial adquiere la función morfosintáctica de concordancia de género y
número, como cualquier adjetivo léxico, pero sin perder las propiedades
sintácticas de los verbos de asignar caso abstracto al argumento interno de
objeto directo, o del argumento externo como el sintagma nominal de sujeto.
Ejemplos
planteados por Bello presentan el oficio sintáctico del verbo ser en compañía
del adjetivo participial concordante con el sustantivo que sigue: “Os entregaron
la carta” y su estructura pasiva, en donde va el verbo “ser” portador del
tiempo y la persona gramatical: “Os fue entregada la carta”. Otro ejemplo:
“Reveláronme el secreto” y su correspondiente pasiva: “Fueme revelado el
secreto”. En ambos ejemplos se ve claramente que el adjetivo deverbal guarda la
concordancia con el sintagma nominal que sigue, mientras que el verbo ser
conserva el tiempo y la persona del verbo principal en la oración activa. Si
cambiamos el género gramatical de ejemplos citados en este párrafo, tendríamos
que el adjetivo participial concuerda también con el género femenino: “Fueme
revelada la noticia”. (Bello, 1988:349; citado por Salazar.).
Sin
embargo, Bello afirma que el participio “No
admite, pues, como el infinitivo, el sujeto de su verbo ni complemento alguno
acusativo”. De nuevo aquí Bello no concibe la propiedad sintáctica del
adjetivo deverbal de asignar caso abstracto de sujeto y objeto directo, porque
él afirma que estos “adjetivos verbales” provienen de verbos intransitivos.
Pero
en los ejemplos citados por Bello, observamos que el adjetivo deverbal adquiere
una función semántica de impersonalidad igual que “entregan la carta” o
“entregada la carta”, “revelan el secreto o “revelado el secreto”, en caso que
omitamos la presencia del verbo ser en la estructura de voz pasiva. Por
consiguiente, lo que ocurre en los titulares de El País de España es una
transformación de la voz pasiva mediante la eliminación del verbo ser o de
cualquier otro verbo que lo acompañe en las formas perfectivas.
Entonces,
volviendo a la tendencia moderna de titular las noticias por el diario español
El País, lo que hace es eliminar el verbo principal de la oración para hacer
sobresalir el participio deverbal con la propiedad sintáctica de asignar un
objeto directo (tema de la noticia), además de la concordancia en género y número
con ese sintagma. De esta manera podemos citar los ejemplos del párrafo
anterior, así: “entregada la carta”, “revelado el secreto”.
En
conclusión, en mi presente discusión gramatical he demostrado que no existen
dos participios en español moderno, sino que la forma de participio regular
acompaña a los verbos conjugados en los tiempos perfectos; mientras la forma
irregular funciona como adjetivo por cuanto concuerda en género y número con el
sustantivo al cual modifica. Además, queda demostrado que lo que la gramática
tradicional llama participio irregular se comporta como un adjetivo deverbal o
adjetivo participial y que también conserva las características sintácticas de
los verbos conjugados por cuanto asignan caso abstracto a sus argumentos
externo (sujeto) e interno, objeto o complemento directo); pero que además
puede ir seguido de complementos adverbiales.
También
he citado los criterios de connotados lingüistas para documentar mi postura en
la designación de adjetivos deverbales o de adjetivos participiales, para
contraponer los criterios de de la gramática tradicional. Y afirmo además, que estos
adjetivos deverbales conservan las propiedades sintácticas de los verbos de los
cuales proceden.
BIBLIOGRAFÍA
Bello, Andrés. Gramática de la lengua castellana destinada al uso de
los americanos, 1847, Santiago de Chile
Hada Rosabel Salazar
Burgos, Tesis doctoral, Universidad Pumpeu Fabra, 2011
Kornfeld I. y Resnik G., Estructura
argumental y propiedades categoriales: el caso de los adjetivos participiales (2000-2002)
María-Elisa Cuyás de Torres, Juan
de Iriarte versus Nebrija. A
propósito del participio pasivo castellano en locuciones con valor temporal»,
Cuad. fil. clás. Estud. lat., vol. 25
núm. 2 (2005) 123-140
Millán Chivite, Alberto. Sintaxis
del adjetivo español: orientación).
Nebrija, Antonio. Gramática
Castellana, Edición facsimilar, 1492
Real Academia Española, Gramática
de la lengua castellana, 1771
Real Academia Española, Diccionario de la lengua Española, (DRAE), edic.
En línea
Seco, Manuel. Gramática Esencial del Español, Espasa-Calpe,
1989
domingo, 15 de octubre de 2017
SUSTANTIVOS Y
ADJETIVOS DERIVADOS DEL PARTICIPIO ACTIVO LATINO
Especialmente
referidos a cargos ejercidos por mujeres
Amadeo Albuquerque
Lara
La Regenta fue la primera novela de Leopoldo Alas, conocido en el
plano de la literatura como Clarín: La novela fue publicada en dos partes: la
primera en 1884 y la segunda, en1885. La primera parte de la novela introduce a
la Vetusta, el nombre que Leopoldo Alas le da a la ciudad de Oviedo. En una
ciudad de provincias, Vetusta, vive Ana Ozores, de familia noble, casada con
don Víctor Quintanar, regente de la Audiencia, de cuyo cargo le viene el
apelativo a su mujer, de "la Regenta": la mujer o esposa del regente.
Oviedo para Clarín era la ciudad Vetusta como símbolo de la vulgaridad, la
incultura y el fariseísmo. Por esa razón el clero de su época rechazó y críticó
la obra de Leopoldo Alas, La Regenta.
Ahora pues, permítanme relacionar este hecho literario con el tema lingüístico
que abordo a continuación en cuanto a las terminaciones –ente, -ante y –anta, específicamente.
El Diccionario de la Real
Academia Española de la Lengua de1803 registra el vocablo “la presidenta” como
la mujer del president, porque en esa época las mujeres no ejercían los cargos
que hoy desempeñan, como la de ser presidenta o regenta, arquitecta, tenienta,
rectora, decana, magistrada, diplomática, agregada, abogada, jueza, colegiala,
dependienta, etc. En los siglos anteriores, los principales cargos, oficios y
profesiones solamente eran ejercidos por hombres; por eso, cuando se hablaba de
regenta, se refería a la mujer del regente; pero no porque una mujer ejerciera
ese cargo. Sin embargo, hoy día todavía hay autoridades que rechazan la designación
de presidenta y tenienta, a pesar de que estos criterios ya han sido superados
por los logros de las mujeres de nuestro tiempo. La Regenta, a 81 años de la publicación del Diccionario académico
(1803), todavía sigue siendo la mujer del regente, don Víctor Quintanar; pero
lo peor es que a 214 años de la publicación del Diccionario académico, nuestra
sociedad sigue discutiendo y dudando si es propia la morfología de la palabra
presidenta.
Por esta misma razón, la terminación en –ante como cantante, estudiante,
practicante, atacante, comerciante, etc, tiene algunas vacilaciones en la
formación del femenino; o rangos como la tenienta, que aquí en Nicaragua el
ejército y la policía rechazan esta designación, porque el DRAE registra ese rango, como la mujer del
teniente; porque todavía la Academia sigue sosteniendo el criterio de 1803,
cuando registraba la palabra “presidenta” como la mujer del presidente y no
solamente porque la terminación –enta vaya en contra de los principios
morfológicos de la lengua española, sino
porque la RAE sigue sosteniendo el criterio de que los cargos, oficios y
profesiones deben estar referidos a los hombres. Si la RAE registra las
palabras “regenta”, “presidenta”, “almiranta”, “infanta” y “marchanta” debemos cuestionar
por qué no los autoriza para la designación de cargos, oficios o profesiones ejercidos
por mujeres, sino que sigue otorgándolos solamente a las mujeres de quienes los
desempeñan.
Los sustantivos y adjetivos que se derivan del
participio activo del latín deben responder a las reglas de formación de
palabras y su concordancia de género masculino y femenino, respectivamente. La
oposición a la terminación –enta y -anta
se debe a una práctica sociológica, no lingüística. Además, las lenguas
naturales ajustan su morfología, sintaxis y semántica a los cambios sociales
que se dan en cada época y su léxico, sintaxis y ortografía no deben quedar
anquilosados por el criterio de una institución o corporación, por mucha
autoridad que se arrogue. Al final es el hablante o usuario de la lengua el que
ejerce el dominio y rección de los cambios necesarios, como resultado de la
evolución dentro de la sociedad; o como resultado de la inserción de la mujer
en los diferentes estratos, cargos, oficios o profesiones. Siempre la lengua,
cualquier lengua, debe responder a los cambios que se dan en la sociedad.
Continuando con las reglas de formación de palabras en
nuestra lengua española, observemos estos principios morfológicos: los
derivados verbales terminan en -ante, si
pertenecen a verbos de la primera conjugación, como atacante, de atacar; cantante,
de cantar; en -ente o -iente, si el
verbo es de la segunda o tercera conjugación, como perteneciente de pertenecer; correspondiente,
de corresponder; y durmiente de dormir; escribiente, de escribir; y en -yente si procede de verbos cuyos
infinitivos contienen dos vocales concurrentes o una vocal repetida, como constituyente de constituir y creyente de creer; pero esta última
regla no se cumple en todos los verbos que tienen doble vocal, porque poseer no
es “poseyente”, sino posesor o poseedor; de leer no es “leyente”, sino lector,
y antiguamente leedor, etc.
En cuanto a la terminación –anta como variante de –ante,
el DRAE registra la palabra infanta aplicada
a “la pariente del rey que por gracia real obtiene el título”. Pero en
Nicaragua es muy común las palabras marchanta
y comercianta, referidas a una mujer que vende en el mercado,
especialmente. Aunque el Diccionario de la RAE registra la palabra marchanta, con el mismo significado
nicaragüense, rechaza el vocablo “comercianta”. También el DRAE registra el
sustantivo femenino Almiranta, pero con el mismo criterio de 1803: “Nave en la que iba el almirante o el jefe de
una armada, escuadra o flota”, sin faltar en su definición, la “mujer del
almirante”. Quizás dentro de algunos años, no avizoramos cuándo, el DRAE registre,
por influencia del uso popular, estos sustantivos femeninos con su acepción
adecuada al cargo desempeñado por una dama y no por ser la mujer de quien
desempeña un determinado cargo, oficio o profesión.
Por otro lado, no todos los
adjetivos que derivan de un verbo tienen la terminación –ante,
-ente, -iente o -yente. Además de estas terminaciones, tenemos
derivados verbales que terminan en –or, u –ón, como del verbo leer, lector; de
comer, comilón, etc. Como en español hay muchos adjetivos verbales que tienen
diversas terminaciones como: amable y
amado de amar, practicable y practicante
de practicar, temible y temeroso,de temer, volátil de volar, etc., por esta razón he preferido ser específico
al referirme a los sustantivos y adjetivos verbales provenientes del participio
activo latino para dar a conocer el criterio tradicional de la Real Academia
Española de la Lengua a través de la historia, y de cómo este criterio ha sido
superado por los exitosos logros de las mujeres al incursionar en cargos,
profesiones y oficios tradicionalmente ejercidos solamente por hombres.
Además, ya para concluir, en
español no todos los sustantivos y adjetivos provienen de verbos, especialmente
de la lengua latina, sino que existe una buena cantidad de adjetivos que se han
formado de sustantivos, como bueno y bonachón, de bondad, útil, de utilidad; terrible, y terrífico, de
terror, etc. Por ultimo, debo aclarar que los adjetivos españoles derivan de
dos fuentes pricipales: 1) de las lenguas griega y latina y 2) de la lengua española
ya consolidada, después de haber pasado por distintas etapas de su evolución
tanto del latín, como de otras lenguas que lo han enriquecido.
Sirva esta breve discusión
lingüística como una contribución a todas las personas de habla española que tengan
el deseo de hacer uso adecuado de las reglas de formación de palabras, con
criterio científico, sin sesgos machistas o tradicionalistas, y que además,
quieran reconocer los progresos y logros del elemento femenino en nuestra
sociedad.
miércoles, 4 de octubre de 2017
EL PARTICIPIO ACTIVO
NO EXISTE EN ESPAÑOL
Amadeo Albuquerque
Lara
Algunos de mis contactos en
Facebook me han compartido un video en el que una profesora habla del
participio activo y se refiere en específico al uso de la palabra “presidenta”.
Ella dice que no se debe decir así porque los “participios activos” terminan en
–ente y no en –enta. A continuación voy citar a ciertas autoridades en gramática
para afirmar que en español no existe el participio activo. Y no lo digo yo, lo
dice “El español urgente”, el cual es parte de la Real Academia Española de la
Lengua. Este sitio dice que es correcto decir presidenta y luego explica por
qué. Es más, si usted consulta el Diccionario de la RAE verá que registra las
palabras “presidente, presidenta”.
En primer lugar, la palabra
presidenta ya está registrada en el Diccionario de la RAE, cito: “… la
Gramática académica explica que la voz presidenta
es un femenino válido en el que se ha cambiado la -e final por -a, al igual que
ocurre con asistenta , dependienta o
intendenta . Puesto que, además,
presidenta ya tiene registro académico desde el Diccionario de 1803 y se
emplea desde mucho antes, no parece que haya motivo para no usar o incluso para
no preferir esta forma cuando el referente es una mujer.” (Fundéu BBVA buscador
urgente de dudas)
Antiguamente se usaba la palabra
para referirse a “la mujer del presidente”, pero ahora que una mujer ejerce el
cargo de presidenta se debe utilizar la forma correcta: presidenta.
Tal parece entonces que la
profesora que hace circular un video con una serie de razonamientos ya
superados, no ha leído el razonamiento de las autoridades de la Corporación Española.
Las autoridades del Español
Urgente afirman lo siguiente:
“El participio activo del verbo
ser no es ente. El único participio
que actualmente tienen, de forma general, los verbos españoles, es el de
perfecto (por ejemplo sido, para el
verbo ser, o comido para comer). Solo
algunos verbos tienen entre sus derivados los llamados participios activos, que
hoy se consideran sustantivos (como presidente)
o adjetivos (como atacante o cantante). El verbo ser tuvo en el
pasado una forma de participio activo hoy perdida, pero no era ente sino eseyente.” (BBVA)
Por lo expuesto en el párrafo
anterior, la profesora del video comete cuatro errores por lo menos: 1) ya no
existe el participio activo en español; 2) el participio activo solo existe en
latín; 3) el participio activo del verbo “ser” en latín no es “ente” sino “eseyente”;
4) la palabra “presidenta” es un sustantivo.
Según lo ya explicado, no existe ya el participio activo en
nuestra lengua española, citado por la profesora del video, porque las formas
que terminan en –ente, -enta, o son
sustantivos (el presidente) o son
adjetivos (el alumno repitiente, la
persona prudente, el alumno inteligente). Las personas que atacan el
uso de presidenta o vicepresidenta ignoran que estas
palabras funcionan como sustantivos y se refieren a los cargos desempeñados por
una mujer y que además, el participio activo existe solamente en latín. En
nuestro español actual solo existe como participio la forma que acompaña a los
verbos en el tiempo perfecto, como: “he soñado”,
“hemos comido” o “han ganado”, etc.
Por otro lado, lo que demuestra
la profesora del video es que no ha profundizado en la gramática del idioma
español actual, sino que se ha quedado rezagada con los conocimientos que
tomaban como ejemplo la gramática greco-latina y la aplicaban al español. Y no
solamente ella está en esta situación, pues algunos gramáticos hasta veían en
el idioma español casos morfológicos y declinaciones. Todavía hay muchas
personas: periodistas, profesores, escritores, etc. que tienen miedo de usar
los sustantivos como “presidenta” y “vicepresidenta” y siguen usando “la presidente”
y “la vicepresidente”, cometiendo faltas de concordancia. Ahora que tenemos una
vicepresidenta en Nicaragua no debemos temer al llamarla de la manera correcta.
Claro, hay algunas palabras que
han quedado con la terminación –ente, como la estudiante, la practicante, la
paciente; pero no porque sean considerados “participios activos”, sino por
preferencia de los hablantes. Pero no se deben usar estos ejemplos para querer
demostrar que es incorrecto utilizar la forma femenina como la intendenta, asistenta,
atenta, avarienta, calenturienta, cenicienta, achaquienta, alharaquienta,
corpulenta, fraudulenta, etc. Nótese que algunos de estos ejemplos funcionan en
la lengua como sustantivos mientras que otros, como adjetivos. Por ejemplo: la
intendenta, la asistenta y la cenicienta son sustantivos; pero atenta,
avarienta, calenturienta, achaquienta, alharaquienta, corpulenta y fraudulenta
son adjetivos.
Mi consejo es que los que nos
dedicamos a escribir, a informar o a enseñar, nos mantengamos atentos a los
cambios que ha sufrido y que sufre constantemente nuestro idioma español y las
ciencias en general; y no nos quedemos con lo que nos enseñaron nuestros
maestros, instructores y profesores, unos cincuenta años atrás. Cualquier profesional
que no investiga los cambios que se dan en las ciencias y en la lingüística se
quedará rezagado enseñando, diagnosticando o practicando algo que ya ha sido
superado.
sábado, 8 de julio de 2017
Propiedades sintácticas del verbo parecer
Amadeo Albuquerque Lara
Aunque
en otros artículos me he referido a este verbo, me ha parecido apropiado
analizar una vez más las propiedades sintácticas del verbo “parecer”, puesto
que tradicionalmente ha sido considerado como copulativo, junto con los verbos
“ser” y “estar”. Sin embargo, el verbo parecer demuestra un comportamiento
sintáctico muy diferente a los citados verbos llamados copulativos. Para el
análisis sintáctico, he seleccionado unos cuantos ejemplos tomados del diario
español El País en su edición digital. Pero antes, observemos cómo define este
verbo el Diccionario de la RAE:
Según
el Diccionario de la Real Academia Española, el verbo parecer tiene como
primera función sintáctica la de ser “copulativo”, además de otras funciones,
como sigue:
Parecer
Del
lat. vulg. *parescĕre, der. del lat. parēre.
Conjug.
c. agradecer.
1.
copulat. Tener determinada apariencia o aspecto.
2.
intr. Dicho de una cosa: Aparecer o dejarse ver.
3.
intr. Seguido de una oración introducida por que, creer que el hecho expresado
por ella es probable o posible. Me parece que se equivoca.
4.
intr. Seguido de una oración introducida por que, existir la impresión de lo
expresado por ella.
Parece que va a llover.
Hasta
aquí la cita del DRAE. Más adelante me refiero a las acepciones No.1, 3 y 4.
Las
formas del verbo parecer en latín son las siguientes: Pareo, Parere, Parui, Paritus +dat y su significado es: obedecer, parir,
hacer salir un hijo de su propio cuerpo, dar a luz, nacer ((Diccionario
latino). Lo mismo ocurre con los verbos “ser” y “estar”. El verbo ser (sum,
esse) tiene el significado de existir y el verbo estar (stare) significa
“erguirse”, existir en un espacio o lugar, hallarse algo o alguien en un estado
transitorio o permanente.
Por
eso, en mi análisis voy a demostrar que el verbo “parecer” no es copulativo
(según la primera definicion del DRAE, ni se comporta como intransitivo en la acepción
4. Lástima que el Diccionario no aporta un ejemplo sintáctico en la primera
acepción (como copulativo); pero ya lo analizaré más adelante. Para este caso,
voy a omitir las demás acepciones que ofrece el Diccionario. Sólo me referiré a
las primeras cuatro acepciones, por ser de mi interés para este tema.
La
acepción 3 que cita el DRAE: “Me parece que se equivoca”, el verbo parecer tiene como sujeto el sintagma (que
se equivoca), el cual se comporta sintácticamente como los verbos “gustar” y “encantar”,
en oraciones como: “Me gusta que se equivoque” o “Me encanta que se equivoque”,
con la diferencia que el verbo parecer acepta el tiempo presente en el verbo
subordinado. Pero si fuera copulativo, podría sustituirse por cualquiera de los
otros dos verbos llamados copulativos: ser, estar; pero resulta totalmente
diferente. Ya en otro artículo he demostrado que los verbos “ser” y “estar” no
pueden considerarse como cópula, union, atadura o enlace, por cuanto asumen
características gramaticales y semánticas.
La
acepción 4 cita el ejemplo del verbo parecer como intransitivo: “Parece que va
a llover”, es el ejemplo propuesto por el DRAE. En realidad, en esta estructura
el verbo carece de sujeto, pero asigna un objeto directo: (que va a llover),
por lo tanto, aquí en este caso el verbo parecer es transitivo. Si queremos
comprobar la transitividad del verbo parecer en este caso, podemos hacerlo de
dos maneras: 1) preguntamos: ¿qué parece? “que va a llover”; 2) sustituyendo el
objeto directo con el pronombre “lo”: lo parece. Por lo tanto, se trata de la
transitividad de este verbo, en la acepción citada por el Diccionario.
Según
las estructuras en que aparece el verbo “parecer”, se pueden distinguir
claramente funciones de verbo impersonal, porque carece de sujeto. Veamos este
ejemplo tomado de una información del citado diario El País:
1)
“Parece que
esta decisión ha sido tomada por alguien que quiere investigaciones penales a
su medida”.
Observemos
que esta oración carece de sujeto, porque no se puede decir: *“Él parece que esta decisión… o con este
otro sujeto: *”Eso parece que esta decisión…”; por tanto, las oraciones
construidas con verbos que carecen de sujeto, tradicionalmente han sido
consideradas como impersonales, característica que no la tienen los verbos
llamados copulativos.
Esta otra oración la he tomado del
mismo diario español:
2)
La crisis que desde
hace tres meses acosa a Venezuela
parece estar llegando a límites desconocidos. (El País, edic. Digital, 28-6-17)
La oración número 2 sí tiene sujeto y puede sustituirse con
cualquier otro sintagma nominal en tercera persona singular, por ejemplo: “Eso
parece estar llegando a límites desconocidos”, “La guerra parece estar llegando
a límites desconocidos”. El verbo pareceer en esta estructura está acompañado
de dos formas verbales para formar una perífrasis que significa una acción
incompleta o inacabada. Pero se puede darle el significado de una acción
acabada si se construye con la partícula “que” más la forma compuesta “ha
llegado”, en: “La crisis parece que ha llegado a límites desconocidos”. Sin
embargo, semánticamente, ambas oraciones transmiten la noción de una
suposición, porque no es lo mismo decir: “La crisis ha llegado a límites desconocidos. Por tanto, el verbo
“parecer” no es ni puede ser copulativo.
La tercera oración que he seleccionado a propósito, admite
sujeto siempre que se construya con el pronombre “se”; porque no se puede decir:
*“Juan parece a su papá”
3) Juan se parece a su papá (semejanza)
En la oración anterior, aunque algunos gramáticos
tradicionales catalogan el verbo “parecer” como copulativo, no puede
sustituirse por ninguno de ellos, pues resulta agramatical: *”Juan es a su papá”;
ni tampoco se puede decir: *”Juan se es/está a su papá”. Lo que sí debe
entenderse muy claramente es que los tres verbos son intransitivos en su
mayoría, con la excepción del verbo parecer que también asigna complemento u
objeto directo; pero sabemos que los verbos tradicionalmente llamados
copulativos no tienen la propiedad sintáctica de asignar objeto o complemento directo.
Ahora analicemos la siguiente oración que los gramáticos
normativos ponen como ejemplo de verbo copulativo. Sin embargo, no es lo mismo
decir: “Juan es tonto” o “Juan está tonto”, que si la expresamos con el verbo
parecer.
4) Juan parece tonto
Semánticamente es una
oración que expresa suposición u opinion acerca del aspecto o personalidad de
Juan, caso muy diferente se da mediante el empleo de cualquiera de los
verbos ser o estar. El verbo ser
transmite la noción de que el sujeto por naturaleza es tonto; mientras que el
verbo estar indica que el sujeto momentáneamente está tonto, pero no es su
naturaleza.
En conclusion, el verbo parecer
manifiesta propiedades sintácticas muy diferentes a las de los verbos llamados
copulativos; pero que en realidad son intransitivos. Los mencionados verbos no
pueden ser copulativos, porque un nexo, unión, atadura, juntura o cópula sólo
sirve para unir dos elementos, como es el caso del sujeto y el predicado.
Además, los verbos ser y estar, gramaticalmente indican diferentes tiempos y
concuerdan con el sujeto y semánticamente poseen significado de ente o existir,
el verbo ser; y de estado, erguirse, el verbo estar. En cambio el verbo parecer se puede construir con
propiedades intransitivas o transitivas. Con propiedad intransitiva, “Simón
parece bobo”, en donde interpretamos que Simón se comporta en un momento dado
como bobo; pero no lo es. Y con propiedad transitiva, “parece que todo
terminó”, en la cual el verbo parecer
carece de sujeto, pero asigna objeto o complemento directo. Sin embargo,
semánticamente interpretamos que se trata de una suposición o juicio personal,
pues no estamos seguros de “que todo terminó”. Por lo tanto, el verbo parecer
transmite la noción de una acción posible o probable.
Masaya, 8 de julio de 2017
¿CÓMO PREFIERE USTED: MAYUGADO, MALLUGADO, O MAGUYADO O MAGULLADO?
"Compre, pero no mayugue"
Amadeo Albuquerque Lara
En Nicaragua se registran las dos variantes, con difrente ortografía; pero he oído más la forma "mayugado" o "mallugado" entre personas menos escolarizadas; pero según la academia mexicana, también en México existe esa vacilación:
"Mallugado / mayugado
Tanto la forma mallugado como su variante mayugado… … se registran en el Diccionario de mexicanismos con el significado de ‘causar a un tejido orgánico una contusión, oprimiéndolo o golpeándolo’: Mayuga / malluga tantito los aguacates para ver si ya están buenos. Por su parte el Diccionario de la lengua española (DRAE), registra la voz magullar con el mismo sentido.
Pero según el DRAE, la palabra "magullar" proviene de la forma "magular", quizás por cruce con "abollar". Así cambian las palabras y así se entrecruzan con otras. Eso no quiere decir que debamos hablar como se nos da la gana. El hablante de la lengua española, como de cualquier lengua, debe saber cuál es la forma aceptable o más común; especialmente, cuando escribe y cuando no está en su país.
"Compre, pero no mayugue"
Amadeo Albuquerque Lara
En Nicaragua se registran las dos variantes, con difrente ortografía; pero he oído más la forma "mayugado" o "mallugado" entre personas menos escolarizadas; pero según la academia mexicana, también en México existe esa vacilación:
"Mallugado / mayugado
Tanto la forma mallugado como su variante mayugado… … se registran en el Diccionario de mexicanismos con el significado de ‘causar a un tejido orgánico una contusión, oprimiéndolo o golpeándolo’: Mayuga / malluga tantito los aguacates para ver si ya están buenos. Por su parte el Diccionario de la lengua española (DRAE), registra la voz magullar con el mismo sentido.
Pero según el DRAE, la palabra "magullar" proviene de la forma "magular", quizás por cruce con "abollar". Así cambian las palabras y así se entrecruzan con otras. Eso no quiere decir que debamos hablar como se nos da la gana. El hablante de la lengua española, como de cualquier lengua, debe saber cuál es la forma aceptable o más común; especialmente, cuando escribe y cuando no está en su país.
¿Qatar o Catar? ¿Quorum o cuorum?
Amadeo Albuquerque Lara
Según la Real Academia, no se debe escribir Qatar sino Catar para nombrar al Estado árabe de Qatar que ocupa la pequeña Península de Qatar. Sin embargo, se olvida que esta es una palabra árabe, que al igual que el nombre Washington, debe respetarse su ortografía. En el alfabeto español, tenemos la letra W, pero ninguna palabra española la lleva etimológicamente. Por otro lado, la palabra "catar" sí es española, pero en ninguna de sus acepciones se refiere al país árabe: Qatar. Es más, el diario español El País sigue respetando la grafía Qatar para referirse al país árabe. El siguiente titular lo confirma: "Vence el ultimátum dado a Qatar por Arabia Saudí y sus aliados". (El País, edic. digital) Solamente en Nicaragua los diarios observan el cambia de Q en C refiriéndose al país árabe. Hay cambios que hace la RAE que no están en consonancia con otros nombres extranjeros.
En cuanto al origen español de la palabra "catar", esto es lo que registra el Diccionario de la RAE:
"catar Del lat. captāre 'coger', 'buscar'
En el español antiguo, en el Cantar de Mio Cid, la palabra catar significa mirar o dirigir la vista, acepción que registra el mismo DRAE.
El otro cambio que sugiere la RAE es en cuanto a la palabra de origen latino "quorum". La RAE sugiere que se escriba "cuorum"; sin embargo, si la palabra es latina, dejémosla como es su etimología y no sigamos los pasos del espanglish que cambia la palabra inglesa "quarter" por "cora", porque quienes utilizan el espanglish creen que así se escribe. Quarter es una moneda de 25 centavos de dólar; pero espero que la RAE no acepte la palabra "cora" para referirse a la moneda.
Para ser consecuentes con la manera de escribir las palabras extranjeras, debemos respetar la ortografía de donde se originaron. No decimos "Guasinton" sino Washington, por ejemplo.
Sin embargo, el Español Urgente acepta las palabra "wasap" y "wasapear", así con la W de inicio. ¿No creen ustedes que no hay lógica en todo esto?
viernes, 7 de abril de 2017
EVOLUCIÓN FONÉTICA DE LA FRASE “GRISI SIKNIS”
Amadeo Albuquerque Lara
En el diario La Prensa de hoy viernes 7 de abril, aparece esta noticia: “Grisi siknis ataca en comunidad de Wiwilí”
Quiero aprovechar la frase miskita “grisi siknis” para explicar el porqué se escribe de esta manera, pero con un criterio lingüístico. Hace varios años, cuando la ciencia lingüística no había llegado a Nicaragua, muchos gramáticos puristas afirmaban que la lengua miskita era “una corrupción del inglés y el español”. Obviamente, esta afirmación demostraba un desconocimiento del origen y existencia de la lengua mískitu, así escrita por razón de su alfabeto.
Para explicar en términos lingüísticos la frase en mískitu: “grisi siknis”, debo afirmar que el idioma mískitu tiene solamente las vocales: A, I, U, con la diferencia que ellos distinguen una A corta y una larga; una I corta y una larga; y una U corta y una larga. Su alfabeto no incluye las siguientes consonantes del español: c, e, f, j, ñ, o, q, v, x. Digo esto para justificar la frase: “grisi siknis”. Esta frase viene del inglés “crazy sickness”: enfermedad de locura. Como su alfabeto no tiene la letra C, la sustituyen por la G, en vez del diptongo fonético del inglés [ei], como carecen de E, usan la “I”; como no tienen la letra “Z”, la sustituyen por la letra “S”; y como la “Y” para ellos es una consonante, la sustituyen por la vocal “I”; así se compone la palabra “grisi” proveniente de “crazy” con pronunciación [creisi].
En cuanto a la palabra “siknis” que proviene del inglés “sickness”, la explico de la siguiente manera: como su albabeto no contiene la letra “C”, la eliminan; como no existe la vocal “E”, la sustituyen por la vocal “I” y finalmente, eliminan una de las dos “eses” de la palabra inglesa. De todas estas explicaciones resulta la frase “grisi siknis”; pero no se considera corrupción del idioma mískitu.
Debo aclarar que la frase en mención se conoce como préstamo del idioma inglés; así como otras palabras que la lengua mískitu han tomado del inglés, como: “pine” del inglés “fine”; ellos no tiene la letra “f”, por eso la sustituyen por la “p”; del inglés “like” se forma la palabra “laika”; del inglés “floor” forman “plor”; recuerden que su alfabeto carece de la consonante “f” y de la vocal “o”, pero por la influencia fonética, han incorporado la “o” como préstamo léxico.
Esta es la manera como se explica la evolución de las palabras al pasar de un idioma a otro; al igual que de la palabra latina “speculum” evolucionó a la palabra española “espejo” y de la palabra griega “philosophia”, se transcribió en español “filosofía”, etc,
Concluyo que no hay tal corrupción en la lengua miskita ni en ninguna otra lengua que adopta palabras de otra, sino que el término experimenta una evolución fonética y ortográfica al tomar prestado un vocablo que no lo tiene su propio idioma.
Amadeo Albuquerque Lara
En el diario La Prensa de hoy viernes 7 de abril, aparece esta noticia: “Grisi siknis ataca en comunidad de Wiwilí”
Quiero aprovechar la frase miskita “grisi siknis” para explicar el porqué se escribe de esta manera, pero con un criterio lingüístico. Hace varios años, cuando la ciencia lingüística no había llegado a Nicaragua, muchos gramáticos puristas afirmaban que la lengua miskita era “una corrupción del inglés y el español”. Obviamente, esta afirmación demostraba un desconocimiento del origen y existencia de la lengua mískitu, así escrita por razón de su alfabeto.
Para explicar en términos lingüísticos la frase en mískitu: “grisi siknis”, debo afirmar que el idioma mískitu tiene solamente las vocales: A, I, U, con la diferencia que ellos distinguen una A corta y una larga; una I corta y una larga; y una U corta y una larga. Su alfabeto no incluye las siguientes consonantes del español: c, e, f, j, ñ, o, q, v, x. Digo esto para justificar la frase: “grisi siknis”. Esta frase viene del inglés “crazy sickness”: enfermedad de locura. Como su alfabeto no tiene la letra C, la sustituyen por la G, en vez del diptongo fonético del inglés [ei], como carecen de E, usan la “I”; como no tienen la letra “Z”, la sustituyen por la letra “S”; y como la “Y” para ellos es una consonante, la sustituyen por la vocal “I”; así se compone la palabra “grisi” proveniente de “crazy” con pronunciación [creisi].
En cuanto a la palabra “siknis” que proviene del inglés “sickness”, la explico de la siguiente manera: como su albabeto no contiene la letra “C”, la eliminan; como no existe la vocal “E”, la sustituyen por la vocal “I” y finalmente, eliminan una de las dos “eses” de la palabra inglesa. De todas estas explicaciones resulta la frase “grisi siknis”; pero no se considera corrupción del idioma mískitu.
Debo aclarar que la frase en mención se conoce como préstamo del idioma inglés; así como otras palabras que la lengua mískitu han tomado del inglés, como: “pine” del inglés “fine”; ellos no tiene la letra “f”, por eso la sustituyen por la “p”; del inglés “like” se forma la palabra “laika”; del inglés “floor” forman “plor”; recuerden que su alfabeto carece de la consonante “f” y de la vocal “o”, pero por la influencia fonética, han incorporado la “o” como préstamo léxico.
Esta es la manera como se explica la evolución de las palabras al pasar de un idioma a otro; al igual que de la palabra latina “speculum” evolucionó a la palabra española “espejo” y de la palabra griega “philosophia”, se transcribió en español “filosofía”, etc,
Concluyo que no hay tal corrupción en la lengua miskita ni en ninguna otra lengua que adopta palabras de otra, sino que el término experimenta una evolución fonética y ortográfica al tomar prestado un vocablo que no lo tiene su propio idioma.
sábado, 4 de marzo de 2017
¿Por
qué muere una lengua?
Amadeo Albuquerque Lara
La lengua rama está en
peligro de extinción y se ubica en la costa caribe de Nicaragua; pero esta
lengua no es la única en peligro. Dicen los expertos que de las más de 7,000 lenguas que se hablan en el mundo, la
mitad está en peligro de extinción. De hecho, cada quince días muere una lengua
en el mundo.
La lengua rama pertenece
a la familia chibcha, originaria de Colombia; pero es importante saber que una
familia lingüística es un conjunto de lenguas que derivan de una lengua común,
aunque no sabemos cuál habrá sido esa lengua común. Muchos creen que las que se
hablan en la costa caribe no son lenguas, sino dialectos, pero no es así. Son
lenguas que pertenecen a familias o grupos lingüísticos bien sea originarios de
América del Sur o de América del Norte. De América del Sur tenemos a los
chibchas y al grupo misumalpa: miskitu, sumo y matagalpa; y de América del
Norte, tenemos al grupo uto-azteca o uto-nahua. Según Wikipedia, “existe
constancia de la existencia de unas sesenta lenguas uto-aztecas, de las que
sobreviven actualmente algo más de veinte.”
Volviendo a la lengua
rama, conviene saber que en 1984 el gobierno sandinista pidió a la lingüista
francesa, Colette Grinevald, (entonces Colette Craig) que ayudara a documentar
la lengua rama, porque sus hablantes pensaban que ya era demasiado tarde para
rescatarla. Pero esta lingüista confeccionó un diccionario con la ayuda de una
anciana que hablaba la lengua rama y todavía esta lengua es hablada por un
reducido grupo.
Pero, ¿Por qué se muere
una lengua? Porque una comunidad que ha sido invadida por otra lengua superior
y se convierte en lengua oficial, los jóvenes se avergüenzan de hablar en
público su lengua materna. Eso ha pasado con el español mexicano en los Estados
Unidos. Como los estadounidenses por ignorancia lingüística discriminan a
quienes hablan en español, los jóvenes se avergüenzan de hablarlo en público.
Esto ha dado como resultado el surgimiento de una variedad llamada espanglish.
El espanglish es un intercambio de código entre español e inglés, variedad que
les sirve de medio de comunicación a quienes no dominan todavía el inglés.
Afortunadamente, el
español no está en peligro de extinción porque no sólo se habla en territorio
estadounidense. “Según
el Instituto Cervantes, hay unos 560 millones de hablantes de español en el
planeta; en EE.UU., más de 40 millones de personas tienen el español como
lengua nativa”
En conclusión, las
lenguas naturales son como todo organismo viviente. Nacen, se reproducen y
mueren. Cuando una lengua pierde su importancia como medio de comunicación
dentro de una comunidad, se va reduciendo el número de sus hablantes hasta que
se pierde. Una lengua que supera en economía, estatus social o tecnológico,
hace que la lengua más débil desaparezca.
lunes, 13 de febrero de 2017
LOS ACCIDENTES DE TRÁNSITO SE
ESTÁN CONVIRTIENDO EN UNA PANDEMIA
Amadeo Albuquerque Lara
Según los diarios locales, en lo que va del presente año, ya se
contabilizan más de 100 personas fallecidas por accidentes de tránsito en
Nicaragua. Ante tan espeluznantes datos estadísticos ratificados por la Policía
Nacional, cabe preguntar: ¿qué está fallando aquí? De acuerdo con las noticias
y datos oficiales, las principales causas son: conducir en estado de ebriedad,
exceso de velocidad e irrespeto a las leyes de tránsito. Entonces, si la
Policía sabe que muchos conductores manejan en estado de ebriedad, ¿por qué no
ejerce mayor control en los alrededores de las cantinas y bares? Además, el
exceso de velocidad puede ser controlado mediante más presencia policial en las
carreteras con el uso de pistolas de radar. Entiendo que la Policía cuenta con
estos instrumentos, pero muy poco los utiliza.
Por otro lado, notamos que últimamente se registran innumerables
volcones de rastras y otros vehículos de transporte pesado, incluyendo buses y
microbuses de pasajeros. Esto indica que los conductores de estos mastodontes
no respetan los límites de velocidad en las carreteras y que además, carecen de
pericia al conducir. A esto hay que añadir el exceso de carga y el pésimo
estado mecánico de gran parte de estos vehículo de carga, incluyendo algunos
vehículo livianos. De esto ultimo son culpables los dueños de vehículos y las
instituciones y talleres encargados de la inspección mecánica.
Resumiendo, la Policía Nacional tiene que ser más beligerante en
el control de velocidad mediante el uso de pistolas de radar en las carreteras,
en la aplicación de las leyes de tránsito y en la revisión del estado de las
llantas. Muchos accidents y volcones se dan porque explota una llanta.
La Asamblea Nacional debe emitir leyes que frenen el consume de
licor hasta altas horas de la noche; los dueños de vehículos deben preocuparse
por el estado mecánico de los automotores, los talleres deben cumplir a
cabalidad con la inspección mecánica y los conductores deben respetar las
señales, los límites de velocidad y no trasnochar antes de un día de manejo y
mucho menos, antes de efectuar un viaje largo. Sin estas precauciones, seguiremos
siendo víctimas de conductores irresponsables y la pandemia se extenderá por
todo el país.
lunes, 23 de enero de 2017
CASTELLANO O
ESPAÑOL
Amadeo Albuquerque
Lara
Piensan
algunos que hablar castellano es hablar correcta y gramaticalmente; pero se
equivocan. El castellano era la lengua de Castilla; mientras que en España se
hablaban varios dialectos; entre ellos, el castellano, riojano, el gallego-portugués,
el toledano, leonés, vasco, aragonés, asturiano, valenciano, murciano, andaluz,
extremeño, el sevillano y el catalán con su subdialecto balear.
Cuando
don Fernando de Aragón se casa con la reina Isabel de Castilla, convienen en
que se convierta la lengua de Castilla como la lengua oficial de España, con el
nombre de lengua castellana. Como vemos, se trata de un acuerdo político entre
los dos monarcas. Sin embargo, el castellano se nutre de todos los demás
dialectos que he mencionado en el primer párrafo. Además, cuando los moros
entran en España en el siglo octavo, el árabe aporta un sinnúmero de vocablos
que enriquecieron el vocabulario de esta lengua.
A
esta variedad de dialectos que enriquecieron el castellano, hay que añadir la
influencia de las lenguas prerromanas de la Península Ibérica. Luego, cuando
los conquistadores españoles llegan a América, el castellano se nutre de
palabras propias de esta región, contribución que más tarde se conocería como
español de América. Entonces, la lengua de España ya no sería el castellano,
sino el español porque se convirtió en la lengua oficial de España y América,
dejando de ser la lengua del reino de Castilla.
Sin
embargo, la lengua que hoy llamamos español, no nació en Castilla, sino con el
primer libro de autor anónimo, con el desarrollo de actividades en Burgos,
region norte de España. Este libro recibe los nombres, tales como: El Cantar de
Mio Çid o El Poema de Mio Çid (año 1.200). El siguiente verso lo asegura:
“Mio
Çid Ruy Diaz por Burgos entraba”,
Por
otro lado, el libro Milagros de Nuestra Señora (c. 1.252) de don Gonzalo de
Berceo, tiene mucha influencia del dialecto riojano; ambos libros registran las
actividades de los personajes en la región norte de España y no en Castilla.
A
continuación, copio unos versos de El Cantar de Mio Çid, con la ortografía y
vocabulario del siglo doce:
De los sos ojos tan fuertemientre llorando,
tornava
la cabeça e estávalos catando.
Vio
puertas abiertas e uços sin cañados,
alcándaras
vazías, sin pielles e sin mantos,
e
sin falcones e sin adtores mudados.
Sospiró
Mio Cid, ca avié grandes cuidados,
fabló
Mio Cid bien e tan mesurado:
-¡Grado
a ti, Señor, Padre que estás en ados!
¡Esto
me an buelto mios enemigos mados!-
También me ha parecido
oportuno transcribir unos versos del libro Milagros de Nuestra Señora, de don
Gonzalo de Berceo, con la ortografía y el vocabulario de a mediados del siglo
trece:
Gonzalo de Berceo
Milagros de nuestra Señora (fragmento)
" Amigos e vassallos de Dios omnipotent,
si vos me escuchássedes por vuestro consiment,
querríavos contar un buen aveniment:
terrédeslo en cabo por bueno verament.
Yo maestro Gonçalvo de Verceo nomnado,
yendo en romería caeçí en un prado,
verde e bien sençido, de flores bien poblado,
logar cobdiçiaduero pora omne cansado.
Milagros de nuestra Señora (fragmento)
" Amigos e vassallos de Dios omnipotent,
si vos me escuchássedes por vuestro consiment,
querríavos contar un buen aveniment:
terrédeslo en cabo por bueno verament.
Yo maestro Gonçalvo de Verceo nomnado,
yendo en romería caeçí en un prado,
verde e bien sençido, de flores bien poblado,
logar cobdiçiaduero pora omne cansado.
Sin
duda, la mayoría de quienes lean esta breve nota sobre el castellano y el
español no comprenderán lo que dicen estos versos tomados de los primeros
libros publicados en romance castellano; pero mi intención es demostrar cuáles
fueron los inicios de nuestra lengua Española. Desde que se publicaron estos
libros hasta llegar a nosotros, el español ha pasado por muchos cambios tanto
en su vocabulario, ortografía, gramática, así como en su sintaxis. Este
fenómeno se conoce como la evolución de la lengua española, cátedra que serví
durante algunos años en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN,
Managua).
Concluyo
aquí que la lengua que hoy hablamos tanto en España, América y otros lugares
del mundo, ya no es solamente la lengua de Castilla sino la lengua enriquecida
por muchas variedades de otras regiones.
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