lunes, 6 de enero de 2025

 

SEIS DE ENERO, ¿DÍA DE REYES?

Amadeo Albuquerque Lara

El Nuevo Testamento no registra el dato de los tres reyes magos. El evangelista y apóstol Mateo afirma lo siguiente: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magosdiciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (Mateo 2:1-2). Pero ninguno de los otros tres evangelios canónicos se ocupa de la visita de estos hombres sabios, sin duda astrónomos, pues mencionan la aparición de una rara estrella, la cual los impulsó y los guió hasta donde estaba el niño recién nacido. Destacado es mío.

Sin embargo, los evangelios apócrifos, sin canonicidad y sin la aprobación de las iglesias católica y evangélica, se ocupan con minuciosos detalles de la visita y adoración de estos raros personajes, que la tradición cristiana ha nombrado como “La adoración de los Reyes Magos” el seis de enero. Pero la realidad es otra. El evangelio apócrifo llamado “El Evangelio Armenio de la Infancia” relata el nacimiento de Jesús el seis de enero, y la visita de los magos tres días después, acompañados por un ejército de doce mil personas entre príncipes, magos y reyes de tres países: Persia, India y Arabia. Todo este ejército acampado en las afueras de la ciudad de Jerusalén, lo cual llenó de temor tanto al rey Herodes, como a la población.

XI 1. Y José y María continuaron con el niño en la caverna, a escondidas y sin mostrarse en público, para que nadie supiese nada. Pero al cabo de tres días, es decir. el 23 de tébeth, que es el 9 de enero, he aquí que los magos de Oriente, que habían salido de su país hacía nueve meses, y que llevaban consigo un ejército numeroso, llegaron a la ciudad de Jerusalén. El primero era Melkon, rey de los persas; el segundo, Gaspar, rey de los indios; y el tercero, Baltasar, rey de los árabes. Y los jefes de su ejército, investidos del mando general, eran en número de doce. Las tropas de caballería que los acompañaban, sumaban doce mil hombres, cuatro mil de cada reino. Y todos habían llegado, por orden de Dios, de la tierra de los magos, su patria, situada en las regiones de Oriente. Porque, como ya hemos referido, tan pronto el ángel hubo anunciado a la Virgen María su futura maternidad, marchó, llevado por el Espíritu Santo, a advertir a los reyes que fuesen a adorar al niño recién nacido. Y ellos, habiendo tomado su decisión, se reunieron en un mismo sitio, y la estrella que los precedía, los condujo, con sus tropas, a la ciudad de Jerusalén, después de nueve meses de viaje (Evangelio Armenio, XI).

Esta visita multitudinaria comenzó su viaje nueve meses antes que naciera el niño Jesús por mandato divino, cuando el ángel anunció a María que daría a luz al Mesías, según lo afirma el citado Evangelio apócrifo. Otro dato importante es que esta narrativa registra el nacimiento de Jesús en una cueva que los pastores de la región usan para resguardar del frio del invierno a sus rebaños de ovejas. Resulta que la hora del parto le viene a María en un lugar despoblado, y tienen que refugiarse en esa cueva, en donde también hay un pesebre. Sigue la narrativa que quien asiste en el parto a María es Eva, la “madre de la humanidad” (IX 1. Y, cuando José y nuestra primera madre vieron aquello, se prosternaron con la faz en el polvo, y, alabando a Dios en voz alta, lo glorificaban, y decían: Bendito seas, Dios de nuestros padres, Dios de Israel, que, por tu advenimiento, has realizado la redención del hombre; que me has restablecido de nuevo, y levantado de mi caída; y que me has reintegrado en mi antigua dignidad. Ahora mi alma se siente engrandecida y poseída de esperanza en Dios mi Salvador (Evangelio Armenio, IX). Así que el nacimiento de Jesús sucede el seis de enero, y esa fecha la registra el escrito apócrifo para la adoración de los magos y reyes de los tres países citados anteriormente.

No obstante, me llama la atención que tanto católicos, como evangélicos y protestantes, celebran estos acontecimientos que no los registra el Nuevo Testamento, y que sólo se encuentran en los evangelios apócrifos, especialmente, el Evangelio Armenio de la Infancia; pero sin ningún respaldo canónico. Los datos apócrifos son los siguientes: tres reyes magos vienen a adorar al niño Jesús el seis de enero; pero la fecha que registra el escrito apócrifo para la adoración de los magos y reyes de los tres países citados anteriormente, es tres días después del nacimiento. Pero también aceptan los nombres de los tres magos: Melchor, Gaspar y Baltazar. También aceptan el color de la piel de cada uno: uno de ellos es negro y los demás son blancos.

El Nuevo Testamento no menciona el número de los magos, ni la fecha de la adoración, ni el nombre de los magos, ni los nombres de los países de donde proceden, ni del color de la piel de ellos. Pero en el cuadro del nacimiento de Jesús en las iglesias evangélicas aparecen los tres reyes con sus tres regalos: oro, incienso y mirra; pastores y animales. Sin embargo, ni los evangelios canónicos, ni el evangelio apócrifo citado mencionan la presencia de animales alrededor del pesebre; pues la cueva estaba vacía mientras los pastores estaban en el campo cuidando sus respectivos rebaños.

Por último, no estoy a favor de que no se celebre el nacimiento de Jesús, ni el relato de la adoración de los magos; pero sí no estoy de acuerdo que se acepten los datos de los evangelios apócrifos, mezclados con el relato de los dos evangelistas que narran el nacimiento del Mesías: Mateo y Lucas. Mateo es un judío que escribe para judíos; y Lucas es un gentil que escribe para quienes aman a Dios; pues menciona como el destinatario de su evangelio a un personaje alegórico llamado Teófilo: amigo de Dios.

Los otros dos evangelistas del Nuevo Testamento no se ocupan del nacimiento físico de Jesús. Marcos comienza su evangelio, con el ministerio de Jesucristo; y Juan se interesa por demostrar la divinidad y eternidad del Verbo hecho humano; o sea, Dios hecho carne, o Dios en forma humana.

Es mi propósito que esta información sirva para que los pastores de iglesias y quienes escriben las historias de los dramas navideños, eliminen de sus tramas narrativas los datos y personajes que no pertenecen a los relatos del Nuevo Testamento. Dejemos que la tradición siga sin rumbo y sin respaldo canónico.

REFERENCIAS

Evangelio de Mateo, capítulo 2, RVR 1960

Evangelio de Lucas, capítulo 2, RVR 1960

Evangelio armenio de la Infancia (Anónimo, y apócrifo)