jueves, 25 de agosto de 2016


EMPLEO SUPERFLUO DEL PRONOMBRE “ESTO”
Amadeo Albuquerque Lara
He observado que tanto en la prosa periodística como en avisos en hospitales, se emplea el pronombre neutro “esto” de manera superflua, ya que lo insertan en una estructura sintáctica, como la siguiente. “Se recibirá baucher a partir de las 11 A.M. esto con el fin de mejorar la calidad de atención”. Este aviso lo tomé de un consultorio, en un hospital de Masaya.

A continuación explicaré por qué el pronombre “esto” no tiene función sintáctica en esa oración. En la estructura citada, el pronombre “esto” debiera funcionar como sujeto, pero le falta el verbo, si es que lo quieren incluir. Según la gramática generativa, no puede existir un sujeto sin verbo, porque es el verbo el que asigna caso abstracto al sujeto.

Port al razón, para evitar la anomalía sintáctica propongo dos opciones para el texto citado en el primer párrafo:

a)      “Se recibirá baucher a partir de las 11 A.M., con el fin de mejorar la calidad de la atención”.
b)      “Se recibirá baucher a partir de las 11 A.M., esto tiene como fin  mejorar la calidad de la atención”.

Como señalé en el segundo párrafo, la oración que sugiero en b) la he estructurado de forma que el pronombre “esto” aparezca junto al verbo “tiene”, para que la oración pueda ser grammatical; sin embargo, la oración en a) evita el uso del pronombre “esto” por cuanto el verbo “recibirá” rige el complemento “con el fin de mejorar….” Tanto las oraciones a) y b) son gramaticalmente correctas.


Desafortunadamente, mucha personas se enamoran de palabras que creen estar “de moda”, sin tomar en cuenta la propiedad sintáctica de dicha palabra o frase. ¿Por qué me he extendido tanto en esta explicación? Sencillamente, porque para mí no basta decirle a alguien que tal estructura es incorrecta, sino que prefiero expresar las razones de tal incorrección.

lunes, 15 de agosto de 2016

FUNCIÓN SINTÁCTICA DE LAS PREPOSICIONES
Amadeo Albuquerque Lara

El tema de las preposiciones ha sido objeto de estudio desde que el castellano desarrolló un sistema diferente al de los casos del latín. Aunque el latín incluía preposiciones y posposiciones, sin embargo no eran tan abundantes como en el desarrollo de las lenguas romances, sobre todo en la evolución del castellano. Ya el llamado latín vulgar usaba algunas partículas que ahora llamamos preposiciones con un papel pleonástico. Por ejemplo: “cum mecum, cum tecum, cum secum, cum voscum”, etc. La razón de esta repetición de la forma “–cum” del latín clásico es porque el latín hablado, llamado vulgar (de vulgo, populacho), ya anteponía esa partícula que más tarde se llamaría preposición, por colocarse antes del pronombre, mientras que el latín clásico la posponía.

Lo anterior es un claro ejemplo de la tendencia sintáctica del romance de preferir la preposición en vez de la posposición del latín clásico. Este ultimo tenía un regimen posposicional: “mecum, tecum, secum, voscum”, etc. La partícula –cum, enclítica en el pronombre “me”, “te”, “se”, “vos”, etc., en el latín clásico era la posposición que evolucionó en la preposición “con” del idioma español, solo para citar un ejemplo del latín. Por ejemplo: de la composición morfológica “cum mecum” del latín hablado resultó el pronombre “conmigo”, “cum tecum”, contigo, etc.en el español moderno.

Desde entonces, las preposiciones han sido objeto de estudio de un sinnúmero de gramáticos, entre ellos, la Real Academia Española de la Lengua, Alcina Blecua, Samuel Gili Gaya, Marcos Marín y otros. Por ejemplo, la RAE define las preposiciones de esta manera:

“f. Gram. Clase de palabras invariables cuyos elementos se caracterizan por Introducir un término, generalmente nominal u oracional, con el que forman grupo sintáctico.” (DRAE, 22a edición).

Esta definición se acerca bastante al criterio moderno, puesto que ya incluye su función dentro de la sintaxis. Por ejemplo: Ángel López (1998: 567), afirma: “[...] En realidad, la diferencia entre el latín y el español, a este respecto, es que los verbos del primero regían casos, es decir, elementos del paradigma morfológico, mientras que los del segundo rigen funciones.” Lo que Ángel López llama “funciones” de la preposición, los gramáticos generativistas le llaman asignación de “caso abstracto”, en la marcación temática de la preposición.

Es exactamente eso: las preposciones en español desempeñan funciones sintácticas. La gramática generativa afirma que la preposición junto con el verbo, asignan caso abstracto. En ninguna manera se refiere a los casos morfológicos del latín, del griego o de las lenguas indoeuropeas, las cuales tenían casos expresados en la flexión verbal. El caso abstracto se refiere a que el verbo transitivo asigna caso abstracto de objeto directo e indirecto, como argumentos internos; pero como argumento externo: el sujeto. (Cfr. Noam Chomsky, 1985:6). En tanto que la preposición asigna caso abstracto al sintagma nominal que funciona como objeto. J. R. Vergnaud, citado por Chomsky, afirma que todo sintagma nominal con contenido fonológico, debe recibir caso, de acuerdo con la teoría temática (Theta-Theory, Chomsky, idem)

El sintagma nominal, SN, que va después de la preposición puede contener un sustantivo, un adjetivo, un adverbio o una cláusula. Ej.: “en Masaya”, “desde Marte”,  “por bueno”, “de fácil”, “por allí”, para allá” “en cuanto se termine”, “hasta que amaneció”, etc. Sin embargo, quizás deba hablarse de que la posición del SN, después de la preposición, puede estar ocupada por un sintagma preposicional cuyo objeto o término puede ser un sustantivo, un adjetivo, un adverbio o una cláusula. En todo caso, la preposición asigna caso abstracto a sus diferentes objetos.

Otro ejemplo de la función de la preposición es la de formar parte de los verbos de régimen preposcional. Para esta función, Juan de Dios Luque (1973:11-12), y otros, “consideran, desde el punto de vista de la lexicología y de la lexicografía, que el que muchos verbos exijan una determinada preposición para introducir el caso oblicuo se debe a que se construyen con ella”, es decir, con la preposición. Por ejemplo: “ir a”, “venir de”, “bajar de”, “contar con”, “relacionarse con”, “creer en”, “remitirse a”, “sucumbir a”, “acostumbrar(se) a”, solo para citar unos cuantos ejemplos.

Por otro lado, la preposición “de” funciona sintácticamente como marcador del complemento del nombre, del adjetivo, del adverbio, del verbo, como en el caso de “la casa de Lino”, “el libro de Matemática”, “el anillo de oro”, “la mesa de madera”, “de difícil”, “de aquí” “de hablar”, etc. Dejo a la gramática normative el papel de asignar significado a estas frases como que signifcan posesión, asunto, materia, etc. Por el momento, me interesa abordar la función sintáctica de la preposición y no tanto su significación.


Mi crIterio en cuanto a las preposiciones es que no tienen un significado aislado, como tradicionalmente se las ha tratado, sino más bien que merecen ubicarlas en el nivel sintáctico, ya sea como asignadoras de caso abstracto, o como parte de los verbos de regimen. Es dentro de esta función sintáctica que las preposiciones adquieren un significado y no al contrario.