lunes, 18 de enero de 2016


EN OCASIÓN DE LOS 149 AÑOS DEL NATALICIO DE RUBÉN DARÍO
Amadeo Albuquerque Lara

Hoy se cumplen 149 años del natalicio del Padre del Modernismo y Príncipe de la letras castellanas. Rubén Darío nació en Metapa, hoy Ciudad Darío, el 18 de enero de 1867 y murió en la ciudad universitaria de León, el 6 de febrero de 1916. De manera que el próximo 6 de febrero se cumple el centenario de su fallecimiento, por eso. la intelectualidad nicaragüense y de otras nacionalidades han preparado libros, ensayos y festividades especial para honrar esta importante fecha.

Darío fue un niño prodigio, pues desde muy temprano escribía poemas y empezó su carrera de periodista a los 14 años. A los 19 años salió para Chile a instancias del escritor salvadoreño, Juan J. Cañas, quien le dijo: "Ve a Chile... Chile es la gloria". Salió de Nicaragua en mayo y llegó a Valparaíso, Chile el mes siguiente. Eduardo Poirier y Eduardo de la Barra lo introdujeron a la intelectualidad chilena y más tarde se encontraría con un mecenas: Pedro Balmaceda Toro, hijo del entonces presidente de Chile. Balmaceda Toro le consiguió el dinero para la publicación de Abrojos.

La novela Emelina la escribió en coautoría con Eduardo Poirier con el fin de participar en el Certamen Varela que se celebraría en 1 de agosto, pero solo contaban con diez días para escribirla. Aunque los críticos no han sido bondadosos con la novela, sin embargo, le reconocen la exquisitez del lenguaje utilizado por Darío. El mismo Rubén la cataloga como una aventura de juventud. El título fue sugerido por Darío en remembranzas de su romance de niñez con Rosario Emelina Murillo Rivas cuando apenas contaba con once años de edad, pero más tarde, sería su esposa.

El personaje principal de la novela es el bombero, típico de la época en Chile. Su estadía en Chile ocurre entre 1886 y 1889; en estos tres años escribe la novela Emelina, Abrojos y, por supuesto, Azul, libro que lo consagró como el padre del modernismo. También fue en Chile que se empapa de las obras de los poetas franceses, entre ellos, Daudet, Zola, Goncourt, Flaubert y Mendès. Claro, no olvidemos a Victor Hugo, especialmente en su poema al Momotombo.
El tren iba rodando sobre sus rieles. Era 
en los días de mi dorada primavera 
y era en mi Nicaragua natal. 
De pronto, entre las copas de los árboles, vi
un cono gigantesco, «calvo y desnudo», y 
lleno de antiguo orgullo triunfal.
[…]
¡Oh Momotombo ronco y sonoro! Te amo 
porque a tu evocación vienen a mí otra vez,
obedeciendo a un íntimo reclamo 
perfumes de mi infancia, brisas de mi niñez. (RUBÉN DARÍO)
En cambio, el poema de Victor Hugo también se refiere al Momotombo, con un ritmo muy parecido, por no decir igual:
O vieux Momotombo, colosse chauve et nu,
Qui songe près des mers, et fais de ton cratère
[….]
El primer verso de Hugo dice: “Oh Viejo Momotombo, coloso calvo y desnudo”
mientras que el verso de Darío dice: “¡Oh Momotombo ronco y sonoro! Te amo”
Ya he mencionado los tres libros escritos por Rubén en su estadía en Chile: Emelina, Abrojos y Azul. Sin embargo, fue su libro Azul el que lo lanzó al reconocimiento como iniciador del modernismo. El análisis que sigue es de don Juan Valera, crítico español, al recibir el libro Azul que le envió Rubén Darío. Aunque al principio le pareció demasiado afrancesado el título: “L'Art c'est l'azur”: El arte es el azul, título que le dio en las narices, como dice Valera. Sin embargo, al leer el libro, esto es lo que escribió:
“En este libro no sé qué debo de preferir: si la prosa o los versos. Casi me inclino a ver mérito igual en ambos modos de expresión del pensamiento de usted. En la prosa hay más riqueza de ideas; pero es más afrancesada la forma. En los versos, la forma es más castiza. Los versos de usted se parecen a los versos españoles de otros autores, y no por eso dejen de ser originales; no recuerdan a ningún poeta español, ni antiguo, ni de nuestros días.
[…]
“Los cuentos en prosa son más singulares aún. Parecen escritos en París, y no en Nicaragua ni en Chile. Todos son brevísimos. Usted hace gala de laconismo. La Ninfa es quizá el que más me gusta.
[…]
“En resolución, su librito de usted, titulado Azul... nos revela en usted a un prosista y a un poeta de talento.

“Con el galicismo mental de usted no he sido sólo indulgente, sino que le he aplaudido por lo perfecto. Con todo, yo aplaudiría muchísimo más si con esa ilustración francesa que en usted hay, se combinasen la inglesa, la alemana, la italiana, ¿y por qué no la española también? Al cabo, el árbol de nuestra ciencia no ha envejecido tanto que aún no pueda prestar jugo, ni sus ramas son tan cortas ni están tan secas que no puedan retoñar como mugrones del otro lado del Atlántico. De todos modos, con la superior riqueza y con la mayor variedad de elementos, saldría de su cerebro de usted algo menos exclusivo y con más altos, puros y serenos ideales: algo más azul que el azul de su libro de usted; algo que tirase menos a lo verde y a lo negro. Y por encima de todo, se mostrarían más claras y más marcadas la originalidad de usted y su individualidad de escritor.” (
JUAN VALERA)

Cuánto quisiera un poeta o escritor moderno recibir el elogio, el anális, el criterio de un crítico del peso de don Juan Valera. Esa autoridad española la tuvo a su favor nuestro gran Panida, Rubén Darío, orgullo de Nicaragua.